Aproximación estético-psicótica al teatro de Marius von Mayenburg.

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Aproximación estético-psicótica al teatro de Marius von Mayenburg.

Una relectura desde las nociones de lo siniestro y el modelo atmoterrorista.

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 Clase Magistral – Escuela de Teatro Universidad Finis Terrae TEATRO DE MARIUS VON MAYENBURG [1] Obra: Vista Despejada (Freie Sicht), de Marius von Mayenburg.

Clase Magistral – Escuela de Teatro Universidad Finis Terrae TEATRO DE MARIUS VON MAYENBURG [1] Obra: Vista Despejada (Freie Sicht), de Marius von Mayenburg.

«Un gentío. Un grupo de adultos reunido en un búnker. Por otro lado, adolescentes y terroristas, sospechosos fluidos humanos diseminados por la ciudad, paquetes bomba. El inminente peligro de un colapso global amenaza romper con las estructuras sociales». Este es el punto de partida con el que Marius von Mayenburg da inicio a su obra Vista Despejada.

4.1

El montaje plantea, a través de una densa atmósfera teatral, temas como la desconfianza y el miedo, la mala conciencia y lo siniestro. La escena mundial con los recientes acontecimientos, ataques terroristas a redacciones de periódicos, como el atentado contra Charlie Hebdo, semanario satírico francés, toma de rehenes en la opera de Moscú, o los recientes atentados en Bruselas (2016), realizados por seguidores del autoproclamado Estado Islámico, en el aeropuerto y la red de metro de la capital belga. En la mira siguen estando teatros, bancos, malls, rascacielos, vías y estaciones de metro. Así, escribe Virilio en Ville panique (Ciudades del Pánico), «mañana el Ministerio del Miedo dominará, desde lo alto de sus satélites y de sus antenas parabólicas, al Ministerio de Guerra ya caído en desuso, con sus ejércitos en vías de descomposición avanzada» [2]. La guerra pasó de ser un asunto de Estados a un asunto ciudadano, ahora entró directamente en el alma de cada uno de los habitantes de estas ciudades que no pueden gestionar esta tensión más que con una angustia insoportable, un estado emergencia permanente y, como señaló Jünger un estado de movilización total.

Vista despejada, el estreno en castellano de una de las obras recientes del más elogiado y premiado dramaturgo alemán de la última década, Marius von Mayenburg [3], que la escribió en 2008 a los 35 años, es también autor de El feo, obra inmediatamente anterior, con gran éxito de cartelera.

4.2

La obra se abre con un una singular escena en que un grupo de vecinos evoca el momento terrible en que la comunidad temió el estallido de una bomba, colocada quizás por una niña pequeña, hija de uno de ellos. Se trata de un «hipertexto», una propuesta textual y antinaturalista, sin historia, ni personajes, que puede atribuirse a una docena de hablantes.

Juegos laberínticos que vuelven fluido y apasionante el montaje, que se enriquece expresivamente con la proyección de imágenes, artilugios electrónicos, megáfonos, y recursos propios de la música concreta, elementos que estimulan un imaginario que pone en acción un cúmulo de asociaciones con acciones terroristas de repercusión mundial.

4.3

Es a través de algunas fotos antiguas, proyectadas por una cámara hacia el fondo del escenario, que se logra filtrar una tenue conciencia del tiempo. Se podría tratar de viajeros, exiliados, emigrantes o terroristas, que la cámara de vigilancia registró durante sus desplazamientos. Se trata de figuras huidizas, e inquietantes.

Aquí, el innovador von Mayenburg traza un reflejo ineludiblemente provocador de una sociedad asustada histéricamente por el terrorismo; en ella, además, los padres desconfían de sus propios hijos porque no saben qué hacen fuera de casa y en qué se han convertido. La entrega termina por sugerir que toda la sala es un lugar en estado de emergencia.

4.4

El argumento es mínimo y tal vez por ello tenso. La obra plantea temas como el miedo, la desconfianza, la mala conciencia y lo ominoso [4] en el sentido freudiano del contexto. Esto, en un relato que se tensiona a partir de una acción (atmo)terrorista, que evoca los peores miedos colectivos y activa el pánico de una sociedad civil que vive expuesta a estos estados de alta vulnerabilidad. Los terroristas operan y gestionan el pánico, a través de la manipulación del medio ambiente como dispensador de un nuevo estilo de muerte: el modelo atmoterrorista, para, finalmente, dar cuenta de la constitución hipercomunicativa y la deflagración de los explosivos en la mutación del terrorismo, entendido éste como el arte de hacer hablar de sí mismo [5].

En la obra Vista Despejada (estrenada en 2008 en el Festival de Adelaide, Australia) Marius von Mayenburg describe el terror y la violencia en la familia nuclear burguesa y la pérdida de la seguridad interior desde la perspectiva de los adultos.

