El Rey Ubú americano

Home Especial #2: Trump El Rey Ubú americano
El Rey Ubú americano

IMAGEN DE VESTUARIO VÍA DEAGOSTINI, FOTOGRAFÍA DE TRUMP POR JOHN TAGGART

Resumen  

Donald Trump subió a la presidencia de los Estados Unidos de Norteamérica debido a que representa un ideal norteamericano muy definido: el capitalista victorioso que, a fuerza de empeño, ambición y trabajo, puede vencer a sus competidores. Aplica a la política la misma fórmula que le llevó al éxito en los negocios. Sin embargo, representa también la figura del tirano griego o romano que puede hacer las cosas en su beneficio, simplemente, porque no están prohibidas. Hay semejanzas entre él y el personaje Ubú, rey creado por Alfred Jarry. Donald Trump es un gobernante para el capital y no para el pueblo.

Palabras clave: Trump, Ubú, narcisimo, capitalismo, ideal.

Abstract

Donald Trump reached the presidency of the USA because he represents a well-defined American ideal: the victorious capitalist that with the force of will, ambition and work can beat his competitors. He applies to politics the same formula that led him to success in businesses. However, he represents the figure of the Greek or Roman tyrant who can do anything for his benefit just because it’s not forbidden. There are similarities between him and the character King Ubu, created by Alfred Jarry. Donald Trump is a ruler who works for the capital and not for the people.

Key words: Trump, Ubu, narcisism, capitalism, ideal.

La elección de Donald Trump como presidente de los Estados Unidos, que parecía una pesadilla irrealizable y contra toda razón, demostró que la lógica y la racionalidad común no rigen los designios políticos de la masa, sino que, como había razonado Freud en su Psicología de las masas y análisis del yo,[1] la masa es influenciable y crédula. Los ideales que esta sigue son de inicio irracionales, pues la magia, la credibilidad y la búsqueda de un amo hacen posible el tejido social y su dimensión política. La masa es un grupo exaltado, voluble y apasionado, guiado casi siempre por aspectos inconscientes. Sus impulsos, según las circunstancias, pueden ser nobles o crueles, eróticos o cobardes. El concepto de lo imposible desaparece para el individuo inmerso en la masa. Se necesita un líder, un conductor, un señor en el papel del ideal que agrupe a la masa bajo parámetros que, entre más fuertes y verticales se establecen, crean una sensación de gloria mayor, respeto creciente al grupo y temor a la oposición más grande.

DERECHOS DE IMAGEN DE LA ONU

La masa se encuentra enlazada siempre por el poder de Eros, necesitando asimismo un oponente a quien pueda culpar de los problemas de su estructura interna propia. Así, el odio se proyecta y acumula en el otro exterior para solidificar las relaciones libidinales del grupo, como señalaba Elías Canetti.[2] Con base en el desarrollo de esa historia, se llevan a cabo mitos comunes que servirán como base de identificación, trátese de un sujeto o un objeto, éste empuja al sacrificio de la individualidad por el cumplimiento de la excelencia superyoica. Resulta curioso cómo los EUA, que a sí mismos se habían vendido la idea de ser un país de inmigrantes que buscaban realizar sus sueños, que se habían enriquecido con la diversidad de razas y de costumbres de quienes habían construido el país (italianos, chinos, irlandeses, etc.), se hayan ido paulatinamente acostumbrando a la idea de combatir a los extranjeros y suponer que la grandeza norteamericana es de color blanco. El filme de Charles Chaplin, uno de los cortos hechos para la compañía de cine Muttual, The immigrant (1917), mostraba precisamente que Estados Unidos estaba formado por inmigrantes que llegaban a América en busca de una vida mejor y que justamente gracias a ellos podía pensarse en un país más próspero. La paradoja es que, cuando la vena paranoica anticomunista tuvo más fuerza, Charlie fue expulsado por supuestos vínculos antinorteamericanos.

