Lo que yo quiero es dar un testimonio.
Yo pasé muchos años de culpa por “mis aberraciones” porque de que cometí aberraciones sí, eso nunca se me va a olvidar, y de vez en cuando aparecen en mí como la comezón, como algo que sigue un poco vivo porque se hace presente para molestarme así de a poquito. Pero de que la dejé, sí las dejé.
Empezaron cuando yo era chavito y un chamaco más grande me pagaba pa’ que lo penetrara. Yo ni sabía que era eso pero me empezó a gustar el negocio. Después de unos años mi mamá quiso advertirme del peligro de hacer cosas prohibidas y ahí fue donde me cayó el veinte. Me empecé a sentir culpable, pero seguí y seguí porque para ese tiempo ya lo hacía con niños chicos también y pa’ curarme me hice de una novia de mi edad y luego de varias hasta de una niña de diez años aunque ya sabía yo que no se debía de hacer. ¿Ya ve?, se lo pude decir, eso es lo que llamo mis aberraciones. Yo era de la iglesia católica y un día me quise confesar para que Dios me perdonara de una vez, pero el padre nomás me regaño y me hizo sentir peor, en ese tiempo yo ya le entraba a la marihuana, a la cocaína, al cristal, a la piedra, al alcohol y a todas esas madres que me gustaban y me acompañaban, porque la verdad estaba muy solo. Decía que sí a todo eso que ahora sé que es del diablo y que cambié por Cristo desde que entré a la religión cristiana. Desde que me hice evangélico.
Ahí conocí a mi esposa y aunque ya nos dejamos no le guardo rencor, yo la engañaba, es cierto, pero cuando ella me dijo que se acostó con otro no pude soportarlo, esa época fue negra también porque volví a emborracharme y la golpeaba cada vez que me acordaba. Con ella tuve dos hijos que están bien, pero finalmente decidimos que no podíamos vivir juntos con esa desconfianza y nos dejamos.
Mire, la religión católica no me gusta, te portas mal, te confiesas Dios te perdona y vuelves a pecar, vuelves a arrepentirte y otra vez, es un cuento de nunca acabar.
En cambio con los evangélicos encontré una filosofía de vida y de eso quiero dar testimonio por eso quise hablar con usted, fíjese que pude renunciar a todo eso porque Dios me lo pidió. Dejé las drogas, el alcohol, las mujeres, el rencor a la que fue mi vieja, porque Él me trajo la paz.
Mire, cuando yo empecé a ir a la iglesia evangélica sentí que el espíritu santo estaba en mí, la luz iluminó mi entendimiento y empecé a oír su voz, así como ahorita oigo clarito la de usted. Él me señaló un camino, el camino de mi vida, también empecé a ver cosas como si Dios se manifestara en mí, ¿se imagina? ¡En mí que había sido tan pecador! No podía dormir ¡había despertado!
Pero mi familia se asustó y me trajo aquí al hospital psiquiátrico donde me han dado muchos diagnósticos que esquizofrenia, que maníaco depresivo, que bipolar… pero yo sé que se trata de Dios y ahora de usted también, porque me di cuenta de que creyó en mi testimonio. Dios se ha manifestado en mí y eso es mejor que la coca, que el alcohol, que el cristal y que las mujeres.
Aquí me dan pastillas para dormir y me las tomo porque necesito dormir, es cierto, pero siento que los doctores están lejos, muy lejos de Dios. Y les doy por su lado, ellos no entienden lo que es despertar y lo feliz que me siento. Lo bueno es que usted sí, ¿verdad?
Notas
[1] Testimonio de un paciente del hospital psiquiátrico escuchado por Carmen Tinajero.
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