Es posible observar a varios personajes entretejiendo una pequeña trama, dominados por la incertidumbre habitan un mundo extremadamente inquietante y caótico. No hay personajes definidos sino más bien un «enjambre». Una difusa actividad colectiva. Las voces adultas no individualizadas producen un sonido único. En el texto original hay incertidumbre sobre el género de los personajes. Simplemente, son «un gentío». Los únicos géneros definidos son los de la niña y sus padres [6].

Hay padres que hablan sobre el cambio repentino de su hija de diez años de edad. Un «endurecimiento interior» que venían notando. Pronto hay una red de grupos de interés. Otros informes de problemas de conducta. También es preocupante que en el supermercado sean sustituidas las latas de alimentos en conserva y que las estaciones de metro se hayan desinfectado. Hay un temor biológico  —es la era del atmoterrorismo [7]— del atentado con gas en el metro Tokio, del detritus, de los organismos que mutan, de los virus que mutan [8] y se vuelven resistentes y se propagan como pandemias que amenazan con un día detenernos para siempre. Se teme al desastre nuclear de Chernobyl, al accidente nuclear de Fukushima.

Estamos, qué duda cabe, ante una obra de tono apocalíptico. Una obra sobre la pérdida de la seguridad interior: «Esperamos que no pase nada». Adultos intercambian ideas acerca de los perturbadores cambios de comportamiento en sus hijos. Al mismo tiempo, un vago temor de terror, miedo al miedo, domina la atmósfera. La pérdida de control y de la seguridad en que creían habitar. A juzgar por la inquietante extrañeza de los niños parece tratarse de una amenaza real o tal vez haya un problema en la sobreinterpretación sospechosa —paranoica— de ciertos hechos o signos. ¿Dónde acecha el peligro y la violencia? ¿En los patios de recreo? ¿En la mente de los adultos? ¿Deberíamos llamar a la policía? Este es el área y el espectro psicológico en que se mueve el texto dramático de Mayenburg, en una especie de sociedad de la prevención, en alerta permanente, tratando de detectar al enemigo que nos amenaza en el corazón de la cotidianidad, la excesiva normalidad resulta perturbadora, en su seno puede tener lugar la gestión de la catástrofe.

Mientras una niña entierra su muñeca en la arena.

4.5

Se crea un grupo de autodefensa. El miedo compartido los convierte en una comunidad de madres preocupadas y padres alarmados —un «adulto enjambre con ojos inyectados en sangre»— en contra de un enemigo difuso, y en una sociedad en estado de alerta. La paranoia y las necesidades de seguridad de una sociedad envuelta en el miedo, en el terror latente con el que se convive.

En cierto modo los personajes parecen criaturas sacadas de un supermercado, cuyas existencias son como bolsas de plástico —asépticas y desechables que flotan para terminar en un resumidero—. Son seres planos en un mundo radicalmente terrenal, como esas muñecas recortables a las que siempre se les puede poner otro vestido sujetándolo con pequeñas solapas. Late una desconcertante repugnancia que estos personajes no logran fijar, nada que les permita captar esa sensación de asco frente al mundo. Las excrecencias verbales son datos, breves textos sobre una cotidianeidad demasiado normal, donde acecha lo inquietante y siniestro.

La amenaza velada, los miedos difusos, componen un patetismo privado. Lingüística y temáticamente componen una corriente de pensamiento, que parecen impulsar todos estos temores y especulaciones a un engaño en el que la hija parece ser un riesgo para la seguridad de la comunidad, una bomba de tiempo y los niños enfrentan una amenaza a su seguridad. Aquí cabe revisar el texto:

Miró la muñeca tuerta que tenía en la mano.
Miró la alfombra.
Ahí, dónde había estado la mancha.
El líquido.
Que ya hace rato se secó.
Ella no va a decir nada.
Hasta que se le salga gota a gota el líquido del cuerpo.

 4.6

Éste —el del líquido y los fluidos— es un tópico frecuente en obras de cineastas perturbadores como David Lynch [9] y Cronenberg. En Erashead (1976), Lynch nos muestra un bebé con una cabeza que parece un embrión, sin extremidades, envuelto en unas vendas que conformaban parte de su cuerpo, de allí que al viviseccionarlo, queda al descubierto un amasijo de órganos y un espeso líquido que fluye sin cesar. Aquí se evidencia esa fascinación morbosa por la deformación física, por ese cuerpo viscoso e informe, que se retuerce por los espasmos, en definitiva un feto mutante que nos enfrenta a la perturbadora alteridad. Es la obsesión por un cuerpo que se vacía y pierde sus fluidos, un líquido putrefacto que nos advierte sobre el carácter infecto del mismo. El cuerpo se desmiembra y pierde su unidad, es objeto de una amenaza disgregadora. Los objetos polucionadores son de dos tipos: el excremento y lo menstrual.


