Oliver Stone: la censura más allá de la excepción cultural

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Con gran éxito comercial, Oliver Stone se ha caracterizado por realizar películas explícitamente políticas, que representan al ala de izquierda de Hollywood. De hecho, se ha convertido en el ejemplo cinematográfico del estadunidense intelectual de izquierda. Pelotón (1986) y Wall Street (1987) le proveen un buen punto de partida, y ambas comparten la misma estructura básica: el protagonista joven que tiene que escoger entre el “buen padre” y el “mal padre”. El buen padre es un liberal conciente comprometido con la preservación de su integridad; el mal padre carece de integridad y conciencia. Al final, el joven destruye al mal padre para que el sistema permanezca intacto. La primera se haría acreedora al cuatro Oscares por mejor dirección, mejor edición, mejor fotografía y mejor sonido.

Tanto en Salvador (1986, nominada al Óscar por mejor guión original) —su obra más fuerte y mejor lograda dentro de un contexto sociopolítico— como en Nacido el 4 de julio (1989, Óscar por Mejor Dirección y Mejor Edición) el protagonista declara: «Soy estadunidense, amo a Estados Unidos», frase que resume la permisibilidad del sistema estadunidense para con una frustración impotente, y la impermisibilidad de una alternativa política constructiva asequible.
Por su parte, Talk Radio (1988) suele considerarse como su menor y más marginal trabajo. Sin embargo, se apega por mucho a la intención dramática de Eric Bogosian, y destaca como su más exitoso y revelador trabajo en cuanto a su honestidad, su redondez y su punto de vista confesional. Entre otros de los trabajos de Stone internacionalmente reconocidos se encuentran Los Doors (1991), JFK (1991), Entre el cielo y la tierra (1993), Asesinos por naturaleza (1994), Nixon (1995), Comandante (2003, documental con entrevistas a Fidel Castro) y Alejandro Magno (2004). Queda por ver su documental inconcluso sobre el subcomandante Marcos realizado en Chiapas en 1994 o 1995, así como su trabajo sobre el 11 de septiembre, denominado hasta ahora WTC y actualmente en filmación.
Oliver Stone no necesita presentación. Es de las personas que con su obra incitan a la reflexión. Quiero compartir con ustedes algo de lo que pienso de sus películas, y que ahora tengo como certeza. 
La censura es tan antigua como el hombre. En cada sociedad, en cada imperio, ha habido seres únicos y solitarios que buscan la verdad de su historia objetivamente, son seres creativos, o sea filósofos o artistas, se convierten en gente provocadora que llaman —¡oh, horror!— a la reflexión, a la duda, al cuestionamiento constante. Y por supuesto se convierten en el blanco perfecto de la censura. A veces, el virus de la autocensura los ataca y los paraliza.
En la Grecia clásica existió un gran hombre, Sócrates, lo llamaban “el tábano de Atenas”, porque era como esa enorme mosca que pica e incomoda sin cesar a los que están a su alrededor. No sé si le guste a Oliver Stone esa comparación, pero pienso que él es, pese a sus contemporáneos, o quizás a pesar suyo, bastante socrático, se concentra en esa búsqueda personal y última de la verdad, invita y provoca. Me encantaría, ya que tenemos el privilegio de su presencia, hablar concretamente de su trabajo como cineasta. El término de la censura, estoy segura, saldrá de su experiencia.
Tu enunciado es bastante halagüeño. Creo que en realidad no me puedo comparar con Sócrates. Pero al menos he intentado caminar por este mundo difícil.
Seguramente lo logrará. Su trabajo siempre está basado en la historia, su guión es el corazón de cada película. Sus personajes son el alma. ¿Podría platicarnos sobre su trabajo e ilustrarnos si usted está de acuerdo?
Creo que lo que acaba de decir es, sí, exacto. Siempre, como joven, fui muy dramático. Escribí una novela cuando tenía tan sólo 19 años. Siempre he amado el teatro, las películas, desde que era un niño, y siempre he querido hacer películas. Creo que porque contaba con un buen ambiente, que mi padre era una persona culta, un filósofo, un buen escritor, y siempre hablaba sobre todos estos aspectos e incitaba a discutir sobre la naturaleza del mundo, de la economía, etc. Tal vez fue únicamente por estos antecedentes que me empecé a interesar en estos temas. Cuando estuve en Los Ángeles, en 1976, francamente la gente no estaba tan interesada en lo que pasaba con John F. Kennedy, en lo que pasó con Nixon, en Vietnam, en todas esas cosas. Estaban interesados más bien en buscar entretenimiento porque de hecho esto es lo que es, es un negocio. Pero de vez en cuando puede uno decir una que otra cosita. Siempre estuve un poco confundido, como polémico, como idealista, desde la película de JFK, en 1991, he sido atacado constantemente por el ala derecha política de Estados Unidos. Al principio me sorprendía, me quedé muy impresionado. Sin embargo, a medida que pasaron los años, y la señora Clinton dijo esa frase famosa de que existía una ala derecha en Washington que se tenía que dar a conocer y que teníamos que destruirla, mucha gente se rió en ese momento y lo consideró un chiste. Pero a mí me parecía que no existe duda alguna de que había que hacerlo. Habían demostrado que estaban bien organizados, bien fundados por millonarios, y con buenos fondos de estos millonarios, y que por lo tanto podían trabajar bien. Creo definitivamente que se acercaba mucho a la verdad al expresarse así, y no solamente los Clinton sino muchos otros en el país.
Durante muchos años, ustedes recordarán, Clinton fue involucrado en un escándalo sexual. A baja escala, mucho más baja, a mí se me estuvo atacando desde entonces por las mismas personas, una y otra vez. Desde 1991. Y entonces, John Wing, uno de los columnistas, personajes de radio tan famosos como Rush Limbaugh, todas estas personas de repente se convirtieron en importantes. Entonces me vi arrastrado cada vez más a lo que estaba sucediendo, y déjenme decirles que no es divertido porque afecta a mis películas, afecta a mi público, crea una controversia donde no existe, pero más que nada destruye el debate. Todas las veces que he tratado de defender mi película de JFK más que nada como un cuestionamiento, no como una respuesta, y en ese punto la pregunta es qué pasó y por qué. Mientras más trato de responder esa pregunta más me meto en esta lucha de «¿Eres un conspirador? ¿Crees en las conspiraciones?» ¿Cuántos cientos de personas estaban involucradas, y todas estas agencias? Nada de esto se ha dicho en la película, hay que ver la película más de una vez y prestarle atención. En otras palabras, no ha sido un buen debate. No como un debate socrático. Ha sido más bien un debate irracional. Todas las entrevistas de televisión, todas las personalidades en realidad no pueden decir mucho porque no tienen mucho tiempo, porque va a salir un comercial, o si la respuesta es muy profunda también la cortan, y a la hora de hacer la postedición no se imaginan todo lo que se quita. Si vas a una presentación y dices más o menos lo que esperan que digas, en realidad los parámetros de la autocensura están mucho en contra.
