Jabalíes

José Luis Rico, Jabalíes, México: Consejo Nacional para la Cultura y las Artes, Fondo Editorial Tierra Adentro, 2015, 82 pp.  

“La humanidad puede soportar la pérdida de todo, todas sus posesiones
pueden ser rechazados sin infringir su verdadera dignidad
– todas menos la posibilidad de mejora-“.

Johann Gottlieb Fichte

4.

Bordo de Xochiaca: ciudad que emana como fénix de entre la basura y los escombros de esperanzas, sueños y destinos abandonados de todos aquellos atrapados por la indolencia, el deseo excesivo, y la obstinación de una vida sin sentido que ha renunciado a un bienestar común. Vidas que han sido alcanzadas por los jabalíes.

Jabalíes, poemario con el cual José Luis Rico ganó el Premio Nacional de Poesía Joven Francisco Cervantes Vidal 2015. La obra del poeta chihuahuense es una narrativa poética donde Xochiaca es el punto de encuentro de un complejo de historias.

El poeta muestra en su libro un lenguaje que transita de una sobriedad y crudeza poética, a uno coloquial y fluido; abordando una crítica a la sociedad y a los espacios urbanos protagonistas de todo tipo de marginación. Este libro es un constante experimento con el leguaje que hace manifiesta la miseria ignorada en lo cotidiano.

Lo que vuelve a Jabalíes una obra innovadora e interesante, es la apuesta por una fusión de elementos cineastas y poéticos. Las historias y escenarios, son adaptaciones de la película “Elysium”. Esta fusión se advierte en la estructura y cuerpo de los poemas, y se observa desde los títulos. Éstos se conforman en una especie de guiones o repartos donde se especifica el tipo de escenario, el lugar; si es de día o de noche, y seguido de estas indicaciones se presenta el modo de entrada de algún personaje, descripción o situación de alguna historia.

Desde los títulos, el autor comienza a jugar con las historias, de modo que la historia narrativa inicia con su Dramatis Personae[1] presentando a los diez personajes principales de la historia. Este conjunto de historias narran el viaje de Vaquero, cuyo destino siempre será terminar en Xochiaca:

Vaquero

Bigote de Tizoc, ojos de Tizoc, botas
Violáceas de avestruz; o una desgastada
zapatilla deportiva y un huarache. Vive
una adolescencia larga como los brazos del nopal
o el vuelo del zanate que lo obceca. Está drogado.[2]

Ya sea en la misma ciudad basurero, o en la Ciudad de México, o en cualquier carretera, calle, bar o lugar distópico del país, a fin de cuentas, Xochiaca es:

“El Bordo de Xochiaca, igual a mil
lampreas de chipotle, nació abierto
y atacado por el
hambre y el desierto
y nutridos con fritanga y chocomil.
En los techos, la gente caga y mea
[…] En el bordo de Xochiaca hay mucho, hay de todo.
[…] si encajas en la tierra una vara, chillan los fantasmas, los tlahuicas…”[3]

 

En este viaje Vaquero se enfrasca junto con sus nuevos amigos tabernícolas, Mariana y Diego. Vaquero realiza un viaje con aras de huir de un ambiente violento, lleno de sangre y crímenes que aquejan al norte del país, la frontera – otra zona marginal -. Es un viaje en pos del encuentro con su casa en forma de ave, con el Zanate.

Pero también es un viaje que Vaquero realiza con la ilusión de componer su destino y el de los que lo rodean. Recorre desde el Bordo y las calles aledañas, hasta la Ciudad de México, bares y tabernas oscuras, sin lujo alguno. Observa el hábitat laboral de los reptilianos como Tobi, conductores de taxis. Subordinados por un lagarto apodado el Marrano, el jefe de este negocio y del de tráfico de mujeres jóvenes; vistas como un pedazo de carne a merced de los caprichos de algún hombre adinerado.

4.1

Diana es una de esas mujeres “del Marrano”. Una joven forzada a ir a la mansión de un hombre rico. “[…] una joven poblana de veintitrés años que gusta de pasar tiempo en familia y que no ha podido hacerlo desde su grillete en torno al cuello para sacar deleite de su clítoris y de sus muslos expuestos a un sinnúmero de arañas”.[4]

Tobi es el encargado de llevar a Diana a sus múltiples encuentros con lagartos. El último encuentro de Diana ocurre en Tenancingo, otro pueblucho con tintes de Xochiaca. Pueblucho testigo de su muerte.

“Tobi la encañona. Qué otra cosa que pensar en lo difícil de los clientes
allende la piel tersa y cómo no en su llave del oxígeno
cerrada.
[…] Una argolla muerde el brazo y la jala hacia un pasillo que es
azufremente igual al resto de los techos que la vieron y que
nunca dejó de ser tuétano colado por la risa”[5].