Si nuestra niña representa un peligro.
Si anda colocando paquetes verdes en frascos y vitrinas
Nuestra propia hija.
Ella es un riesgo.
Un riesgo incalculable
Suena como una bomba de tiempo
Ella está tranquila, está sentada al borde de la cama, tiene su muñeca de un sólo ojo debajo del brazo…

Cuando lo que se experimenta como amenaza aterradora viene de lo familiar lo que asoma es pues la experiencia de lo siniestro, con estos miedos atávicos que contribuyen a la paranoia de sobre-interpretar sucesos comunes como presagios del mal. Se compone una corriente de prejuicios que hace al colectivo aunar esfuerzos por impulsar todos estos temores ante lo contaminante, ante la peste, la radiación, en una palabra, el contagio, de modo que hay que alejar al peligro aun cuando sea la propia hija la portadora de la amenaza, del riesgo para la seguridad, una verdadera bomba de tiempo.

El pánico, la agresión y la histeria social, determinan un mundo en el que incluso sus propios hijos son una amenaza.

La niña ha depositado en el centro comercial un paquete verde en la basura [10]. Poco antes de que en un vertedero cercano explotara una bomba. Ya sea accidente o ataque terrorista, no está claro —y parece no importar desentrañar la causa—. El «enjambre» ahora entra en pánico y no hay nada que pueda tranquilizarles. Alertan a la policía y los organismos de seguridad.

4.7

En el enfrentamiento final, la secuencia se acelera en una espiral de pánico, vértigo y agresividad absurdas. Un comando especial del distrito se despliega frente al recinto. Francotiradores apostados en edificios vecinos, tienen a la niña en la mira, a un tiro de distancia. Apuntan y aguardan órdenes. Un escuadrón de artificieros quiere desactivar el paquete. De pronto se dispara un tiro. La chica cae muerta inmediatamente y el enjambre parece más sólido, se mueve como un solo hombre, estrechamente apretujados entre sí. Absolutamente seguro de haber «evitado lo peor».

En el enfrentamiento final se exacerba esta escalada de pánico y agresividad a niveles absurdos. La niña depositando en el centro comercial un paquete verde en la basura. Ahora al «enjambre» no hay nada que pueda pararlos. Visión despejada para el tiro final. La chica está muerta inmediatamente, el enjambre más estrechamente soldados entre sí, unidos por un mecanismo, victimal, donde con el «sacrificio» se ha «evitado lo peor».

El sol brilla sin piedad en su pelo transparente.
Una tormenta de partículas emana de ella.
Está acostada en medio de un inhóspito huracán
de radiaciones.
Nosotros todos lo sentimos
Era una sensación muy fuerte.
De bien adentro.
Una sensación fuerte que venía de ella.
Pero no en forma desagradable.
Como una ola que nos golpeó a todos.
Desde adentro. Desde lo profundo de las entrañas.
Pero para nada desagradable.
No hubiéramos podido haber hecho nada.
Porque a pesar de todo era lo correcto.
Porque al fin de cuentas
No lo vamos a negar
Nosotros todos lo sentimos: Al final de cuentas es más seguro así.
Al fin y al cabo ya tenía diez.
Evitamos cosas peores.

Las imágenes de la cámara de vigilancia en una inspección fría e indistinta. Muestran lo que cada cual quiere ver. La realidad se construye a partir del ojo, los temores y expectativas del espectador.

La desconfianza de los adultos hacia los hijos parece justificarse por miedos más profundos, por una violencia primordial, ritualizada que irrumpe en la corriente de la conciencia verificando la tesis de Levi Strauss de la réplica de lo arcaico en lo tecnológico.

