Estética erótica: notas sobre las representaciones de la sexualidad y la construcción sensible del sujeto contemporáneo

Home #32 - Sexualidad Estética erótica: notas sobre las representaciones de la sexualidad y la construcción sensible del sujeto contemporáneo
Estética erótica: notas sobre las representaciones de la sexualidad y la construcción sensible del sujeto contemporáneo

5.

El juego de las sensaciones

 

Gemidos, risas, lágrimas, gritos, movimientos bruscos, rigidez muscular, relajación, jadeos, sudoración, cosquilleo y un sinnúmero de expresiones con las que el cuerpo y la mente reaccionan a un estímulo dentro de aquello que conocemos como el “acto sexual”, esta acción parece superar a la dialéctica misma, se convierte más bien en un juego analéctico, en el que no sólo es posible encontrar violencia de un tipo, sino apaciguamientos, contraataques, caricias y varios movimientos, ideas y sensaciones que dan cuenta del caos que habita en el género humano.

Todo lo anterior forma, de la manera más clara, parte de una estética que se ha quedado detrás, impávida en la oscuridad de la confusión teórica, a causa de la infinidad de análisis académicos que la encierran en aquellos mitos del arte, la belleza, el genio y el buen gusto. He de decir entonces, que una erótica, es una parte fundamental constitutiva de la estética, pues se encuentra en nosotros desde temprana edad, aunque nos sea desconocida. Esto quiere decir que nuestro concepto de estética es aquí referido como lo concerniente a la sensibilidad, que se desarrolla en los seres humanos mediante diversos hechos en el mundo y que se procesan en la consciencia; en este caso el erotismo expresado a través de diversos medios, es encaminado al sujeto por medio de las vías sensibles y se traducen en sensaciones placenteras que ya han sido significadas culturalmente.

La erótica como acto sexual se manifiesta de cualquier manera, ya sea como falta, como necesidad o como vicio, incluso como la condición de un cuerpo y una mente sanos. Ha generado los escándalos más poderosos a través de los siglos debido a su forma prohibitiva, por lo menos en las regiones occidentales. No obstante, esta forma erótica siempre ha estado presente en el género humano, tan presente, que el mismo Marqués de Sade manifiesta ésta como la forma más elevada de la felicidad, por lo que promueve su actividad sin freno y en las formas más extremas. En la nota introductoria de su Filosofía del tocador nos dice:

Voluptuosos de todas las edades y de todos los sexos, a vosotros solos ofrezco esta obra: nutríos de sus principios, que favorecen vuestras pasiones; esas pasiones de las que fríos e insulsos moralistas os hacen asustaros, no son sino los medios que la naturaleza emplea para hacer alcanzar al hombre los designios que sobre él tiene; escuchad sólo esas pasiones deliciosas; su órgano es el único que debe conduciros a la felicidad.[1]

De tal forma es que, más allá de su conflicto maniqueo y de su origen natural o artificial, no hay ser humano que quede fuera de dichas sensaciones, aun cuando fueren accidentales o por lo menos, hay un deseo por ellas a nivel cultural. Si esto es así, es cierto entonces que, siempre que se habla de erotismo en este sentido, se está implicando a la estética y no al contrario. Con esto quiero decir que, el erotismo según las tres formas bajo las que lo reconoce Bataille[2] —el del cuerpo, el del corazón y el de lo sagrado—, implican una naturaleza estética, es decir, sensible. Propongo entonces pensar el erotismo como una categoría de la estética, no porque no se le haya dado ese lugar históricamente, sino porque parece quedar implícito en los grandes análisis sobre éste.

5.1

Platón menciona en su Banquete al erotismo, como el amor, ya que su nombre se germina de Eros, el dios griego del amor, del sexo, de la atracción sexual y de la fertilidad. Para los aztecas el amor formaba parte incluso de la magia, de la guerra y de la muerte, el acto sexual y la procreación significaban una batalla. En la mitología nórdica, por ejemplo, Freya era quien representaba el amor y la fertilidad, pero también era asociada con la guerra y la muerte. Es desde estos antiguos relatos que cobra sentido la tríada bajo la que Bataillle piensa al erotismo. Resulta muy evidente su forma sagrada a partir de los datos mencionados, sin embargo, su forma pasional como enamoramiento está también muy presente en nuestra vida.

