Modalidad, posibilidad y horizonte como la base de los actos egoicos prácticos

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Modalidad, posibilidad y horizonte como la base de los actos egoicos prácticos

Modalidad, posibilidad y horizonte como la base de los actos egoicos prácticos (notas sobre el curso Introducción en la filosofía de Edmund Husserl)

9.0

Pensar la unidad apodíctica entre posibilidades ideales y posibilidades efectivas exige pensar la relación esencial entre la doctrina fenomenológica de la modalidad y aquella de la acción. Sugiere descubrir cómo intervienen objetividades ideales en el ámbito de las realidades existentes y cómo las primeras pueden ser en sí mismas objetividades comprobables. Gracias a la meditación husserliana, que plantea los actos de fantasía e imaginación, los actos de espera, del poder llevar a cabo, como actos condicionales que tienen a su base posibilidades puras, es posible conectar actos aún no existentes, actos posibles, con actos efectivamente dados. Con ello es posible pensar que el ámbito de seres eidéticos contiene objetividades válidas en sí mismas que modifican el mundo real.

Una reflexión tal requiere sostener que las modalidades serían conexiones causales que, como objetividades, estarían constituidas de suyo.[1] Que, si es posible pensarlas como posibilidades apodícticas, ellas deben permitir actos susceptibles de afectar las cosas existentes. Esto también indica que son planteables sin necesidad de someterlas a entidades materiales y que pueden mostrar cómo entran en relación la realidad con la posibilidad. Para hacerlo nos guiamos de la meditación husserliana que toma como punto de partida el problema de la modalización. Él señala que cuando tomamos un objeto existente en su posibilidad, probabilidad, etc., elevamos a título de certeza lo mentado en tales actos vacíos. Estas posibilidades, probabilidades, etcétera, nos conducen a nuevas posibilidades y probabilidades que invitan a pensar que las modificaciones modales proporcionan in infinitum la reformulación de cosas reales en actos con sentido. Así, nos es dado «el ser real de este tipo de objetos […] en una certeza acreditante, dado originariamente en evidencia, es decir, colocado en su mismidad frente a los ojos».[2] Las modalizaciones de los seres individuales en certezas, formas o en certezas apodícticas hace entrever que las probabilidades, las expectativas, lo que está por venir, lo que no ha venido, etcétera, merecen el título de donaciones apodícticas.

En primera instancia, cuando contemplamos algo y ponemos atención en los cambios posibles a futuro nos encontramos ante la llamada evidencia presuntiva.[3] En ella hacemos uso de la idea de posibilidad como condición del llevar a cabo pues cuando reflexionamos sobre ella –la posibilidad del llevar a cabo– ya hemos puesto en obra un concepto de realidad que ha sido modificado. El acto subjetivo que acompaña tal acción ha recibido el título de como-sí. Él señala la ocasión en la que estamos en referencia a la modificación de una realidad y lo hace como una categoría que pertenece al núcleo de las variaciones eidéticas subjetivas. Lo dado en el como-si es pensado en conexión con el ámbito de lo que acontece en la imaginación y la fantasía.[4] Como una modificación de la realidad que facilita afirmar que las objetividades reales están puestas en relación con el concepto de posibilidad. De manera que, si la cosa real puede ser modificada idealmente es porque las modificaciones eidéticas suponen que las posibilidades deben preceder al conocimiento de las realidades.[5] En el como-sí se muestra la relación entre las cosas reales y objetividades ideales.

Por otro lado, cuando la posibilidad reenvía a una modificación –administrada por un proceso de experiencia– estamos en relación con certezas ininterrumpidas y con las motivaciones que surgen de ellas. Si la certeza es modalizada por los impedimentos, por la posibilidad de efectividad o se vuelve problemática como duda, presunción, verosimilitud, etcétera, entonces la modalización opera en efectividades que han sido presentadas en la percepción pero también en las formas de la presentificación, como el recuerdo, la imaginación, la fantasía. Sin embargo, para que las modificaciones modales posibles puedan llevarse a cumplimiento debe haber correspondencia entre un momento de variación que protenga lo posible para que pueda darse la sucesión «de esta o aquella cadena de aspectos».[6] Esto obliga a asumir que en esta vivencia lo ‘correspondiente’ abre la captación de lo que está de suyo co-dado y, con ello, de lo que es posible a la variación. La posibilidad, como orden eidético de lo no dado en la donación, restringe la modificación sin permitir que ella devenga arbitraria. Esto puede ser efectuado con coherencia porque hay posibilidades puras a partir de las cuales es variado lo presentado efectivamente «así». De suerte que obtenemos en este acto dos tipos de variaciones insuprimibles: una es la que es efectuada por las cinestesias (ya por el movimiento del cuerpo, de los ojos, etc.), la otra, aquella que corresponde a las variaciones libres de la fantasía, la imaginación, etc. En ambos casos las modalidades serían donaciones pasivas que fueron predadas de acuerdo con objetividades ideales susceptibles de ser atendidas más tarde y, además, comprensibles a partir del ámbito práctico donde están en juego los valores y las acciones.[7] Lo anterior establece que la modalización irrumpe en la posibilidad que siempre está abierta entre una experiencia y otra.[8] Sin embargo, si ella toma la experiencia concreta ordinaria y contribuye a modelarla de un modo continuo debe introducir posibilidades que no son meramente ideales, esto es, posibilidades prácticas. Ellas deben ser comprendidas como motivaciones pertenecientes al ámbito del yo puedo donde se señala que «lo que puedo, lo que está en mi poder, aquello de lo que soy capaz, lo que se presenta para mi en plena conciencia: es la posibilidad práctica».[9]

