1.
¡Buenos días! Espero que sea de mañana cuando estén viendo este video. Y si es por la tarde, buenas tardes.[1]
Buenos días o buenas tardes o buenas noches y muchas gracias a Maria Konta por invitarme a hablar con ustedes. Me presento por este medio del video ya que no pude viajar a México. Lamento no poder estar y hablar con ustedes. Pero quizá por medio de este video le brinde otra manera, si no de discutir, al menos de intercambiar y compartir algo, quizá no la cosa de la significación de los significados a través de la discusión, pero, quizá algo más que usted, quiero decir el artista presente en la audiencia, sea capaz de captar e interpretar mejor que yo ¿Qué sucede cuando se encuentra frente a alguien que le habla in absentia…?
Pues bien… la pregunta que me fue hecha es la pregunta acerca del arte y la política. La primera forma de la pregunta era si el arte es capaz de imaginar la llegada, o una llegada de un ‘estar-juntos’, o una llegada común, sino de una comunidad, de un ‘ser-en-común’. Y mi respuesta a esta primera forma o modo de la pregunta fue absolutamente negativa.
Porque pienso que el arte nunca debe imaginar algún tipo de futuro. El arte no tiene nada que ver con el futuro, porque el arte no tiene nada que ver con el presente. Y el futuro es únicamente un futuro presente, un presente por ser, un presente proyectado en un tiempo que está por venir. El arte no tiene nada que ver con el presente, porque el arte no tiene, en absoluto, nada que ver con el tiempo. El arte tiene que ver con lo “fuera del tiempo”. O con el tiempo, que es él mismo, como frecuentemente se dice con palabras de Shakespeare, ‘fuera de sus goznes’. Pero quizás más que ‘fuera de sus goznes’ diría que el tiempo para el arte, o a través del arte está, él mismo, ‘fuera del tiempo’. Si el tiempo es la sucesión del presente, del pasado presente, del presente presente, del futuro presente, entonces el arte tiene que ver con algo más. Este algo más puede ser llamado ‘eternidad’. La ‘eternidad’ no es el tiempo infinito; la eternidad es lo ‘fuera del tiempo’. La eternidad es lo que abre al tiempo como espacio, por así decirlo, como cuando en Parsifal de Wagner, cuando Gurnemanz dice a Parsifal, al llegar al castillo, en el gran salón del castillo: ‘Mira hijo mío. Aquí el tiempo se convierte en espacio.’
La única tarea del arte, si es que puedo emplear la palabra ‘tarea’, es abrir un espacio que es una co-existencia, una co-presencia de seres, de significados, de sentidos, que no tienen nada que ver con ir hacia un objetivo, o con lograr algo, con algún tipo de proceso, algún tipo de consumación, de realización. Solamente abrir un espacio donde algo sucede en diferentes maneras que no tienen nada que ver con algún tipo de logro, ni de significación. Este es el significado mínimo, si es el significado, del arte. Y de esta manera, pienso, no tiene que hacer algún tipo de predicción o preparar algo por venir en el futuro; y hasta este punto el arte no pertenece a la política.
El arte puede obrar como un cierto tipo de ayuda, de glorificación, de dar significado a la política, como ha sido el caso, quizá, todo el tiempo, hasta el comienzo de la democracia. ¡Y no es por casualidad! ¡No es por causalidad! Pero incluso en ese tiempo, el arte era usado por los estados, los príncipes, por la gente poderosa, para exponer su poder, su gloria. Este poder fue, en un cierto tiempo, religioso, y en otro tiempo, no exactamente religioso; de cualquier manera, el uso del arte por el poder, por decir, en el antiguo Egipto, o casi todo el arte que conocemos de las civilizaciones antiguas, quizá los mayas o las antiguas civilizaciones africanas o incluso en Europa y en América, el arte se relacionó con la iglesia, y en parte con el Estado, de nuevo hasta el tiempo de la democracia. En todos esos casos, lo que era específicamente artístico, estético, en las obras de arte, no sólo en las obras, sino en las maneras en que los artistas se entendían a sí mismos como artistas y la manera en que el arte obraba sobre la gente, todo el tiempo la tendencia específica del arte ha sido algo más que política o religiosa, o político-religiosa.
Quisiera citar una frase, dos frases si me permite, de un músico: Mikis Theodorakis.
