Las revistas como medio para la construcción de identidades estéticas

Home #41 - Dossier Las revistas como medio para la construcción de identidades estéticas
Las revistas como medio para la construcción de identidades estéticas

Resumen

El presente texto pretende mostrar, a través de algunos ejemplos, la estrecha relación entre la literatura y las artes plásticas en la construcción de identidades estéticas a través de revistas literarias mexicanas del siglo XX. Las que abordaré son dos publicadas en la década de los años veinte: la célebre revista Contemporáneos y la revista estridentista Horizonte, así como Letras de México: Gaceta Literaria y Artística, que vio la luz en 1937, y la paradigmática revista bilingüe El Corno Emplumado, de la década de los sesenta.

 

Abstract

Through the use of some examples, this text aims to show the close relationship between literature and visual arts in the construction of esthetic identities through Mexican literary magazines published during the XX century. The ones used here as examples are: the famous magazine Contemporáneos and the magazine Horizonte, which was made by the group called ‘estridentistas’, Letras de México: gaceta literaria y artística, published in 1937 for the first time, and the paradigmatic bilingual magazine The Feathered Horn, from the sixties.

De izq. a derecha: Ramón Alva de la Canal, Germán List Arzubide, Manuel Maples Arce, Arqueles Vela y Leopoldo Méndez

¿Por qué elegir estas revistas como base del presente análisis? Antes de responder esta pregunta, es preciso señalar que el universo de las revistas literarias publicadas en México en el siglo XX es amplísimo. La historia de nuestras letras no puede separarse de la conformación, consolidación y proyección de las revistas que conjuntaron a grupos de poetas y narradores que, con base en sus afinidades literarias, pero también ideológicas, políticas y sociales, construyeron una serie de redes intelectuales que el análisis hemerográfico nos permite rastrear y estudiar.

En “Una aproximación al panorama de las publicaciones periódicas literarias mexicanas (1950-1995)”, Yolanda Vidal López-Tormos plantea que “sumergirse en el mundo de las publicaciones periódicas culturales proporciona la oportunidad de presenciar la redacción de la Historia de la Literatura”1. Y, más adelante, señala:

En torno a las revistas surgen grupos de identidad común que constituirán después “generaciones” representantes de diversas tendencias. La obra más reciente llega a los lectores de manera inmediata a través de sus páginas, influyendo en la creación contemporánea y modelando gustos. Estas publicaciones periódicas plasman, por su misma fugacidad, los valores y los gustos cambiantes que determinan qué autores y obras se eternizan en la Historia de la literatura.1

En las citas anteriores se evidencia la influencia que tienen las revistas en la constitución de pautas culturales. Como decía antes, el siglo XX mexicano fue el fructífero escenario del nacimiento de numerosas revistas que, desde una perspectiva sociocrítica, dan muestra de la consolidación de la literatura mexicana la cual, por una parte, buscaba suscribirse a las tendencias internacionales y, por la otra, luchaba por definir y consolidar su identidad. La ideología y los objetivos de cada proyecto editorial dicen mucho de sus creadores como individuos y como grupos intelectuales, así como de los momentos artísticos, sociales, políticos e institucionales en los que tuvieron lugar.

Ahora bien, Vidal plantea también que las revistas modelan gustos y determinan la permanencia de sus colaboradores en la historia de largo aliento. Cada revista literaria del siglo XX generó una estética propia y sumó su trabajo al desarrollo de la identidad editorial mexicana y a la evolución de los distintos componentes del proceso de edición.

Dado que los proyectos hemerográficos son proyectos culturales mutantes y dinámicos, fruto del momento histórico, estético e ideológico en el que se gestan, las revistas literarias del siglo XX fueron uno de los espacios en donde mejor puede identificarse la vinculación entre artes plásticas y literatura, lo cual generó diversas relaciones de ida y vuelta entre la visualidad y la escritura. Por un lado, el diseño editorial global de las revistas, a nivel macro, muestra una coincidencia estilística clara con las temáticas y procedimientos de las artes visuales en cada momento determinado. Por otro, a lo largo del siglo XX, y en consonancia con la evolución estética de las artes visuales, a nivel micro, puede verse una exploración constante en términos de las preocupaciones “visuales” de las revistas de literatura. Esto se evidencia en la puesta en página, en la concepción del espacio, en la topografía textual y en la relación entre los elementos iconográficos y los discursivos. En un momento de la historia editorial en el que la edición aún no se profesionalizaba ni se encontraban delimitadas las figuras y funciones de los actores que participan en la cadena editorial, en muchas ocasiones, fueron artistas plásticos quienes fungieron como diseñadores editoriales y quienes decidieron la materialidad propia de la revista, desde la tipografía y diseño de interiores hasta las portadas, muchas de las cuales fueron obras (grabados, litografías, dibujos, ilustraciones, fotografías) hechas ex profeso por artistas plásticos para las revistas.    

