Resumen
Platón ve en los mitos algo probable, mientras que en las demostraciones ve algo seguro. En este ensayo se realiza un análisis de las demostraciones sobre la inmortalidad del alma que aparecen en el Fedón, poniendo al descubierto su debilidad y su fortaleza, pues es cierto que no todo lo que Platón entiende por “demostración” está realmente demostrado. Sin embargo, es preciso hacer énfasis en el carácter apodíctico que tienen los argumentos de Platón sobre la reminiscencia, pues con ellos demuestra, al menos, la teoría de las ideas innatas. Se aborda el tema del mito religioso, pues los pensamientos sobre el alma que tiene el fundador de la Academia fueron profundamente inspirados por su religión órfico-pitagórica, y van en la misma dirección que sus demostraciones.
Palabras clave: Platón, Fedón, demostración, mito, inmortalidad, alma.
Abstract
Plato interprets the myths as something probable, while interpreting the demonstrations as something necessary. In this essay I make an analysis of the demonstrations on the immortality of the soul that appear in the Phaedo, exposing its weakness and its strength, since it is true that not everything that Plato understands by “demonstration” is really proven. It is necessary to emphasize the apodictic nature of Plato’s arguments about reminiscence, since with them he demonstrates, at least, the theory of innate ideas. The topic of the religious myth is addressed, because the thoughts about the soul that the founder of the Academy has, were deeply inspired by his Orphic-Pythagorean religion, which goes in the same line as his demonstrations.
Keywords: Plato, Phaedo, demonstration, myth, immortality, soul.
Platón era consciente de que existen diversos grados de certeza en las afirmaciones y argumentos que expuso para demostrar la inmortalidad del alma; ya sea que estos se deriven del mito o de la demostración. Y aunque la mayoría de los argumentos y afirmaciones que aparecen en el diálogo tienen un carácter verosímil o probable, me parece que expone al menos un argumento que tiene un carácter apodíctico o necesario: la teoría de las ideas innatas. Dicha teoría es producto de su doctrina de la reminiscencia, y puesto que esta última está inspirada en la religión órfico-pitagórica, resulta preciso investigar qué significado les atribuyó Platón a esos mitos religiosos que tan conectados están con sus pensamientos filosóficos sobre el alma.
Sobre el mythos y el logos
En su ensayo Il mito e il suo significato in Platone e in particolare nel «Fedone», Giovanni Reale le otorga cierta responsabilidad a Hegel por la difusión de la idea de que la filosofía griega es un paso del mythos al logos.[i] Según Hegel, “[…] el concepto adulto no necesita ya apoyarse en el mito”.[ii] Desde Hegel muchos autores han interpretado las cosas de la misma manera; es evidente que el cientificismo y el positivismo de los últimos siglos han favorecido esta interpretación, pero, por fortuna, cada vez es menos aceptada esta tesis. Reale muestra, como ejemplo de una postura contraria a la de Hegel, la opinión de Walter Hirsch, según la cual, el mito es capaz de expresar y entender la vida y su problemática;[iii] superando en esta capacidad al mismo logos —que no puede entender lo “viviente”, sino sólo lo relativo al ser—. De esta forma, el mito se convierte en una especie de mito-logía —literalmente—, esto es, una forma de logos que se expresa mediante el mito:
“Confrontándose con las ideas, el pensamiento se descubre viviente. Y, propiamente, en cuanto «viviente», el pensamiento comprende su imposibilidad de entender la idea misma de vida y, por lo tanto, el alma es un ser inmóvil en cuanto objeto de conocimiento del logos, mientras que el alma es [en realidad] vida que se mueve.”[iv]
Piensa Reale que no hay que caer en posiciones extremas y que “El mito […] es una fábula, pero una fábula que engloba una verdad de fondo, o más bien, una verdad absoluta”.[v] Creo con Reale, que mythos y logos en el Fedón apuntan a la misma dirección, sin embargo, me parece que Platón es sumamente consciente de que sus argumentos y afirmaciones poseen muy diversos grados de certeza; donde el menor temor de errar se encuentra en lo que él considera la demostración (id est demostración racional) y el máximo temor, como se esperaría, acompaña a la narración mítica.