Hay pues una posibilidad práctica y una posibilidad modal. La posibilidad práctica es una estructura de la experiencia y un momento de la vida intencional constituyente. Su potencial es realizado por las cinestesias y, por ello, debe ser ubicada en el análisis de la percepción externa. Pertenece enteramente a la condición necesaria de la percepción del movimiento corporal. Paralelamente, el carácter eminentemente práctico que introduce el yo puedo pone en relación la conciencia con el tiempo mundano pues «el fundamento de la noción de duración, de sucesión y de tiempo objetivo consiste en la posibilidad de repetir a voluntad la presentificación de una vivencia».[10] Por tanto, el yo puedo trascendería el esquema de una mera representación. En el ir una y otra vez, a voluntad, a una evidencia, el yo puedo pone en obra producciones subjetivas de efectividades (en el recuerdo, donde el yo toma una identidad sobre la que realiza variaciones sobre una modalidad, la síntesis de verificación mostraría que las posibilidades mantienen la distinción entre el mundo real y el ideal.[11] Mientras que, por su lado, el yo puedo nuevamente abriría un campo infinito de quehaceres que tendrían como base posibilidades puras. En él se añaden experiencias a una serie de experiencias y se capta cada vez el ente en su cumplimiento. Por lo tanto, el yo puedo contribuye a la formación del género de las idealizaciones que comprenden todo ente: la cosa, sus cualidades, el yo propio, los otros, el mundo).

Esto nos conduce a una descripción genética del yo puedo. Husserl asume que el yo es un sistema de potencialidades, un organismo de facultades donde éstas no son «poderes vacíos», sino potencialidades vacías que se actualizan.[12] El yo puedo es originario, en tanto que práctico poder llevar a efectuación indiscernible de una acción; de la realización de una habilidad que corresponde a un efectivo hacer de esta o aquella manera y donde esta realización sería la experiencia originaria de una autodonación. Esta donación originaria reúne las condiciones donde es realizada y deviene hecho la posibilidad, a decir, ahí donde el yo puedo funciona como una anticipación, como fuente de posibilidades verdaderas en tanto que posesión de la habilidad de llevar a cabo lo anunciado prácticamente. Así, uno el yo puedo no es una hipótesis sino una objetividad peculiar, dos las evidencias modales atraen objetos y certezas anticipadas y, tres, ellas confrontan la carencia ontológica de los actos vacíos para llevarlos a cumplimiento de acuerdo con efectuaciones cognoscibles. Es por ello que es posible decir que: “La justificación absoluta de todas estas modificaciones irreales presupone necesariamente seres individuales y precursivamente la confirmación absoluta del ego cogito y ella está relacionada con las justificaciones absolutas para las confirmaciones posibles experimentadas en general y presupone existencias individuales”.[13]

Sin embargo, ¿cómo entran en relación las modalidades con objetividades trascendentes? Las modalidades, como variaciones de algo dado así, en un modo peculiar, son posibilidades puras que recubren el ser efectivamente de algo existente (por ejemplo, al pensar la percepción eidéticamente, los escorzos son apariciones que constituyen la cosa en su aparecer en un modo determinado). Las modalidades devienen especies de constitución que presentan las cosas para el ego como un ser efectivo y ellas afectan todas las donaciones cósicas dadas en la percepción externa. Por tanto, el fundamento de la evidencia de una posibilidad, por ejemplo, basada en una convicción, entrega la existencia de algo de acuerdo con el cumplimiento de una experiencia anterior sobre la cual tiene su base la modificación; pero, al mismo tiempo, abre nuevas posibilidades sobre las cuales son posibles modificaciones efectivas. Así: uno, las posibilidades de modificación serían superfluas sin la existencia del esto aquí captado bajo el como-sí, y dos, la legitimación del mundo trascendente tendría como base la donación modal de los objetos individuales.

9.1

II.

