Suicidio, violencia y angustia extrema…

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Suicidio, violencia y angustia extrema…

2.

En una interesantísima entrevista hecha a Thomas Buergenthal y publicada en el país semanal del domingo 10-VI-07, cuando le preguntaron si la gente se mata porque no tiene resuelto el problema de la Identidad, él responde: ¡“exactamente”!

Esta afirmación me parece importantísima y me remite a la locura como búsqueda de identidad, como solución fallida… ¿Será el arte esta misma búsqueda? Uno tiene que ser alguien para otro. Uno no puede agarrar el hilo de quién es, si no sabe a qué pertenece, con quién es, para quién existe.

Recientemente leí un libro de Edgar Casarinsky llamado Lejos de dónde y de éste me queda una frase, una cita de Paul Celan, que encierra (en la página 157) toda la temática del libro: “Madre ¿de quién era la mano que apreté cuando con tus palabras fui a Alemania?”

Esta frase es actuada por el hijo, ajeno a la historia de la madre, muchos años después que ésta murió.

Uno da tumbos pero busca sostener su ser. El que se suicida es lo que hace, me decía una mujer de origen humilde cuya cultura se centra en la convivencia con los otros, ¡por lo tanto es grande! El que se suicida es valiente, dice la gente que es cobarde pero para eso se necesita un gran valor y pienso en Antígona y su paso firme hacia la muerte para salvar a su hermano de la deshonra, veo su rostro embellecido por la verdad que la habita y me avergüenzo.

Una joven se hacía pequeñas cortadas a lo largo de los brazos y las piernas. Lo hacía para calmar su angustia, la angustia le venía cuando los padres se ponían violentos. He ahí el círculo de la articulación que como medicina homeopática combate el dolor con el dolor, el horror con el horror ¿Cómo entender esto? Pienso en “El Grito” de Egon Schielle, ¿iba dirigido a alguien o se perdió en el vacío? El horror y la belleza se unen. Saturno devora a su hijo (Goya), el asesinato se convierte en virtud, la guerra santa, el martirio, el sacrificio extremo.

2.1

El sacrificio de sí es grato a los dioses, la violencia se convierte en bálsamo más allá del principio del placer.

El sufrimiento fortalece el espíritu, la ascesis mortifica el cuerpo inscrito en la transgresión, el sacrificio calma a los dioses.

La conjunción del placer y el dolor aparece en actos aberrantes como el caso de las muertas de Ciudad Juárez donde la fascinación y horror son dos caras de la misma moneda. Tal unión aparentemente contrapuesta, se llama angustia y es la base de la condición humana.

2.2

Bataille nos invita a mirar las pinturas rupestres plasmadas en las cuevas para comprender el sacrificio que condensa la violencia humana. Es en el sacrificio donde se mezcla el mundo natural con el divino y la humanidad se esconde bajo la máscara del animal.

La prohibición hace al hombre y la transgresión lo devuelve a la animalidad perdida. El hombre rechaza la muerte y la reproducción vertiginosa del mundo animal (que acata su destino) con prohibiciones; pero no se encierra en ese rechazo sino que es ahí donde encuentra la angustia con la que la humanidad se construye.

 

Es en la encrucijada prohibición-transgresión-angustia, donde lo humano se constituye como tal. El hombre se supera a través del sacrificio y convierte su existencia en un exceso. Es en ese más, que desde la razón no se entiende, que constituye su esencia. El hombre aniquila constantemente lo que creó y quiere lo que pone en peligro su vida. Freud descubre que la excitación sexual llega a una cúspide que se toca con el dolor. Ninguna teoría de desarrollo podría explicar el deseo porque la humanidad se finca en el exceso.

El hombre ante el encuentro de su objeto de deseo, se angustia. Angustia es un término relativo porque tiene lugar cuando uno desfallece en su condición de sujeto en relación a Otro.

2.3

La angustia es una señal es algo que surge cuando el objeto (a) es encontrado y perdido, es un momento un instante lo que lo constituye y lo pierde. La angustia no es sin objeto dice Lacan,[1] pero este objeto forma parte de un fantasma y es ésta condición de fragilidad extrema lo que marca nuestro intercambio social.

¿Qué objetos podemos compartir y cuáles no?

Los objetos anteriores a la constitución del objeto comunicable, del objeto socializado son los objetos a. y corresponden a las cinco formas de pérdidas que nombra Freud marcando los momentos capitales de la aparición de la angustia como señal. Cuando el sujeto es atraído por un objeto que reviste el calor de la madre aparece la angustia como señal, es el encuentro con el objeto oculto y presente a la vez lo que desborda nuestra realidad imaginaria. Experimentamos siempre la angustia de perder precisamente porque se ha encontrado y es ahí de donde el síntoma y la inhibición adquieren consistencia.