Sobre el grado de certeza de las afirmaciones y de los argumentos respecto a la inmortalidad del alma
La prueba categórica de que para Platón existen diferentes grados de certeza en sus afirmaciones es que, por un lado, manifiesta la seguridad de sus deducciones en varias partes, haciendo referencia a que en ellas hay “demostración”. Mientras que, a la inversa, expresa cierta inseguridad sobre la veracidad total de los mitos. Este hecho se puede corroborar bien con el mito escatológico que aparece casi al final del diálogo.[vi] En esta narración, misma que consiste en una descripción del mundo del Más Allá, se pueden apreciar muchos datos que no son verificables ni a priori ni a posteriori (v.gr. Ciertos condenados por sus malas acciones que llegan arrastrados por los ríos a la laguna de Aquerusíade gritan y llaman a quienes mataron u ofendieron, y les suplican que los dejen salir de allí y que los acepten; y si los persuaden, salen y terminan sus males…).[vii] La desconfianza de Platón, al menos parcial, sobre este mito, aparece en el 114d:
“Desde luego que el afirmar que esto es tal cual yo lo he expuesto punto por punto, no es propio de un hombre sensato. Pero que existen esas cosas o algunas otras semejantes en lo que toca a nuestras almas y sus moradas, una vez que está claro que el alma es algo inmortal, eso me parece que es conveniente y que vale la pena correr el riesgo de creerlo así —pues es hermoso el riesgo—, y hay que entonar semejantes encantamientos para uno mismo, razón por la que yo hace un rato ya que prolongo este relato mítico”.[viii]
Haciendo énfasis en algunas de las palabras previamente citadas: “[…] existen esas cosas o algunas otras semejantes […] una vez que está claro que el alma es algo inmortal […]”, queda claro que existe diferencia entre la seguridad que el filósofo de Atenas siente por el mito —al menos por el mito muy elaborado, como es el caso de este mito escatológico— y por aquello que está “demostrado”. Hay que tomar en cuanta aquí que antes de la aparición de este mito escatológico, ya se han presentado varias demostraciones de la inmortalidad del alma.
Sostiene Reale, sin embargo, que en este mito escatológico no todo es ficción. Advierte el helenista italiano que, con todas estas narraciones, Platón quiere mostrar una verdad, a saber: “[…] al justo le corresponde un premio en el Más Allá, mientras que al injusto un castigo”.[ix]
Sobre las demostraciones fundamentales de la inmortalidad del alma.
El primer argumento sobre la inmortalidad que aparece es el de los elementos contrarios,[x] se afirma en él que las cosas contrarias se originan a partir de sus contrarios (v.gr. El componerse y el descomponerse, el calentarse y el enfriarse, etc.). Del mismo modo, los muertos se originan a partir de los vivos y, por necesidad, los vivos se originan a partir de los muertos. De donde se infiere que el alma existe antes de ingresar a un cuerpo.
Después del anterior, encontramos otro argumento fundamental que es, justamente, el de la reminiscencia.[xi] En el mundo no se encuentran dos cosas iguales, ¿de dónde nos viene, pues, el concepto de igualdad? Este conocimiento —el concepto de igualdad— no depende de la experiencia sensorial y, por lo tanto, es innato. Platón concluye que antes de nacer ya conocíamos lo igual, junto con lo mayor, lo menor, y otros conceptos que resultan imposibles de adquirir por una vía sensible.[xii] Me parece que este argumento, si no es necesario, al menos tiende a serlo. Pues, en efecto, en el mundo no hay cosas iguales, y aunque sea difícil demostrar esta proposición, creo que para Platón las cosas caen por su propio peso. Es decir, para nuestro filósofo resulta evidente que lo igual en sí no se encuentra en este mundo, y esto bien se puede deber a que las percepciones sensoriales son relativas en el género humano. En el Fedón aparece evidenciada esta cuestión, cuando Sócrates lleva el diálogo a un punto en el que su interlocutor afirma que, en efecto, algunas veces las piedras y los leños que son iguales, les parecen a uno iguales y a otro no.[xiii] Con esto queda demostrado, stricto sensu, que no hay criterio sensible para asegurar que dos cosas en el mundo son iguales.
