Cómo con un límite de 140 caracteres se pueden abrir nuevas posibilidades para la creación literaria
“El último hombre sobre la Tierra está sentado a solas en una habitación. Llaman a la puerta”. Junto a “El dinosaurio”, de Augusto Monterroso, éste del estadounidense Fredric Brown es uno de los microrelatos más famosos jamás escritos. Pero desde que existe Twitter, también es, o podría ser, un tweet .
El surgimiento de Twitter representa una revolución en la galaxia digital, y su impacto abre nuevas posibilidades para la creación literaria. Su historia comenzó en 2006, cuando el informático Jack Dorsey (@jack) se propuso desarrollar un servicio Web que permitiera enviar mensajes de texto de un máximo de 140 caracteres a distintos grupos de personas, siempre a partir de la respuesta a la sencillísima pregunta “¿qué estás haciendo?”. El producto, por entonces llamado Twttr para mantenerse dentro de la exitosa estela cibernética de Flickr (uno de los principales sitios de fotos), comenzó a usarse internamente en Obvious, la compañía donde trabajaba @jack , y ya en marzo de 2007 obtuvo el premio del festival South by Southwest en la categoría de blog . Hoy, a menos de un lustro de distancia de su aparición en la escena global, más de 150 millones de usuarios (300 mil nuevos por día) se conectan a Internet para contar qué hacen, dónde están, qué les gustó y qué vieron a través de la red de microblogging más popular del mundo. El jefe de Gabinete Aníbal Fernández ( @fernandezanibal ) la utiliza para difundir las políticas del gobierno y romper lanzas en favor de ellas; Lady Gaga ( @ladygaga ), para estar en contacto con sus fans y mostrar retazos de su intimidad. Y algunos, a lo largo y ancho del planeta, para experimentar con las herramientas de la literatura.
Como queda claro desde su origen, Twitter se parece más a Facebook que a Madame Bovary , y su espíritu se corresponde con la comunicación más que con la narración o la reflexión. Resulta particularmente útil para contar un incendio en tiempo real, informar de un terremoto o convocar a una manifestación; no parece tan práctico a la hora de imaginar una novela o un cuento. Su mundo es el del contacto -virtual- directo, el de la tiranía de lo cuantificable (visible en el esfuerzo de los usuarios por conseguir seguidores o followers y retweets para cada mensaje o tweet ), y el del “yo preformativo” que crece a semejanza de la imagen construida por los propios tweets .
“Al procesar mi experiencia instantáneamente, en Twitter empaqueto mi vida mientras la vivo”, apuntó la escritora Peggy Orenstein en su luminoso artículo “I Tweet, Therefore I Am”, publicado en The New York Times Magazine . En el mejor de los casos, los tweets son interesantes y pasajeros, por cierto las dos características que Brian Eno reclamó para el ambient , el género de música electrónica que inventara con su disco Music for Airports (1978). En la historia posterior a ese disco, músicos, críticos y hasta el propio Eno coincidieron en que el ambient es, como la mala literatura, insustancial. Y Twitter, paraíso de lo interesante y pasajero, también puede llegar a serlo, tal como Andrés Calamaro denunció en su blog cuando algunos “conectados a la nada” que semanas atrás lo irritaron al extremo de verse obligado a cerrar su cuenta personal. ¿Internet estimula el libre acceso a información valiosa y útil o, por el contrario, promueve la nada generalizada? La nada como vacío o como plenitud: en ambos extremos palpita la experiencia cibernética, y Twitter es uno de los mejores ejemplos de ello.
