
Resumen
Este breve trabajo tiene como objetivo destacar el papel que el ensayo filosófico tuvo en la Revista Ulises y ubicar en sus páginas una breve pero intensa discusión de la filosofía mexicana que más tarde desarrollaría ampliamente el michoacano Samuel Ramos. Asimismo, en la misma publicación se señala la impronta del pensamiento filosófico en otros miembros del grupo sin grupo: José Romano Muñoz y Jorge Cuesta. Con esto, se pretende destacar el papel de la revista en un momento fundamental de la discusión de las ideas que se necesitaban como fundamento para el desarrollo intelectual de nuestro país.
Palabras clave: revista Ulises, filosofía mexicana, pensamiento filosófico, Samuel Ramos, cultura, arte.
Abstract
This short work aims to highlight the role that the philosophical essay had in the Ulises Magazine and locate in its pages a brief but intense discussion of Mexican philosophy that would later be extensively developed by Samuel Ramos from Michoacán. Likewise, the same publication points out the imprint of philosophical thought in other members of the group without a group: José Romano Muñoz and Jorge Cuesta. With this, it is intended to highlight the role of the magazine in a fundamental moment of the discussion of the ideas that were needed as a foundation for the intellectual development of our country.
Keywords: Ulises magazine, Mexican philosophy, philosophical thought, Samuel Ramos, culture, art.
Si se piensa en las aportaciones del grupo Contemporáneos a la historia de la cultura y el arte en México, hay que reconocer que fueron innumerables los aspectos relevantes en materia de modernidad en la literatura, el arte y la crítica desde un punto de vista cosmopolita que aportó aquel grupo de jóvenes intelectuales mexicanos a lo largo de poco más de quince años. Su primera revista para el gran público, fue llamada Ulises como un homenaje de Salvador Novo y Xavier Villaurrutia a la obra del escritor irlandés James Joyce.
Hay que señalar que el nombre de Ulises —junto con su respectivo proyecto teatral— fue representativo de un momento fundamental en la vida intelectual de Contemporáneos, ya que como señala Vicente Quirarte,[1] incluso Miguel Capistrán los llamó Generación de Ulises, aquellos jóvenes que encontraron en Antonieta Rivas Mercado el apoyo que necesitaban para darse a conocer a un público más amplio, que les permitió dejar atrás revistas escolares como San-Ev-Ank y Policromías.
Ulises desde su primer número reveló una concepción amplia de cultura, debido a las múltiples actividades de sus integrantes —Salvador Novo se incluyó entre un pintor, un estudiante de filosofía, un prosista-poeta y un joven crítico—[2] e incorporó cierto espíritu cosmopolita y también ocioso.
Este breve trabajo tiene como objetivo destacar el papel que el ensayo filosófico tuvo en la Revista Ulises y ubicar en sus páginas una breve pero intensa discusión de la filosofía mexicana que más tarde desarrollaría ampliamente el michoacano Samuel Ramos. Asimismo, en la misma publicación se señala la impronta del pensamiento filosófico en otros miembros del grupo sin grupo: José Romano Muñoz y Jorge Cuesta. Con esto, se pretende destacar el papel de la revista en un momento fundamental de la discusión de las ideas que se necesitaban como fundamento para el desarrollo intelectual de nuestro país.
No obstante que la mayoría de sus páginas fueron dedicadas a la literatura, la revista Ulises desde un primer momento incluyó la discusión rigurosa y crítica de las ideas. Debido al planteamiento erudito de sus páginas, no resulta extraño que el ensayo filosófico tuviera cabida en la publicación. Cuando se piensa en los principales fundadores de la revista, no suele considerarse a un filósofo, Samuel Ramos, como miembro del núcleo primario de Contemporáneos, aunque Luis Mario Schneider lo admite,[3] lo mismo que José Luis Martínez.[4]
Hacia 1927, el primer año de publicación de la revista, el filósofo michoacano contaba con treinta años y ya había escrito anteriormente para publicaciones periódicas pues “[…] en 1924 y 1925 escribió Ramos una serie de artículos ocasionales en La Antorcha, Revista de Letras, Arte, Ciencia e Industria, editada semanariamente por José Vasconcelos, de quien Ramos fue discípulo, amigo y colaborador”.[5] En este sentido, podemos señalar el origen de su presencia en la revista como una influencia directa de Vasconcelos.
Así, Salvador Novo[6] ubica a Samuel Ramos (1897-1959) como parte de ese grupo de jóvenes ociosos que fundaron su “revista de curiosidad y crítica”. El “joven estudiante de filosofía al que no le gustaba el maestro Caso”, había sido vecino de Antonieta Rivas Mercado y con Villaurrutia “más de una vez habían visto a Antonieta salir en su inmenso coche. Se dice que Samuel Ramos se enamoró de ella, pero no se sabe si su amor no prosperó por secreto, veleidoso o desairado”.[7] Como quiera que sea, el ensayo filosófico fue una presencia constante desde el primer número de Ulises Ahí, la filosofía de Ramos mantiene su individualidad característica como sucede con las obras del grupo sin grupo, pero también perfila con nitidez las afinidades intelectuales que subyacían en las valoraciones del también llamado archipiélago de soledades.