Es menester decir que Platón logra demostrar la existencia de las ideas innatas. Leibniz manifiesta la misma opinión en sus Nouveaux Essais cuando advierte que Platón, en el Menón,[xiv] logró demostrar que toda la Aritmética y la Geometría existen de una manera virtual e innata en nuestra alma.[xv] Pero concluir que el alma existe ya antes de poseer forma humana, del hecho de que hay ideas innatas —como lo hace el fundador de la Academia—, es un salto injustificado. Sea lo que fuere, Platón manifiesta la seguridad que tiene del poder de su argumento, cuando Simmias afirma que parece haber quedado “suficientemente demostrado” que el alma existe antes que el cuerpo y que, también, existen las realidades en sí.[xvi]
Por su parte, la primera demostración de la inmortalidad del alma —la que está basada en los contrarios— puede fácilmente ponerse en duda, y así lo hace Eduardo dal Maschio, quien asegura que este argumento muestra la tendencia del filósofo de Atenas por confundir los planos del lenguaje, del pensamiento y de la realidad. Así opina dal Maschio sobre el argumento platónico que afirma que de la muerte ha de surgir necesariamente su contrario, id est, la vida: “Es tan ridículo como suponer que, como nuestra idea de la inteligencia (concepto) surge de la estupidez, los idiotas serán una fuente inagotable de ideas brillantes”.[xvii]
Me parece que dal Maschio hace una buena crítica negativa de los argumentos del Fedón, pero se le puede reprochar que no hace justicia a los resultados —sobre todo a los resultados verdaderamente apodícticos— alcanzados por Platón.
El tercer argumento que se presenta trata sobre la afinidad del alma con las ideas: el alma es inmortal, pues comparte con las ideas muchos atributos, entre ellos el de la eternidad. En 80b se afirma lo siguiente: “[…] el alma es lo más semejante a lo divino, inmortal, inteligible, uniforme, indisoluble […], mientras que, a su vez, el cuerpo es lo más semejante a lo humano, mortal, multiforme, irracional, soluble […]”.[xviii] No hay que sorprenderse si lo que destaca primeramente en esta última cita es el carácter divino del alma, frente a lo humano mortal. Bien señala Werner Jaeger en La teología de los primeros filósofos griegos que “[…] los antiguos poetas y la fe religiosa corriente veían en la inmortalidad el más distintivo carácter común a todos los dioses […]”.[xix] Me parece, de esta manera, que la religión de Platón, aquella que procede de la mezcla entre orfismo y pitagorismo, es un factor harto determinante para el desarrollo de su filosofía. Pero también ocurre a la inversa, es decir, la filosofía que Platón desarrolló influyó profundamente en su religión; en el mito escatológico[xx] del Fedón, el filósofo de Atenas dice que los que se han purificado suficientemente en el ejercicio de la filosofía van a parar a unas moradas más bellas que los demás humanos a la hora de la muerte. Carlos García Gual ve en esto una “[…] pincelada muy platónica, añadida al esquema mítico general”.[xxi]
La debilidad de este argumento se encuentra, justamente, en que depende de la teoría de las ideas, lo cual implica que ésta primero tiene que ser demostrada. Y aún demostrando la existencia de las ideas y de sus propiedades, sabemos de antemano que un argumentum per analogiam[xxii] solamente puede garantizar una conclusión probable.
Finalmente, se analiza un cuarto y último argumento fundamental de la doctrina del alma. A través de una discusión sobre los contrarios, Platón llega a la conclusión de que el alma excluye, por su esencia, a la muerte;[xxiii] esto a raíz de la plena identificación entre la psyché y la vida. Por lo tanto, decir “alma muerta” es una contradictio in adjecto, un absurdo.[xxiv] Esta demostración a priori es la última demostración que aparece antes de que sea narrado el mito escatológico. Por ser puramente conceptual, pretende ser apodíctica y, en cierto sentido, lo logra. Una vez aceptada la identificación del alma con la vida, se impone la necesidad de aceptar que el alma no puede morir.
A manera de conclusión, se recapitula a continuación en varios puntos lo dicho anteriormente:
- Platón fue consciente de que existen diversos grados de certeza en las afirmaciones y argumentos que expone para demostrar la inmortalidad del alma; ya sea que estos se deriven del mito o de la demostración.
- Mythos y logos en el Fedón no se oponen doctrinalmente. Es decir, el mito, para Platón, contiene, en el fondo, verdades que coinciden con los razonamientos fundados en las evidencias a priori o a posteriori. Esta verdad de fondo que contiene el mito, se puede encontrar, como señala Reale en el ejemplo del mito escatológico, detrás de la fábula —o ficción— en la que está envuelto.
- El primer argumento sobre la inmortalidad del alma (en el que se afirma que las cosas se generan a partir de sus contrarios) es bastante dudoso. Coincidimos con dal Maschio en su reductio ad absurdum.