Pero, ¿qué está a la base de la génesis de la posibilidad modal? Ahora nos servimos de las reflexiones del § 78 de Ideen I. En él la relación entre las modificaciones y una vivencia originaria correspondiente señala que la vivencia captada por la reflexión reenvía a una vivencia primera y al recuerdo, la imaginación y la conciencia de imagen. Todas ellas deben ser distinguidas de la percepción. En la percepción es dada la fase del presente viviente, de la impresión primera originaria (pero no el flujo de la retención o la protención).[14] La fase misma funda la posibilidad de la modificación temporal pues, si la reflexión puede ejercerse sobre la percepción, el recuerdo, etcétera, estos deben poseer la misma cualidad retencional-protencional (ellos tendrían lugar en el cuadro de la impresión originaria de un presente viviente).[15] Así, si la retención y la protención se encuentran como momentos del acto hemos encontrado dónde se funda la modalización.

Si el «noema», el fenómeno intendido, es lo considerado en correlación con el acto al que está referido, entonces la cosa captada, permaneciendo en sí misma, puede devenir “otro modo de aparecer” si es percibida, recordada, imaginada. Estas variaciones deben coincidir con los actos efectuados subjetivamente. Sin embargo, de esta correlación es posible aislar un “núcleo central”, un “sentido objetual”, o de un “sentido objetivo originario”,[16] alrededor del cual se reagrupan diversos estratos.[17] En las certezas inmanentes es conservada una identidad ideal sobre la cual es posible poner estos recubrimientos. Y, aunque estos escorzos parecerían a primera vista noéticos, pues aparentarían que solo tenemos el objeto por un lado y la multiplicidad constituyente por el otro; también es posible pensar que hay multiplicidad noemática, a decir, los caracteres o cualidades que vuelven al objeto cuando él es un objeto percibido, rememorado, añorado. Estas cualidades serían noemáticas porque, al no afectar el sentido objetivo originario, serían modos de donación de la cosa misma.[18]

Las determinaciones posibles son puestas en el núcleo noemático que, determinado, por ejemplo, como percibido, recibe nuevos caracteres: puede darse como cierto, efectivo, como oscuro, en el modo de la añoranza y en modos semejantes pero siempre será modificado según la vía de modalización que repercute en los caracteres dóxicos noéticos y en los caracteres de ser noemáticos.[19] Por lo tanto: 1. esta modificación no comprende el acto, antes bien, conviene al contenido del acto; 2. la certeza, el ser y lo que es dado realmente son formas originales que deben ser buscadas en su protodonación (para ello debemos fijar “el conocimiento apodíctico de las modalidades de estas vivencias y del yo”[20]); y 3. las formas no modalizadas serían la base para realidades susceptibles de modalización.

Ahora, si con la doctrina de la modalización logramos exponer los modos conocidos del noema como caracteres, como cualidades no-cosales de su sentido objetual, entonces las modalidades deben ser el cómo de la donación del noema. Con ello se fijaría: por un lado que en el cumplimiento de nuestra experiencia concreta ya no tenemos una cosa sino el objeto en su plenitud, en el cambio incesante de sus momentos, perspectivas, en el cómo de sus determinaciones», en el cómo de su horizonte modalizado por el flujo de sus predicados posibles; por otro, que los noemas son dados en relación con una modalización correspondiente que le determina de acuerdo con el modo de darse lo consciente en tanto que tal.[21] En ambos casos la modalidad ofrece primeramente la relación cognoscitiva que hace posible que la fenomenología pueda llevar un caso particular a un hecho universal como condición necesaria de algo conocido en su universalidad.

III.

De manera que, si “poner una posibilidad es mentar a partir del yo actual lo fantaseado, lo retenido, en un sentido determinado y bajo la conservación de la identidad del sentido en la forma de la concordancia”, entonces se “mantiene arbitrariamente la unidad”. Y, “solo imaginando ulteriormente así” ya no se “afecta esta identidad”, solo hemos determinado “el sentido de más cerca”, pero no ante un impedimento pues él es el “modo como es abolida la negación suprimida del planteamiento inicial”.[22] Con ello se señala que la manutención de la unidad que conserva la identidad del sentido, sobre la cual son posibles modificaciones ulteriores, indica que al establecerse el sentido de esta posibilidad se han separado abstractivamente las caracterizaciones del núcleo tomado en sentido objetual. Con ello se abre una nueva aproximación de la modalidad si tomamos como punto de partida los escorzos para revelar el origen de este momento noemático.