En JFK se mezcla la ficción con la realidad. ¿Hubo censura, implícita o explícita, en la forma en que usted hizo esta filmación?
Lo hice en un momento excelente de mi vida. Había ganado ya dos premios como director, con Nacido el 4 de julio y Wall Street. El momento era el ideal, estaba todo de mi lado, y por supuesto que tomé el tema que más me interesaba en ese momento y lo hice de manera muy libre. En los estudios, en Warner Brothers, tenía un socio maravilloso. El problema en realidad se inició durante la primera semana, cuando empezamos a filmar, estábamos en la plaza, y desafortunadamente tenía que ser algo público, y estábamos filmando y tomamos la plaza durante muchos días, era una semana muy difícil, y de repente volteo y hay un reportero del Washington Post corriendo de un lado a otro, un corresponsal de seguridad nacional, no un reportero de películas sino de seguridad nacional, y el señor Roger Armstrong se había encargado de llevar toda la investigación para la película, todo lo relacionado con el asesinato. Roger tenía una copia del guión y la rompió debido a lo que se suscitó con el Washington Post. Sin embargo la película sigue viva. En realidad fue el inicio de una campaña que fue empeorando y empeorando los siguientes nueve meses antes de poder sacar a la luz la película. A nosotros nos pusieron en ridículo. Esto es lo que consideraría la precensura: tratar de prejuiciar al público antes de que lo vea. Y funciona, verdaderamente funciona.
Cuando salimos de ahí también tuvimos otro problema. A la crítica le encantó la película, irónicamente. Sin embargo, la portada de una revista decía: «Por qué no confiar en esta persona.» En realidad fue muy triste, y no puedes pelearte porque ellos son los que deciden lo que es verdad y lo que no es verdad. Ellos dicen: «Esta persona hizo tal cosa y tal cosa…» pero nada es inventado, nada de la evidencia que presentan los testigos es inventado, de hecho se dijo y esas declaraciones estaban en la Comisión. Había testimonios. Nosotros no inventamos nada, teníamos los hechos y los usamos tal cual. El problema era más allá, a puerta cerrada, donde no sabes exactamente lo que sucedía, y pues especulamos, no dijimos que así es tal cual como sucedió. Si analizas la película detalladamente hay muchas condicionales, hay muchas conjeturas, mucha hipótesis, y se hace saber tal cual. Se presenta la película como un cuestionamiento, nuevamente la conclusión es de Jim Garrison como la presentó él en sus críticas. Es distinto. Creo que nosotros, sin embargo, hicimos también una redacción de todo lo que incluimos en la película. Se ignoraron los detalles, el sistema televisivo empezó a decir que había una conspiración, y eso es lo que empezó a surgir.
Si alguien de verdad hablaba en serio sobre el asesinato de J. F. Kennedy lo investigaría, y todas las entrevistas que nos hicieron, todos los detalles que no se tomaron en cuenta simplemente se enterraron. Desgraciadamente, en Estados Unidos, no hubo una causa pública: la Comisión Warren lo enterró todo, y Jim Garrison es el único funcionario público que hizo algo al respecto. Él sufrió muchísimo y afectó su vida a tal grado, su investigación es realmente una historia que lo enfrentó a todo el personal de seguridad nacional. Es un gran héroe. De hecho tiene un pequeño papel en la película, irónicamente, como el jefe de justicia de la Comisión Warren.
Una ironía muy socrática…
Exacto. JFK fue un momento feroz, y no me pude recuperar realmente, nunca lo he logrado, porque hasta cierto punto tiene un estigma que flota sobre mí. Mi siguiente película la destruyó la crítica, y costó, representó muchos problemas. Otra película muy controvertida, Nixon, una obra política muy buena para mí, y a pesar de que la investigación fue muy buena nos criticaron nuevamente por inventar cosas. Se han hecho más cintas sobre Nixon desde la película y verán que hay muchas más groserías en esas cintas que las que nosotros utilizamos, y cada vez hay más información mucho más importante, mucho más dura, sobre por ejemplo el alcoholismo y las vulgaridades, que nosotros no mostrábamos tanto, o el libro de Anthony Summers que es excelente, ignorado por la prensa estadunidense. Anthony Summers lo escribió hace cuatro o cinco años, es una historia impresionante, que está respaldada con por lo menos dos fuentes. La verdad, la historia no sale, es una guerra cultural, y se basa en testimonios. La historia de México es exactamente lo mismo. Yo estoy seguro de que ustedes siguen peleándose por lo que pasó en 1968, y el régimen de Salinas. Ni siquiera con Pancho Villa se ponen de acuerdo, todavía no podemos realmente encontrar ideas centralizadas sobre este personaje, y también hay una película que intentamos hacer sobre Cortés y encontramos muchísimos obstáculos en México para hacerla.
Usted hizo una película, Salvador, en México, y fue muy interesante. ¿Nos puede platicar sobre cómo se involucró en la historia y en estos personajes?
Yo no sabía mucho sobre El Salvador ni sobre la política de América Central. Nuevamente seguí una historia: traté a un hombre muy curioso, Richard Boyle, al que tenía un par de años de conocer, él es un hombre muy excéntrico, un periodista un tanto problemático, irlandés, un personaje maravilloso de los que te toca conocer en tu vida, y me gustó mucho su forma de pensar, su mentalidad, y seguí su historia. Fue muy dramático recrear esa historia. Él me dio los antecedentes de El Salvador porque él estaba enamorado de una mujer de nombre María, y nos contó la serie de aventuras que se documentaron en la película. Nuevamente se hizo con el humor negro de Richard Boyle, y creo que fue muy exitoso hacerlo así, porque tiene cierto humor la película, no hay el idealismo que llega a mostrar el periodismo, al contrario, la película tiene cierto cinismo que, después, cuando el personaje representado por James Woods se da cuenta de que hay cosas que realmente importan, entonces despierta. Tratamos de hacer esta cinta en El Salvador, pero fue cuando mataron al coronel Ricardo Arístides Cienfuegos y entonces tuvimos que decir que no, porque se necesitaban pagar seguros muy altos, y no lo íbamos a poder hacer, por eso lo hicimos en México, en Acapulco, en Cuernavaca, en Tepoztlán, ciudad hermosa, y también en Tlayacapan.
