El solipsismo y las relaciones de intersubjetividad

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El solipsismo y las relaciones de intersubjetividad

Pedro Juan Aristizábal, El solipsismo y las relaciones de intersubjetividad, San Pablo, Bogotá, 2014.

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En su historia la fenomenología ha pasado por diferentes momentos, diatribas y revisiones críticas, entre éstas encontramos la crítica de Heidegger dirigida a la excesiva atención que Husserl pone en el concepto de reflexión, la de Sartre, que asume postulados de la fenomenología trascendental pero se aleja de ella a medida que formula su propia posición respecto de la existencia y las lecturas críticas hechas por Alfred Schutz y Karl Schuhmann, entre muchos otros. Es ahora que la fenomenología trascendental resurge para posicionarse como una de las vías más recurrentes para el ejercicio filosófico, ejercicio que busca revindicar el carácter de ciencia rigurosa de la filosofía y a su vez recordarnos el carácter personal y vocacional que ha de caracterizar a todo quehacer filosófico que quiera reconocerse como honesto y auténtico.

Pedro Juan Aristizabal

Pedro Juan Aristizabal

Desde esta pespectiva personal y vivencial es que el autor de este libro presenta las inquietudes que le sirvieron para el desarrollo de su investigación, preocupaciones sobre su realidad inmediata tales como la inquietud por las relaciones entre los seres humanos y el sentimiento de soledad que, quizá articula enteramente las sociedades contemporáneas.

El libro en cuestión está organizado en cuatro apartados, cada uno con el objetivo de clarificar un aspecto en particular. En el primero se aborda al solipsismo en relación con el psicologismo y el idealismo, en el segundo se hace una revisión sobre aspectos fundamentales del método fenomenológico, tales como la actitud natural, la epojé y la reducción trascendental; en el tercer apartado se habla sobre el problema de la intersubjetividad con acercamiento a la monadología de Leibniz y la reducción a la intersubjetividad y finalmente, en el cuarto apartado se habla de las diferentes formas en que se puede hablar de una monadología y la relación que tiene con los actos de comunicación.

Inicia con una contextualización de las críticas que Husserl hace al psicologismo. Los planteamientos de Aristizábal muestran el solipsismo desde diversas perspectivas, tales como el idealismo y el naturalismo, como corrientes, e incluso escuelas, de la filosofía, para posteriormente llevarlo al contexto vivencial de la persona, lo que el autor denomina como solipsismo vivencial. Cabe destacar que este solipsismo vivencial es una propuesta original del autor colombiano y es uno de los apartados que se tornan más sugestivos dentro del texto.

Ayudado de la prosa de Franz Kafka, Pedro Juan Aristizábal expone las características que ha de tener el solipsismo en el mundo de la vida, el autor colombiano considera que la vida del propio Kafka es un ejemplo de ese solipsismo vivencial, pues a pesar de haber sido un hombre funcional dentro de la sociedad, sus escritos revelan su sentir respecto a las situaciones amorosas y familiares que ocurrían en su vida:

Para presentar el tema del solipsismo vivencial a través de las imágenes literarias de Kafka, consideramos importante ampliar dicha temática con la efectiva cosificación humana que se muestra en sus obras, tomando en consideración su propia vivencia, es decir, la forma en que llego a afectarse en su mundo de la vida privada y pública, por los connotados sistemas (económico y administrativo) de las sociedades contemporáneas. Con ello queremos […] denunciar el peligroso curso de precisión positivista a la que puede estar abocada nuestra sociedad actual si no tiene en cuenta un nuevo horizonte de expectativas frente a la confusión que persiste en un presente viviente que vemos riesgoso.[1]

En la segunda parte del texto se expone de una de las principales razones por las que la fenomenología trascendental es acusada de incurrir en el solipsismo, me refiero a la homologación de la vía cartesiana con el planteamiento metodológico que el filósofo moravo propone, es decir el ejercicio de la «epojé» y la «reducción trascendental». La comprensión de las implicaciones que tiene la «epojé» solo se logra clarificando el concepto de «actitud natural» al que se encuentra ligado, tarea que se logra sin problema alguno gracias a la descripciones claras y precisas del autor con las que se llega a comprender fácilmente que la puesta en marcha de la «epojé» no implica la negación del mundo que nos rodea, únicamente lo «desconecta». La desconexión o puesta entre paréntesis del sentido de realidad del mundo implica una superación objetivismo ingenuo, se trata solo de la superación del prejuicio según el cual la realidad del mundo es independiente del sujeto que la constituye, del sujeto para el cual ese mundo es real, que vive y experimenta el mundo.