Pero vuelvo a la pregunta que planteaba al inicio sobre por qué centrar la atención precisamente en estas revistas. Las revistas literarias a las que haré mención son ejemplos de la integración de los artistas plásticos del momento a la construcción de los proyectos hemerográficos desde su identidad visual, siguiendo las pautas estéticas que estaban a la raíz del planteamiento de cada revista como apuesta intelectual. En los años veinte surgen dos grupos, los cuales es bien sabido que la crítica ha acostumbrado catalogar como contrarios: el de los Contemporáneos y el de los estridentistas. No entraré aquí en los detalles de esta discusión, sino me concentraré en plantear que la revista Contemporáneos es un territorio donde se siembra la semilla de un tipo de plástica nacional y, por otra parte, la revista Horizonte, si bien apunta también a un carácter nacional, se vincula estrechamente con la estética futurista, importada de las vanguardias europeas.

Por su parte, la revista Letras de México: Gaceta Literaria y Artística, que se realiza como un proyecto consabidamente postrevolucionario y que comienza sus trabajos a finales de los años treinta y publica su último número en 1947, es la apuesta de consolidación de una estética de “lo mexicano” (sobran revistas en esta línea) que se vio reforzada por otras manifestaciones artísticas como el cine y la música popular. Aunque también fue un órgano de difusión de artistas extranjeros.

Por último, El Corno Emplumado, un proyecto editorial fascinante desde donde se mire, representa la apuesta por una estética neovanguardista, en donde los artistas denominados “de la generación de la ruptura” y “los modernistas solitarios” lograron consolidarse dentro del contexto cultural de los años sesenta y generar una serie de propuestas estéticas en donde el nacionalismo se ve rebasado, se abandonan las preocupaciones por trabajar temas “típicamente” mexicanos y se exploran estéticas vinculadas con movimientos artísticos internacionales como el abstraccionismo, el geometrismo, el minimalismo o el arte conceptual.

A continuación, me detendré brevemente en estas publicaciones.

Contemporáneos: la búsqueda de un arte “estético” no ideologizado

El grupo de Contemporáneos, que, como es bien sabido, toma su nombre precisamente de la revista más importante que crearon (1928-1931) en realidad, en un inicio, no era una generación homogénea. Varios proyectos hemerográficos se pueden relacionar con este grupo, como por ejemplo La Falange (1922-1923) o Ulises (1927-1928).

Además de dar a conocer las obras del grupo, en Contemporáneos se recogieron estudios y textos de literatura mexicana, así como piezas teatrales y se divulgaron las obras de un grupo de nuevos pintores: Roberto Montenegro, Rufino Tamayo, Julio Castellanos, Miguel Covarrubias, Manuel Rodríguez Lozano, María Izquierdo, Agustín Lazo, Carlos Mérida, Carlos Orozco Romero y el fotógrafo Manuel Álvarez Bravo. Entre otras cosas, estos artistas proponían renunciar a lo monumental y propagandístico instaurado por los muralistas (Rivera, Orozco y Siqueiros).

Para el caso de esta revista y en relación con la importancia que tuvo en el marco de la relación literatura-artes plásticas, quisiera aludir a dos ejemplos.

Imagen 1. Cubierta del primer número de la revista Contemporáneos, 1928.

 

El primero es la participación del pintor, impresor y crítico de arte español Gabriel García Maroto, a quien se atribuye el diseño del cabezal de la revista Contemporáneos, según plantea Marina Garone, en “El trazo de los pinceles: el dibujo de la letra en el diseño gráfico mexicano de la primera mitad del siglo XX”.2 García Maroto, no sólo le dio identidad visual y tipográfica a esta revista, sino que además participó en una emblemática serie de retratos de los poetas de la época que se publicó como portada de la Galería de los poetas nuevos de México en Madrid en 1928.

Imagen 2. Cubierta de la Galería de los poetas nuevos de México, 1928.