Tal vez para enriquecer la herramienta con un sentido más denso, desde un primer momento los usuarios vieron en Twitter potencialidades literarias que se expresan en formas de creación, pero también, y sobre todo, de difusión. En este último caso, los ejemplos son innumerables y van de lo más pequeño al novelón de tres kilos. Definido por la brevedad, los 140 caracteres de un tweetson ideales para el haiku, el poema tradicional japonés que consta de unas pocas sílabas; para aprovechar esa longitud, y al mismo tiempo llegar a un público amplio y diverso, Daily Haiku (@dailyku ) “twittea” diariamente uno o varios haiku de Matsuo Bashô, Yosa Buson, Kobayashi Issa y otros maestros del género. En la vereda de enfrente por estética y tamaño, Rayuela , la gran novela de Julio Cortázar, encontró en el proyecto Tuitilibros ( www.tuitilibros.wordpress.com ) a quienes la “twittearan” a razón de 140 caracteres por día, frase a frase y capítulo por capítulo, en una aventura virtual que parece combinar el folletín, el dadaísmo, el eslogan enloquecido y el e-mail interruptus . A partir de esta experiencia, y después de lo que en el sitio califican como un “éxito rutilante”, Tuitilibros prosigue con la twitterización (?) de Cortázar en @62project , donde el libro cortado, pegado y “twitteado” es el ya de por sí vanguardista 62/Modelo para armar .
Biografía de un anfibio
Twitter es un anfibio del mundo virtual, y quizás en esa hibridación haya que buscar el secreto de su encanto. Su identidad se reparte en la combinación de las formas digitales más populares y adopta lo mejor de cada una: el contacto permanente de las redes sociales (a pesar de que no sea una de ellas), la exposición del yo que define a los blogs y la contundente brevedad e instantaneidad del SMS. Aunque no es un buscador (como Google), permite compartir y profundizar una cuestión a través de links , y con “etiquetas” o hashtags instala un tema sobre el que cualquier usuario puede encontrar información o aportar datos y opiniones. Es así como con el sencillo hashtag #librodeldia es posible asistir a recomendaciones literarias de toda clase, en la que cada uno participa de la manera que desee.
Mientras escribo este artículo, veo en mi Twitter que @LectorMetálico recomienda Yo Claudio, de Robert Graves; para @giselakozak es tiempo de leer la poesía de Osip Mandelstam y Anna Ajmátova; @ketzaldie dice que no hay nada como El barón rampante , de Italo Calvino, y los venezolanos reunidos en @queleer llevan varios tweets dedicados a la vida y milagros de Truman Capote. Si quisiera detalles o razones de por qué hablan tan bien de tal o cual título, podría mandarles un mensaje directo (DM) sin ninguna necesidad de conocerlos. También podría recomendarles a @marktwain , quien todos los días escribe una cita del autor de Las aventuras de Huckleberry Finn , o a otros que hacen un trabajo similar, como @kurt_vonnegut o @roberto_bolano , y el Club del Libro Wossy ( www.wossybookclub.com ) en el que @wossy les pide a los miembros que lean un mismo libro a la semana, para luego comentarlo entre todos con frases de 140 caracteres. Las posibilidades de interrelación y búsqueda en red parecen infinitas, y por eso Twitter es muy probablemente la herramienta cibernética más adictiva de todas las que conocemos.
Y es que además, a la inversa de Facebook, Orkut y otras redes sociales, Twitter democratiza el contacto a tal punto que cualquier usuario puede seguir a otro (convertirse en un follower ) sin pedir autorización. Esta nueva forma de intimidad determina que aquellos interesados en la literatura puedan estar al tanto del trabajo, las ideas y los pasos de la creadora de la serie de Harry Potter, J. K. Rowling ( @jk_rowling ), Bret Easton Ellis ( @eastonellis ), Chuck Palahniuk (@chuckpalahniuk ), Susan Orlean ( @susanorlean ), Neil Gaiman ( @neilhimself ), Margaret Atwood ( @margaretatwood ) y Anne Rice ( @annericeauthor ), entre muchísimos otros. Curiosamente, o no tanto, ninguno de ellos utiliza su cuenta para fines de experimentación literaria, y en sus tweets hablan de tortas de chocolate (Orlean), promocionan biografías que les dedican (Palahniuk), linkean entrevistas que les hacen (Easton Ellis), opinan sobre la mezquita que podría levantarse en la Zona Cero neoyorquina (Rice) o felicitan a otros autores (Atwood); en definitiva nada más ni menos banal que lo que podría “twittear” cualquier hijo de vecino no tan ilustrado. Da la impresión de que las celebridades, literarias o no, se sienten obligadas a formar parte de la red de Twitter, aunque no siempre de la conversación infinita que produce.