Operamos ahora con el fundamento de la teoría de la modalización. Ello requiere tomar los escorzos como donaciones leibhaftig[23] en relación con los análisis de la intención de horizonte. Señala que el noema es pensado como el correlato de la fase del flujo de conciencia al que llegan percepciones, recuerdos, imágenes correspondientes. Que la donación no está limitada al ente. Él es solo un dato de la fase. Además de las determinaciones que están en el noema, también es dado el entorno donde está inserto el núcleo. Cuando el ego pone la posibilidad percibe también un momento de realidad en la experiencia intuitiva y asocia este momento a su entorno unificándolos en una captación. Precisamente, allí es tematizado el objeto como unidad intencional del núcleo y del horizonte de una manera dinámica. La percepción es ahora un movimiento, un proceso de continuación en la intención de perfeccionamiento de cada adquisición. A ella le sería relativa un querer lograr mayor claridad o un querer acercarse, interesarse, por llevar a cumplimiento lo que ahora solo está mentado en vacío. Aquello que empuja el cumplimiento de este proceso es la motivación que en cada avance quiere llevar a efectuación lo que únicamente está anticipado. Ella es la tendencia a querer cumplir el horizonte interno o externo de lo dado leibhaftig, para acercar el objeto a su en sí y precursar su perfección. La motivación es un movimiento que quiere algo, que se ha fijado un objetivo, el cumplimiento de la captación vacía, por un complemento de determinación pasiva o activa.

El sujeto de experiencias posibles es “co-pensado en tanto que puede completar libremente las actividades de la percepción” él sería un “sujeto libre que continuamente atraviesa cinestesias” y que, frente a lo que le sale al paso, “se mantiene en relaciones de interdependencia de la motivación”. Las cosas se manifiestan de acuerdo con sus actos específicos “si muevo los ojos así, [en] ellos deben transcurrir ciertas manifestaciones de las cosas”. Gracias al estar eminentemente orientado corporalmente pueden venir otras experiencias: “que en el sistema de experiencias posibles pueden llegar a ser pensadas como lo entrelazado y su estructura como lo determinado desde el que experimenta y debe llegar a ser pensada por nosotros: la cosa real esta pensada en propiedades causales, p. e., físicas; ellas pertenecen a su sentido, ellas indican las cosas posibles que le rodean y sus interdependencias causales”. De esta manera, la experiencias posibles deben estar enlazadas con el sentido dado en la experiencia. Y, si “el enlace con las variaciones de contenido de todos los procesos cinestésicos de las manifestaciones motivadas, con las variaciones de los datos de sensación que transcurren, aspectos, etcétera” corresponden al funcionamiento normal de los sentidos, es porque ellos también están relacionados con la “posibilidad pura y apodíctica de diversas series de experiencias”. Y es así porque las experiencias están predeterminadas de acuerdo con una indeterminabilidad abierta en la que es localizable el acto. Ellas señalan que el que imagina “puede determinar de más cerca […], puede satisfacer con imaginaciones adecuadas y contingentes” aquello que al imaginar desde “contenidos de experiencia” pasivamente recibidos, lo “que justamente debe aceptar como factum”.[24] Así, la motivación apunta a ir más lejos. Requiere la ruptura de los límites «en la continuación de las intuiciones concordantes» y, sin importar si lo que se espera se realice o no, el impedimento abre un nuevo origen: la modalización de la certeza. Por tanto, diversas modalidades, caracterizadas eidéticamente de modos diferentes, se van actualizando de acuerdo con la determinación que confronto y que puedo continuar motivado a alcanzar. Las motivaciones que han despertado de aquí han sido dadas pasivamente. Y, si con la conciencia de decepción se engendra la negación de lo esperado, y con ello la espera deviene nulidad, ellas, comprendidas fenomenológicamente, son insertadas “en el cuadro unificado, portador de sentido, de un cumplimiento continuo”.[25] Esto indicaría que la negación, la nadificación, etcétera, son modales, acontecen al interior del horizonte de posibilidad. Sin embargo, esto no significa que los impedimentos que advienen en el proceso perceptivo deban ser considerados como una ruptura de la continuidad, sino que ellos motivan una acción precisa ya que “no toda conciencia del yo puedo es originaria” pues “en ella yace como tal una certeza evidente, una autodonación: la del práctico tener en la anticipación”. Aunque cualquiera “pueda sentirse capaz de realizar una habilidad” (habilidad es sinónimo de “yo puedo”), si ella “solo está dada por supuesto, pero no se ha experimentado originariamente en sí, en la originariedad de una autodonación”, es porque frente a la evidencia hay posibilidades abiertas (como la distracción, la obligación a dirigir la mirada hacia otro aspecto, la imposibilidad de llevar a cabo ahora tal acto, etcétera), que interrumpirían la realización. Esto dice que “en su multivocidad, el concepto de posibilidad puede obtener un nuevo sentido”. En él se debe señalar que si tengo la posibilidad de recordar, anticipar y de actos semejantes es porque “tengo la habilidad”.[26] Según esto, la posibilidad en términos de modalización debe ser un caso particular de la estructura general de la motivación (en tanto que habilidad). Su relación estaría a la base de experiencias nuevas cuando el proceso perceptivo puede continuar sin impedimentos. Decimos que algo es posible cuando puedo, a partir de la facticidad concreta y empírica de mi experiencia, permitirme anticipaciones inductivas con la convicción que yo transformaré, sobre la base de un proceso perceptivo que se cumple o que puede cumplirse, lo que está predelineado. Esto se apoya en la obtención del momento leibhaftig como lo que presenta lo motivante siempre que no haya intervenciones donde la anticipación está ubicada en su horizonte. Así, la multiplicidad cosal se ve motivada por el sistema núcleo-horizonte. Él le pre-esboza un horizonte que no solo se relaciona con la experiencia originaria, también motiva situaciones cinestésicas. Por tanto, el movimiento corporal es un a priori de la percepción sensible y contribuye a motivar las apariencias sensibles: está ligada originariamente con la acción.