FOTOGRAFÍA DE LA PELÍCULA “THE IMMIGRANT”

 De hecho, muchos ciudadanos de la trinchera WASP (white, anglosaxon, protestant) estaban deseando la reivindicación de la bandera confederada con sus valores más añejos, ligados al esclavismo y al racismo. El resultado de la elección demuestra que EUA es un país de contrastes, donde la elección de Obama o la precandidatura de Bernfeld pueden coexistir sin problema junto a un hombre como Trump, quien esgrime con naturalidad muchos de los argumentos que Hitler vendió al pueblo alemán poco antes de llevarlos al abismo fascista. Ambos usaron el racismo para llegar al poder. Propusieron deportaciones masivas de los extranjeros, prometiendo devolver a su país la grandeza que lo caracterizó, culparon a los inmigrantes por los problemas sociales de sus Estados y persiguieron a un grupo étnico particular. En el caso de los alemanes, fueron los judíos; en el de los norteamericanos, se trata de los mexicanos y musulmanes. Personajes como Hitler y Trump se inscriben en una larga serie de líderes herederos de la tradición del antiguo tirano griego o romano que hace las cosas sólo porque puede hacerlas sin tener que brindar razones a nadie y cuya voluntad se impone sobre la del otro. En su actuar no existe alguna ley expresa o consideración del beneficio popular. Pisístrato parecía caracterizarse también por lo absurdo de sus actos; Nerón parece contar entre sus actos el asesinato de su propia madre y la muerte a patadas de su segunda esposa.

Trump podría pensarse que es la reencarnación de Macbeth, un tipo ambicioso que busca el poder a toda costa sin detenerse a pensar en los efectos dañinos de su locura narcisista, pero, sobre todo, se asemeja a Ubú Rey, de Alfred Jarry. Se trata un hombre viejo y mezquino, un aventurero grotesco salido de quién sabe dónde, crápula vil, vergonzoso ignorante que no sabe hablar bien, cruel conspirador guiado solamente por la codicia y que ve el poder como una manera de hacer tranzas en su beneficio, con una ambición sin límites que conspira para conseguir el poder hasta con sus enemigos (el caso de los rusos), movido por su ignorancia, su mal gusto, su vulgaridad, su pedantería y engreimiento. Es un hombre que no distingue el bien del mal, lo verdadero de lo falso, y que sólo confía en sí mismo de una manera que ofende al sentido común, como Donald, que está hecho para no oír a los otros y sólo para imponer su propia opinión. Aquellos que no pueden representarle un beneficio directo a su poder están destinados al destierro o al foso. Ubú traiciona y mata al rey para ocupar su puesto porque la gratitud no es algo que le concierna en ningún sentido. Intenta eliminar también a la reina y a su hijo, a todos los que considera rivales y, por tanto, enemigos. También es un líder que no calcula con exactitud las fuerzas sociales, el poderío de sus tropas ni su situación política y social, porque está cegado por su ambición y la violencia hacia lo que no represente su provecho. 

Su afán de conquista le lleva a la derrota con los rusos y con los polacos. Y, finalmente, su muerte en las Ramblas es causada por sus excesos como borracho. No es muy difícil establecer un paralelismo entre este personaje satírico y el presidente Trump, quien podría representar sin problema un fantoche como Ubú, alguien que desconcierta por su imagen vulgar, sus excesos, su grotesca necedad, su lengua suelta, su estupidez franca al hablar y su engreimiento sin medida. Tal vez, no sería difícil que pudiese encontrar un fin similar, pues ya se ha hablado una y otra vez de la posibilidad de encontrar argumentos para su destitución antes de que termine su período. Es un patán que, se dice, ha tenido éxito en los negocios y supone que su misma fórmula de exacción e intolerancia sirve para la política; quien, a pesar de haber sufrido momentos difíciles, es un guerrero victorioso, pues no cualquier hombre tiene el dinero suficiente para comprar tres esposas.

ILUSTRACIÓN DE DONALD TRUMP COMO UBÚ REY POR IIDA LANKI. CORTESÍA DE DAVID SCHEIN

Sabemos que en un momento dado estuvo a punto de irse a pique en sus negocios por su mala administración. Lamentablemente, ahora tiene en sus manos un país que quiere mandar con las mismas reglas que un hotel o una industria, negocios hechos para la explotación del hombre y la obtención de plusvalía. Ubú rey termina en la calle, pero Donald tiene el poder de mandar un país antes a la basura, con el problema de que la economía y política mundiales están relacionadas con el destino de los norteamericanos. Quizá debiésemos preguntarnos entonces: ¿Cómo ha sido posible este fenómeno social? ¿Qué ideal representa Trump que fascinó a los americanos y le llevó al triunfo?

