El  aforismo como escritura disidente en Cioran

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El  aforismo como escritura disidente en Cioran

Formados en la escuela de los veleidosos, idólatras del fragmento
y del estigma, pertenecemos a un tiempo clínico en el que
únicamente nos importan los casos. Sólo nos interesa
lo que un escritor se ha callado, lo que hubiera querido decir, sus
profundidades mudas. Si deja una obra, si se explica,
se asegura nuestro olvido.
E. M. Cioran

La crítica es un contrasentido: no hay que leer para
comprender a los demás, sino para comprenderse a sí mismo.
E. M. Cioran

3.

Introducción

¿Existe una escritura más disidente que la aforística? Sin duda, los cuatro grandes maestros del aforismo son: Heráclito, Schopenhauer, Nietzsche y Cioran. Para muestra un aforismo. El filósofo de Éfeso dice: “Lo contrario se pone de acuerdo; y de lo diverso la más hermosa armonía, pues todas las cosas se originan en la discordia”[1]; “El amor es la compensación de la muerte”[2], dice Schopenhauer; el autor  de El anticristo sostiene que “En situaciones de paz el hombre belicoso se abalanza sobre sí mismo.”[3]

La finalidad del presente escrito es mostrar por qué el aforismo es una escritura disidente. El trabajo se encuentra estructurado de la siguiente manera. En primera instancia, presentaré algunos rasgos característicos de la escritura y obra de Cioran. En un segundo momento, explicaré qué es el aforismo y la importancia que tiene en el ámbito literario y filosófico, acompañado en todo momento de algunos de los provocadores aforismos de Cioran. En tercer lugar, la idea es dilucidar el sentido de uno de los aforismos de Cioran, tomado de El crepúsculo del pensamiento. En un cuarto momento, me interesa aportar algunas ideas sobre el aforismo como escritura disidente y transgresora en los planos filosófico y  literario.

 

 

I. El hombre es silencio

Emil Michelle Cioran (1911-1995) es un filósofo trágico. Lo propio de la filosofía trágica es la renuncia a toda valoración moral, de modo que el sufrimiento y la muerte no son ni buenos ni malos, simplemente son. Todo pensador trágico se sitúa “más allá del bien y del mal”. Cioran es un pensador y escritor rumano transgresor y relegado al olvido, fundamentalmente por dos razones. Primero, por su profunda crítica y escepticismo ante la totalidad de cuestiones valoradas por la humanidad: el ideal del hombre, el amor,  la religión, la moral, la idea de Dios, la razón, la cultura, la literatura, la muerte, la vida y la filosofía. Muestra de esa crítica son los siguientes aforismos: “Si yo fuera Dios, me convertiría en cualquier cosa, menos en hombre”[4], “La verdad es un error exilado en la eternidad”[5], “El Hombre es el camino más conto entre la vida y la muerte”[6], “El erotismo emana más allá del hombre; lo colma y lo destruye”[7], “Creo en la salvación de la humanidad, en el porvenir del cianuro.”[8] En segundo lugar, por el hecho de no ajustarse a ningún canon literario o filosófico. El hecho de que no se le reconozca en el plano filosófico ni literario es lo que nos invita a poner mayor interés en sus breves y profundas meditaciones presentadas en forma de aforismo, pues no es válido rechazar la obra de un escritor por no adecuarse a las ideas academicistas de la escritura, que exigen obras sistemáticas y no fragmentarias.

3.1

La obra de Cioran no es Una temporada en el infierno, sino el más contundente reconocimiento de que vivimos instalados en el infierno. Por medio de la reflexión, creada siempre a parir de la experiencia, Cioran desdibuja las fronteras entre el cielo y el infierno, a partir de sus estremecedores Silogismos de la amargura. “Pertenecemos a un tiempo clínico en el que únicamente nos importan los casos. Sólo nos interesa lo que un escritor se ha callado, lo que hubiera podido decir, sus profundidades mudas.”[9] Quizá lo único verdaderamente importante es aquello que no se puede decir de forma plena; que nos resulta inaccesible o tan sólo parcialmente asequible: lo inconciente. Nos aferramos a las palabras, a esas “sombras de realidad”, para nombrar la experiencia,  por eso “Más fácil es renunciar al pan que a las palabras.”[10]

¿Cuál es la labor del literato?