2.
Y bien, como quizá ustedes saben, Mikis Theodorakis es un músico griego, que estaba muy comprometido en la lucha por la democracia en Grecia. Y, por esta razón estuvo por mucho tiempo en la prisión, y dijo, y esto fue transcrito por un entrevistador, y publicado en una revista francesa el año pasado.
Dijo: ‘Afortunadamente, nunca me identifiqué con la política’. Porque él era realmente un militant, como decimos en francés, no conozco la palabra en inglés, él estaba totalmente comprometido políticamente. ‘Afortunadamente, nunca me identifiqué con la política. Incluso en el tiempo que estuve en prisión por razones políticas, trabajé internamente como un artista absolutamente libre y devoto a su trabajo principal: la música’.
Pero precisamente Theodorakis pertenece a la democracia, esto es, a la manera como la política es, obra u opera sin fundamento alguno. La política que podía utilizar al arte era una política con cualquier tipo de fundamento, quiero decir, un fundamento divino o religioso o un fundamento supuestamente natural, la legitimidad propia de un rey, de un príncipe, o lo que fuera.
*
Quizá para aclarar lo que quiero decir con política tenga que decir algo importante. Nunca más quiero dar a la palabra ‘política’ el significado total que nosotros, nosotros ¡oh ‘nosotros’!, damos comúnmente a esta palabra. Como cuando mucha gente dice ‘el arte es política, o ‘todo es política, o político’. Yo mismo lo hice antes, y contribuí, reconozco, a desarrollar la idea de que la política sería, más o menos, lo mismo que ‘ser-juntos’ o ‘ser-con’.
Pero si uno presta atención a esto, se tiene que comprender que ‘ser-juntos’ es el ser mismo. Así que la ‘unidad’ o el ‘con’ no es algo agregado a ser. Estamos muy acostumbrados, quiero decir, nosotros los occidentales, estamos muy acostumbrados a pensar que primero hay un ser aislado, el individuo, y en segundo lugar un ‘ser común’, ‘ser en común’, la ‘sociedad. La sociedad, lo social en general, la palabra designaría, precisamente, el… ‘acuerdo’ entre los individuos que estaban ahí antes del acuerdo.
Pero la consideración filosófica más precisa o más profunda, es admitir que primero es lo común, y en segundo lugar, el individuo. Nunca seré un individuo, si no surjo de la comunidad entera, no sólo de seres humanos, sino del mundo entero, la naturaleza, o del universo. Entonces, diría que el ‘con’ es primero y el ‘sin’ es segundo. Así, primero. Entonces la política no es lo mismo que ‘ser-con’. Es sólo una esfera del ‘ser-en-común’ y, podría decir, podría hacer la diferencia de esa manera: ‘ser-con’ es el dominio del sentido. El ‘sentido’ no es otra cosa que el mero hecho de que algo va de uno al otro. El sentido es la relación, el sentido no es el significado, es la relación, la circulación, como si yo hablo del mundo de un artista, pienso, el mundo de Rembrandt, el mundo de Mozart, esto es, una cierta circulación e intercambio común de signos, señales, indicaciones, sentimientos, que se pertenecen mutuamente.
No es el significado. El significado es la relación de o desde una palabra a una idea, un concepto, una significación. Y el significado, el significado, desde luego, puede ser tomado en un sentido, esto es, del lenguaje. El sentido del castellano no es el mismo que el sentido del inglés, y que el sentido del francés. Pero lo que hace posible a la traducción, si bien posible únicamente en parte en todos los casos, es que el significado, la significación, puede ser tomada de un lenguaje al otro.
Entonces, diría que la política pertenece al significado. La política da significado al ‘ser-juntos’ de un pueblo, entonces, resta decidir que significa ‘pueblo’, qué tanto el pueblo mexicano, el pueblo francés, el pueblo estadounidense, el pueblo alemán, son pueblos en este significado. En qué medida este significado de pueblo, puede ser admitido como políticamente positivo y ser tomado en cuenta. En qué medida, por otro lado, la inter-nacionalidad tiene que ser, también, tomada en cuenta. Ustedes saben, que hoy hay una enorme cuestión de derecho internacional, así como de comercio internacional. Pero, precisamente, los comerciantes son, desde el comienzo, internacionales, pero de manera que no hay más pueblo en algún significado de pueblo.