PUESTA EN ESCENA DE UBÚ REY

Se puede imaginar a Donald acabando de abrochar su chamarra a los 8 años, pues aquél invierno parecía que iba a durar para siempre, cerrando la puerta de su casa y acompañando a su padre a los suburbios. Allí es donde tenía varios bloques de edificios de vivienda y era el primer día del mes, así que era el momento de cobrar la renta a cada departamento, puesto que su padre era muy desconfiado y no tenía ningún empleado designado para que realizase la labor. Al chico le gustaba asistir a su progenitor en esta tarea, que no era fácil. Algunas personas se atrasaban en el pago; otras, de plano, no tenían para pagar y había que proceder legalmente contra ellas para echarlas a la calle. Estas andanzas templaron su carácter hasta convertir su corazón en una roca de hielo. Posteriormente, esta tarea fue delegada al joven Donald, quien la disfrutaba con crueldad y hasta cierto sadismo. Esto lo convirtió en un hombre práctico con una lógica simple que no admitía medias tintas.

RETRATO DE LA FAMILIA TRUMP

Se hizo rudo desde joven, con un temple de acero que recordaba a los héroes de las películas de westerns que tanto gustaban a su padre, un constructor de origen alemán casado con una tradicional ama de casa escocesa. Desde muy joven fue el favorito para suceder a su padre en los negocios aún antes que su hermano mayor, una prueba que superó dejando atrás a su competidor. Asistió al Kew-Forest School en Forest Hills, Queens, junto a algunos de sus hermanos. A los 13 años, tras tener problemas de conducta que llevaron a su salida de la escuela, sus padres lo enviaron a la Academia Militar de Nueva York (NYMA), un ejercicio más a favor de la disciplina, la rigidez y el conservadurismo.

Trump asistió luego a la Universidad de Fordham en el Bronx durante dos años, continuando sus estudios en la Escuela de Negocios Wharton de la Universidad de Pensilvania porque Wharton tenía uno de los pocos programas de estudio dedicados al sector inmobiliario, donde se graduó en 1968 con un Bachelor of Science en Economía. Justo cuando Woodstock se convirtió en un evento extraordinario y un signo de libertad para miles de jóvenes en los EUA, a él todo eso no le significó gran cosa, pues sus ideales siempre estuvieron puestos en el dinero y los negocios. Se hizo del control de la compañía de su padre en 1971 renombrándola como The Trump Organization. No pasó mucho tiempo antes de que algunos cuestionaran su prácticas comerciales y en 1973 fue llevado a juicio, pero absuelto en 1975. Su filosofía ha sido siempre la misma, el dinero puede comprarlo todo y su deseo está sobre todas las cosas.

FOTOGRAFÍA DE DONALD TRUMP GRADUADO DE WHARTON

Su vida personal giró hacia el matrimonio por ahí de sus 30 años, cuando conoció a una glamorosa modelo checoslovaca de nombre Ivana, una hermosa mujer tan ambiciosa y competitiva como él (de hecho, había sido una atleta esquiadora checoslovaca) que luego se convertiría en la famosa Ivana Trump y estaría al lado de su esposo, construyendo un imperio económico. Ella estuvo involucrada en el diseño y construcción del Hotel Grand Hyatt en Nueva York, pues lo que menos podía esperarse de ella es que fuese una mujer pasiva. Luego se vio comprometida en la construcción de la Torre Trump, un espectacular edificio insignia de los negocios del marido. Ella misma hizo que se pusiera la fuente dorada del vestíbulo y supervisó la utilización de materiales tan particulares como mármol rojo, latón dorado y otros elementos de la decoración que se volvieron un ideal de buen gusto para otros, en los que la opulencia era el signo principal del asunto.

Donald parecía tener total confianza en su esposa, por lo tanto, cuando quiso invadir el mundo de los casinos, le delegó la dirección del Castillo Trump y luego la de sus negocios de resort. Y, así como en el campo de la arquitectura y la imagen sus edificios fueron insignia y modelo, también ellos como pareja se volvieron una indispensable referencia en el alto mundo neoyorkino, brindando y apareciendo en fiestas espectaculares que serían retratadas en los magazines. No sólo se colocaron en el centro del mundo de los negocios, también en la mirada de la moda y como representantes de la realización posible del gran sueño americano, puesto que pertenecían a familias de inmigrantes que habían tenido éxito en los EUA. La voluntad parecía ser el único requisito para conseguir el trofeo de la victoria sobre los demás. Su ideal no es el de la cooperación o el beneficio social, sino el de vencer al oponente y al enemigo que son todos; la vida es una competencia contra el otro.