Resulta ser que el enamoramiento entonces es un mecanismo estético que se genera a través de la mente, es a lo que le llamamos pasión y que finalmente consigue alguna resonancia en el cuerpo. En la cotidianidad solemos reconocer aquella frase que se refiere a “sentir mariposas en el estómago”, si bien no se entrará en discusión sobre el origen químico de estas sensaciones —ya que su verdad o falsedad no afectarían la argumentación sobre la manifestación estética—, es evidente que hay una correlación entre los deseos, la imaginación, las ilusiones y todo ello que implicaría aquello que llamamos amor, y el cuerpo. Me refiero, claro está, al amor de pareja o al enamoramiento más allá del sentimiento amoroso de un padre por sus hijos o viceversa, del que no se niega otro tipo de sensaciones llevadas a la corporalidad, sin embargo, para delimitar una sola línea es que pienso en el enamoramiento de pareja.

 5.2

El cuerpo como detonador estético

Es innegable el conjunto de sensaciones que provoca la sola presencia del ser amado, lo que genera un juego estético de la subjetividad, pero con fines de mostrarse, éste se convierte en un juego de dos personas —aunque depende de los usos y costumbres de cada cultura—, es quizá un juego implícito en el que se entra, pero finalmente un juego de sensaciones, se precisa hacer del conocimiento del otro los propios sentimientos, pero lo mismo se requiere de aquella persona. La naturaleza estética del eros amoroso no resulta solamente de un bienestar pasional, sino también de la carga de sensaciones que vienen con eso, los celos, la falta, la inestabilidad emocional y muchas otras sensaciones difíciles de superar, pero que son parte implícita del enamoramiento.

Pero el erotismo nos ofrece, sin desprendernos necesariamente de la forma anterior, otra de sus tipologías, se trata de una estética que abarca en mayor medida a la corporalidad. Si bien he mencionado que no se excluye el amor romántico de ésta, pues se sugiere que la sensación del placer sexual es más intensa si se equipara con aquel, si se precisa de los sentidos y sus canales más superficiales para llevar a cabo ese acto de felicidad al que nos conmina el Marqués de Sade en la cita anterior.

El placer sexual entonces precisa del cuerpo, es una condición humana el poder llevar a cabo aquellas actividades propias que nos permiten las zonas erógenas, es decir, dadoras de placer. Pero esta actividad se enriquece aún más cuando se comparte con otro participante —lo cual no niega el disfrute del acto en solitario— o quizás otros, según las limitaciones socio-culturales propias.

5.3

La acción decisiva es la de quitarse la ropa. La desnudez se opone al estado cerrado, es decir, el estado de la existencia discontinua. Es un estado de comunicación, que revela un ir en pos de una continuidad posible del ser, más allá del repliegue sobre sí. Los cuerpos se abren a la continuidad por esos conductos secretos que nos dan un sentimiento de obscenidad.[3]

Este sentimiento de obscenidad es una de las sensaciones más profundas, pues se trata de enfrentarse a lo prohibido, es la ruptura de la norma, la desnudez nos coloca frente al otro desde una perspectiva frágil, pues es el espacio que no se muestra comúnmente, según Bataille, tanto la desnudez como lo muerto se oculta.

Una vez abierto, el cuerpo resulta una fuente infinita de placer sexual, tanto para uno mismo como para el otro, algunos sexólogos expresan de manera coloquial: “el orgasmo es de quien lo trabaja”, esto quiere decir que en la actualidad se trata de desmitificar el cuerpo y apropiarnos de él, dejando de lado aquellos parámetros moralistas que impedían el disfrute de la corporalidad. Se diría pues, que en la actualidad se presenta más a la mano el desarrollo una estética de la sexualidad, puesto que existen ahora terapeutas sexuales, juguetes, consejos y una mayor apertura, respecto de los siglos pasados, con respecto al tema del erotismo. Incluso existe ya, en la era de la onto-tecnología, un artefacto que combate la anorgasmia femenina, se trata del llamado orgasmatrón, el que, conectado al sistema nervioso central y por medio de algunos comandos, permite a su poseedora experimentar un auténtico orgasmo, tan sólo apretando un botón. Es así que, entre asuntos de consumo y de ideologías, la modernidad también privilegia el terreno de las sensaciones, de la estética.