De alguna manera sintió la censura, porque fue muy fuerte.
No tuvo tanto éxito en Estados Unidos, tuve que luchar muchísimo en la edición porque nuevamente no se querían ataques a Estados Unidos y por lo tanto traté de ser muy genuino. La presentación que se dio es didáctica, pensé que tal vez era mi última película, podría no gustar, y creo que por lo menos una vez en la vida hay que levantarse y decir lo que uno piensa. Entonces sí, me metí un poco en política, y hay una plática que se le hace al coronel, pero si no existo mañana por lo menos ya existe mi testimonio en esa película y eso es muy importante para mí.
Creo que la película nos dio un tiempo para detenernos y hacerla de esa manera. No tuvo éxito en Estados Unidos, de hecho no hay ninguna película sobre Centroamérica que haya tenido éxito en Estados Unidos. La revolución del video es lo que me ha salvado, fue la única manera de mantener viva la película, y logró que se nominara de alguna manera para un Óscar, y a mí se me nominó, con Richard Boyle, como guionista, en competencia conmigo mismo por haber escrito también Pelotón en el mismo año; al final, perdimos con ambas.
Hablando de James Woods, el excelente protagonista de Salvador, me hace pensar que los actores siempre trabajan de lo mejor con usted porque hay varios elementos involucrados: primero que nada usted les da un personaje que ellos pueden representar, un personaje con mucha energía que va con su personalidad.
A mí no me gusta hacer una película que ya se hizo, me gusta hacer cosas frescas, y siempre trato de hacer que los actores hagan algo que no habían hecho antes. Siempre les pongo el ejemplo de Carl Gable o Clint Eastwood, que se repiten y se repiten, que esa realidad no es un problema —que por cierto, Eastwood me sorprendió en Million Dollar Baby (2004) porque es una representación totalmente distinta a la anterior—. John Wayne siempre fue John Wayne, y lo que yo trato de hacer es que cada vez los actores sean distintos, que se salgan del esquema, de los retratos que habían hecho en el pasado, y los empujo hacia nuevos horizontes. Eso es lo que yo intento hacer, pero obviamente depende del guión. El guión tiene mucha labor en ello y el actor está mucho más emocionado cuando empieza a participar en algo que no había hecho antes. No hay nada peor que estar en la filmación de una película cuando sientes que sólo vas por números, que en realidad no hay nada nuevo. La mejor parte de las películas es cuando estás haciendo una búsqueda de ti mismo dentro de la película, cuando buscas tus deficiencias, tus ventajas, este goce espontáneo de que cada momento sea espontáneo para ti. No hay nada peor que la productividad y el aburrimiento. Sin embargo algunas veces no hay ninguna otra manera de hacerlo. No puedes ser original y espontáneo 12 horas al día.
Siempre les das a tus actores personajes muy difíciles. Esto quiere decir que tienes que ser un director cariñoso. 
Eso no va nada con lo que dice la gente de mí, es la primera vez que me lo dicen. Con mucha frecuencia siento que les pido demasiado porque quiero que tenga éxito a tal grado que o los presiono demasiado para que sea mejor, o algunas veces no los critico lo suficiente porque estoy totalmente enamorado de su personaje. En realidad es un papel difícil porque tienes que mantener un equilibrio. Creo mucho en los ensayos, aunque mucha gente no cree. Dicen «Es que es más fresco…» Lo que pasa es que puedes hacerlo fresco incluso si lo has ensayado, y creo que si tienes un buen teatro puede ser fresco también, aunque lo hayas ensayado ya lo tienes dentro de ti, ya lo puedes reproducir, emitir, es algo que tienes dentro y entonces ya puedes pasar a nuevas áreas.
¿Usted busca sus historias o las historias lo buscan a usted? ¿Cómo va ese proceso de encontrar una idea para una película?
Creo que es ambas. He participado en mis propios proyectos ya sea escribiéndolos o coescribiéndolos; dirigirlos, y editarlos, lo cual necesita mucho tiempo, en cuyo caso sí necesitas un coeditor.
Algunas veces el guión te llega, como por ejemplo en el que estoy trabajando actualmente, que tiene un título temporal, WTC, sobre el 11 de septiembre; es en realidad una historia sobre un policía que estuvo hasta 24 horas atrapado, y los que participan como personajes son los últimos dos sobrevivientes. Como saben, hay muy pocos sobrevivientes. Es una historia impresionante sobre su vida, la relación con su familia, qué pasó durante todo ese problema, y salió de la nada: una joven me lo dió, su nombre es Andrea Berloff, tiene 29 años, y trajo la historia con los productores, la desarrollamos, y es raro pero está al 90% lista para su filmación. Todo el mundo le había rechazado el guión, nadie quería hacerlo. Yo se lo compré y lo cambiamos, pero la idea original es maravillosa.
También ha hablado sobre Vietnam en tres de sus películas, en diferentes ángulos. Supongo que esas historias usted las buscó.
Sí, todas estaban basadas en mi propia experiencia, y fue una dramatización de lo sucedido. Fue algo muy esencial para mí. Lo que pasa es que se trataba de una guerra civil que yo había vivido, una guerra civil entre nosotros mismos. Yo estuve en cuatro unidades distintas en Vietnam y vi cosas muy especiales en mucha gente, vi la misma esencia de la guerra cultural, de la guerra civil. Hay diferentes maneras de ver las cosas: si somos invasores, si somos imperialistas, si somos asesinos, si estamos defendiendo a los rojos, a los blancos, en esta jungla. Ese debate de Irak sigue, continúa y continuará toda nuestra vida, incluso lo vieron nuestros abuelos, y no terminará con lo de Irak. Pero por ejemplo, sobre lo del 4 de julio hay un libro de esta persona de la Armada, paralítico, un libro muy muy fuerte. Él tardó 10 años en desarrollarlo, y yo estaba escribiendo para otro director. En cada uno de los casos la película en realidad no se logró hacer, y la ironía de este negocio es que 10 años después, cuando estás listo para hacer la película, no la puedes hacer, quizás cada película tiene su propio destino. Cada uno de nuestros proyectos tiene su propio destino y quién sabe cuál será el mío.
Todos sus personajes son rebeldes. Son propietarios de espadas marginadas.