- En el argumento de la reminiscencia, Platón logra demostrar la existencia de las ideas innatas, mediante la afirmación de que no existe criterio sensible para asegurar que dos cosas en el mundo son iguales. Esta última afirmación, por su parte, se obtiene de la observación sobre el relativismo de las sensaciones.
- Nos parece, sin embargo, que inferir la inmortalidad del alma a partir de la existencia de las ideas innatas, es un salto completamente injustificado.
- La debilidad del tercer argumento (en el que se afirma que el alma es inmortal a causa de su afinidad con las ideas) reside en que primero hay que demostrar la teoría de las ideas y que, incluso haciéndolo, la conclusión que se obtiene a partir de ello es meramente probable, pues se trata de un razonamiento por analogía.
- El cuarto argumento (según el cual el alma excluye por su esencia la muerte) pretende ser apodíctico, pero depende de la proposición que identifica al alma con la vida, misma que no pocos se atreverían a poner en duda.
- La religión de Platón, aquella que procede de la mezcla entre orfismo y pitagorismo, fue un factor harto determinante en el desarrollo de su filosofía. Y a la inversa, la filosofía que Platón desarrolló influyó profundamente en su religión.
Bibliografía
- Hegel, G. W. F., Lecciones sobre la historia de la filosofía II, trad. Wenceslao Roces, México, Fondo de Cultura Económica, 1995.
- Jaeger, Werner, La teología de los primeros filósofos griegos, trad. José Gaos, México, Fondo de Cultura Económica, 1952.
- Leibniz, G. W., Nouveaux Essais sur l’entendement humain, París, Garnier-Flammarion, 1966.
- Maschio, E. A. dal, Platón: La verdad está en otra parte, Madrid, Batiscafo, 2015.
- Platón, Diálogos III: Fedón, Banquete, Fedro, trad., intr. y not. C. García Gual, M. Martínez Hernández y E. Lledó Íñigo, Madrid, Gredos, 1986.
- Platone, Fedone, ed. bilingüe griego-italiano, pref., intr., trad. y not. Giovanni Reale, Milán, Bompiani: Testi a fronte, 2002.
- Reale, Giovanni, “Il grande tema dell’immortalità dell’anima e le tre dimostrazioni fornite da Platone” en Platone, Fedone, Bompiani: Testi a fronte, Milán, 2002.
- Reale, Giovanni, “Il mito e il suo significato in Platone e in particolare nel «Fedone»” en: Platone, Fedone, Bompiani: Testi a fronte, Milán, 2002.
Notas
[i] Reale, Il mito e il suo significato in Platone e in particolare nel «Fedone», ed. cit., p. 57.
[ii] Hegel, Lecciones sobre la historia de la filosofía II, ed. cit., p. 151.
[iii] La fuente es: W. Hirsch, Platons Weg zum Mythos, Berlin-New York, 1971.
[iv] Reale, op. cit., p. 59.
[v] ibid., p. 62.
[vi] v. Phd., 107c-115a.
[vii] v. ibid., 114a-114b.
[viii] v. 114d.
[ix] Reale, op. cit., p. 62.
[x] v. Phd., 70d-72d.
[xi] v. ibid., 72e-76d.
[xii] v. ibid., 75c-75d.
[xiii] v. ibid., 74b.
[xiv] Justamente cuando Sócrates, a través de algunas preguntas, logra que un esclavo derive ciertas verdades geométricas. Cfr. Men., 82b-85b.
[xv] v. Leibniz, Nouveaux Essais sur l’entendement humain, ed. cit., p. 62.
[xvi] v. Phd., 76e-77b.
[xvii] dal Maschio, Platón: La verdad está en otra parte, ed. cit., p. 105.
[xviii] v. Phd., 80b.
[xix] Jaeger, La teología de los primeros filósofos griegos, ed. cit., p. 37.
[xx] v. Phd.,107c-115a.
[xxi] Platón, Diálogos III: Fedón, Banquete, Fedro, ed. cit., p. 135.
[xxii] Argumento por analogía.
[xxiii] v. Phd., 102d-107b.
[xxiv] El ejemplo de la contradicción que existe en la expresión “alma muerta”, fue tomado de Giovanni Reale. v.. Reale, Il grande tema dell’immortalità dell’anima e le tre dimostrazioni fornite da Platone, ed. cit., p. 28.
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