5.4

Conócete a ti mismo, la masturbación

A lo largo de la historia han sido innumerables los debates sobre la sexualidad, sobre sus efectos positivos o negativos, de la misma manera la actividad sexual se ha considerado una práctica difícil de ubicar, puesto que se presta a diversas interpretaciones, entre las que, la religiosa, ha sido una de las que más ha oscurecido el panorama. En su Historia de la sexualidad, Foucault nos da un recorrido por algunas de las concepciones al respecto, resulta interesante el concepto de satiriasis, que supone una enfermedad en la que el hombre tenía largas erecciones o continuas, de la misma manera las mujeres que tenían deseos eróticos muy intensos y que lubricaban en demasía, eran conocidas como ninfómanas. Los nombres con los que se conocían estas supuestas enfermedades han resultado un poco agresivos, por lo que en la actualidad, de existir un trastorno, se le conoce como hipersexualidad; sin embargo, se ha llegado a la conclusión de que es una tarea dudosa determinar hasta dónde se puede diagnosticar como un trastorno, ya que puede tratarse simplemente de una persona con mayor deseo que el promedio, lo cual implica una diferencia en las hormonas o en la testosterona, según sea el caso.

Sócrates prescribía al género humano una máxima que se ha vuelto muy famosa: “conócete a ti mismo”, se refiere a la introyección de uno mismo y a las ventajas de ser y estar en el mundo, de modo que la acción que se lleve a cabo en él, resultará en una ventaja, pues sólo el conocimiento propio, el examen de sí mismo, hace que la vida valga la pena de ser vivida, a decir del filósofo. Si esto es así, quiere decir que conocer las potencialidades y los propios límites, no sólo nos conducirían a lo que Aristóteles le llamaría una vida buena o una vida feliz, sino que nos acercaría también a una posible sociedad funcional.

Pero es posible que la frase no sólo se remita a los procesos del pensamiento, pues es claro que los griegos de aquella época, llevaban a cabo una filosofía de corte práctico, es decir, que vivían conforme a sus ideas en la medida de lo posible —como ejemplo los grandes banquetes, la vida de Pirrón de Elis o de Diógenes el cínico—, por lo que la masturbación posiblemente fuera parte de ese auto-examen, ya que por aquellos años, se pensaba también en la medicina como un modo preventivo de las enfermedades y no se centraba en su cura. De cualquier modo, se refiera o no nuestra máxima a la autosatisfacción sexual, parece ser una adaptación congruente con miras al desarrollo del sujeto.

5.5

Ese estar consigo mismo, no sólo implica un re-conocimiento del yo, de la propia corporalidad, del yo imaginativo y memorístico, sino que dota al individuo de la consciencia respecto de la auto satisfacción, la posibilidad de autopoiesis, de la generación estética propia a partir de la praxis de sí mismo, se trata de un proceso de construcción, es decir, formativo, en el que el cuerpo propio no implica suciedad y rechazo propio, al contrario, proporciona el conocimiento de sí mismo y con ello la claridad. Es sólo en el reconocimiento que surge la posibilidad del dominio propio, la mente y el cuerpo se reconocen en complicidad con el yo, no sólo para proporcionar placeres, sino para superar los dolores, las enfermedades y otros avatares.

Pero la masturbación no viene con un simple movimiento corporal que interactúa con los órganos genitales, sino que tiene lugar desde la imaginación, el recuerdo, la fantasía, la posibilidad y un sinnúmero de elementos que brindan la oportunidad de ejercer en la autonomía, una estética de sí mismo.

La imagen pornográfica

Penetraciones salvajes, miembros masculinos de gran tamaño, vulvas cuidadosamente rasuradas o delineadas, senos grandes y cabelleras rubias que se agitan, resultan, en su mayoría, el canon de belleza que invade las fantasías de un buen número de personas en occidente, sin embargo, los cuerpos atléticos, depilados y bronceados no son tan comunes en la cotidianidad, lo que sigue generando éxito en la mirada del espectador.

5.6

“La mirada era considerada el vehículo más seguro de la pasión…”[4] menciona Foucault, mientras piensa en la sexualidad en el siglo IV, sin embargo, no resulta para nada aislado en la era de la razón panóptica, en ésta, la imagen es la gran detonadora del deseo sexual, la vista es el primer canal del deseo, la estética erótica, según la cultura visual que habitamos, se gesta con una actitud voyerista, desde aquellos intentos por acceder por la mirada a las zonas íntimas de los demás, en la niñez, hasta el acceso a las revistas o videos pornográficos. Sin embargo, el placer sexual es mucho más grande cuando se implican los demás sentidos, como el olfato, el tacto, el gusto y el oído, además de otros elementos como la imaginación y el sentimiento.