La relación con Ivana duró algún tiempo (1977-1991) y tuvieron tres hijos, pero él inicio una relación con otra modelo y artista de televisión de nombre Marla Maples —una rubia sin muchas complicaciones con el único mérito de ser completamente americana— que le llevaría al divorcio y a la pérdida de muchas propiedades. Ese segundo matrimonio duró de 1993 a 1999. Tuvieron dos hijas. En una declaración reciente, Marla define a Trump como un hombre que siempre dice lo primero que se le pasa por la cabeza.

La tercera relación matrimonial de Donald ha sido con Melania, otra modelo de origen yugoslavo y a quien ya veía desde que estaba casado con Ivana. Cabe mencionar que en su boda estuvo presente Hillary Clinton. Melaina le ha dado un hijo más y, aunque es muy bella, no se caracteriza precisamente por su inteligencia. Aún se recuerda el plagio a Michelle Obama durante un discurso para apoyar la campaña de Trump. Habla con fluidez cinco idiomas, o sea que es una inmigrante europea en contra de la política de Trump de no aceptar extranjeros, pero es bonita y rubia: ¿Cómo decirle que no? Es una muñeca, un objeto más en la colección de bienes del imperio Trump. Aún tres meses antes de casarse con él, se prestó para posar desnuda ante un fotógrafo, hecho que, junto con algunas declaraciones, terminó por desembocar en un reclamo que ameritó una disculpa del The Daily Mail.

Su relación con estas mujeres y el breve esbozo biográfico expuesto es una forma de mostrar qué clase de hombre es y los ideales que representa: macho clasista, negociante tramposo, farsante mujeriego, empeñado sólo en gozar sin medida de todo lo que pueda allegarse.

Donald es un hombre hecho para no oír a los otros y sólo para imponer su opinión. Su consigna de campaña de levantar un muro pagado por los mexicanos es lo más absurda posible. Aún recordamos su detestable programa de televisión The Apprentice que duró 14 temporadas, donde, con el pelo pintado de rubio, se ponía como juez ideal y superyó de hermosos jóvenes, tigres ambiciosos que debían cumplir con tareas absurdas en condiciones difíciles para poder conseguir un puesto dentro de una de sus empresas. Esta pequeña odisea estaba signada por la imposición de una batalla entre los participantes, en la que se imponía el “lógico social” contraste entre riqueza y miseria.  La sociedad norteamericana es de esclavos y amos. Fracasan los que no tienen suficiente empeño, los que no ponen su voluntad, aquellos que no se esfuerzan, que no comprenden que deben hacer todo para conseguir sus sueños de grandeza, empezando por aplastar a los otros, quienes merecen ser pisados por haber perdido en la batalla.

Las emisiones parecen indirectamente haberle empujado en la campaña presidencial, demostrando la importancia de los medios publicitarios y del show business en la formación ideológica de la masa, que aprecia ver esa  apariencia de plenitud y suficiencia en el tirano para atraer a los jóvenes hermosos a sus garras, a fin de cumplir sus objetivos ¿Cuál es el ideal a alcanzar? ¿Felicidad, justicia, beneficio social? ¿Salud o seguridad para el pueblo? No, simplemente generación de riqueza. El lema de toda la serie era: “Ustedes pueden ser tan exitosos como yo si se esfuerzan, jueguen a ser como Trump y serán dioses”.