La mayoría de los guionistas dirían lo mismo, hasta cierto punto se sienten como personajes externos, y creo que es un tema constante. Nosotros escribimos o filmamos para poder expresar esa preocupación de falta de asociación. Es una manera de unir los valores básicos. Todos nos sentimos alentados cuando nos consideramos aceptados porque nos hace sentir como si fuésemos normales. Y creo que nos gusta sentirnos así. Pero algunas veces la controversia sigue, lo tienes que hacer a tu manera, si empezaste de una manera pues así empezaste, así eres y tienes que ser como tú eres.
Sus películas muestran personajes muy coherentes. Como actriz siempre pienso que si estoy en el foro y hay una o dos personas en el público que reciben algo, o que le sirvió a dos personas, ya siento que valió la pena porque llegué a esas dos personas. Cuando alguien sale de una película de usted sale sintiéndose una persona distinta a la que entró, por lo menos a mí me sucede. Quizás usted no oye esto con mucha frecuencia precisamente porque la prensa es tan apabullante que no se sabe lo que opina la gente del público, pero creo que es una gran satisfacción.
Uno de los periodos más difíciles de mi vida fue probablemente de 2000 a 2003, porque la película Comandante, el documental de Castro, la habían bloqueado en la televisión estadunidense. Todo el espíritu, todo el movimiento contra la guerra de Irak era tan parecido a lo que yo había visto en los cincuentas cuando íbamos a Vietnam, que en realidad yo sentía que mis películas, Nacido el 4 de julio especialmente, no se habían recordado, que no habían dejando nada, porque en los noventas hubo un movimiento de películas como Rescatando al soldado Ryan (Steven Spielberg, 1998), sobre todas estas cosas de la Segunda Guerra Mundial, todo el poder tecnológico militar de Estados Unidos, sentía que había una adoración, nuevamente, por el poder estadunidense. Las generaciones nuevas ya no sabían de Vietnam, parecía que cada nueva generación tenía que volver a experimentar los nuevos errores, las nuevas tragedias, una y otra vez. La verdad sí me deprimí muchísimo, porque había muy pocas películas de Vietnam en la televisión y es un indicador muy triste. Los medios nuevamente tocaron los tambores de guerra. Lo único que podemos hacer es refrescar a las nuevas generaciones, hablar con ellos nuevamente y esperar que puedan continuar haciendo películas que cuestionen esta locura, esta maldad.
Creo que, de acuerdo a lo que usted dice, se impulsa por medio de la relación con solitarios. Pero también con gente que son líderes contemporáneos, quizás aislados de cierta manera, como Castro o Marcos o incluso Chávez en Venezuela. Usted parece muy atraído por estos solitarios, porque como usted luchan por algo que está vivo hasta cierto punto, y que ellos sin embargo dan la vida por ello. ¿Podría platicarnos sobre su relación con Castro?
Admiro a estos hombres, y su lucha, pero eso no es lo único. Me gustan distintos tipos de personajes. También hice una película sobre futbol, Un domingo cualquiera (1999), con un hombre que está en una crisis de edad, no es una película política, pero también tiene muchísimo fondo porque enfrenta a esta persona con un mundo mercantil también es crisis. Por ejemplo, en Wall Street, las decisiones que toma el protagonista sobre vender y comprar, a cualquier costo, incluyendo la vida de su padre, o si cree que debe caminar por sus propios principios. Todos estos son sólo ejemplos, aunque no sobre cuestiones políticas sí lo son sobre posturas críticas. Lo he dicho anteriormente, Castro es un ser humano extraordinario, independientemente de lo que pienses. Hay muchas personas en mi país que lo odian, por eso es que la película no se pudo presentar en Estados Unidos, aunque no presenta ningún daño en realidad, es simplemente un debate libre sobre la filosofía, la política, el arte desde el punto de vista de Castro, la historia, su opinión sobre John F. Kennedy, qué pasó en Angola, Bush, las reacciones en cuanto al 11 de septiembre. Castro habló libremente y se sintió muy cómodo, incluso sobre su vida personal, su vida romántica. No importa quiénes sean tus enemigos ni cómo se llaman, siempre es bueno poner atención a tu enemigo, no lo juzgues, simplemente escúchalo. Todo este asunto de la precensura es mucho más preocupante que la censura en sí. Cuando la censura sucede es tan tajante que la gente se enoja, es muy repentino. Se habló tanto en contra de Comandante que solamente se había puesto una sola vez en un solo festival en enero, una sola vez, y se recibió con una mezcla de pro y contra, pero durante la siguiente semana la presión creció respecto a todos estos problemas cubano-estadunidenses. ¿Cómo podría HBO distribuir este tipo de documental, hecho por este lunático izquierdista, Stone, al que habría que quitarle su licencia…? Todo este tipo de cosas se empezaron a decir, y por supuesto a HBO le importó. Esa es la precensura, y me ha sucedido con muchísima frecuencia. Hace varios años quise hacer una película inspirada en la vida de Martin Luther King, creo que es un excelente personaje, por la represión que tuvo que vivir en los últimos años de su vida. Yo quería hacer una excelente película pero no pude, porque hay tantos artículos, tantos ataques contra la idea de que yo haga una película sobre Martin Luther King, que perdí el valor para hacerlo y por supuesto el financiamiento. Eso es lo que es la precensura, eso es lo que hace.
Hay una serie televisiva que yo estaba desarrollando con un productor. Empezamos la filmación de un programa como de 60 minutos, pero con otro tipo de información, y uno de los segmentos estaba basado en la explosión del TW-800, que probablemente ustedes no conozcan, pero fue un asunto muy controversial, una explosión de una línea aérea. No se entrevistaron a los testigos, y fue una historia un poco rara, casi una repetición de lo que pasó el 11 de septiembre. En cualquiera de los casos el FBI no nos permite hacer las entrevistas, esconden muchísimas cosas, y públicamente dijeron que yo era realmente una basura, que me encontraba en lo más bajo, y que simplemente me estaba beneficiando de la tristeza de las familias. Podemos verlo desde dos puntos de vista: estas familias en realidad no sabían lo que había pasado, y esto les iba a ayudar a por lo menos sacar la verdad a la luz, entender lo que había sucedido. Muchas de estas personas estaban muy muy mal, no sabían lo que había pasado, estaban destrozadas por la investigación del FBI. Y en 48 horas ya me habían sacado del aire. Debí haberlos demandado, ya lo sé, porque es un funcionario gubernamental y no tiene derecho a decir lo que dijo, pero en ese entonces era demasiado lo que estaba sucediendo. Entonces decidí no pelear esa batalla. Como dije anteriormente, siempre hay que ceder, siempre tenemos que cumplir con el sistema. Tienes que ir hacia donde van los demás y tienes que hacerlo de manera adecuada. He estado con mucha gente en mi país que me consideran un buscapleitos, un problemático. Tengo mi propia conciencia, mi propio estándar, y si no puedo hacer una película que llega a donde están mis estándares entonces no la hago, pero eso no quiere decir que no soy flexible y que no escucho, y no pongo atención a la crítica y a las opiniones, a la gente que trabaja conmigo. Trato de no ser problemático y trato de no tener que ceder. Intento escuchar siempre. Lo que pasa es que el cambio es la única manera de crecer. Si regresamos al Oliver Stone de 1991 se darán cuenta que soy distinto, de que he crecido, que el sistema me ha hecho crecer.