El escritor, tal es su función, dice siempre más de lo que tiene que decir: dilata su pensamiento y lo recubre de palabras. […] ¿Le diré el fondo de mi pensamiento? Toda palabra es una palabra de más. Se trata, sin embargo, de escribir: pues escribamos…, engañemosnos los unos a los otros.[11]

3.2

La palabra es un engaño; una sombra del pensamiento, en tanto que no nombra la experiencia del hombre en el mundo, consigo mismo y con los otros. La palabra degrada la experiencia, es siempre una forma de ocultar la experiencia. La palabra es lo otro de la experiencia. “Una palabra disecada ya no significa nada. Como un cuerpo, que tras la autopsia es menos que un cadáver.”[12] La palabra y el pensamiento llegan a un punto en el que ya no dicen nada, por eso “el deseo cioraniano de devolverles a ambos su materialidad implica bregar con la lengua e intentar comprender su corazón y su entraña a través de una lucha despiadada con ella.”[13] No se trata de renunciar a la palabra, sino de vivirla.

3.3

II. El aforismo

El aforismo consiste básicamente en una escritura críptica y una provocación, que invita al lector a interpretar lo dicho; a encontrarle un sentido a aquello que en un primer momento parece desprovisto de él. “Un aforismo, si está bien acuñado y fundido, no queda ya “descifrado” por el hecho de leerlo; antes bien, entonces es cuando debe comenzar su interpretación, y para realizarla se necesita un arte de la misma.”[14] Dicho sentido sólo se puede encontrar en la medida en que estemos dispuestos a poner en tela de juicio nuestras ideas; en tanto que nos dejemos invadir por lo inesperado. El aforismo es una invitación a adoptar otro punto de vista, a mirar las cosas de un modo radicalmente nuevo.

Los escritos de Cioran se caracterizan por presentarse en clave aforística. De hecho, los títulos de sus obras podrían ser considerados como aforismos por sí mismos, en tanto que sentencias breves: Silogismos de amargura, La tentación de existir, El aciago demiurgo, Ese maldito yo, Breviario de podredumbre.

El aforismo es una escritura fragmentada y, en el caso de Cioran, “cada aforismo parece contener la totalidad de su pensamiento”[15]. Su pensamiento sólo puede ser presentado en forma de aforismo. No admite otra posibilidad, porque eso significaría entrar en los largos juegos literarios y filosóficos que pretenden dar cuenta de todo a partir de discursos huecos y desgastados, que al final no dice nada.

En el aforismo

Sus abstracciones poéticas se sitúan fuera del sentido; se afirman como emergencias aisladas de un todo que jamás se abarca, como blanca espuma de un infinito que se retracta. En ellos jamás nada alcanza la síntesis; todo pende, flota como un resto cuyo destino tampoco es, en absoluto, restañar la vida, ni cicatrizar sus llagas.[16]

El aforismo es una dialéctica no hegeliana que nunca alcanza la superación, pues es lucha permanente entre la abstracción de la palabra y la materialidad del cuerpo. Una dialéctica equiparable a la de la pulsión de vida y la  pulsión de muerte cuyo resulto es el ser humano. La única constante de la dialéctica aforística es disputa, por eso “El devenir: una agonía sin desenlace.”[17]

El aforismo siempre deja algo por decir e insinúa ideas; nunca las resuelve de una vez y para siempre, pues no tienen respuesta absoluta. La solución es un “metarrelato”, igual que la verdad y la idea de Dios. No hay ningún criterio de verdad. Mejor aún, para Cioran “es la muerte, el verdadero criterio… Y es ella, la más íntima dimensión de todos los vivientes.” [18]

El aforismo se constituye en lo que no dice, en aquello que únicamente insinúa. Es la indicación de un camino, pero no una dirección perfectamente delineada. La labor del lector consiste en complementar esa expresión; en estar dispuesto a dejarse arrastrar por el silencio del aforismo; en dejar que sea la experiencia la que ocupe el lugar de la palabra.

3.4

III. Sufrir no es un aforismo

La idea ahora es dilucidar el sentido de uno de los aforismos de Cioran, tomado de El crepúsculo del pensamiento, aquel que dice “Sufrir significa meditar sobre una sensación de dolor: filosofar, meditar sobre esta meditación.” [19] El “sufrimiento” es un abstracción; un discurso de segundo orden respecto de la experiencia. La experiencia del sufrimiento no se puede atrapar por medio de la palabra, pues la desborda. Los conceptos no alcanzan para dar cuenta de esa experiencia.