 

Todos los grabados son suyos, al igual que la selección de los textos. Si observamos un momento la portada de la revista Contemporáneos, podemos ver la influencia del abstraccionismo geométrico y al mismo tiempo la presencia de elementos emblemáticos de identidad nacional, como la máscara prehispánica, pero asimilada a esta estética de geometría, trazo y color.   

A pesar de centrarse en contenidos literarios, muchas revistas de literatura se convirtieron en espacios en los que se generó un debate en torno a las artes plásticas de la época y a través de los cuales pintores y escultores se consolidaron o bien quedaron fuera de una estética de grupo. En este sentido, como segundo ejemplo, quisiera mencionar la importancia que tuvo la revista Contemporáneos en la constitución de una opinión sobre las artes plásticas de la época. En este mismo primer número, García Maroto escribe un artículo sobre los murales que Diego Rivera había pintado en la SEP. Maroto cuestionaba la propuesta de Rivera y señalaba que su pintura era “una realización confusa de elocuencia gesticulante, cuya intención obedece a razones externas que traicionan el arte”.3 Esta afirmación de Maroto en relación con la pintura de Rivera puede leerse también como una apuesta conceptual que mantendrá el grupo en relación con la noción de arte, un arte que buscaba un ideal de estetización por encima de la tónica del arte ideológicamente cargado que fue tan común particularmente en las primeras décadas del siglo XX.

 

El estridentismo y la estética futurista

Entre 1921 y 1927, las corrientes europeas de vanguardia tuvieron eco en nuestro país con el grupo llamado estridentista, entre quienes encontramos a Manuel Maples Arce, Arqueles Vela y German List Arzubide, que publicaron un periódico mural, Actual (1922) y dos revistas, Irradiador (1925) y Horizonte (Xalapa, 1926-1927). Sus primeras manifestaciones literarias, en las que contaron con la alianza de varios pintores, como Ramón Alva de la Canal, Fermín Revueltas, Leopoldo Méndez y Germán Cueto, fueron poemas, relatos y manifiestos que convocaban a una revolución poética que exaltaba el maquinismo del mundo moderno y el encantamiento producido por la estética industrial, concibiendo el estridentismo como un intento para expresar la “belleza del siglo”.4  

Horizonte fue una revista publicada entre abril de 1926 y mayo de 1927 en la ciudad de Xalapa, Veracruz.

Imagen 3 y 4. Cubiertas de la revista Horizonte, 1926.

 

Las portadas cumplieron un papel muy importante pues mostraban visualmente las filiaciones estéticas del grupo, al tiempo que sintetizaban los temas sobre los cuales giraba la poética estridentista. Siete de las diez portadas fueron diseñadas por Ramón Alva de la Canal, como las dos que vemos aquí, ambas de 1926. Las tres restantes las diseñó Leopoldo Méndez. La iconografía seleccionada para las portadas por lo general estaba relacionada con aspectos nacionalistas, como figuras indígenas, o con el entorno natural y el paisaje urbano, así como con elementos que claramente aludían al contexto de velocidad, vértigo y progreso de las grandes urbes, emblemáticamente cristalizadas en la figura del obrero y la fábrica. Como señala José Manuel Prieto en “El estridentismo mexicano y su construcción de la ciudad moderna a través de la poesía y la pintura”, la gráfica vinculada con este movimiento, por ejemplo el Edificio del Movimiento Estridentista, de 1926, grabado de Ramón Alva del Canal, resulta claramente vinculada con las vanguardias europeas:  

Deudor del Futurismo italiano y del Ultraísmo español, el Estridentismo mexicano es una de las vanguardias históricas menos y peor conocidas, sobre todo en lo que se refiere a sus derivaciones plásticas. Sus miembros (poetas, pintores y escultores) aprovecharon la inercia de la Revolución para provocar una renovación estética acorde con los cambios político-sociales. El grupo no tuvo arquitectos ni urbanistas, pero los poetas y pintores estridentistas hicieron de la ciudad moderna su principal y más productiva obsesión estética.5

Imagen 5. Ramón Alva de la Canal, Edificio del movimiento estridentista.