La política pertenece al dominio del significado, el arte pertenece al dominio del sentido. La política pertenece a la manera de hacer posibles las relaciones de intereses, de fuerzas, de poderes, etcétera, a fin de que cada persona tenga acceso al dominio del sentido. Pero este dominio del sentido no es el dominio de la política. Y la razón por la que Europa tuvo en el siglo pasado lo que llamamos totalitarismo es exactamente porque hubo una confusión entre significado y sentido. Esta confusión tuvo su propia razón. Y su propia razón estuvo en la destrucción del orden político previo a la democracia.
Pero la democracia ha sido la apertura de la cuestión haciendo la diferencia entre significado y sentido. Hacer la diferencia, y esta vez digo lo que para mí es, ahora, lo más importante, hacer la diferencia dentro de la democracia misma, dentro de esta palabra, de esta idea, de este pequeño mundo de significado y nuestro sentido. Lo que la palabra “democracia” designa es hacer la diferencia entre la ‘democracia’ como política, y la ‘democracia’ como algo más. Diría que no exactamente como ‘arte’, si ustedes quieren, sino democracia como ontología y/o metafísica del ‘ser-juntos’, y ‘ser-juntos’ para dar sentido, el cual está, todo el tiempo, más allá de la política como significado y del significado de la política.
*
Democracia significa política sin fundamento. O, con el fundamento único del ser humano, pero el ser humano es lo que precisamente no puede ser un fundamento, un cimiento, nunca, ni por la tierra, ni por la sangre. La democracia es la política sin fundamento, sin origen y sin fin, sin un objetivo final. La democracia es la política como una tecnología, o como un arte, en el sentido antiguo del término, un ‘arte de gobernar’, que tiene como su objetivo y como su tarea, mantener el espacio abierto dentro del cual la gente puede hacer lo que tiene que hacer, al menos dirigirse hacia su propio objetivo o hacia sus propios fines. Pero la política no es, por sí misma, ni el lugar, ni el contenido, ni el significado de todos los fines u objetivos reales, o, como diría con otra palabra que es, quizá, más importante, pero más difícil de comprender, el sentido de la vida como un ser humano. Esto es, por ejemplo, el amor, la amistad, dirigirse a la belleza, al pensamiento, pensar la misma cosa, pensar la belleza, pensar el amor, pensar las relaciones. Todas estas metas, que son metas infinitas, no pertenecen a la política. De nueva cuenta, la política misma tiene que mantener abierta la posibilidad de entrar en todas esas, por decir, esas esferas, o esos espacios de fines infinitos.
Pienso que es muy importante subrayar esto, al mismo tiempo, desde luego una conexión, la conexión absolutamente necesaria entre la política y el arte, esto es una conexión por medio de la cual la política tiene que mantener el acceso al arte. Pero el arte, por otro lado, el arte no tiene por qué abrirse a la política, o permitir cualquier otra clase de política. Pienso que el efecto político del arte ya está dado por el mero hecho de que el arte es arte, y de que el arte obra como arte. Que el artista obra como artista y que la obra obra como obra de arte, esto es, no como un obrar que produce algún significado político. Tomemos uno de los significados políticos más importantes para la democracia, esto es, la igualdad. La democracia está fundada en la igualdad, lo que significa, precisamente, que su fundamento en la igualdad no es un fundamento, no es un fundamento estable, dado, ya dispuesto y alcanzado. No sabemos lo que significa igualdad. Pero, en la democracia, sabemos que igualdad significa que cada persona es capaz de tomar el poder y el gobierno, y entonces tenemos que decidir de qué manera cada persona puede convertirse, por decirlo, en gobernante, y quizá por la vía de la elección, quizá por otros medios. Pero esta igualdad, que es la misma igualdad hacia la ley, y después la necesidad de construir la ley a fin de respetar la igualdad de cada ciudadano. Bien… el arte no tiene nada que ver con este significado de la igualdad.
3.
