En el hospital psiquiátrico no hay espejos

 

 

Las almas vagan suspendidas de recuerdos olvidados, de sombras. Hay risas desvinculadas de palabras y uniformes que vuelan animados por cuerpos sin nombre. Son fantasmas medicados, controlados, muertos.

Las miradas no se detienen, se multiplican ausentes. Los ojos vigilantes se esparcen como la yerba que invade los campos e impide la cosecha.

¡De pronto unos ojos danzantes se detienen en mí y las palabras fluyen!, él advierte que está vivo y sueña con la imagen de su rostro.

Tomo la foto y se la enseño, se reconoce, vuelve a reír, se mira en la pupila de mis ojos, toca mis dedos y los suyos. Recoge los fragmentos del tiempo que va encontrando en el puente de palabras que nos une, vamos construyendo un camino, llora, existe.

 

Carmen Tinajero