En el viaje vagabundo y errante, Vaquero ve a sus amigos tabernícolas por última vez en una cantina donde terminan en riña y lo echan. Vaquero decide continuar solo su misión heroica:

“Me pongo en marcha y a lo largo de lo largo
de dunas y taxímetros que mide mi costilla
la calle se hace río. Al oriente del letargo
está mi frente, a traspiés, a bandazos de laquilla
de una barca”[6].

 

A largo de la historia se encuentran varios diálogos interiores que Vaquero tiene. Confrontaciones con el Zanate, con él mismo, y con La Higuera, otro de los personajes principales. Aparecerá como el Anuncio de Corona o un filósofo determinista fluorescente, al cual vera Vaquero como una deidad que asociará con la higuera que se encontraba detrás de su casa en la infancia.

“A mí me sirve cada polvareda
que levantas, un fluido irrumpe nuevamente,
se mueven torbellinos que generan
propiedades de la carne, pregúntale al platino.
pregúntale a cualquier objeto o mineral. Todo grano de
materia
de este mundo sabe todo de este mundo.

De expulsar a la serpiente del jardín,
máquinas y hombres
vivirían felices para siempre”[7].

Lo peculiar de este poemario es que la historia parece girar en torno al Bordo de Xochiaca. Esta ciudad distópica, que emana de un basurero, aparece y toca siempre a cada persona. Es el lugar por antonomasia que todos tienen por destino y en cualquier tiempo. Tal es el caso de Max da Costa, héroe futurista y post apocalíptico de la película Elysium, interpretado por Matt Damon. Ambos personajes aparecen en la parte final de Jabalíes. Elysium en la obra figura como el lugar de salvación en un futuro cercano.

Es el año 2154 y Elysium se encuentra sobre el Bordo de Xochiaca que ahora es California; en las alturas de un espacio sideral conquistado por los hombres. Elysium, “cual promesa para siervos y animales, cual compresa en lo sidéreo […] singladura de platino sobre México”[8].

El héroe de esta historia, o al menos lo pretende así, Max Da Costa; al igual que Vaquero tiene por objetivo llegar a una ciudad privilegiada. Una ciudad que en apariencia es la única que se salva de ser atravesada por Xochiaca para acabar con un grupo de personas que tienen el poder y el control de todo. Un grupo de personas que viven a costa de los habitantes del Bordo, sin importar cosa alguna más que su propio bienestar.

Max da Costa y el Vaquero se dan cuenta que tal vez pueden triunfar en su misión, que en un final será escapar de Xochiaca, no es más que el sacrificio de su vida. Es la única forma que tienen para no repetir un destino que ellos no han elegido. El jugarse la vida como su última elección es la posibilidad para liberarse, para protestar y acabar con algo más grande que un gobierno o que el poder, los jabalíes.

Los jabalíes representan el miedo, la apatía, la incapacidad de elección de forma consciente y activa. Se esconden detrás de todo, del Bordo de Xochiaca mismo, son las pesadillas colectivas que llevan a un conformismo terrible que obliga a todos a actuar por igual desde una posibilidad de elección que no es la nuestra:

“Le dije ven,
juega conmigo.
[…] colmillos le salieron del hocico.
[…] El iris no podía reflejarme, algo mío
entraba en él y se perdía en la cueva
de poder y grasa de sus miembros,
[…] de una patada reventé su hocico
y él, eso , tan harto de cebarse en la familia,
se acostó otra vez,
hundiendo el rostro entre la sangre”[9].

Generalmente los jabalíes terminan por triunfar:

Ayer
Los anuncios de neón semejan dioses en la noche
y árboles de día. La triste historia de un ranchero
enamorado,
jabalíes se atragantan con su cuerpo frío de ayer.

Jabalíes es un complejo de historias con un ánimo saleroso, una crítica a la sociedad que muestra a veces imágenes desgarradoras, crudas y profundas. Es una invitación a la reflexión de nuestro mundo. La experimentación poética del libro es atrevida, basta y rica. Los cambios en el lenguaje a veces son súbitos y otras veces minuciosos. La historia se presenta por medio de matices en el lenguaje, hasta llegar al rigor máximo poético, que es la confrontación que el lector tiene con La Pinza, poeta maldito que ha ido perdiendo protagonismo con el paso de las versiones.

Notas

[1][1] José Luis Rico, Jabalíes, pp. 9-10.
[2] Ibídem, pág. 9.
[3] Ibíd. pp. 22-24
[4] Ibídem. pág. 49.
[5] Ibíd. pág. 68.
[6] Ibíd. pág. 45.
[7] José Luis Rico, Jabalíes, pág. 47, 53.
[8] José Luis Rico, Jabalíes, pág. 60.
[9] Ibíd., p.p. 71-72.

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