El objeto que deseamos más ardientemente es el más susceptible de arrastrarnos hacia gastos frenéticos y arruinarnos.[2] Los hombres buscan las mayores pérdidas y los mayores peligros. En la literatura y en la historia vivimos el sacrificio de otro como un cuento donde la víctima con la que nos identificamos representa su papel hasta la muerte.

Sabemos con Bataille que lo humano tiene que ver con la discontinuidad. El hombre oscila siempre entre la continuidad que remite a lo eterno, al todo, y la discontinuidad (del ser en circunstancia) sin renunciar plenamente a una o a la otra. Lo animal corresponde a lo continuo y ahí se inscriben los sacrificios tanto animales como humanos. El sacrificio introduce la muerte en la vida, el sacrificio introduce la continuidad perdida del hombre en su condición de ser en el tiempo, el sacrificio reconcilia a los hombres con los dioses.

Oigo una canción que dice no puedo detener el tiempo pero en cambio detengo tu imagen en lo más profundo de mí. La captación lírica de esta realidad ilustra la forma como nos las arreglamos para vivir a través del amor, aunque éste se vaya, aunque éste no esté, recortamos un pedazo del otro y nos alimentamos de él, encontramos caminos de ficción que juegan con la angustia de perder, construimos en lo imaginario nuestra propia historia, jugamos, pero detrás de la ficción encontramos a Dios que es la continuidad.

Dios es la continuidad y ante esta enormidad sólo la trasgresión nos permite ser apartándonos de Él… por un cierto tiempo.

2.4

El animal no se cuestiona eso, nace y se reproduce, acepta su destino y muere sin inscribirse en su diferencia, pero el hombre no se conforma y juega con la muerte violentando su existencia y la de los otros porque su vida es angustia, la angustia de ser que da cuenta de su transitoriedad le hace encarnar su contradicción y el juego lo entre-tiene. El juego erótico prolonga el tiempo, llama a la muerte y se queda en el borde, goza.

No obstante para congraciarse con Dios ha inventado el sacrificio. El sacrificio es el lazo con Dios, con la continuidad, con lo sagrado. El sacrificio calma la angustia y establece su más intima relación con ella. El sacrificio nos hace dioses sin perder la condición humana. El sacrificio mortifica el cuerpo para alcanzar la espiritualidad y la paz.

Pensemos en la frase Bíblica atribuida a Cristo: “Muchos son los llamados y pocos los escogidos”. Agapito (un paciente del hospital psiquiátrico) me decía que Dios sólo llama a los pecadores, a los trasgresores y esto hace su locura gloriosa, su sacrificio de ser loco lo une con el padre aunque las voces lo persiguen en su condición humana.

Iliana se quema, se golpea, mortifica su carne porque “La Voz” se lo pide, “La Voz” le pide la vida, el sacrificio total, la vuelta al continuo, la disolución.

2.5

La unión entre fascinación y horror se llama angustia. Dice Bataille que la angustia constituye a la humanidad, pero no la angustia sin más, sino la angustia superada.

Soportamos de distintas maneras nuestras pérdidas de dinero, seres queridos, salud, ilusiones, proyectos; sufrimos amenazas de muerte, insultos malos tratos, la vida es un peligro, es un riesgo y el que no arriesga no gana (pregúntenle al jugador). Sin dificultades y sin angustias la vida no tiene sentido alguno, las novelas policíacas, las novelas de acción lo ilustran ampliamente, las de terror dan un paso más; el crimen desata la angustia acercándose al horror en formas insospechadas de goce.

La superación de la angustia es posible con una condición dice Bataille:[3] que la angustia guarde proporción con la sensibilidad que la llama. La angustia llega al límite de lo posible en el sacrificio, no más. ¿No habla de lo mismo Allouch en Erótica del duelo?

El pequeño sacrificio, el rito, el pago calma la angustia y abre el camino de lo posible.

En esto es necesario establecer una proporción porque la exuberancia en la profusión de la muerte refuerza el poder de las prohibiciones, estableciendo un circuito interminable de violencia.

La guerra contra el narco protagoniza nuestros días este callejón sin salida, donde el aumento de la violencia produce más violencia, conducta sintomática que como el acto de mi paciente casi niña que hace cortes sobre sí misma instaura una circularidad que la encierra y la aniquila.

Les invito a leer ese espectacular del partido ecologista que predica la conservación de la vida, pidiendo la pena de muerte para los secuestradores. Al leerlo la angustia hace su aparición y la fascinación del horror encuentra el escenario perfecto de su realización.

Leo en el Milenio del domingo pasado (16 de noviembre de 2008) una cita de Hebert Philips Lovecraft: “la emoción más fuerte y antigua de la humanidad es el miedo”, esto me hizo pensar en el punto de partida de la angustia, la inhibición y el síntoma pero también del goce y la búsqueda de deseo.

2.6

Notas

[1] Revisar la sesión del 9 de enero del seminario de la angustia (inédito).
[2] Bataille George, El Erotismo. editorial Tusquets Barcelona, España 1997, Pág. 91.
[3] Ibíd., Pág. 93

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