Hemos obtenido dos registros que pertenecen a la motivación: uno es el lado de la motivación por las apariencias, el otro la motivación del movimiento corporal: la posibilidad práctica donde el yo responde como yo puedo. El análisis de la posibilidad motivada debe elucidar la relación entre la posibilidad modal y la posibilidad práctica. La posibilidad modal es el resultado del impedimento de un desarrollo perceptivo, mientras que la posibilidad práctica es eidéticamente la condición del despliegue de la percepción. Gracias a esto fijamos que el núcleo es la presentación del lado de un objeto y que él debe tener un horizonte interior que contenga intencionalmente sus otros lados (el atrás, los laterales, los interiores), para poder explicar los movimientos que van del lado dado leibhaftig hacia el exterior. De manera que el horizonte interior señala la motivación hacia el horizonte exterior con el que debe estar comunicado de antemano. Este movimiento también puede ir hacia el interior, esto es, de lo originariamente dado en persona hacia el núcleo del núcleo. El horizonte interior contiene cada vez un núcleo en el núcleo y nada impide ir más lejos y señalar que esto también vale para otro núcleo interno, más profundo.

En consecuencia, si el ser y el no-ser dependen de la verificación o de la no-verificación resulta de esto que la verificación es la verdad del objeto y que los actos en los cuales se lleva a cabo la verificación son manifestaciones de la razón. Pero lo que tengo, ya sea una evidencia o una realidad, siempre será presuntivo. Esto no es por la modalización pues ella solo es una consecuencia de aquella, sino por la estructura originaria núcleo-horizonte de la percepción. Con ella se entrelazan los actos modales, y esto hace que la presencia tome el lugar de la anticipación motivacional, es decir, lo posible para la percepción. Con todo, el horizonte de lo co-dado, ahí donde la posibilidad tiene su lugar, no es posterior al núcleo intuitivo: los dos se unen en un mismo acto. Cuando veo un objeto lo veo de acuerdo con un entorno que fluye al unísono con él. Sin éste, no tendría ni cosa, ni mundo circundante. Los horizontes forman parte del objeto de experiencia y ellos co-comprenden lo que en ellos está comprendido: lo que es captado en ellos, lo que se destaca singularmente de ellos.[27]

La percepción de esta dualidad unificada me da certeza, ser, realidad a pesar de la presencia de horizontes y en concomitancia con su presencia. Si la modalización es la consecuencia de la estructura originaria núcleo-horizonte de la percepción, y es relativa a la anticipación motivacional, lo es en tanto que posibilidad de la percepción. La posibilidad modal debe encontrarse en la percepción porque, independientemente de la situación cinestésica, el núcleo predelinea una constelación de horizontes determinados, en el seno del cual estaría también palpitando el fracaso. Pero, si consideramos la posibilidad práctica, ella debe reposar en la percepción porque la anticipación está ligada a los movimientos que ya he hecho o que debo hacer para mantener la percepción en su proceso. Esto diría que las modalizaciones explican cómo nos es dado el objeto anticipadamente en una certeza ontológica. Así, no es posible pasar por alto que los datos, ciertos o leibhaftig, se encuentran oscilando en el no-ser y que la posibilidad del no-ser, incluso si nada la señala en absoluto, la habita constantemente.[28]

 

IV.

 9.2

Cuando la posibilidad práctica es primera, la prioridad que ella confiere como facultad solo puede ser confirmada como poder, potencia. Si ella forma parte esencial de mi percepción actualmente en actividad es porque también debe formar parte de la percepción a partir de la cual anticipo las apariciones posibles en el marco de mis percepciones actuales. Esta percepción estaría esbozada gracias a percepciones anteriores. Esto señala que lo latente sería, en cada momento, una invitación a la acción. Donde el yo puedo deviene yo actúo. Husserl señala que el yo puedo no dice que algo sucederá, sino que él el yo está referido a su fiat y por ello lo que será llevado a cabo acepta una modalidad. El yo yo puedo expresa una anticipación práctica que, aún de cara a su evidencia no hay certeza de llevarse a cumplimiento futuro pues su no cumplimiento no está excluido. Sin embargo, solo en el “yo hago, en cada yo actúo actual yacen constantemente las anticipaciones prácticas, las evidencias portadas en sí de la realización en sí del yo aquí voluntario” y es así como “queda establecida la conciencia evidente del yo puedo y el yo seré anticipado”. De modo que lo anticipado solo puede ser llevado a certeza una vez que es cumplido con efectividad.[29]