El arte no tiene nada que ver con este significado de la igualdad, porque este significado pertenece a lo que podemos llamar ‘la política del arte’, porque, desde luego, cada persona en la democracia tiene que tener libre acceso a las obras de arte. Pero, de nueva cuenta, cómo discutiremos y decidiremos la manera de este libre acceso, es de nuevo una cuestión de política, pero no una cuestión para el artista y para la manera como el o la artista concebirán y producirán su obra de arte. Y al encontrarnos frente a la obra de arte, ¿cómo podemos ser iguales? En una manera muy diferente. Quizá no somos iguales. Quizá somos, de alguna manera, los mismos, y al mismo tiempo, absolutamente singulares y diferentes incluso discrepantes hacia la obra de arte.
No sentimos y, diría, no producimos sentido, pero sentir es recibir el sentido y dar sentido es la respuesta a sentir el sentido. Entonces, no somos, absolutamente no somos, iguales, o quizá la palabra ‘iguales no tiene significado, en esa manera, en esa consideración de la gente encontrándose frente al arte, de la gente compartiendo en la obra de arte.
Entonces, diría que hay tres niveles diferentes. Diría que lo político es, quizá, el nivel de lo posible. Lo que es posible y lo que tiene que ser posible, para cada persona, es qué tipo de acceso, no únicamente al arte, sino al arte, quizá a la religión, al amor, a la amistad, al conocimiento, al pensar, etcétera. Lo posible y el poder, la fuerza, para hacer posible lo posible. Por cierto, añadiría que en la política todos tenemos el tiempo de considerar la cuestión del poder. Política significa poder, significa usar el poder, significa usar la fuerza para hacer posible lo posible. Primero.
El segundo nivel es el nivel de la tecnología. La tecnología tiene que ver con lo deseable. Lo que esperaramos poder hacer para responder a uno u otro deseo. ‘¿Puedo hacer esto más rápido?’ o ‘¿cómo puedo usar esta o ese tipo de materia o substancia?’ ‘¿Cómo puedo producir una nueva forma de colores, una nueva forma de imágenes, una nueva forma de usar, no lo sé, la luz, o la velocidad, o el sonido?’. Piensen acerca de todos esas nuevas formas de producir sonidos. Descubrimos y usamos y trabajamos con ellas desde hace muchas décadas. Ésas son la palabras de lo deseable, y el deseo, si no es infinito, es indefinido.
Y entonces tenemos el nivel, o la esfera, del arte. Y este es el nivel, o la esfera, de lo imposible, de lo que está más allá de cualquier posibilidad, así como de cualquier deseo. Esto es, lo que llamé antes ‘eternidad’. Esto es lo que está más allá de todo lo que puede ser proyectado, esperado, buscado. De esta manera el arte es, todo el tiempo, algo que tiene en sí mismo un momento, una tendencia a la pasividad. El arte, para cada arte, para cualquier tipo de arte, el arte empieza con una pasividad, con un recibir.
¿Recibir qué?
Recibir, si puedo decirlo así, la comprensión, el pensamiento, o quizá, para decirlo mejor, la atención al simple hecho de que somos capaces de ir más allá de cualquier posibilidad, más allá de cualquier deseabilidad. En este espacio que llamo ‘eternidad’, precisamente a la manera de Rimbaud, Arthur Rimbaud, el poeta francés de comienzos del siglo XX, y el poeta de la llegada de una nueva época. La cual no es, en absoluto, una nueva época, en el muy conocido siginificado, sino la nueva época, la nueva era de la humanidad, que es la nuestra, que es llamada modernidad. Y Rimbaud escribe: cito primero en francés:
Elle est retrouvée!
Quoi?- L’Éternité.
C’est la mer allée
Avec le soleil.
Esto es:
¡Ha sido reencontrada!
¿Qué?- La eternidad.
Es el mar que huyó
Con el sol.
Y Rimbaud escribió esto para decir que después del fin del mundo antiguo, donde la eternidad significó, de hecho, ‘fuera del mundo de la presencia’, ‘fuera del mundo de dios’, perdimos la eternidad con la llamada ‘muerte de dios’, y ahora la encontramos de nuevo, y es el mar que se fue con el sol, y el mar que se fue con el sol, esto es, el tiempo y el lugar donde, ustedes saben, al final del día, cuando la luz y la oscuridad se pierden juntas en el infinito. Pero no el infinito malo de algo que va aún más lejos sin fin. Por el contrario, el infinito bueno, esto es, la presencia, la presencia actual de lo infinito mismo.