Es conocido el rechazo hacia la imagen pornográfica, se podría decir incluso que existiera un rechazo común por ella, sin embargo, dicho rechazo parece ser sólo superficial, dado el gran éxito de esta industria. Por lo contrario, los padres inculcan en sus hijos la prohibición al consumo de dichos productos, aun cuando la norma no aplique para aquellos. La obscenidad de las imágenes pornográficas, la explicitud en sus acciones, el mostrar de más o “no dejar nada a la imaginación” —como dicen los padres—, ha logrado una prohibición imaginaria en el sujeto que, tarde o temprano habrá de desobedecer, lo que se traducirá en su consumo. Pero quizá la imagen obscena funja mejor como un aliado para la formación del sujeto, si se le presenta como una mirada construida, de tal modo que pueda caer en cuenta de la creación de estereotipos, sin embargo, tal posibilidad sólo se daría a través de la superación de la moralidad con la que la pornografía y el conocimiento del propio cuerpo han sido prohibidos.

Los primeros acercamientos del sujeto a la sexualidad, se genera comúnmente por medio de la pornografía, estos productos están a la mano y cada vez es menos complicado tener acceso a ellos, a partir de las distintas plataformas que ofrecen la posibilidad de participar de ellos, siendo la internet, una de las más recurrentes; no obstante, la pornografía impresa y las películas, como medios clásicos de pornografía, siguen produciéndose, debido a su alto nivel de demanda. Esta accesibilidad provoca en las jóvenes generaciones la fantasía de aquello a lo que aún no se han enfrentado, es decir, a su primera relación sexual.

En este primer encuentro el sujeto se encuentra temeroso de no funcionar como el personaje que ha visto a través de la imagen pornográfica. Las situaciones ahí representadas, los cuerpos que representan el estereotipo de la belleza occidental, los miembros de gran tamaño y la larga duración en el proceso de la penetración, sumado a los múltiples cambios de posición, dejan en el adolescente una angustia por situarse al mismo nivel representado por la fantasía y los trucos de cámara y edición que ignora y por lo tanto, representan una suerte de decálogo sexual.

El inicial miedo y la angustia dan como respuesta un desempeño que para el joven, deja mucho que desear, pues la ficción que había colonizado sus deseos, lo llevaba a buscar una práctica quizá insostenible, sería posible decir que el deseo sexual del sujeto se encuentra sesgado por la imagen pornográfica más tradicional. Lo anterior no sólo tiene repercusiones en las relaciones, también tienen consecuencias en su salud.

5.7

Piensa Pierre Levy[5], que el descubrimiento del Viagra para la disfunción eréctil, ha logrado, más que beneficios, la generación de más casos de disfunción, incluyendo y quizá más bien desarrollando la infantil, ya que se logró una gran potencia en el mercado, en detrimento del avance en cuanto a las causas de tales condiciones, es decir, resulta más fácil medicarse, que llevar a cabo un proceso de auto-conocimiento y de terapia, para atacar el problema, es más fácil tomar píldoras y más rápido, tal como lo exige la rapidez de nuestras sociedades actuales. Cada vez es más regular el acceso que tienen los jóvenes a estos productos, de manera que se generan un problema ahí donde no lo hay, porque surge de una fantasía, de la fantasía de las poéticas pornográficas, de manera que no lograr la erección del protagonista, quizá por el mismo nerviosismo, será razón suficiente para consumir un fármaco que lo hará dependiente, relacionando el acto sexual, con el consumo de una sustancia.

Si bien no se trata de satanizar a la pornografía, lo que de por sí ya es un lugar común en la mayoría de nuestras sociedades, se busca problematizar uno de los efectos que ello puede traer a partir del desconocimiento y el deseo de fantasías improbables.

5.8

¿Pospornografía?

Antes se han mostrado dos modelos que aluden a la sexualidad, la imagen erótica y la pornográfica participan de algunos elementos característicos que, hasta nuestros días, han cumplido con una cierta función en cuanto a la creación de públicos, cada vez más dirigidos a ciertos contenidos.