La posibilidad contenida en el yo bajo la forma de poder, facultad, se modaliza por actualización para devenir certeza de ser, efectividad, que a su vez puede modificarse en posibilidad modal. Ella hace uso de actos compatibles con las variaciones libres de la imaginación y la fantasía pero, su poder hacer protencional está fundado en el horizonte de posibilidades vacías que rodean la conciencia efectiva del yo puedo. Esto indica que, para que haya posibilidad modal, debe haber posibilidad práctica: la modalización tiene lugar ahora al principio de la posibilidad y en dirección de la efectividad. Cuando hay motivaciones que actúan sobre mi y me ponen en acción, éstas se ponen en armonía con lo que tengo conciencia, aquí entra una nueva relación de acuerdo con la multivocidad de la posibilidad: ahora para pensar si tengo la posibilidad de debo pensar si tengo la habilidad de. Aquí se abre una situación que pone en cuestión el ego. Ella podría preguntar como sigue: ¿yo, el ego que soy en cada momento, tengo conocimiento de lo que puedo ante lo que me pasa? Este cuestionamiento no es solo una pregunta sobre mi situación. Ella configura la puesta en obra del quehacer subjetivo empírico-práctico de acuerdo con el poder hacer de las posibilidades puras, ahora inseparables de la subjetividad. El yo puedo se cuestiona a sí mismo preguntando si soy capaz de. Así, él se vive más allá de un mero yo momentáneo. El yo no vive únicamente en la pura actualidad, percibiendo solo empíricamente. Antes bien, es un yo de potencias, un yo que aún puede muchas cosas y que puede llevar a realización al pasar a la acción.[30] La radicalización fenomenológica de la acción, en tanto que un acto con sentido, no es una interacción vacía entre regiones. Es la superación de las limitaciones intrínsecas al empirismo y el racionalismo (esto es, la captación de la región donde se une la teoría con la práctica). Es por ello que Husserl puede decir que la fenomenología requiere una voluntad honesta y sobria de un espíritu que se ha elevado a las últimas certezas y al trabajo ininterrumpido. Ella exige un método intuitivo que debe ser seguido con sensatez en la que pueda captar lo que miento. Así, si puedo estudiar mis intuiciones en pureza, en sus tipos y formas generales y en las evidencias que le son propias, es porque la “fenomenología es la culminación perfecta del racionalismo” y, ella es, descrita con pulcritud, la “culminación extrema del empirismo”.[31]

El abandono de la noción meramente empirista del ego establece que el yo siempre es más de lo que no es fácticamente, que la vida del ego es fundamentalmente una vida plena de potencialidades y que ellas están absolutamente legitimadas.[32] Las potencialidades de la vida serían la sedimentación, la herencia de nuestra actividad en las que el yo actúo revela a cada momento esta herencia bajo la forma de la efectuación. Y, si esto es puesto en relación con el yo del haber sido (con el pasado de una vida ingenua y precientífica), ahí donde: “el reino de la experiencia mundana era para mí, gracias al trabajo de experiencia incansable de la infancia, de acuerdo con su concreta tipología familiar” la forma de vivir más familiar de mi ego, entonces, ¿no sería el yo hago, en necesaria coincidencia con el poder hacer, un conocimiento apriórico de sí mismo? El conocimiento de sí, donde el tal como era en aquella época me revela a mí mismo por qué y qué es lo que yo no podría haber hecho, ¿no señalaría que, si ahora soy capaz de,[33] es porque no solo se me ha abierto la dependencia del poder hacer en relación con el hacer efectivo, como un basculamiento de la modalización original de lo prácticamente posible hacia lo efectivo, sino que el autoconocimiento legítimo ha sido posible a través de las formas de poder que han dado vida a un nuevo poder y de acuerdo con el poder ser a futuro? ¿No es este tipo de conocimiento el que anunció San Agustín y que ya Husserl recordaría hacia el final de su vida?[34]

V.

Estos análisis son deudores de los campos vacíos abiertos a partir de la abstracción de los momentos co-dados en el núcleo. Para lograr este paso fue necesario analizar lo real como un forma original en la serie de formas modales y el carácter del ser en sentido objetual. Se ha mostrado cómo irrumpe la modalización en la forma originariamente real (wirkliche), dada a la percepción y el recuerdo, tomados respectivamente como núcleo y horizonte. El núcleo no debe ser pensado como el modo de la realidad y la periferia como el modo de la posibilidad (o de aquellas formas que le son correspondientes). Lo percibido no es el núcleo, lo real, y lo co-percibido la periferia, el campo circundante y, así, lo posible. El carácter leibhaftig en tanto que fundamento del carácter de ser[35] señala que es posible exceder la relación polar de la intencionalidad para acceder a formas donde no hay donación originaria. Allí donde se capta en intuición vacía un objeto a través de la retención, el recuerdo, la imaginación. Gracias a que el cumplimiento ocupa el lugar de una intención anteriormente vacía, y que él está nueva e inmediatamente rodeado de horizontes vacíos, obtenemos la leibhaftige Gegebenheit, aún cuando ella no asegurara la posesión del carácter de lo que está siendo efectivamente. Las evidencias individuales no producen el ser permanente.[36] Él, el bleibendes Sein, en tanto que identidad de lo real, tiene necesidad de la repetición, del regresar siempre nuevamente, particularmente por el recuerdo, a lo que ha sido vivido una vez con el carácter de efectivo. Esto indicaría que el ser permanente tiene necesidad de restituciones de la evidencia primera.[37] Ella se detiene cuando se ha apropiado por perseverancia del en sí, por verificación, gracias al proceso repetido de determinaciones más precisas.[38]