Como bien apunta Orenstein en “I Tweet, Therefore I Am”, Twitter devuelve una imagen en la que la persona pública y la privada se borran, en un movimiento que de paso equipara autenticidad con falsa sinceridad. En ese mundo, ¿quién resulta más creíble? ¿El escritor que se autopromociona o el que aprovecha para contar su gusto por la torta de chocolate? Todo depende de la coherencia con que se sigan las reglas marcadas por ese yo virtual, hecho a la medida de la mirada de los otros. “Si alguna vez vimos que todo el mundo puede ser un escenario, hoy nos queda claro que es un reality show : ya no somos conscientes de la presencia de la cámara, y simplemente hacemos muecas ante ella -señala Orenstein-; pero, cuando todos los pensamientos se exteriorizan, ¿qué ocurre con la perspicacia? Cuando publicamos nuestros sentimientos, ¿qué ocurre con la reflexión? Cuando los amigos se convierten en fans, ¿qué pasa con la intimidad?”
Como el e-mail o las redes sociales, Twitter llegó para quedarse y aún es temprano para responder esas preguntas. Mientras tanto, tal vez convenga recordar que asumir y, al mismo tiempo, cuestionar la innovación técnica es un rasgo inequívoco de nuestra época, y en esa tensión se dibuja el doble rostro de la ambigua relación que los herederos de la cultura letrada establecen con los paradigmas de la cultura digital. Desconfiar por principio de la levedad de los lazos virtuales y rechazar el conocimiento instrumental inherente a Twitter suponen atrincherarse detrás de la muralla letrada; la propuesta de hacer literatura sobre la ola cibernética marca un cruce de ambos universos, quizás un último intento letrado por otorgarle sustento humanista a la matriz tecnológica cuya profundidad tiene forma de red. En esa dirección, sólo la creatividad, la frescura y el desprejuicio son capaces de hacer que el encuentro entre culturas no resulte un verdadero encontronazo.
Tal parece la lección del nigeriano Ben Okri ( @benokri ), ganador del Booker Prize en 1991 por su novela El camino hambriento (La Otra Orilla), quien escribió el poema “I Sing a New Freedom” íntegramente vía Twitter. “La forma debe seguir a la adversidad, y hoy vivimos en tiempos inciertos -ha dicho Okri, para explicar el origen de su poema on-line -; creo que necesitamos un nuevo tipo de escritura que responda a la ansiedad de nuestra época? y esa forma es la brevedad. Mi sensación es que estos tiempos son perfectos para las formas breves y lúcidas. Necesitamos decir más con menos palabras. Mi poema en Twitter trata de responder a esta cuestión, y al sentimiento de libertad”. Para “I Sing a New Freedom”, Okri twitteó un verso por día, inspirado por las limitaciones de la herramienta. Bajo esas normas, dejó que los 140 caracteres de Twitter permearan su poema, a la caza de una forma literaria que integrara lírica y tecnología. “Le canto a una nueva libertad, / libertad con disciplina”, dicen los primeros versos de su poema, y en ellos puede verse tanto al escritor que se siente libre porque acata reglas como al intelectual que reclama un orden para el caos de libertades en conflicto que caracteriza a Internet.
“Psicomagia” y novelas
En las antípodas de Okri, el escritor, tarotista, cineasta de culto, historietista y “psicomago” chileno Alejandro Jodorowsky ( @alejodorowsky ) convirtió su cuenta de Twitter en lo más parecido a un consultorio terapéutico on-line , donde los 140 caracteres de cada tweet alcanzan y sobran para dar consejos “psicomágicos” que pretenden resolver los conflictos existenciales de los usuarios. @alejodorowsky utiliza la herramienta como para lo que se supone que la creó @jack , es decir, para comunicarse a través de mensajes breves, pero con su aporte a mitad de camino entre el chamanismo, la puesta en escena teatral, la condensación literaria y la psicología transforma la conversación “tweetera” en un diálogo multilateral de raíces fantásticas. Para Jodorowsky, como el inconsciente entiende los actos simbólicos como si fueran reales, un hecho real recetado por el “psicomago” podría afectar el inconsciente y permitir que el paciente vea el origen y las razones de sus traumas. Así es que cuando @jamedinapozo le pregunta:
-¿Qué puedo hacer para no sentirme mal cada vez que me enfrento a mis padres por el chantaje emocional al que me someten?