La pospornografía surge como una suerte de respuesta a la tradicional pornografía, pero tampoco se queda al nivel de la expresión erótica, busca ciertas formas de transgresión de aquello que resulta lo legalizado en la industria pornográfica y con ello una salida a su modelo de repetición banal, ya que ésta actúa mediante fórmulas que dan cuenta de su éxito, sin ir más allá de los pasos que deben seguirse para hacer una película pornográfica exitosa. Se trata del modelo del sexo explícito que nos menciona Giménez Gatto[6], como en canon de la pornografía desde su prehistoria y que se mantiene hasta nuestros días.

El acercamiento y la eyaculación masculina, son los elementos imprescindibles para la creación pornográfica, “…el semen es el combustible de la máquina deseante, lo que la hace funcionar, lo que hace que su deseo corra de un lado a otro…”[7]. La mirada ha sido adiestrada, no sólo para captar con mayor fidelidad la eyaculación como momento culmen de la representación pornográfica, sino que se genera la necesidad de éste, de tal modo que la dimensión estética está dirigida culturalmente por estas representaciones, hasta tal grado, que el espectador precisa de estos elementos específicos para activar su sensibilidad y procurarse placer, de otro modo le quedará un sentimiento de incompletud. Estos elementos son justamente las claves para una exitosa representación pornográfica, a saber, la penetración, el acercamiento y la eyaculación.

Los sujetos que mantienen la relación sexual se convierten así en cuerpos sin rostro, han sido cosificados cada que la cámara busca más acercamientos hacia sus órganos genitales, lo que se llamará el meat shot y el medical shot, debido a que el primero se relaciona con la carne en su naturaleza gastronómica y el segundo se refiere a la toma cercana, tal como si fuera la mirada de un ginecólogo

Erotismo caníbal, abismamiento de la mirada donde la corporalidad se convierte en un suculento objeto parcial, inmediatez de lo sexual sometido a la implacable tecnología del zoom. La mirada pornográfica funciona sobre la piel y sus pliegues, orificios y erectilidades, la recorre compulsivamente, intentando eliminar toda distancia. Mirada táctil o mejor aún, gustativa, horizontal, cruda e inmediata, desaparición epidérmica de la distancia escénica en una suerte de devoración escópica del cuerpo en primer plano.[8]

Las técnicas y las formas de la producción pornográfica, al no modificarse, crean una fórmula para su permanencia y éxito financiero. No obstante, desde la postura del espectador, sus potencialidades sexuales se quedan en un nivel muy básico, ya que en su mayoría la vida sexual es un correlato de la representación pornográfica, aludiendo al gran peso de la cultura, sobre las consciencias en ideas, deseos y sensibilidades.

Lo interesante de la pospornografía es que no parece tratarse de un simple género, ello nos diría que participa de ciertas características para sus representaciones, sin embargo, sí existe un factor común en sus elementos. Se trata, no de lo que aparecerá en ella, sino de lo que no se hará, a saber: ocupar los elementos tradicionales de la pornografía.

5.9

Este género de representaciones nos permite llevar la mirada más allá de la dicotomía imaginaría entre pornografía y erotismo; juega con ambas, en un sinnúmero de posibilidades. No se trata de escapar al acercamiento de la cámara, se busca complejizar, no sólo la mirada, sino las sensaciones que surgen de la percepción. Es de esta forma que el erotismo recupera sus posibilidades éticas, así como la pornografía no se queda sólo al nivel del dictado de lo obsceno, para presentar una fantasía con máscara de hiperrealidad, de manera que se hace patente la posibilidad de que el espectador interactúe y contribuya a su praxis estética, transformando y enriqueciendo su sensibilidad.

El alejamiento de las tomas es contrapornográfico, nos aleja de la mirada microscópica de lo sexual, por ello una pieza pospornográfica se mueve en diferentes sentidos, tanto en forma como en contenido. La lente de la cámara puede alejarse, justo en el momento de la eyaculación, creando un misterio alrededor de ella o por lo contrario, el acercamiento llega a extremos que trascienden la piel, hasta los huesos, los músculos y las vísceras.