Los actos subjetivos han mostrado que las variaciones que disponen son modificaciones libres que tienen a su base legitimaciones ideales. Hemos visto que en las posibilidades libres de la fantasía es necesario fingir una ficción desconectando su deuda con el mundo fáctico para que las notas espacio temporales naturales, donde son ubicadas en general las épocas o los co-postulados, no funcionen como una naturalización de la conciencia. Esta ficción abre una existencia de un orden distinto a las existencias fácticas y así, las modalidades puras, las ficciones, la imaginación, etcétera, encuentran su importancia para las ciencias eidéticas. Ellas transforman la existencia fáctica al modificar lo dado de acuerdo con posibilidades ilimitadas. Ellas enriquecen la penuria de la realidad. De manera que, en los fenómenos reducidos se presentan las posibilidades como el campo de realizaciones libres: ellas confirman los horizontes vacíos de acuerdo con actos de libertad. Así, las modalidades que están en relación con las posibilidades puras son asignables a un yo en acciones que poseen una dirección y un objetivo. Con ello, el cuerpo y las cenestesias encuentran un lugar de acuerdo con las conexiones sintéticas concordantes pues hacen posible traer la efectividad a su donación progresiva.

Finalmente, las variaciones eidéticas son actos subjetivos donde son modificadas certezas de acuerdo con posibilidades de esencia. Estas posibilidades puras han descendido a la situación fáctica del filósofo principiante. Señalan la imposibilidad de negar que la libertad se manifiesta en la variación del material predado y que ella actúa de acuerdo con formas categoriales. Que la libertad es susceptible de captación esencial. Lo fundado intencionalmente en el modo de la imaginación –o la percepción (pues aquí no nos hemos ocupado de la tercer modalidad de la intencionalidad, a decir, la significación)– señala que la libertad está sujeta a leyes que delimitan los actos fundados al determinar por anticipado qué variaciones de formas categoriales predadas son posibles de acuerdo con el modo que anuncia su testimonio. Las leyes de esencia que están a la base de las variaciones libres de la imaginación señalan que, debajo de las condiciones noéticas propias a lo dado en certeza, hay condiciones ideales, puramente lógicas, que prevalecen sobre ellas. Así, el que se conoce prepara su acción futura, de acuerdo con legalidades últimas salidas de posibilidades de esencia, en respuesta a una acción peculiar asumida por la necesidad de conocer y conocerse mejor. De esta manera, la evidencia en la que es revelada la validez de los objetos ideales de las ciencias formales se impone a la vida de la conciencia señalando que el yo elige libremente llevar a cabo una acción de acuerdo con lo que sabe que es capaz. Esto permite pensar el eidos de la acción más allá de la consideración de la libertad como un acto de creación o de invención singular.

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  1. Tengely, Lászlo, «L’impression originaire et le remplissement des protentions chez Husserl» en La conscience du temps. Autour des Leçons sur le temps de Husserl, (ed.) Jocelyn Benoist, Libraire Philosophique J. Vrin, Paris, 2008.