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Sobre la «reducción trascendental» sabemos que es la vía por la que se tiene acceso a la subjetividad trascendental, siendo el terreno en el que, como enuncia Aristizábal: “Entonces la divisa fenomenológica volver a las cosas mismas […] se comprende en el sentido de que se ganan las cosas en sí misas, suprimiendo los estratos de sentido y las capas de sedimentación de la experiencia que han sido idealizadas por las ciencias.”[2] Esta reconducción del yo mundano al yo trascendental nos deja ya en el campo de la constitución, que nos sitúa ya frente al problema de la intersubjetividad que es abordado en la segunda mitad del libro.

La tematización de la intersubjetividad se da mediante un acercamiento a la concepción leibniziana de la mónada, para enseguida señalar las divergencias y convergencias con monadología husserliana y explicitar la constitución del «yo» como sustrato de habitualidades. Si bien el texto es muy didáctico, no se limita a exponer lo que se ha dicho respecto al tan polémico tema de la intersubjetividad en la fenomenología trascendental, también se ocupa de problematizar algunas aristas de esta teoría, por ejemplo el problema de la «impatía», concretamente mediante este concepto se problematiza la aprehensión del otro y de sus vivencias. Este problema no se reduce solamente a los actos psíquicos, pues el otro es reconocido primeramente por poseer un cuerpo diferente al mío propio, llegando así el problema al corporeidad.

Un aporte destacable es que la exposición del tema de la intersubjetividad no se reduce a la exposición de la “Quinta meditación”, pues el autor reconoce que este texto es insuficiente pues no toca conceptos como el de «doble reducción», terminología que aparece por primera vez en los textos de Husserl correspondientes a los años 1910-1911 y en el que profundiza en su texto Filosofía primera de 1923, a su vez el concepto de «reducción a la intersubjetividad», si bien esto es abordado en las Meditaciones cartesianas, el autor señala que para una mejor comprensión ha de complementarse con la lectura de La crisis de las ciencias europeas y la fenomenología trascendental.

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Finalmente y retomando lo expuesto en torno a la monadología, el último apartado del libro retoma la cuestión de la monadología para analizar las modalidades de ventanas monádicas que permiten una comunicación efectiva entre ellas, advirtiendo que este es un tópico que el mismo Husserl no desarrolló, los tipos de ventanas que el autor distingue son: la idealista, social y prerreflexiva, haciendo énfasis en las últimas dos, pues posibilitan los actos comunicativos, por esta vía llega a abordar la comunicación como un actos social voluntario en el que se manifiesta la proximidad de los seres humanos que habitan un medio común.

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El libro de Pedro Juan Ariztizábal no se presenta como una recopilación de los conceptos centrales de la fenomenología husserliana, dentro de él se encuentra una propuesta original del autor, por lo que es una lectura recomendada en dos sentidos: en el primero, y refiriéndome a la primera mitad del libro, la lectura es recomendable para quienes buscan tener un primer acercamiento a la fenomenología, pues las explicaciones sobre el método fenomenológico, por ejemplo, se encuentran expresadas de manera clara, lo que facilita su comprensión. En un segundo sentido, es recomendado para personas que ya han tenido un acercamiento a la fenomenología trascendental, pues este libro lejos de ser únicamente un recorrido por los ejes centrales de la fenomenología, presenta una arista diferente en torno al tema del solipsismo, algunas lecturas previas de obras de Husserl tales como Ideas II y Meditaciones cartesianas permitirán al lector una mejor comprensión de los desarrollos que se presentan en la segunda mitad del libro.

Notas

[1] Pedro Juan Aristizábal, El solipsismo y las relaciones de intersubjetividad, San Pablo, Bogotá, 2014, p. 43
[2] Íbídem, p. 98

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