4.
El infinito bueno, para hablar como Hegel, el infinito bueno, o el infinito en el significado de la teoría de lo infinito, cuyo nombre no conozco en inglés, théorie des ensembles de Cantor, esto es, la co-presencia de lo infinito. No hay ningún fin, y el ‘no-fin’ no es algo que vendrá de manera infinita una y otra vez, sino precisamente todo lo que está junto y ahora, en ese mismo momento, que, precisamente porque es el momento mismo de lo infinito, no es más un momento. Diría que esto es lo que sucede en una obra de arte, pero más como una obra del arte.
Pero este poema de Rimbaud que se llama Canción de la más alta torre, Chanson de la plus haute tour, y las últimas líneas:
¡Ha sido reencontrada!
¿Qué? La eternidad.
Es el mar que huyó
Con el sol.
Desde luego, en francés hay ahí un ritmo, hay, desde luego, un sentido, un significado de las palabras, pero el significado, de nueva cuenta, es tomado en el sonido como algo más que el mero significado. ‘The sea gone with the sun’, no conozco la traducción al inglés del poema, pero quizá puedo producir una especie de resonancia con el francés, que es ‘the sea gone with the sun’.
De cualquier forma, en la poesía, como en una pieza musical, como en una pintura, como en una actuación, ¡como en un filme! Diría que hay una presencia simultánea de lo infinito, y, al mismo tiempo, la presencia simultánea de una infinidad de significados, que es lo que yo llamaría sentido, más que significado, sentido en el significado de lo que Blanchot llama lo “au-sentido”. No en el sentido de ausencia de sentido, sino sentido como ser lo que todo el tiempo sale de, y se despliega a sí mismo, a partir de cualquier significado, de cualquier significación.
Y quizá podemos tomar el ejemplo del filme para comprender lo que aquí está en juego. Si pensamos acerca del filme, tomemos, tomemos el caso Ivan le terrible de Eisenstein, no sé como se traduce en inglés, pero lo entienden… Ivan, Ivan, la estrella terrible… Con tan sólo pronunciar el título del filme, toda la gente, todos ustedes, quizá todos ustedes… que han visto el filme, comprenden algo que no es ni un significado, ni una imagen, ni una sola imagen, ni un sólo sonido, o un fragmento de sonido, o de diálogo, o de música. No. Sino que cada uno de nosotros toma un sentido de algo que es este filme, esta obra en su unidad, no exactamente en su significado, sino en su sentido, que está, al mismo tiempo, en la diseminación. Uso esta palabra de Derrida, ‘diseminación’. La manera en la que el sentido va en todas las direcciones juntas simultáneamente. Y, desde luego, todos podemos hablar largo rato acerca de este filme sin necesidad de verlo de nuevo. Pero cuando vemos el filme de nuevo, las herramientas, las herramientas artísticas del filme, no están en el tiempo, ni para ver el filme, ni en este tiempo, ni en el espacio, en el que las imágenes en la pantalla se suceden una después de la otra. La presencia del filme, el sentido del filme, el sentido artístico, o estético del filme, es la manera en la que Eisenstein hace el filme, está en la manera en la que recibimos esta manera de hacer el filme, que es algo detrás, o más allá, pero detrás de cualquier detalle del filme.
Que es el movimiento, diría, que es la línea. Pienso que la idea de la línea es una idea que va a través de cualquier tipo de arte. Primero pertenece al dibujo. Dibujar es hacer la línea, es dejar que una línea vaya hacia su propio deseo. Lo que digo es casí una cita de Matisse. ‘Debemos, todo el tiempo, seguir el propio deseo de la línea, el deseo de la línea.’ Y es únicamente en esta manera que podemos comprender que en la obra de arte hay algo en juego, que está más allá del artista como persona, llámese Eisenstein, o Matisse, y más allá de todos los medios por los que la obra es producida, toda la tecnología.
De esta manera, pienso que la tecnología puede ser muy importante y, desde luego, el cine es, en cierto sentido, el arte más tecnológico. Pero, ¿es más tecnológico que la música? Y la música, ¿lo es más que la pintura? Eso no es seguro. Pero más allá de la tecnología como tecnología, es decir, todos los medios para conseguir, como dije anteriormente, alguna meta deseable, más allá de eso, está el movimiento de una línea, el movimiento que es recibido por el, así llamado, artista, y con toda la tecnología que él está usando, recibido para que le permitan irse por su propio camino de línea.