Ciertamente no vivimos en un mundo perfecto. Creo que todo el mundo sabe que existe una mayoría de ciudadanos estadunidenses que en realidad están molestos con la administración actual y sus políticas, con todo lo que ha sucedido en Irak y en Guantánamo. Estoy seguro de que no se trata de una minoría, sino de una resistencia impresionante actual. Estamos justo en el centro de una guerra cultural, y lo que se conoce como la guerra del terror. Estamos pasando por tiempos difíciles, así como pasamos tiempos difíciles con las luchas interfamiliares por las opiniones sobre Vietnam, se peleaban los hermanos, los hijos, los esposos, los padres. Yo en ese entonces era muy joven, acababa de regresar de Vietnam y no había ninguna película legítima sobre lo que estaba sucediendo allá. Creo que en 1979 o un año después hubo dos personas que fueron realmente los primeros en presentar una inspiración de lo que había sucedido con esta guerra en los estadunidenses, y 10 años después; de hecho tres años después de que nos fuimos de Vietnam empezaron a salir las cosas a la luz. A lo que me refiero es que a veces toma tiempo, las películas, los documentales, no se pueden hacer en ese momento, son trabajos de arte, de interpretación, que requieren de tiempo para poder explorar lo que sucedió y analizarlo y poderlo presentar como un evento. Por ejemplo, en Estados Unidos actualmente hay una serie televisiva sobre los soldados en Irak, y han sacado muy buen provecho sobre todo lo que está sucediendo, están mostrando estas tropas estadunidenses de la mejor manera posible para que lo puedan conocer los ciudadanos, tomando en cuenta lo que es esta guerra. Esta serie, no importa qué tan bien esté hecha, siempre va a estar cuestionada, porque se está haciendo en la actualidad, y creo que muchas de las cosas más negativas, de las historias más sucias, más negras, no van a salir a la hora en que están sucediendo porque a la gente le da miedo, y es natural que la gente tema hablar, que tema sacar adelante las cosas, especialmente ahora en que Estados Unidos hay una forma en la que o estás a favor o estás en contra. En realidad eso está cambiando la forma en que se están haciendo las noticias. Sin embargo, hay una política de la gente que está en contra de esto, y obviamente es gente con distintos puntos de vista, porque no pueden ser todos iguales. Siempre habrá enemigos-amigos, criticar una política estadunidense no quiere decir que estás en contra de Estados Unidos solamente porque estás criticando una de las políticas. Esta es una posición. Como les dije, yo fui a Vietnam y entendía lo que era el sueño americano; mis películas generalmente han estado criticadas, tienen la tendencia de hacer de nuestro país un mejor país, eso es lo que yo quiero. Creo que tanto hombres como mujeres todo el tiempo estamos transformando nuestra manera de ver las cosas. También como país se van a ir viendo las cosas de una manera distinta, lo mismo Estados Unidos que Irak verán en el futuro de otra manera el actual conflicto, espero que así sea.
No he hecho todas las películas que yo quisiera hacer. Algunas veces te cansas, te hartas, no puedes tomar todos los temas que quisieras. Para mí no hay diferencia entre los documentales y las películas de ficción, por lo que se refiere al impacto que pueden lograr, porque algunas veces un documental puede funcionar incluso mejor, y otras veces una ficción es lo adecuado. Las cintas de Michael Moore tiene las características de una de ficción a pesar de ser un documental.
Regresándonos un poco a Castro, nosotros no hemos visto esa película en México, pero ¿hizo una segunda película, o continuó la entrevista?
Es una historia un poco rara. Comandante se mostró en Inglaterra en algunos festivales, creo que en Canadá, en España. El problema es que HBO dijo: «Nosotros no podemos pasar esta película porque se habla de la violación de los derechos humanos.» Por lo que fuera, y también porque se ejecuta a varios secuestradores, sin saber qué es lo que estaba pasando en Cuba. En Cuba hay un patrón y, correcta o incorrectamente, Castro consideraba que era un patrón de la administración Bush, que Noriega, en su división estadunidense, también participaba en el desarrollo de las armas nucleares, químicas y biológicas. Fue como una paranoia. Correcta o incorrectamente —yo internamente pensaba que tenía la razón— los estadunidenses pusieron los ojos sobre Castro, empezaron a atacar, y no era el momento de quitar a Castro. En realidad estaban ocurriendo toda una cadena de incidentes cuyo objetivo principal era bloquear a Cuba, a través de controversias muy importantes. No se dijo toda la verdad. Como la historia de Chávez en Venezuela: si analizamos ese documental de Kim Bartley y Donnacha O’Briain, La revolución no será televisada (2003), las implicaciones son que las personas que lo atacaron ante los medios estaban siendo apoyados, por supuesto, por la Casa Blanca, y la CIA estaba muy involucrada. Hubo un golpe de Estado, y el milagro de la voluntad popular lo volvió a reinstalar. Es una historia maravillosa de la que vale la pena hacer una película.
Con Castro, HBO dijo: «Hay que cambiarlo, hay que hacerlo un poco más equilibrado para que vaya un poco en contra de Castro.» Ese no era el objetivo, el objetivo era una imagen del comandante. Yo regresaría y volvería a hacerle las mismas preguntas, para orillarlo un poquito más y tener un tipo de documental probablemente distinto. Él me recibió y en una película de una hora, que se llama Looking for Fidel (2004), que sí se transmitió en HBO, finalmente, lo cual me enorgullece, es una película mucho más pequeña, una especie de entrevista en la que él se defiende. Creo que él confió en mí, y se editó adecuadamente. Y traté de conservar el tono que quería HBO, no vi nada equivocado en la película, y entonces tengo una que sí se distribuyó y una que no se distribuyó y que está a la venta. ¿Hay en México quien la quiera comprar?
Hablando de los personajes, se me acaba de ocurrir que no ha hablado sobre la historia de Allende en Chile.