Notas

[1] Cf., Edmund Husserl, Einleitung in die Philosophie. Vorlesungen 1922/23, Hrsg. von Berndt Goossens, 2002, [Hua XXXV], p. 161.
[2] Cf., Hua XXXV, p. 159.
[3] Cf., Hua XXXV, p. 160.
[4] Sobre la traducción del término alemán «Phantasie» y el de sus usos en la obra de Husserl, Cf., Marc Richir, «Imagination et Phantasia chez Husserl», en Lectures de Husserl, (ed. Jocelyn Benoist et Vicent Gérard), Ellipses, Paris, 2010, p. 143-158.
[5] Cf., Edmund Husserl, Ideen zu einer reinen Phänomenologie und phänomenologischen Philosophie. Erstes Buch: Allgemeine Einführung in die reine Phänomenologie. In zwei Bänder. 1. Halbband: Text der 1.-3. Auflage; 2. Halbband: Ergänzende Texte (1912 – 1929). Neu hrsg. von Karl Schuhmann. Nachdruck, 1976, [Hua III/1], p. 178. Las ciencias eidéticas sostendrían que la libre imaginación, la ficción y la posibilidad pura son los elementos vitales de su ámbito. Los conceptos de la matemática pura no incluyen co-posición alguna de existencia, no tienen vinculación con lo individual ni con existencias puestas como reales. Eso significa que los estados de cosas matemáticos, sus proposiciones, son proposiciones de generalidades puras relacionadas con leyes infinitas (estados de cosas puros de singularidades y objetos singulares), singularidades que no son individualidades existentes. Cf., Hua XXXV, p. 172 y ss.
[6] Cf., Hua XXXV, p. 161.
[7] Cf., Hua XXXV, pp. 172 y ss. Más adelante profundizaremos en ello.
[8] Cf., Edmund Husserl, Analysen zur passiven Synthesis. Aus Vorlesungs- und Forschungsmanuskripten (1918-1926), Hrsg. von Margot Fleischer, 1966, [Hua XI], p. 102.
[9] Cf., Edmund Husserl, Ideen zu einer reinen Phänomenologie und phänomenologischen Philosophie. Zweites Buch: Phänomenologische Untersuchungen zur Konstitution, Hrsg. von Marly Biemel. Nachdruck, 1991, [Hua IV], p. 258.
[10] Cf., Edmund Husserl, Zur Phänomenologie des inneren Zeitbewusstseins (1893-1917), Hrsg. von Rudolf Boehm, Nachdruck der 2. verb. Auflage, 1969, [Hua X], p. 42.
[11] Cf., Edmund Husserl, Cartesianische Meditationen und Pariser Vorträge, Hrsg. und eingeleitet von Stephan Strasser, Nachdruck der 2. verb. Auflage, 1991, [Hua I], p. 96 y ss.
[12] Cf., Hua IV, p. 255.
[13] Cf., Hua XXXV, p. 165.
[14] Cf., Hua III/1, 167 y ss.
[15] Cf., Lászlo Tengelyi, «L’impression originaire et le remplissement des protentions chez Husserl» en La conscience du temps. Autour des Leçons sur le temps de Husserl, (ed.) Jocelyn Benoist, Libraire Philosophique J. Vrin, Paris, 2008, pp. 29-44.
[16] Cf., Hua XXXV, p. 174.
[17] Cf., Hua III/1, p. 206, 208.
[18] Cf., Hua III/1, pp. 209-233.
[19] Cf., Hua III/1, pp. 239.
[20] Cf., Hua XXXV, p. 171.
[21] Cf., Hua III/1, pp. 250, 303; Hua XI, p. 20.
[22] Cf., Hua XXXV, p. 175.
[23] A pesar de las excelentes razones que los traductores de la obra de Husserl al español han dado para el caso de «leibhaftig», vertido normalmente como lo dado en «carne y hueso», como «lo que está presente», nosotros lo conservamos en el original alemán en tanto que ellas no reflejan lo que interesa a nuestro trabajo.
[24] Cf., Hua XXXV, pp. 195-196.
[25] Cf., Edmund Husserl, Erfahrung und Urteil. Untersuchungen zur Genealogie der Logik, Redigiert und herausgegeben von Ludwig Landgrebe, Felix Meiner Verlag Hamburg, 1999 [EuU], p. 95.
[26] Cf., Hua XXXV, pp. 165.
[27] Cf., Edmund Husserl, Erste Philosophie (1923/24). Zweiter Teil: Theorie der phänomenologischen Reduktion, Hrsg. von Rudolf Boehm, 1959, [Hua VIII], p. 383.
[28] Cf., Antonio Aguirre, «Zum Verhältnis von modaler und praktischer Möglichkeit» en Phänomenologische Forschungen 24/25 – Perspektiven und Probleme der Husserlschen Phänomenologie, Ernst Wolfgang Orth, Freiburg/München, Verlag Karl Albert, 1991, pp. 150-182.
[29] Cf., Hua XXXV, p. 162.
[30] Cf., Edmund Husserl, Zur Phänomenologie der Intersubjektivität. Texte aus dem Nachlass.
Zweiter Teil: 1921-1928,
Hrsg. von Iso Kern, 1973, [Hua XIV], p. 501.
[31] Cf., Hua XXXV, 288.
[32] Cf., Edmund Husserl, Zur Phänomenologie der Intersubjektivität. Texte aus dem Nachlass.
Dritter Teil: 1929-1935,
Hrsg. von Iso Kern, 1973, [Hua XV], p. 203.
[33] Cf., Hua IV, p. 267.
[34] Cf., Hua I, p. 183. A decir, «Nolis foras ire; in teipsum redi, in interiore homine habitat veritas».
[35] Cf., Hua III/1, p. 315.
[36] Cf., Hua I, p. 96.
[37] Cf., Hua I, p. 95.
[38] Cf., Hua XXXV, pp. 177, 400.

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