5.
¿Qué es importante aquí?
Que lo que ahora llamo línea, pero que también puedo llamar sentido o apertura, apertura, línea, sentido, apertura de la eternidad, o en la eternidad, o como eternidad. Todo esto indica algo que no pertenece ni a la política, ni a la tecnología como tales, porque, de nueva cuenta, esto está más allá de lo posible y de lo deseable. Y entonces, todo el tiempo es algo que tiene que ver con lo que llamamos ‘belleza’. ‘Belleza’ es una palabra muy importante, y peligrosa. Hoy no queremos relacionar el arte con la belleza, porque la belleza ha tomado el significado de decoración de algo, que es, que da algún placer, alguna satisfacción. Precisamente, sabemos, sabemos, sabemos que no estamos en el dominio de la satisfacción. Satisfacción significa que algo es conseguido y que es suficiente. Satis-facere, en latín, significa “suficiente”, “hecho lo suficiente”.
Pienso que precisamente si, por muchas razones para la historia, si estamos acostumbrados a comprender la belleza, o lo bello, como algun tipo de satisfacción, al mismo tiempo, pienso, cualquier artista de cualquier época supo que la belleza no tiene nada que ver con la satisfacción. El propio Rimbaud escribe en esa clase de largo poema en prosa llamado Una temporada en el cielo. Dice: ‘Insulté a la belleza’, y poco después escribe ‘Esto ya ha pasado. Hoy sé saludar a la belleza.’. Esto significa que la brecha, y el paso del mundo antiguo al mundo nuevo implica destruir la belleza y abrirse a otra comprensión de la belleza.
¿Qué es esta comprensión?
Pienso que la belleza es algo muy simple. La belleza significa lo que no entra en ningún tipo de idolatría. ‘Idolatría’ significa la creencia de que algo, cualquier clase de cosa, quiero decir, una persona, una cosa, una obra de arte, un dios, cualquier clase de cosa, se toma como una presencia real de lo absoluto. La belleza significa, precisamente, que ninguna idolatría es posible. Esto es, que no puedo detenerme en cualquier momento, o forma de ser, con el fin de abordarla como un absoluto.
Este es el significado fuerte del sentido dado en toda la tradición, primeramente occidental, pero, quizá, más que occidental, de lo que es llamado monoteísmo, que no tiene nada que ver con un dios. Si no mucho más, que es el ateísmo, que es, precisamente, pensar en dios sin dios, sin ninguna presencia de dios, pensar con el Maestro Eckhart, el gran místico alemán, que tenemos que rezar a dios para ser libres de dios. Esto es, absolutamente, el reverso de la idolatría. Entonces, si la idolatría es condenada tan fuertemente en todas las tres tradiciones, judía, cristiana, e islámica, es porque hay un sentido muy fuerte de lo que llamamos ‘dios’ está más allá de cualquier tipo de presentación, de cualquier tipo de presencia. Pero esto es algo que está presente por todas partes en cualquier civilización, y, diría, que en cualquier tipo de religión. Porque ahora estamos hablando, partiendo, de la religión.
Entonces, la belleza no es más que, no una cosa, no una forma, no hay una forma bella, quiero decir, cualquier tipo clase de forma visual, auditiva, táctil, no hay forma bella. La belleza es, todo el tiempo, una infinidad de la forma. Esto es, una forma bella es un forma que no está absolutamente, totalmente formada, que no está lograda, que se abre a algo más que a sí misma, que va infinitamente más allá. Pero, de nueva cuenta, un más allá que está, al mismo tiempo, aquí y ahora, que está dado en la obra, a través de la obra, pero no como la obra. Dada, pero no como la cosa.
En cierto sentido, uno podría decir, la política hace sus propias obras, que son ley, institución, regulación, representación de la gente, pero las obras de la política están, al mismo tiempo, dadas y abiertas a la transformación.
6.
¿Y esta es la razón para qué?