Hay historias de Allende por todo el mundo, historias de Corea del Sur, de Corea del Norte también por todo el mundo. Hay tantas cosas que podríamos decir. Hemos estado en guerras secretas y sagradas tantos países contra tantos países, especialmente desde la Segunda Guerra Mundial. La verdad es que, en Estados Unidos, si se va a decir la verdad en una película o en un documental, es bueno estar preparado. El ganador es el que hace la historia. Siempre hay estas personas en todas partes del mundo que son como interferencias del sistema político, que son tal vez héroes, y que tienen que pagar el precio incluso algunas veces con su vida. Esto sucede en todas partes del mundo, en América Central, en Nicaragua, en Chile, en Brasil. ¿Y adónde vamos? ¿Por dónde empezamos? Hay una película muy buena que te da la idea de lo que era Allende. Yo no soy un luchador, en realidad, por justicia social, admiro a la gente que lo hace. Yo soy un promotor cultural.
¿Podría platicarnos sobre su relación con Marcos?
Lo único que te puedo decir es que lo visité, cuando él me invitó de repente. Yo no le había dado seguimiento a la historia y mi idea no era llegar a Chiapas. El momento llegó por sí solo, y creo que al presentarme, con todos los problemas que estaban surgiendo, atrajimos más atención a la lucha en Chiapas. Lo que vi fue sorprendente, pero me quedó muy claro que en Chiapas los terratenientes controlan todo,  tienen sus propios escuadrones como en El Salvador, matan a los indios y a los campesinos de manera muy libre, y ellos son siempre los que quedan amolados, y que siempre es la misma historia. La falta de tierras. Marcos es una persona muy autoevolucionadora, usa una máscara, platicamos durante varias horas, y me explicó cómo él ha dado su vida por lo que cree. Él es un profesor educado, culto, de Ciudad de México, y dio esa vida para dedicarse a la lucha. Es algo sorprendente en un hombre, la mayoría de nosotros no lo haríamos, dejar tu vida. Es como una conversión religiosa, como lo que le pasó a San Francisco, es algo totalmente individual. Creo que nunca se quita la máscara, creo que no busca publicidad. Busca publicidad para su movimiento, no para él. Hay 18 comandantes más, y todos aparecen en mi mente. Todos sentados ahí, con su máscara puesta. Y todos chiquitos. Y dije: «Ustedes tan chiquitos, ¿y son tan poderosos?». Porque luchan a morir. En Ciudad de México hubo una reacción muy buena, nunca había tenido yo una reacción así. Creo que era una huelga laboral, miles de huelguistas se encontraban ahí. Yo no soy un político, ni es ésa mi intención, pero sí sentí la energía de esa multitud gritando tu nombre por la publicidad que se había hecho con Marcos y el que estuviera yo en México. En Estados Unidos fue algo muy criticado, porque lo vieron como si ahí fuera esta celebridad egocéntrica protagonista que quiere viajar, no lo vieron importante. No piensan mucho sobre Chiapas, no piensan mucho sobre Marcos, sobre los dramas que viven los mexicanos, simplemente no lo piensan, no lo entienden. No entienden el sufrimiento de la gente en Chiapas. También conozco al hijo de Cárdenas. Ahora: nunca lo puse como para hacer una película, simplemente fue una visita que hice. Solamente para aprender un poquito. Me encanta trabajar en México y para mí fue realmente un descubrimiento.
Parece que existe un gran amor por el Oriente en su vida. ¿Cuál es su unión con China, con Vietnam? Usted comentaba sobre su hogar, su casa.
Ya no sé dónde está mi hogar. A medida que vas creciendo el hogar se hace más cósmico. Fui a Vietnam cuando tenía 19, y después regresé como soldado. Mucha de mi experiencia temprana fue abrumadora para mí. Yo había crecido en un ambiente protestante represivo, era un ambiente competitivo, y todos mis compañeros de clase estaban ahí y entiendo cómo se convirtieron en lo que se convirtieron, como los emperadores romanos, como consejeros. Estaban también en mi clase en Yale. Vives una vida y no entiendes, tienes que pagar un precio. Y algo pasa dentro de ti mismo. A mí el Lejano Oriente me recuerda algo que no conocía y que redescubrí.
Después pasaron muchos años y se hicieron muchas películas sobre Vietnam, era censura económica porque en realidad nadie quería saber qué había pasado, pues era depresivo, era muy triste. Así que no se hicieron muchas películas ni muchas series televisivas sobre Vietnam sino hasta 13 años después. Toma tiempo sanar las heridas. Y a pesar de que había tenido éxito con Nacido el 4 de julio, se convirtió en una película controversial por todos los enunciados que se presentaban, porque era hasta cierto punto agresiva, y al final, cuando nos atacó muchísimo la crítica, dijeron que había mentiras sobre esta persona, que ni siquiera había quedado en silla de ruedas y cosas así. Un comentarista dijo que en realidad no era un verdadero héroe porque había volado con una granada propia, no con una granada enemiga, así que ya no tenía nada de héroe. Hay que darse cuenta de lo que pueden hacer estas tonterías.
Mi tercera película sobre Vietnam también se ignoró. No parece que el señor Bush escuche, nunca jamás. Creo que es el peor presidente que hemos tenido, y vaya que hemos tenido malos. Sin embargo, esta película también murió horriblemente en la taquilla, con unas críticas espantosas, porque se ignoró el puntode vista campesino. Solamente se toma en cuenta a los intelectuales vietnamitas que nacieron en la ciudad, que no saben qué es lo que pasa en el campo.
Entre el cielo y la tierra trataba sobre una mujer vietnamita, una historia real. La titulé así porque trata sobre cómo crecer en un Vietnam partido a la mitad por la guerra, y luego mudarse a Estados Unidos, lo condensé en esta película, en la que de hecho hay hasta un suicidio. Es una historia sobre cómo los vietnamitas y los estadunidenses interactúan. Al final, una pequeña mujer de metro y medio de estatura pudo, sin embargo, salir adelante, en parte gracias al budismo, aprendió.
Creo que hay una cosa terrible del sistema estadunidense, en la industria de cine, y es que la calidad de la película siempre se equipara con su ingreso. Me parece muy doloroso, porque no se da un espacio para poder filmar como una expresión cultural, sino sólo para el entretenimiento. Sin embargo creo que es parte importante de la cultura porque viajan por todo el mundo y transportan ideas de un lado a otro. Creo que al principio de la cinematografía estadunidense esto era lo que querían hacer, y así vendían el estilo de vida estadunidense en todo el mundo. Sin embargo, las ideas se cancelan, y las películas que son simplemente de entretenimiento son un castillo con una censura de tipo económico. No puedes juzgar a una película por lo que se vende en taquilla.