Por supuesto, la presencia de Samuel Ramos en el grupo otorgó una voz importante en una polémica muy en boga entonces en torno al desciframiento de la naturaleza del ser del mexicano.
De esa inquietud se derivaron trabajos fundamentales como el ya clásico Perfil del hombre y la cultura en México de Samuel Ramos, cuyo hombre extrañamente nunca es citado cuando se habla ya sea del grupo Ulises o de Contemporáneos, no obstante que fue pieza fundamental de esos núcleos culturales dentro de los cuales, junto con Jorge Cuesta, representó la actividad filosófica, aun cuando no hay que olvidar igualmente a otro compañero de ellos que fue José Romano Muñoz, también filósofo.[8]
Desde el primer número de la revista Ulises aparece un ensayo de Samuel Ramos, titulado simplemente “Antonio Caso”, en el que critica respetuosamente, pero sin piedad al insigne maestro universitario. Al mismo tiempo, emprende una revisión de la historia de las ideas filosóficas en México desde el positivismo —que sale muy mal librado del balance—. Ramos resalta la labor de Caso en contra de esta línea de pensamiento aunque, según Ramos, sus métodos eran más sentimentales y retóricos que racionales. Le concede algunos aciertos, pero en general, la argumentación del ensayo está contra el profesor que dictaba cátedras multitudinarias y acaba en el escrito de Ramos reducido a un mimo, un teatralizador de la filosofía y un anquilosado. Aparece aquí una idea central de Ramos: hay una teoría caduca que necesita renovación, la filosofía no puede estar al servicio de la política pues “¡Cuando la inteligencia se deja sobornar por la pasión política siempre descienden las ideas!”.[9] Por otra parte, recalca la necesidad urgente de formar un México cosmopolita:
[…] suelen creer los hispanoamericanos, por la distancia que media con Europa, que fuera del autor caído por azar a su mano no existen otros más, haciéndose esclavos de una mala idea por falta de un repertorio variado en donde escoger algo mejor […] la verdad no es exclusiva de ningún filósofo, sino patrimonio común de todos ellos.[10]
A pesar de señalar sus yerros, Ramos reconoce en el maestro su gran formación de un discipulado, así como su entrega a la filosofía “[…] su labor fue un esfuerzo importante para fundar la sabiduría en México. Nadie como él luchó por asegurar a la cultura una existencia sólida y perdurable dándole un fundamento filosófico”.[11] Sin embargo, el intuicionismo, esa filosofía agotada que Caso promueve, no es adecuada para los hispanoamericanos porque se aleja de la razón para promulgar una verdad inefable basada en los sentimientos, la intuición y por ende, para Ramos, es irracional.
Después del positivismo ya superado, aparecía en el ámbito cultural esta tendencia de pensamiento que, aunque estaba en su ocaso en Europa, seguía en boga por tierras americanas. Según el intuicionismo o filosofía de la libertad de Henri Bergson, el único modo legítimo de conocer la realidad en toda su plenitud y pureza era la intuición. De acuerdo con el pensador francés, “el hombre es libre, cuando ahondando en sí mismo, descubre tras del “yo” social que lo ata a la vida exterior, un “yo profundo” que se rige por leyes propias y cuyo desenvolvimiento lleva al hombre a manifestar una personalidad ya sea en sus pensamientos o en sus actos”.[12]
Al margen de las posibilidades que podía proponer esta escuela, Ramos encontraba dañina tal tendencia filosófica ante la característica contextura nacional:
En México primero hace falta organizar la actividad científica y filosófica para luego combatir sus excesos, si los hay. El intuicionismo obtendría de seguro gran éxito entre nosotros, pues como en el fondo es irracionalismo, coincide con la propensión del hispano-americano a saltar sobre lo que significa trabajo y disciplina. Más saludable sería convertirnos a la filosofía del presente que ha rehabilitado a la inteligencia.[13]
Efectivamente, tal como lo veía el filósofo, en el México de aquellas décadas quienes se dedicaban a una actividad intelectual genuina, desde luego, serían muy pocos. Esa no es una desventaja para Ramos, pues irónicamente apunta “[…] el que en México sea desfavorable el cerebro, me parece una buena excusa para los mediocres; es al contrario una razón más para que las pocas cabezas fuertes que existen, suplan al trabajo de las muchas que debía haber”.[14]
El joven filósofo, consciente de los nuevos tiempos, señalaba la importancia de encontrarse en una etapa revisionista que rescataba del pasado lo que le parecía conveniente y al mismo tiempo, señalaba la necesidad de conocer, recorrer y elegir caminos propios.