“Sufimiento” es un concepto que pretende dar cuenta de una experiencia, pero no es en ningún sentido la experiencia misma. El concepto surge para comunicar de un modo embrionario nuestra experiencia; nuestra subjetividad. El discurso filosófico, según Cioran no hace más que olvidar la experiencia y generar una reflexión sobre una serie de conceptos, es decir, sobre un conjunto de cajas vacías de las que se ha olvidado el contenido.

La propuesta de Cioran, no dicha, consiste en devolver a la literatura y a la filosofía su dimensión fenomenológica. Pues sólo de ese modo se podrá reintegrar a la experiencia el lugar que la escritura abstracta le ha quitado. No se trata de renunciar a la palabra, sino de hacer que la experiencia resuene en cada discurso literario, filosófico o estético. La distancia entre la palabra y la experiencia es análoga; a la que  existe entre el hombre y el goce que nunca podrá ser colmado. Ninguna experiencia puede ser comprendida plenamente por medio de conceptos. Por eso es que en cada aforismo queda algo por decir, algo que se puede tratar de comprender por medio con discursos, pero nunca será suficiente.

 3.5

 IV. El  aforismo: escritura disidente

La obra del pensador rumano, como dijera Luis Roca es la de “un visionario y expresa lo que dice en el fragmento, en el aforismo.”[20] Cioran no se limita a ver las cosas de manera superficial, pues su crítica a la totalidad de cuestiones valoradas por el hombre muestra  una nueva forma de mirar la realidad y al hombre. Su obra quiere revelar una única realidad posible: la trágica, es decir, aquella en la que no está permitido imponer una valoración moral sobre el sufrimiento, la muerte y el mundo, pues como dice Nietzsche “Todo lo existente es justo e injusto y en ambos casos está igualmente justificado.”[21]

El aforismo es por principio una escritura disidente porque es un medio de renuncia a los grandes discursos que no hacen más que revolver las palabras y no aportan nada. Es una crítica a esos círculos viciosos; a esos conjuntos de palabras que repiten de múltiples formas lo mismo.

En lugar de grandes obras, “el idólatra del fragmento”[22] propone grandes ideas que puedan ser condensadas en breves, contundentes y sugerentes aforismos. “Sólo cultivan el aforismo quienes han conocido el miedo en medio de las palabras, ese miedo a derrumbarse con todas las palabras.”[23]

Cioran, consecuente con su discurso, renuncia a la pretensión de los grandes sistemas filosóficos que buscan dar cuenta de todo, pero olvidan o terminan por degradar la experiencia. En lugar de eso, él propone una escritura fragmentaria y  disidente, que busca interpelar al lector; hacer que su cuerpo se vea afectado con cada una de las palabras del  aforismo.

¿Cuál es el propósito de la obra cioraniana? “Despojar a la literatura de su disfraz, ver su verdadero rostro, es tan peligroso como desposeer a la filosofía de su jerga.”[24] Mostrar la realidad como es: desnuda y sin palabras.

¿Qué le queda al ser humano, luego de la renuncia a la palabra? Una única alternativa, semejante a la del psicoanalista, aprender a escuchar el silencio y la palabra, pues “La salvació­n sólo es posible mediante la imitación del silencio. Pero nuestra locuacidad es prenatal. Raza de charlatanes, de espermatozoides verbosos, estamos químicamente ligados a la palabra.”[25] Renunciar a la palabra no significa hacer un voto de silencio. De lo que se trata es de decir lo necesario; de dejar que sea la sensación la que predomine. “Prolija por naturaleza, la literatura vive de la gran abundancia de vocablos, del cáncer de la palabra.”[26]

3.6

Conclusión

La idea del escrito es muy simple: vivir la experiencia que entraña cada una de las palabras propuestas en los aforismos de Cioran, de modo que al final la palabra quede reducida al silencio de la experiencia, pues “toda experiencia profunda se formula en términos de fisiología.”[27] Se trata de explorar los límites de la palabra y, a partir de su reconocimiento, otorgar el lugar que no se ha reconocido en la literatura y en la filosofía al silencio. “El goce del texto cioraniano se origina en el momento en que nuestro cuerpo se hermana con el del pensador, pues éste no se comunica con nosotros de ‘intelecto a intelecto’, sino de ‘cuerpo a cuerpo.”[28] Se trata, como dijera Nietzsche, de vivir nuestros pensamientos como condición para poder comprenderlos.