@alejodorowsky responde:
-Cada vez que veas a tus padres oblígalos a recibir de regalo un sobre con dinero.
Y ante el tweet con el que @seirak le dice:
-Tengo 37 años, artritis que me produce dolor en cuello, codos y rodillas y siempre estoy cansado. ¿Qué me recomiendas?
El “psicomago” sentencia:
-Tómate un par de aspirinas y vete a bailar a un club de tango.
Jodorowsky entiende la literatura (en especial, la poesía) como un arte en acción, y adopta la caja de resonancia de Twitter para desde allí lanzar sus dardos teatrales de aspiraciones terapéuticas. Es muy probablemente el escritor “tweetero” de diálogo más activo con los usuarios, y su inclasificable movimiento en Twitter es análogo a la inestabilidad y los cruces que marcan muchos de sus libros, como Donde mejor canta un pájaro , Los evangelios para sanar y Fábulas pánicas. En la era donde buena parte de la industria del libro descansa en la imaginería new age y la autoayuda en todas sus variantes, @alejodorowsky irrumpe en Twitter con la fuerza de una literatura transversal y dialógica, que crece y se desarrolla con la misma intensa brevedad, concisión y, también, superficialidad que parece tan propia del ping-pong digital.
A un lado de las ambiciones de Okri y Jodorowsky, hoy queda claro que la colaboración entre aquellos que no necesariamente se conocen en persona, la “amistad” a varias bandas y el sentido comunitario a escala global ya son monumentos virtuales de nuestra época, que Internet ha estandarizado como nuevos valores contemporáneos. La creación literaria dentro de Twitter no los desconoce y tal vez por eso una de sus principales apuestas sea la “novela colaborativa”, proyecto donde la figura del autor único se evapora en nombre de una historia in progress en la que, a veces, cualquiera puede intervenir.
Quizá la más lograda “novela colaborativa” castellana vía Twitter sea El relatweet , inspirada por el periodista español Juan Andrés Muñoz, residente en Atlanta y editor de noticias para CNN en Español, quien el 29 de noviembre de 2009 invitó, bajo su alias “Allendegui” ( @allendegui ), afollowers y extraños a construir una historia a partir del siguiente tweet :
“Se despertó sobresaltado, sudoroso entre un hojaldre de sábanas. Extendió la mano, y a tientas encontró el frasco con su pastilla”.
Minutos después, desde Toledo, @jverbom avanzaba:
“Al sentir en su mano el suave tacto de la cápsula, volvió a recordar los hechos que lo habían llevado allí”.
Y más tarde, @jlori completaba, sentado en su escritorio de Pamplona:
“Un barco demasiado viejo, una mujer demasiado joven y la promesa de un trabajo que nunca llegaría”.
El relatweet terminó de escribirse el 4 de diciembre de 2009, menos de una semana después de iniciado, y su escritura demandó 214 tweets . Bajo el hashtag #relatweet , en el proyecto participaron 39 usuarios de la Argentina, Chile, Ecuador, España, México, Perú y Venezuela, y actualmente puede descargarse en formato PDF desde el blog de @allendegui (http:/www.allendegui.com/el-relatweet/ ). “Cuando uno escribe algo, tiene una idea más o menos clara de cómo se desarrollará el texto -declaró Muñoz en el Diario de Navarra -; pero en el caso de El relatweet , esa expectativa se cambia con cada mensaje. Es muy interesante ver los giros que va dando la historia hacia un lado y el otro y cómo uno adapta sus expectativas a la nueva línea que otro te ha puesto”. El relatweet no pasará a la historia grande de la literatura, pero su carácter experimental, lúdico y participativo demuestra que en esa zona híbrida entre el arte tradicional y las nuevas tecnologías hay un territorio apto para la libertad creativa. Una libertad que aquí llega hasta la última página de la ¿novela?, con un final previsto para que el punto definitivo lo ponga el lector-usuario dispuesto a jugar.