Por supuesto, no faltaron abundantes diatribas al joven estudiante oriundo de Zitácuaro. María del Carmen Rovira sintetiza la respuesta de la época y enlista a los representativos: “algunos intelectuales mexicanos del momento no aceptaron la crítica de Ramos a Caso; entre ellos podemos citar a Miguel A. Cevallos que publicó un folleto titulado “La insinceridad de Samuel Ramos”; a Luis Garrido en su artículo “Un censor inoportuno” y el propio Caso en su ensayo “Ramos y yo: un ensayo de valoración personal”, publicado por la Editorial Cultura en el mismo año.”
En un sector menor pero no menos genuino, hubo también defensores de Ramos, como Jorge Cuesta, que escribía en la revista Ulises y cuyo artículo en defensa de Ramos llevaba el siguiente título “Antonio Caso y la Crítica”.[15] Encendiendo aún más la polémica, Ramos arremetió de nuevo en el número tres de la revista Ulises con su ensayo “El irracionalismo” en el que recalcó sus puntos de vista y remató:
[…] la intuición inspira desconfianza por su aire misterioso. Los esfuerzos de Bergson por diafanizarla son estériles. No puede haber claridad allí donde se afirma que la vida es el conocimiento. Concebir tal cosa es de una imposibilidad tan absoluta como concebir la cuadratura del círculo […] Es, a lo sumo, una bandera del antiintelectualismo […] de aquí al odio contra la civilización no hay más que un paso.[16]
En afán de responder la polémica, la revista Ulises publica el artículo “Ni irracionalismo ni racionalismo, sino filosofía crítica”[17] en el número cuatro, firmado por José Romano Muñoz (1890-1967) quien, ante la polarización de las partes, propone un punto intermedio entre el radicalismo racional de Ramos y la pura intuición liberadora de la corriente contraria. El zacatecano Romano Muñoz fue un profesor de la Escuela Nacional Preparatoria y según Rosa Krauze, aunque fue discípulo del maestro Caso, siguió a Ortega y Gasset. “En una época en la que imperaba el bergsonismo que Caso había introducido en México, Romano Muñoz estudió a los filósofos alemanes e italianos y a los pensadores de Norte y Sudamérica”.[18]
Bien enterado de las corrientes filosóficas en boga, para Romano Muñoz el asunto medular de la polémica se reduce a una diferencia de temperamentos: está el racionalista y el sentimental. Su “colega y amigo” es evidentemente, racional. El objetivo del ensayo es
[…] hacer ver que la intuición, como método de conocimiento, no es ninguna cosa despreciable […] la razón es incapaz de agotar el contenido espiritual de la vida, no puede erigirse en árbitro supremo para la estimación total de los valores. Así, el autor señala las interesantes aportaciones del intuicionismo a la filosofía y finalmente, propone un justo medio: invención y crítica.[19]
Coincide con Ramos en señalar que el intuicionismo puede ser moralmente negativo para los hispanoamericanos, de suyo “perezosos y abúlicos [faltos de] una sólida disciplina intelectual”. A continuación, cita la demoledora “Carta a un joven argentino que estudia filosofía” de Ortega y Gasset:
Son ustedes más sensibles que precisos, y mientras esto no varíe, dependerán ustedes íntegramente de Europa en el orden intelectual –único al que me refiero–. Porque, al ser sensibles, toda idea graciosa y fértil que se produzca en Europa conmoverá, quieran o no, el fin receptor, que es su organismo; pero al querer reaccionar frente a la idea recibida —juzgarla, refutarla, valorarla y oponerle otra— encontrarán ustedes dentro de sí esa imprecisión, esa vaguedad —llamémoslo por su nombre—, esa falta de criterio certero, firme, seguro de sí mismo, que sólo se obtiene mediante rigurosas disciplinas.[20]
El enigmático Jorge Cuesta también fue otro miembro de Contemporáneos que participó en una discusión filosófica en las páginas de la revista. En su escrito “el resentimiento en la moral” Cuesta critica a Max Scheler, representante de la corriente fenomenológica y se permite rescatar a Nietzsche y su Genealogía de la Moral. Cuesta señala errores en la apreciación de Scheler, pues éste, a diferencia de Nietzsche hace “[…] una discusión de doctrina demostrando, únicamente, que el cristianismo puede también no tener su origen en el resentimiento; esto es, que puede también servir a la expresión de un espíritu superior”. Sin embargo, esta breve incursión filosófica de Cuesta al parecer fue única, y pronto el entusiasmo de los jóvenes cosmopolitas fue superado por los problemas que ocasionaron que la revista solo alcanzara un año de publicaciones.