La escritura de Cioran es disidente en la medida en que niega la sistematicidad del discurso y a su vez reivindica una escritura fragmentaria que tenga la capacidad de interpelar al lector de forma inmediata. El aforismo no constituye una palabra abstracta, sino la fuerza de la palabra que logra impactar en el cuerpo del lector, pues “no es que tengamos un cuerpo sino que somos, ya que no hay nada más allá de él.”[29] El aforismo busca generar  experiencias auténticas.

La meditación de Cioran transmitida por medio de aforismos constituye “capsulas de pensamiento saturadas de un sentido denso que él mismo compara con la sentencia que se pronuncia al condenado a muerte.”[30] Quizá sea en las situaciones límite (como la muerte) en las que recordamos que el cuerpo es anterior que la palabra y que el valor de las ideas  de otros escritores es tratar de comprendernos a nosotros mismos por medio de ellas.

Finalmente, hagamos caso a las palabras de Cioran, escuchemos su silencio y  demos muerte al “cáncer de la palabra”.

3.7

Notas

1 Heráclito, Fragmento 8, en Farré, L., Heráclito (exposición y fragmentos),  Aguilar, Madrid, 1959, p. 113.
2 Schopenhauer, A., Los dolores del mundo, Diario público, España, 2009, p. 26.
3 Nietzsche, F., Más allá del bien y del mal, Alianza, Madrid, 2001, p. 101.
4 Cioran, E.M, El crepúsculo del pensamiento,  Nueva imagen, México, 2004, p. 94
5 Ibid, p. 95.
6 Ibid, p. 103.
Ibid, p. 107.
8 Cioran, E.M, Silogismos de amargura,  Barcelona, Tusquets, 1997, p. 111.
Ibid., p. 4.
10 Cioran, E.M., “Carta sobre algunas aporías”, en  Adiós a la filosofía y otros textos, Alianza, Madrid, 2003, p. 50.
11 Ibid., p. 51.
12 Cioran, E.M., Ese maldito yo, Tusquets, Barcelona, 1998, p. 41.
13 Izquierdo López, N., E.M. Cioran. El prestidigitador de la belleza. El rumor del cuerpo en la contradicción de la lengua, 452 F, Revista electrónica de teoría de la literatura y literatura comparada, #8, 2013, p. 55.
14  Nietzsche, F., La genealogía de la moral, Alianza, Madrid, p. 2000, p. 30.
15 Roca Jusmet. L., “¿Es Cioran un filósofo?”,  en revista Elementos de Metapolítica para una civilización europea, #49, Emile Cioran. Lirismo filosófico, p. 35.
16 Izquierdo López, N., E.M. Cioran. El prestidigitador de la belleza. El rumor del cuerpo en la contradicción de la lengua, 452 F, Revista electrónica de teoría de la literatura y literatura comparada, #8, 2013, p. 58.
17 Cioran, E.M, Silogismos de amarguraop. cit., p. 45.
18  Cioran, E.M., “Variaciones sobre la muerte”, en  Adiós a la filosofía y otros textos, op. cit., p. 18.
19 Cioran, E.M., El crepúsculo del pensamientoop. cit., p. 28.
20 Roca Jusmet. L., “¿Es Cioran un filósofo?”,  en revista Elementos de Metapolítica para una civilización europea, #49, Emile Cioran. Lirismo filosófico, p. 32.
21 Nietzsche, F., El nacimiento de la tragedia, en Obras completas, Volumen I. Escritos de juventud, (edición dirigida por Diego Sánchez Meca),  España, Tecnos, 2011, 372.
22 Cioran, E.M., Silogismo de amargura, op. cit., p. 4.
23 Ibid., p. 8.
24 Ibid., p. 9.
25 Ibid., p. 14.
26 Ibid., p. 17.
27 Cioran, E.M, Silogismos de amarguraop. cit., p. 62.
28 Izquierdo López, N., E.M. Cioran. El prestidigitador de la belleza. El rumor del cuerpo en la contradicción de la lengua, 452 F, Revista electrónica de teoría de la literatura y literatura comparada, #8, 2013, p. 59.
29 Roca Jusmet. L., “¿Es Cioran un filósofo?”,  en revista Elementos de Metapolítica para una civilización europea, #49, Emile Cioran. Lirismo filosófico, p. 33.
30 Malishev M., “Emil Cioran un escéptico apasionado por la lucidez”,  en revista Elementos de Metapolítica para una civilización europea, #49, Emile Cioran. Lirismo filosófico, p. 86.

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