Formados en la escuela de los veleidosos, idólatras del fragmento y del estigma, pertenecemos a un tiempo clínico en el que únicamente nos importan los casos. Sólo nos interesa lo que un escritor se ha callado, lo que hubiera querido decir, sus profundidades mudas. Si deja una obra, si se explica, se asegura nuestro olvido....