Como conclusión, el grupo de la revista Ulises participó en la búsqueda de la identidad nacional al darle cabida al ensayo filosófico entre sus páginas. Planteó una reflexión sobre el estado de la filosofía en México en la primera década del siglo XX, y señaló el modo en que el conocimiento filosófico y las posiciones ideológicas se mezclan en un proceso de continuidad y ruptura con el pasado. Si bien la obra de Contemporáneos es fundamentalmente literaria, la filosofía aportó a Ulises un encendido debate de amplia repercusión nacional que se mantuvo a lo largo de varios números y gracias a la controversia y la polémica, le multiplicó lectores a esta efímera publicación.
Bibliografía
- Bradu, Fabienne. Antonieta (1900-1931), México: Fondo de Cultura Económica, 2010.
- Capistrán, Miguel (comp.) Introducción a José Gorostiza: poesía y prosa. México: SXXI editores, 2007.
- Krauze, Rosa “En memoria de José Romano Muñoz” en Diánoia, vol. 14, no. 14, 1968.
- Larroyo, Francisco, prólogo a Samuel Ramos. Obras completas, México: Universidad Nacional Autónoma de México: 1975.
- Martínez, José Luis “El momento literario de los Contemporáneos” en Letras Libres, Marzo de 2000.
- Novo, Salvador “Cómo se fundó y qué significa el teatro de Ulises” en El Universal Ilustrado, México: 17 de mayo de 1928.
- Novo, Salvador y Xavier Villaurrutia, Revista Ulises de curiosidad y crítica, seis números, 1927-1928.
- Quirarte, Vicente. Introducción a Los Contemporáneos en El universal. México: Fondo de Cultura Económica.
- Rovira Gaspar, María del Carmen “Samuel Ramos ante la condición humana” en Proyecto ensayo hispánico: Universidad de Georgia, El pensamiento latinoamericano del siglo XX ante la condición humana. 2006. Referencia electrónica: http://www.ensayistas.org/critica/generales/C-H/mexico/ramos.htm#_ftn1
- Schneider, Luis Mario “Los Contemporáneos, la vanguardia desmentida” en Los contemporáneos en el laberinto de la crítica, Rafael Olea Franco y Anthony Stanton, (eds.), México: El Colegio de México, 1994.
Notas
[1] Vicente Quirarte, “Introducción a Los Contemporáneos” en El universal, ed. cit., p. 36.
[2] Salvador Novo “Cómo se fundó y qué significa el teatro de Ulises” en El Universal Ilustrado, ed. cit., pp.21 y 62.
[3] Luis Mario Schneider, “Los Contemporáneos, la vanguardia desmentida” en Los contemporáneos en el laberinto de la crítica, Rafael Olea Franco y Anthony Stanton, (eds.), ed. cit., p. 16 “¿por qué no admitir dentro de la generación a Samuel Ramos, por ejemplo, también coetáneo y perseguidor de esa integración de búsqueda nacional afirmada en lo universal?”
[4] Aunque considera a Ramos más bien en la nómina ampliada. José Luis Martínez, “El momento literario de los Contemporáneos” en Letras Libres, ed. cit.
[5] Francisco Larroyo, prólogo a Samuel Ramos. Obras completas, ed. cit., p. 19. En junio de 1925, Ramos ocupó el cargo de director de La Antorcha.
[6] Salvador Novo, Op. cit., pp.21 y 62.
[7] Fabienne Bradu, Antonieta (1900-1931), ed. cit., p. 20.
[8] Miguel Capistrán, (comp.) Introducción a José Gorostiza: poesía y prosa, ed. cit., p. 29.
[9] Samuel Ramos “Antonio Caso” en Salvador Novo y Xavier Villaurrutia (dirs.), Revista Ulises de curiosidad y crítica, número 1, 192, p.24
[10] Ibid, p. 26.
[11] Ibid, p. 29.
[12] Ibid, p. 29-30.
[13] Ibid, p. 32.
[14] Ibid, p. 54
[15] María del Carmen Rovira Gaspar “Samuel Ramos ante la condición humana” en Proyecto ensayo hispánico, ed. cit., Referencia electrónica: http://www.ensayistas.org/critica/generales/C-H/mexico/ramos.htm#_ftn1
[16] Samuel Ramos “El irracionalismo” en Ulises, tomo 3, p. 96.
[17]José Romano Muñoz “Ni irracionalismo ni racionalismo, sino filosofía política” en Ulises…tomo 4, p.135.
[18] Rosa Krauze “En memoria de José Romano Muñoz” en Diánoia, ed. cit. La autora incluye a este filósofo dentro del grupo de Contemporáneos, lo que es improbable pues no hay mayores aportaciones de Romano Muñoz al grupo de la revista Ulises, más que este artículo.
[19] José Romano Muñoz, Op. cit., p.138.
[20] Ibid., p. 142.