No debería extrañarnos tanto este espectáculo. El pasado reciente de los Estados Unidos ha sido practicamente conservador en lo que a política se refiere desde la Segunda Guerra Mundial. Estados Unidos siempre ha sido un país más de pobres que de ricos, de diferencias sociales abismales, de racismo. Después de todo, una de las primeras películas norteamericanas (y entre la lista de las más importantes para el desarrollo del cine, la máquina de los sueños e ilusiones) fue El nacimiento de una nación, de D.W. Griffith. Narraba el nacimiento del KKK para defender a los blancos de los salvajes negros. USA es un país de inmigrantes, pero también un país racista que considera a los blancos superiores por encima de la multiculturalidad. Obama ha sido, casi podría decirse, una casualidad en el plato de consumo norteamericano y perdió la oportunidad de dar vuelta a la historia de segregación, expulsión, marginalización, invasión e imperialismo de su país hacia el mundo, pero también de conseguir un margen arraigado para el establecimiento de los valores más progresistas en esa nación. Aunque quizá no era ese su propósito después de todo y las esperanzas puestas en él han sido vanas. Barack no fue muy diferente de sus antecesores y siguió siendo un político intervencionista y conservador en lo que se refiere al manejo internacional. Sólo estaba interesado en proteger los intereses norteamericanos. No es difícil imaginarlo sentado con su staff íntimo en la Casa Blanca observando la transmisión en vivo del ataque de los SEALS a Bin Laden como quien ve en History Channel una serie de televisión. Algunos intelectuales en México dicen que extrañarán a Obama, pero la verdad lo que van a añorar son los desplantes publicitarios de bondad y buen corazón que la Casa Blanca ofrecía al exterior para promover la imagen de la familia presidencial, cosa que no puede hacerse hoy día con la detestable —por dónde se mire— familia Trump.

PROTESTANTES FRENTE A LA TORRE TRUMP

La democracia estadounidense hizo valer sus reglas absurdas y, aún con más votos, la Sra. Clinton perdió la elección debido al sistema de conteo de votos, según delegados de los estados. El resultado es que subió al puesto (antes ocupado por los demócratas) un fulano con nula experiencia política que se ha valido de su imagen de bravucón Narciso. Trump, heredero de un abuelo proxeneta y experto en negocios mal habidos, mediante la venta de su imagen de televisión, logró convencer a los norteamericanos de que cualquier cambio —incluso uno irracional— era mejor que la reelección del partido en el poder. Su campaña no ha sido sino una temporada más de The apprentice, donde ha vendido su imagen con la promesa de una riqueza imposible. Pero la riqueza sólo puede prevalecer en el capitalismo sobre la base de la explotación.

No debemos olvidar, por otro lado, que el hecho de que el candidato demócrata haya sido una mujer debió haber contado para que esta perdiera las elecciones. Seguimos viviendo —especialmente en USA— en una sociedad falocrática sin piedad que entroniza, sobre todas las cosas, el hecho de ser un hombre rudo, frío y despiadado ante la violencia. Donald Trump es un hombre que odia a México, como se demuestra claramente en las medidas y declaraciones en contra de los mexicanos. Cuentan los rumores que hizo algunos malos negocios en México y que ahora se está vengando de las tranzas que se le hicieron. Los mexicanos deberán sufrir el castigo por su maltrato al magnate americano. Lo que más sorprende y espanta es su determinación, su ignorancia y petulancia. Justo en enero, el Secretario de la Presidencia de los EUA, Reince Priebus, dijo al programa Face the Nation de la CBS que hay “una amplia gama de opciones para que México pague el muro, las cuales podrían incluir impuestos a productos transportados en la frontera, impuestos a importaciones y exportaciones, o multas a narcotraficantes o a personas que entren a Estados Unidos de manera ilegal”.[3]

¿Multas a narcotraficantes? Eso implicaría que la DEA y la CIA saben perfectamente quiénes son los narcotraficantes y que se va a seguir permitiendo su actividad siempre y cuando paguen una multa por sus operaciones. Las declaraciones son perfectamente estúpidas, pero lo más triste es que quizá revelen la verdadera situación del tráfico de drogas. También irían en la dirección de la legalización de la droga en EUA —que, por otro lado, quizá no sea una medida tan descabellada— y la secularización del negocio a un punto de simple producción regulada. Aldous Huxley estaría sorprendido, pero no extrañado del todo de que el soma finalmente esté al alcance de todos. Ante esta actitud absurda del gobierno de Trump, tenemos un gobierno desvinculado completamente del pueblo —como lo demuestra la figura, acción y escape protegido del exgobernador de Veracruz Javier Duarte, ahora preso en condiciones que no acaban de ser claras y que hasta ahora eximen a su consorte—, corrupto, sumido en un compadrazgo con el narcotráfico, débil, sin pantalones para plantarse frente a los EUA y hacer sentir a los norteamericanos que no estamos para entrar en su juego de humillaciones. El primer ministro de Israel, Netanyahu, apoyó desde el principio a Trump para la imposición del muro fronterizo, teniendo el descaro de decir: “El presidente Trump está en lo cierto. Construí un muro en la frontera sur de Israel. Frenó toda la inmigración ilegal. Gran éxito. Gran idea”, y colocando en su cuenta de Twitter la bandera de su país junto a la de los Estados Unidos. Es como decir: “Tienes razón Trump, hay que aislar a los mexicanos que son nefastos como los palestinos”. Se equipara de esta manera la triste realidad de la división entre palestinos y judíos en nombre de una seguridad que implica invasión e injusticia moral.