Hay muchas formas de censura: económica, religiosa, sexual, autocensura; también hay mala información, distorsión, todos estos son tipos de censura, y están en todos los países del mundo. En Estados Unidos operamos con un clima muy sensible hacia la economía, hacia el dinero, y como resultado de lo mismo hay mucha censura. Hay que editar las películas y cumplir con las condiciones, y hay que operar de esta manera para poder continuar. Todo el mundo tiene que ceder de alguna manera, y es una forma de darle su sentido al sistema, todo el mundo tiene que participar y ceder un poco en el sistema. Ahora, el peso de la censura económica que usted menciona empezó en los ochentas de hecho, cuando se empezaron a publicar los resultados de taquilla. Fue sorprendente para todos porque nadie entendía qué diferencia tenía en cuanto a si disfrutas una película o no. ¿Si no le gusta a otros es que a ti no te va a gustar? Pues no. Pero se consideró que la información de taquilla era relevante, y yo no lo considero así. Siempre habrá personas fuera del mismo círculo que lo van a ver distinto, porque son distintos. Es exactamente lo mismo en las películas: conformidad, inconformidad. Si no ganaste dinero entonces tu película no sirve para nada. ¿Qué podemos hacer?
Sin embargo, no hay que olvidar que el sistema, por supuesto, está dividido: si hay mucho dinero involucrado en una película el director es simplemente una parte que llega, dirige y se va, básicamente; la película se va moviendo paso a paso por el productor. Eso es lo que se hacía en los treintas y cuarentas, ése era el papel de los directores, porque era difícil para ellos establecer una voz. Y sucedió también con frecuencia en los sesentas, cuando empezaron a entrar los europeos con sus nuevos estilos, y después los estadunidenses formaron una nueva generación y empezaron a cambiar las cosas, todos estos jóvenes llevaron ese ideal europeo, y manteniendo esa idea.
¿Qué importancia tiene la distribución en la producción de películas en Estados Unidos?
Estados Unidos es definitivamente un líder en distribución y exhibición, la presentación en cines es muy interesante, así como la presentación en videos y en DVDs. Estados Unidos también ha hecho una excelente labor en permitir que haya grandes capitales para poder hacer películas a gran escala. La organización que tiene la industria cinematográfica estadunidense es muy buena. Se pueden criticar muchas otras cosas, pero en realidad lo que es la administración y la forma de hacer las cosas está bien hecha. También, por supuesto, hay un control de las televisoras, que es quizás la base de la mayoría de la distribución de las películas y de aspectos para poder tener mayores ingresos, pero básicamente es el sistema estadunidense, es muy sólido y muy económico.
Parece que hasta cierto punto James Joyce y todas estas personas en el exilio son una referencia. No sé si se le ha ocurrido a usted buscar tierras más fértiles.
Estoy pensando en convertirme en cantante, pero la verdad no tengo buena voz. Pensé meterme a ballet pero creo que peso un poquito demasiado como para ser bailarín. También me gustaría ser un campeón de algún tipo de deporte. Pero no. No creo estar tan feo para ser director. ¿Te acuerdas de la anécdota de tu padre que me platicaste en la mañana? ¿Por qué no la platicas?
Hay tanta gente joven aquí… Estas historias no están en los libros. En fin, mi padre, Julio Bracho, era un director de la Época de Oro del cine mexicano, y siempre fue una persona muy lúcida. Tenía una idea muy clara: escribir el guión sobre La sombra del caudillo, de Martín Luis Guzmán, quien fuera Premio Nacional de Literatura en 1958. Decidió hacer la película, y el autor, que no le había dado los derechos a nadie, se los dio a mi padre porque confiaba en él. De tal forma que el presidente Adolfo López Mateos pensó que era una idea maravillosa hacer una película sobre la novela, una novela sobre la posrevolución, una novela política bastante fuerte. Entonces mi padre la filmó, la financió con dinero del Sindicato de Trabajadores de la Producción Cinematográfica (STPC). Todos ellos trabajaron gratis. Todo el mundo trabajó gratis en esa película, incluido mi padre, porque lo que obtuvieran de la película se iba a utilizar para construir un hospital para el sindicato. Hicieron la película, hicieron la inauguración con el presidente, y con todas las gentes importantes del gobierno, y el ejército dijo: «No puedes pasar la película.» Porque habla horrible sobre el ejército, y había 20 generales que salían en la película y que estaban vivos. «No puedes decir eso. No puedes mostrarlos como asesinos. No puedes decir que somos unos matones…» De tal forma que se prohibió la película, mi padre tuvo que huir a Checoslovaquia con la película bajo sus brazos. Y se le dio muerte civil, así se le consideró. Y nunca se volvió a recuperar. No volvió a filmar ninguna película importante, no le volvieron a dar ningún proyecto, sus amigos no le contestaban el teléfono, intervinieron el teléfono de nuestra casa. Y treinta años después fue exhibida, creo que muy pobremente, unos cuantos días. Pero ya hay miles de copias pirata y ya mucha gente la ha visto.
A mí lo que me sorprendió de la historia es que su padre pasó los últimos años de su vida totalmente destruido. Y se murió de tristeza. Y mi corazón brinca, porque como productores, como cineastas, somos muy sensibles, y constantemente se nos ataca, y estos ataques nos desgastan, créanme; la maquinaria de la derecha avanza, también me atacan los de izquierda en mi país, la izquierda que tiene sus propios puntos de vista ortodoxos y rígidos, de tal manera que terminas atacado de ambos lados, y estás enmedio y tienes que defenderte, y algunas veces tu público no está ahí, porque no les gustó la película, porque la mercadotecnia no funcionó, etc. Y como resultado empiezas a meterte en esta cadena de presión. Mi última película fue muy criticada en Estados Unidos, la prensa la mató, y vendió el cuádruple en otros países. Es una relación importante de hacer: no ha ganado dinero en Estados Unidos pero en otros países sí, más que otras películas. Con esto lo que quiero decir es que siempre hay un sesgo cultural. No sé si fue la historia, si fue Alejandro Magno, si fui yo, pero la respuesta en el extranjero es distinta, especialmente en Europa y Asia. Cuando se anunció esta película nueva del 11 de septiembre sabía que iba a haber otra vez este problema: «¿Podemos confiar en Oliver Stone? ¿Podrá hacerlo o no?» Y todo eso es la precensura de la que les hablaba, creo que es una forma muy cruel de atacar. El 11 de septiembre no le pertenece a nadie, es algo que sucedió. La forma en la que mi cinta termina parece referir varias historias que siguen diciendo que tal vez mi película de Martin Luther King sea otra conspiración. Yo entrevisté a muchas personas y saqué mis propias conclusiones. En realidad yo no sé todo lo que dicen de esa conspiración, en realidad todo está relacionado con la presión, con la fuerza moral de esta persona, y también con las debilidades. Me gusta que, como Alejandro Magno, tenga debilidades y al mismo tiempo muchas fortalezas.