 

En esta vinculación entre literatura y artes visuales, para el desarrollo del estridentismo resulta fundamental la llegada a la ciudad de México del pintor francés Jean Charlot, así como la publicación de ‘Tres llamamientos de orientación actual a los pintores de la nueva generación americana’ de David Alfaro Siqueiros y los comienzos del movimiento mural”. De nuevo, como en el caso de Contemporáneos, es una revista de literatura la que sienta las bases de una concepción y percepción de las artes visuales de la época. A diferencia de Contemporáneos, el célebre proyecto hemerográfico estridentista Horizonte fue semillero de la estética muralista, consolidada en gran medida por Fermín Revueltas o el propio Alva de la Canal.  

A partir del segundo número, en Horizonte la poesía (por lo menos el poema que presentan como el principal del número correspondiente) irá acompañada de una ilustración de Ramón Alva de la Canal, Leopoldo Méndez y Norah Borges, siempre con las mismas características: grabados en linóleo que ocuparán más o menos la mitad de la página inicial del poema.

Como menciona Esther Hernández Palacios:

La propuesta es evidente: el discurso visual se une al verbal con el mismo rango de importancia y en profundo abrazo. El hecho de que los poemas se presenten acompañados, o incluso podríamos decir ensamblados, con la imagen visual nos demuestra dos cosas: el lugar privilegiado que la poesía siguió teniendo para el movimiento, incluso en su etapa más política, y la unión que establecieron entre ésta y las artes visuales.6

 

Letras de México: Gaceta Literaria y Artística: La consolidación de una estética de lo mexicano y la inclusión del discurso artístico internacional

Imagen 6. Cubierta de Letras de México: gaceta literaria y artística, número 14, mayo de 1938.

 

Esta revista salió a la luz el 15 de enero de 1937 gracias al esfuerzo de Octavio G. Barreda, quien en un principio la realizaba solo. Barreda se propuso realizar una revista predominantemente bibliográfica, parecida a Les Nouvelles Littéraires, de París, o al suplemento literario del New York Times.

Durante los diez años en que se publicó esta revista, las colaboraciones de artistas plásticos como Julio Prieto, Agustín Lazo, Carlos Orozco Romero, Tamayo, Villaurrutia, Montenegro, Zalcedo, Gómez Jaramillo, Mario Alonso, Moreno Villa, Julio Castellanos, Guerrero Galván, Chávez Morado contribuyeron a la construcción de una imagen nacionalista. La revista difundió la obra de los artistas plásticos de la época, en particular los muralistas, a través de la redacción de artículos. Como ejemplo podemos mencionar el texto “David Alfaro Siqueiros. Consideraciones sobre la pintura”, escrito por Moreno Villa en uno de los primeros números de la revista. Aquí, quiero detenerme únicamente en dos ejemplos, el importantísimo retrato de André Breton que hace Diego Rivera para el número 27, de mayo de 1938 y que acompaña el texto de Breton “Lo maravilloso contra el misterio”.

Imagen 7. Acercamiento del retrato de André Breton hecho por Diego Rivera. Cubierta del número 14 de mayo de 1938.

 

En este mismo número, se publica el artículo “El surrealismo y la pintura” de Breton, acompañado de imágenes de artistas surrealistas como Magritte, Dalí, Arp y Bellmer. Subrayo una vez más la función que cobra una revista de literatura en la discusión y la consolidación de un discurso tanto teórico como visual relacionado con las artes plásticas. Tal vez no sea aventurado decir que, en ese año de 1938, probablemente algunos lectores de Letras de México vieron por primera vez la obra de Magritte, Dalí o Bellmer en las páginas de esta revista, particularmente si consideramos que la primera exposición de surrealismo organizada en México tuvo lugar en 1940 en la Galería de Arte Mexicano. En el mismo año en que Letras de México publicó el texto “El surrealismo y la pintura” Breton firma, junto con León Trotsky y Diego Rivera, el Manifiesto por un Arte Revolucionario Independiente.

 

El Corno Emplumado y la estética de la neovanguardia

Imagen 8. Cubierta del número 18 de El Corno Emplumado

 

El Corno Emplumado, revista fundada en 1961 y editada durante ocho años por Margaret Randall y Sergio Mondragón, fue un esfuerzo de fusión de culturas y una plataforma transnacional de poesía en América Latina y Estados Unidos. Sin responder a una orientación estética determinada, escuela artística o grupo poético, su carácter ecléctico e híbrido proponía una agitación intercultural acorde con la proyección de editores visionarios de una nueva época de neovanguardia. Gracias a los 31 números de entre cien y doscientas cincuenta páginas cada uno y un tiraje promedio de dos mil ejemplares, los poetas de diversos países pudieron ponerse en diálogo y conocer sus inquietudes estéticas respectivas y compartidas.    