Parece claro que la misma lógica de ambos mandatarios coincide en los puntos más obscuros y más absurdos: los judíos pro estado de Israel olvidaron muy rápidamente que fueron objeto de una de las persecuciones más salvajes y crueles en la historia de la humanidad, y decidieron apropiarse de un terreno que no era suyo, ampliando poco a poco la extensión de su estado hasta volver a los palestinos “ilegales” en su propia tierra y ejercer sobre ellos un control muy parecido al de los nazis a sus enemigos en la Segunda Guerra Mundial. Hubiera sido necesaria una respuesta más enérgica de la comunidad judía mexicana hacia esas nefastas declaraciones de Netanyahu, pero no fue así y la contestación fue en extremo blanda y dócil.

Por otro lado, se empieza a levantar en México una ola de descontento diferente, a exacerbarse un nacionalismo que me parece engañoso. Hoy están circulando en redes sociales banderas mexicanas, música folclórica y demás muestras de supuesto apoyo a los valores nacionales. Me parece que, al igual que sucedió con la elección norteamericana, estas muestras “virtuales” son relativas e inefectivas. Necesitamos pensar un poco más lo que estamos viviendo y lo que va a pasar, encontrar un medio más contundente para actuar en contra de la política de Trump y mejorar nuestros sentimientos nacionales para volverlos actos políticos.

Donald Trump puede ser una oportunidad para que nos unamos como mexicanos y mejorar como grupo social, pero tengamos presente que es un loco con decisiones en la bolsa. Un niño caprichoso que hace berrinches a cada rato y tira al suelo sus juguetes; al que no será fácil hacerle frente si nos hace la guerra en lo económico, cosa que parece inevitable, empezando por su resistencia a seguir en el TLC con la idea de que es un tratado desfavorable para los norteamericanos y del cual México saca ventaja sin piedad. Los datos económicos son lo de menos para él, a pesar de que las exportaciones de EUA a México fueron de 30.8 billones en 2015 y que probablemente somos los mayores consumidores de los bienes norteamericanos. Es visto que su cerebro no funciona correctamente, sino con una mezcla de odios y prejuicios que no pueden llevar a nada bueno. Ya México ha sido invadido por EUA en 1846, con la consecuente pérdida de  la mitad de su territorio, sin más razones que la legitimación de la posesión ilegal de los colonos norteamericanos del territorio mexicano. Trump tiene bajo su mando ahora al ejército más poderoso del mundo y debemos prepararnos para sus locuras, porque así como ha declarado la guerra económicamente a México, Japón y la Unión Europea, también tiene en sus manos el botón rojo de las armas nucleares y el mando de sus tropas que podrían llegar a invadirnos de nuevo. No debemos subestimar estos hechos y dejar de lado la posibilidad de que este hombre pueda ir más allá de dónde hasta ahora ha llegado, el mundo está amenazado y vive una situación crítica que puede rebasar con mucho la aterradora Guerra Fría.  

 

Bibliografía 

  1. “Gobierno de EU tiene ‘varias opciones’ para el pago del muro: Priebus”, en El Financiero, 29 enero 2017, http://www.elfinanciero.com.mx/mundo/eu-tiene-varias-opciones-para-que-mexico-pague-por-muro-priebus.html
  2. Canetti, Elías, Masa y Poder, Muchnick, Barcelona, 1977.
  3. Freud, Sigmund, Psicología de las masas y análisis del Yo, Amorrortu.

 

Notas

[1] Freud Sigmund, Psicología de las masas y análisis del Yo, ed.cit.
[2] Canetti Elías, Masa y Poder, ed.cit.
[3] “Gobierno de EU tiene ‘varias opciones’ para el pago del muro: Priebus”, ed.cit.

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