La política es el dominio de la expectativa, de la promesa. ‘Les prometo que haré más por la justicia social’, etcétera. Algunas veces sabemos que esa es una mentira y que la promesa será pre-dada una vez que la gente sea elegida o cosas como esas. Pero, de otra manera, la política es el dominio de la promesa, porque es un dominio de la expectativa, y no podemos decir, que habrá más aquí y allá, que será más que esta pequeña igualdad, que incluso habrá más con respecto a la posibilidad de tener acceso al arte, al conocimiento, al amor, etcétera.
En el arte no hay ninguna expectativa. Una obra de arte está dada, y sin posibilidades de ser llevada a una transformación. Desde luego, cada obra de arte, al mismo tiempo, abre un nuevo espacio más allá de ella. Pero este es un espacio para otra obra incluso una obra muy diferente. Después de todo este tiempo de la representación, es decir, de todo este tiempo de la mimesis en el arte, entramos, de hecho, en un tiempo de lo que llamamos ‘arte abstracto’, o arte no significante, etcétera. Eso no es un progreso en el arte. El arte abstracto no es más que el arte figurativo. El cine no es más que la pintura, o la música electrónica no es más que la música de piano u oboe. No es una cuestión de más. No es una cuestión de expectativa. Es una cuestión de que cada vez la co-presencia, la simultaneidad, de una infinidad de sentidos.
¡Y! Y presten atención al hecho de que la simultaneidad y la co-presencia de sentidos es, al mismo tiempo, la co-presencia de sentidos en el sentido de los significados. Esto es, cada obra de arte está abierta a una infinidad de interpretaciones. Nunca nos detenemos a considerar obras de arte de la antigüedad, de cada parte del mundo. El arte africano, por ejemplo, hubo, como saben, un gran descubrimiento de arte europeo a finales de… a comienzos del siglo XX. Pero el arte africano, fue discutido por mucho tiempo para decidir si era o no era arte, porque desde el comienzo para estos pueblos de África, todo el tiempo era un arte religioso. Pero ahora, pienso, después de muchos estudios de etnólogos como estetas y filósofos, sabemos que en el arte africano hay, y todo el tiempo hubo, una dimensión estética al lado de la religiosa. Una pequeña prueba de ello es que hay pueblos, lugares, donde el dios, el objeto religioso, puede estar sin un tratamiento estético especial. Y hubo un lugar y hubo un tiempo, quiero decir, en los que lo que llamamos ídolos, o los fetiches, de esos pueblos eran hechos con una enorme atención estética, con cuidado estético, y algunas personas eran mejores que otras para dar la más ¿qué? la forma más bella a la estatua, digamos, de dios.
Además, diría que la belleza no tiene nada que ver con el carácter divino de este objeto, de esta estatua. O, si tiene que ver con su carácter divino es porque lo divino, quizá, no puede ser divino sin entrar en la belleza, esto es, únicamente la belleza es divina. Que es lo que Platón pensó, más o menos, al afirmar, al final del Simposio, que tenemos que engendrar en la belleza, engendrar formas bellas en lo bello, engendrar en la belleza misma. Quiero decir, en todo tipo de cultura, o civilización, una obra de arte es una obra del arte, y no es, ni fue, una obra de la política, o de la religión, o del conocimiento.
Desde luego, diría, es exactamente lo mismo entre el arte y la política, y entre el arte y la ciencia. Una obra de arte, incluso si emplea, no sé, tendencias científicas, o medios, y hay, desde luego, cosas como esas, y la ciencia o la tecnociencia desempeñan un gran papel. Incluso desde hace mucho tiempo, como, por ejemplo, en el arte de preparar los colores, o al brindar una manera de tocar música con nuevos instrumentos. ¿Cuántos instrumentos han sido inventados desde el instrumento pre-histórico? Pero todo el tiempo, todo el tiempo, lo que está en juego es el sentido de algo que está, desde el comienzo, liberado de tener algo útil, algo útil al conocimiento, o a la política, o a la religión. ¡Pero! ¡Pero! Al mismo tiempo, y esta vez, con respecto a la política, hay algo a ser considerado de otra manera.
7.