En el índice de cada número hay una sección denominada “reproducciones” en donde se incluyen los créditos por las obras visuales que aparecían en cada número. Entre los muchos artistas plásticos cuyas obras aparecieron en El Corno Emplumado están Mathias Goeritz, Leonora Carrington, Julius Tobias, Rodolfo Zanabria, Alberto Gironella, Vlady, José Luis Cuevas, Roland Topor, Felipe Ehrenberg, Juan Soriano, Kazuya Sakai, entre mucho más. Felguérez incluso fungió como patrocinador de alguno de los números. La obra de muchos artistas visuales mexicanos se dio a conocer a otros países latinoamericanos y a Estados Unidos gracias a su presencia en El Corno Emplumado y también hubo un interés expreso por mostrar la obra de artistas internacionales. El último ejemplo que quiero mencionar aquí es el famosísimo “Poema plástico” de Goeritz, que se encuentra en el museo El Eco y que apareció por primera vez en el número 2, de abril de 1962, de El Corno Emplumado, como una ilustración, como una imagen, sin ningún contexto que planteara su estatus de poema.

 

La imagen muestra a ese mismo poema escrito en hierro en una de las paredes del Museo Experimental El Eco, ubicado en la Ciudad de México. Éste será un poema fundamental para la poesía concreta mexicana.

Es indudable el papel que han desempeñado las revistas literarias en la circulación de la literatura del siglo XX y en la conformación de circuitos de producción y recepción que modelaron diversas épocas del siglo. Del simbolismo al art decó, del muralismo al futurismo o del arte postrevolucionario a la neovanguardia, las portadas, elementos tipográficos, ilustraciones, grabados y fotografías, así como los artículos directamente relacionados con temas de artes plásticas que podemos encontrar en la amplísima constelación de las revistas de literatura mexicanas del siglo XX da cuenta de un sinnúmero de idas y vueltas en la relación literatura-artes visuales y en la generación de las múltiples identidades estéticas del siglo XX mexicano en donde pintores y escritores se retroalimentaron de muy diversas formas.      

 

 

 

Bibliografía

  1. Barrera, Reyna, Salvador Novo: navaja de la inteligencia, Plaza y Valdés, México, 1990.
  2. “Estridentismo”, en Enciclopedia de la literatura en México, (http://www.elem.mx/estgrp/datos/30), fecha de consulta: 12 de abril de 2017.
  3. Garone Gravier, Marina, “El trazo de los pinceles: el dibujo de la letra en el diseño gráfico mexicano de la primera mitad del siglo XX”, en Monográfica.org Revista temática de diseño, (http://www.monografica.org/04/Art%C3%ADculo/6324), fecha de consulta: 15 de abril de 2017.
  4. Hernández Palacios, Esther, Memoria y valoración, SEP-FCE, México, 1983.
  5. Prieto González, José Luis, “El estridentismo mexicano y su construcción de la ciudad moderna a través de la poesía y la pintura”, en Scripta Nova, en (http://www.ub.edu/geocrit/sn/sn-398.htm), última consulta: 29 de marzo de 2017.
  6. Vidal López-Tormos, Yolanda, “Una aproximación al panorama de las publicaciones periódicas literarias mexicanas (1950-1995), en Anales de Literatura Hispanoamericana, núm. 24, Universidad Complutense, Madrid, 1995.

 

 

Notas

1 Yolanda Vidal López-Tormos, “Una aproximación al panorama de las publicaciones periódicas literarias mexicanas (1950-1995), en Anales de Literatura Hispanoamericana, p. 35.

1 Loc.cit.

2 Marina Garone Gravier, “El trazo de los pinceles: el dibujo de la letra en el diseño gráfico mexicano de la primera mitad del siglo XX”, en Monográfica.org Revista temática de diseño, s/p.

3 Reyna Barrera, Salvador Novo: navaja de la inteligencia, p. 171.

4 Enciclopedia de la literatura de México, “Estridentismo”, s/n.

5 José Manuel Prieto González, “El estridentismo mexicano y su construcción de la ciudad moderna a través de la poesía y la pintura”, en Scripta Nova, s/n.

6 Esther Hernández Palacios, Estridentismo. Memoria y valoración, p. 56.

Leave a Reply