¿Quisiera usted dejar algún mensaje? En el cine mexicano tenemos una crisis en cuanto a las historias, qué es lo que queremos mostrar: ¿queremos mostrar nuestras propias historias? ¿Qué queremos decirle al público? ¿Y qué queremos de los exhibidores y de los distribuidores? Es una situación muy difícil para los productores jóvenes. Si hago tal película, es mi propia película, tal vez ni siquiera va a pasar, pero si hago esta otra historia que me dicen que a todo el mundo le gusta entonces si va a salir a la pantalla.
Es cuestión de ustedes. Cada persona debe tomar su propia decisión. Por supuesto que hay formas de hacer nuevas películas más baratas por medio de los videos digitales, si eres lo suficientemente inteligente y tienes una excelente imaginación encontrarás la forma de hacerlo. Y ruega que la película sea buena y salga. Yo pienso, quizás demasiado optimistamente, que sí puedes pasar por el sistema. Debes hacer tu historia sobre puntos mexicanos, sobre Tijuana, los cárteles, el narcotráfico, regresarte a los sesentas, las masacres en Ciudad de México, la corrupción… todas estas historias impresionantes del PRI… Me encanta la Revolución Mexicana, creo que deberíamos ver más películas sobre hechos reales, y creo que la escuela que ahora están teniendo ustedes es impresionantemente buena.
La naturaleza del negocio económico, por supuesto, te absorbe en una cadena. Esperamos que en México puedan trabajar de esta manera. En Alejandro Magno trabajé con Rodrigo Prieto y ha sido una experiencia maravillosa para mí. Sé que hay muchísimas personas talentosas en México. Hay otro fotógrafo, Emmanuel Lubezki, su trabajo es impresionante.
Sí, tenemos artistas visuales maravillosos. 
PÚBLICO: Como sus películas, hay muchas otras censuradas en muchos países del mundo. Ahora tenemos la oportunidad de bajarlas de la red o de obtener copias ilegales en el mercado. Siempre escucho a los productores y a los directores que dicen que no es maravilloso, sino más bien algo incorrecto. ¿Qué piensa al respecto? Podemos ver muchas películas censuradas gracias a las copias ilegales.
Creo que pusiste justo el dedo en la llaga. Creo que desde el punto de vista comercial bajarlas es incorrecto, porque hay derechos de autor, y las personas que han invertido dinero tienen derecho a gritar y a reclamar. En China es donde más se violan estos derechos. Por otro lado, si la película está censurada, pues ni modo, cópiala.
Y lo positivo del internet es precisamente eso: la capacidad de mostrarte lo que no se puede mostrar. Lo negativo del internet es toda esta información tergiversada y volteada que puedes obtener ahí. Si me paso tres horas metido en el internet siento como que he estado leyendo un cuento de chistes, porque algunas veces recibes impresiones totalmente falsas, y eso también es censura, es distorsión, y hay muchísima distorsión y mala información en el mundo. Es una forma de distorsión. Las cosas que yo he dicho suceden en el mercado estadunidense todo el tiempo, y las sacan de contexto, las tergiversan, y las ponen ahí y dicen que así fue lo que dije. Sí, dije algo similar a eso, pero lo dije en un contexto distinto, y pierde mucha esencia al sacarlo del contexto.
¿Qué piensa de la censura de su país en contra de la películas que critican la guerra de Irak?
En realidad no ha habido muchas películas sobre la guerra de Irak, y las han hecho grupos muy pequeños. Lo que realmente me preocupa es que las protestas en contra de la guerra es algo inevitable. Cuando empezaron había muchísimas más personas quejándose y presentando sus manifestaciones en contra de la guerra.
¿Qué opina de que se vea la verdad, o de que realmente se utilice como mecanismos de propaganda?
Quisiera regresarme un poquito al tema de censura. Traté de hacer un video durante muchos años, fui a Argentina tres veces distintas a tratar de hacerlo. Y tuve cooperación del presidente de Argentina, de Menem. Cooperación total: «Esta es la Casa Rosada. No tenemos censura en Argentina.» Y en 48 horas que supieron de mi viaje estaban muy preocupados, y pasaron muchas cosas. En 48 horas yo ya estaba en París y decían que nunca se me permitiría hacer Evita. En realidad eso nos habla un poquito sobre la palabra de los políticos. Me hubiera encantado haber hecho esa película, lo lamento mucho, pero nuevamente fue una oportunidad de inspiración.
Respecto de su pregunta: es difícil, y funciona en ambas direcciones. Creo que los medios instantáneos son buenos y malos. Es bueno desde el punto de vista noticioso porque haces llegar la verdad a donde tiene que llegar, y no se pierde ningún paquete en la mensajería. Sin embargo, frecuentemente no sale la verdad completa, sino simplemente fragmentos, impresiones. Todo el mundo hace su propia película, y no necesariamente es buena, tiene su propio punto de vista; es, simplemente una serie de eventos, los pones en una cámara y bien, maravilloso. Pero ¿qué significa? Algunas veces tarda uno años en entender lo que puede significar algo. Yo regresé de Vietnam como adormecido, y poco a poco mis sentimientos despertaron. Pero tardé muchos años en lograr escribir algo. Fue en 1975 cuando empecé a escribir. Toma tiempo reflexionar, y a mí lo que no me gusta de toda esta “televisión real” es que las imágenes te pueden volver loco, porque no tienen mucho fondo algunas veces, no tienen una interpretación adecuada. Nosotros, como cineastas, tenemos una función que está cambiando ahora, y ¿vamos a competir con la televisión? No, no creo. Creo que tenemos que seguir encontrando el drama de las historias, porque siempre va a existir, y no importa qué tan corrupto sea una persona o una situación siempre habrá suficiente dramatismo para poder hacerlo.
* Sesión extraordinaria de los «Diálogos en torno a la Excepción Cultural», celebrada en el Auditorio Estatal de Guanajuato el 28 de julio de 2005, en el marco del Festival Internacional de Cine Expresión en Corto. Agradecemos a la directora del festival, Sara Hoch, su apoyo para la celebración de este encuentro.

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