Y eso que ha de ser considerado de otra manera es que cada vez que una obra de arte es producida, es mostrada, es decir, dada al otro, porque la obra de arte no existe sin ser dada al otro, dada para ser escuchada, para ser considerada, para ser ofrecida al espectador, al escucha, todas ellas maneras de tomar parte en la obra de arte. No es necesario ser llevado a una ejecución colectiva para compartir de la obra de arte. Únicamente es necesario entrar en el sentido del arte. Y la posibilidad de entrar en el sentido del arte, la posibilidad, es algo que tiene que ser dada por la política. Pero después de que esa posibilidad es dada, el entrar mismo, el participar en el arte, no pertenece más a la política.
Ese es el porqué de que no pueda haber arte oficial, y cualquier arte oficial, cuando es algo como eso, cualquier arte oficial no es arte. Eso lo sabemos muy bien. ¡Pero puede serlo! ¡Puede serlo! El arte real se presenta como un arte oficial. Pero esa es otra cuestión. Bien, lo que ahora debe ser considerado como yendo del arte a la política es que cada vez que nos es dada una obra de arte, nosotros, todos nosostros, porque los artistas son, al mismo tiempo, artistas y parte de la sociedad, estamos en la unidad de todos nosotros. Entonces, cada vez que el arte ocurre, que el arte sucede, y quizá toda obra de arte tiene algo de suceso. Cada vez que algo de este tipo sucede, es una vez en que la política es más posible como política democrática. Y quizás esta es la razón por la que ahora no podemos comprender la política, si no como democracia, pero no en la manera de un gobierno democrático, no sólo en esa manera al menos. Pero, quizá, todavía tenemos mucho por descubrir, por inventar, por cambiar en el gobierno democrático, por ir aún más lejos en la comprensión de lo que la democracia puede ser. Pero, cada vez que el arte sucede, es una vez que la democracia tiene más significado y, diría, más fuerza.
Cada vez, por el contrario, el arte no es posible, no sólo porque no existen los medios, no sólo porque no hay suficiente dinero, o no sólo porque no hay permiso, o acuerdo, por parte de lo político, o el poder social, económico, etc, para permitir la posibilidad de hacer una obra de arte. Pero, incluso si el arte no sucede, porque no encontramos la manera de hacer arte, esto es porque nuestra sociedad, nuestra cultura, nuestro sentimiento, nuestro modo de ser-juntos no permite la posibilidad del crecimiento de un artista. ¿De dónde viene un artista? No viene de su familia, ni de él mismo, o de ella misma. Un artista viene de la sociedad, de todos los, diría, de todos los estados del mundo alrededor de él, y hay tiempos y lugares donde un mundo, el mundo entero y parte de un mundo producen más, y quizá más artistas, y más movimiento en el arte que en otro tiempo. Y todos somos responsable de eso.
Entonces, en este sentido, el arte hace mucho por la política, porque abre una y otra vez a la política a su propia tarea, que es dar acceso a toda forma de vida, y de sentimiento y de ser. Porque, finalmente, lo que está en juego es ‘ser’, un ser, que está más allá de la política y que está, pienso que lo digo esto al final de esta charla, que está más allá del arte. Esto es, que está más alla del arte como obra del arte. Y lo que está más allá de la obra del arte es lo que Blanchot llamó, en francés, desouvrement, que es imposible de traducir al inglés, pero que podríamos llamar ‘desobramiento’. O, en español, sé que puede ser traducida como ‘oevre desouvre’, ‘obra desobrada’. El ‘desobramiento’ no es hacer nada, no es el no tener nada que hacer. ‘Desobramiento’ es lo que cualquier obra de arte, esto es, la tendencia especial de una obra de arte, es tener esta marca, y esta apertura en sí misma. En cada obra de arte hay un ‘desobramiento’, diría, hay una paradoja, un desobramiento en obra. Una obra en proceso, si quieren, pero es más que una obra en proceso. El ‘desobramiento’ obra para reabrir la obra infinitamente, para reabrir la obra al infinito y a la eternidad, que está en ella misma, que es dada y abierta por ella misma y a sí misma.
Me detendré en ese punto y les agradezco por su atención.
[1] Nota de la traductora:
El texto que presento aquí es la traducción de la transcripción de la videoconferencia de Jean-Luc Nancy intitulada “Meaning, signal, sense: theoretic, aesthetic, artistic” presentada en el coloquio Orígenes (com)-partidos: el arte, la tecnología, lo político el 3 de marzo 2011, en el Centro Multimedia, Centro Nacional de las Artes, Ciudad de México.
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