5.10

El sexo ya no sólo es fotografiado, también es radiografiado, la penetración ya no sólo es sexual, es también escópica, la desnudez no sólo es la piel, sino el interior de ésta. Ésta es sólo una de las múltiples formas en las que se ha pensado lo pospornográfico, un ejemplo de entre su diversidad de formas, es una película realizada por medio de luces infrarrojas[9], éstas detectan las zonas del cuerpo con más calor —éstas son las erógenas—. Puede tratarse también de alejamientos de cámara, en contradicción a los burdos y repetitivos acercamientos de la pornografía canónica, para desarrollar la potencia poiética del sujeto, es decir, su capacidad creativa, en la que completa la imagen sugerente por medio de su imaginación.

No sólo se da un giro a la forma de reproducir la sexualidad humana, sino también del contenido. Nuestro género resulta crítico frente a los sistemas culturales adoptados mediante la imagen pornográfica clásica, incluyendo el machismo, el rechazo de los fluidos corporales, la exclusión de ciertos sectores conforme a la especialización de géneros y categorías pornográficas, de tal manera que se crea un imaginario desde la misma pornografía, que crea una fantasía de libertad, pero que sigue basándose en un deber ser, de la experimentación sexual.

5.11

Mujeres sin depilar, masturbaciones o relaciones sexuales en el periodo de menstruación, personajes queer, transexualidad, representación de algunas filias, representación de la sexualidad de sujetos con capacidades diferentes —sin ser vistos como fenómenos o como personas especiales—, libertad en la creación, el desarrollo de argumentos elaborados, imagen conceptual, juegos de cámara y técnicas cinematográficas, son algunos de los elementos que conforman las posibilidades del universo que ofrece la pospornografía y que, recuperando mi inicial preocupación por la relación de estas representaciones con la estética, ofrecen la posibilidad de transformar la sensibilidad, logrando partir de sí mismo, como sujetos conscientes de sí, pero también abiertos a la diversidad de posibilidades a partir de la sexualidad y el erotismo. Se trata entonces de ir más allá de la mirada teledirigida y con ello, las sensaciones que se deben o no sentir, traducidas de la imagen a la cotidiana vida sexual.

Si bien la estética cotidiana en su dimensión erótica, ha sido conformada por la producción pornográfica, es preciso apropiarse de la sensibilidad y con ello, comenzar a transformar la realidad, haciendo, no sólo una mirada más crítica, sino también una sensibilidad más crítica y compleja que nos hará actores en este mundo, para, a su vez, lograr una resonancia práctica en otras esferas de nuestra vida diaria, gracias al reconocimiento de sí mismo y de la propia autonomía en la constitución de sí.

 5.12

 

Bibliografía

  1. Bataille, Georges, El erotismo, Tusquets, traducción de Marie Paule Sarazin, México, 2013.
  2. De la Concha, Gerardo, La magia amorosa de los aztecas, en: http://razon.com.mx/spip.php?article129309 consultado el: 18/07/14.
  3. De Sade, Donatien Alphonse François, La filosofía en el tocador, tradución de Mauro Armiño, Valdemar, Madrid, 2000.
  4. Foucault, Michel, La historia de la sexualidad 3. La inquietud de sí, traducción de Tomás Segovia, Siglo XXI, México, 2010.
  5. Giménez Gatto, Fabián, Erótica de la banalidad. Simulaciones, abyecciones, eyaculaciones, Fontamara, México, 2011.
  6. Levy, Pierre, ¿Qué es lo virtual?, traducción de Diego Levis, Paidós, Buenos Aires, 1999.
  7. Platón, Diálogos. Volumen III: Fedón. Banquete. Fedro, traducción de C. García Gual-M. Martínez Hernández-E. Lledó Iñigo, Gredos, Madrid, 2003.

Notas

[1] Donatien Alphonse François de Sade, La filosofía en el tocador, p., 19.
[2] Véase: Bataille, Georges, El erotismo, Tusquets, México, 2013.
[3] Georges Bataille, El erotismo, p., 22.
[4] Michel Foucault, La historia de la sexualidad 3. La inquietud de sí, p., 156.
[5] Levy, Piere, ¿Qué es lo virtual?, Paidós, Buenos Aires, 1999.
[6] Véase: Giménez Gatto, Fabián, Erótica de la banalidad. Simulaciones, abyecciones, eyaculaciones, Fontamara, México, 2011.
[7] Fabián Giménez Gatto, Erótica de la banalidad. Simulaciones, abyecciones, eyaculaciones, p., 158.
[8] Ídem.
[9] Me refiero al cortometraje experimental The Operation, de 1995, una película pornográfica hecha enteramente con luces infrarrojas.

Leave a Reply