El relatweet no es la única “novela colaborativa” escrita en Twitter (entre otras iniciativas comparables, el mexicano José Cohen, @jcohen77 , coordinó El espejo en agosto del año pasado), y la creación colectiva no es el camino excluyente para la literatura hecha con tweets . En castellano, por lo menos dos novelas hechas y derechas utilizaron Twitter como fuerza constitutiva, y ambas -al igual que El relatweet – llegaron desde España. La primera fue Serial Chicken , donde el escritor español Jordi Cervera contó las andanzas de una gallina asesina en @bcnegracast , la cuenta del Festival de Novela Negra de Barcelona, que se llevó a cabo del 1 al 6 de febrero de este año. “He visto muchos crímenes, pero ninguno como éste. No hay nada que justifique la presencia de una gallina en medio de esta ciudad”, dice el tweet inaugural de Serial Chicken , que además incorporó links con los lugares de los crímenes (en Google Maps), imágenes de los hechos (con fotos en Flickr) y descripciones de los personajes (con sus respectivos perfiles en Facebook). A diferencia de El relatweet , en Serial Chicken el lector no se convierte en coautor, aunque convive con un dinamismo en red que lo aleja de su espacio tradicional, más próximo a la reflexión pasiva. Un paso más allá de la audacia provocada por @allendegui , el ¿thriller? on-line de Cervera apela al humor y cuestiona la respetabilidad de la literatura con un artefacto resbaladizo, que coquetea con los géneros, la parodia y el cruce de la ficción con las redes sociales sin instalarse en ninguna zona particular.
La otra novela que incorpora la gramática tecnológica a su escritura es No hay perro que viva tanto (EDAF) del andaluz Francisco Balbuena, ganadora del XIV premio de Novela Negra Ciudad de Getafe. No hay perro… tiene tweets en lugar de párrafos e inaugura un camino literario por el que Twitter llega a la obra en papel. “Decidí escribir una novela castiza sobre Madrid y me pareció que emplear un lenguaje novedoso como el de Twitter funcionaría muy bien como contraste. Quería oponer mundos tan dispares como el arcaico y antiguo del Rastro con el moderno de los tweets”, ha explicado Balbuena, quien por cierto utilizó las redes sociales sólo una vez y con un objetivo extraliterario: conseguir pareja. “Pero como vi que ese camino no me conducía a nada, decidí explotar las posibilidades literarias de ese nuevo lenguaje”, concluye el autor, quien al día de hoy no tiene Facebook ni Twitter y señala que “el universo de Twitter brinda al escritor maneras muy novedosas de expresarse, con una estructura narrativa que abre otros horizontes”.
Por tamaño y espesor intelectual, el tweet parece hecho para la confesión, el noticiero íntimo o el minidiálogo interior. Sin embargo, la amplia mayoría de las experiencias de ficción narrativa en Twitter los utilizan para la anécdota detectivesca insoslayable en el género policial. Mostrar la intimidad con los elementos del thriller : en la intersección de ambas esferas hay un enigma, e investigarlo equivale a preguntarse por los rasgos del futuro. Al menos ésa parece la intención de la Biblioteca del Congreso de Estados Unidos, que en abril pasado anunció que archivará todos los tweets del mundo (55 millones diarios), porque los mensajes de 140 caracteres “forman parte de la historia, ya que cuentan la vida de la gente común segundo a segundo”. Como quería Borges, para entender el mundo hay que perderse dentro de una biblioteca. O mejor dicho: el mundo es una biblioteca. Pero de tweets .
Twitter es una red de microblogging en la que más de 150 millones de usuarios cuentan diariamente qué hacen, cómo se sienten, qué piensan o qué les llama la atención. La extensión permitida para cada texto es de 140 caracteres como máximo, lo que constituye un tweet . Las redes se crean porque los usuarios se “siguen” entre ellos, sin necesidad de ninguna autorización. Los tweets que alguien escribe les llegan de manera inmediata a todos aquellos que forman parte de su red personal de seguidores o followers .
Todos los días, 300 mil personas se suman a la inmensa comunidad global que representa Twitter. Información en tiempo real, dinamismo, sentido lúdico, diversidad e integración son algunas de sus principales características. También exige un alto grado de exposición y acentúa la disolución de la intimidad en su sentido tradicional, en una dirección ya esbozada por los blogsy las redes sociales.
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