Vista despejada. Está en la mira.
Niña de aproximadamente diez años visible en el cuarto vecino a través
de la puerta abierta.
Ella es el objetivo. Está sentada en una cama, tiene a alguien en los brazos.
Aparte de la escalera eléctrica, nada se mueve en todo el centro.
Asegurar arriba, abajo y a los lados, a pesar de que es claro que aquí no
hay nadie más.
Ni una persona, nadie, el centro comercial está absolutamente vacío.
Ahora tenemos la banca con el paquete verde a la vista.
Detrás hay un restaurante con vitrina.
En este momento enviamos el robot con el detonador.
Lo voy a dirigir hasta debajo de la banca.
Justo debajo del paquete.
La carga contiene la dosis exacta como para hacer estallar el paquete, la
banca, y la barandilla que está detrás.
No tienes que tener miedo.
Ella no parece tener nada de miedo.
Y de qué tendría que tener miedo si ella no sabe lo que va a pasar.
Ella mira la pluma que tiene en la mano.
Y ahora levanta la cabeza.
Ése fue el error.
Ella alza la cabeza y detrás de la ventana ve a un hombre con máscara
negra con los ojos enrojecidos de sangre, que apunta con su arma
directamente a la cama de la niña.
El objetivo escapa.
Pero es visible en el comedor detrás del gran ventanal del frente.
¿Entramos en acción?
Desapareció en el primer piso, posiblemente intentará escapar por la
puerta de entrada de la casa.
¿Acción?
Preparar francotiradores.
Acción, tan pronto abra la puerta.
Acción, tan pronto deje la casa.
La puerta de la casa se mueve.
Un momento.
¿Qué?
¿Qué es eso?
¿Qué pasa?
¿Escuchan?
¿Qué es lo que pasa ahí dentro?
Tenemos un ruido.
Como de un animal.
De un gato.
Viene del paquete.
Eso es
Se escucha claramente.
¿Ustedes también lo escuchan?
Positivo. Se escucha con claridad.
Es un bebé.
Es una trampa.
Eso no es una trampa, es un bebé.
En el paquete, sobre la banca llora un bebé.
Por eso, una trampa.
Confirmado: es el llanto de un bebé.
Desactivar encendedor.
Encendedor desactivado.
Un bebé abandonado por una mamá confundida.
Por una niña de diez años.
No.
Diez es demasiado joven.
Pero ella tiene
No.
Objetivo demasiado joven para estar así de confundida.
Paquete no del objetivo.
Objetivo demasiado joven.
Suspender acción.
Objetivo libre de sospecha.
Suspender acción.
Francotiradores – tenemos orden de suspensión.
Objetivo evidentemente mal identificado.
Suspender acción.
Nadie dispara.
Suspender acción.
Suspender.
En el paquete encontramos un bebé desnudo.
Un recién nacido, todavía le cuelga el cordón umbilical.
El paquete está todo relleno de algodón.
Un bebé.
Un niño chiquito.
A quien casi hacemos estallar
A quien casi hacemos volar con todo y banca, barandilla y algodón en
una sola mezcla esparcida por el patio de la entrada del centro comercial.
Hubiera habido paz.
Tarde o temprano nos dolerá no haberlo hecho explotar.
Tarde o temprano lo vamos a hacer explotar.
Pero por ahora saquémoslo de acá.
Y la gente que está detrás de las barreras aplaude de júbilo.
Salimos por la puerta giratoria y lo alzamos poniéndolo a la vista del sol
de la tarde.
Empujó la puerta y corre contra la luz enceguecedora del sol de la tarde,
la muñeca en la mano, colgando como una regadera.
Ella corre y se cae después de dos pasos.
Se tropieza y se cae, y en un primer momento uno piensa que algo la
hizo caer.
Se tropezó y se cayó, como le pasa a los niños cuando se raspan las
rodillas.
Quizás en verdad sí se raspa la rodilla.
Eso ya no importa.
El sol de la tarde la encandila, ella parpadea y cierra el ojo izquierdo.
La muñeca de un sólo ojo vuela lejos hasta bien adentro del
estacionamiento.
Y sólo ahora se escucha el tiro.
Un sólo tiro seco.
Hecho desde alguno de los techos vecinos.
Hecho en el mismo momento en que ella empujó la puerta.
Un solo tiro, preciso.
El que hizo el hueco.
Un hueco justo en la frente.
En el punto del tercer ojo, si hubiera tenido uno.
Ahora sí tiene uno. Un tercer ojo, pero ciego.
Y los otros dos ojos, los que acabaron de parpadear, también van a
quedar ciegos pronto.
Están ciegos.
Ya no le transmiten nada al cerebro.
Que ahora tiene un hueco.
A la altura de las piernas y de la frente, ahora se están formando en el
asfalto unas manchas profundamente oscuras.
El sol brilla sin piedad en su pelo transparente.
Una tormenta de partículas emana de ella.
Está acostada en medio de un inhóspito huracán
de radiaciones.
Nosotros todos lo sentimos
Era una sensación muy fuerte.
De bien adentro.
Una sensación fuerte que venía de ella.
Pero no en forma desagradable.
Como una ola que nos golpeó a todos.
Desde adentro. Desde lo profundo de las entrañas.
Pero para nada desagradable.
No hubiéramos podido haber hecho nada.
Porque a pesar de todo era lo correcto.
Porque al fin de cuentas
No lo vamos a negar
Nosotros todos lo sentimos: Al final de cuentas es más seguro así.
Al fin y al cabo ya tenía diez.
Evitamos cosas peores.

Como se ve, los temas y el clima que domina la obra es particularmente contingente en el contexto de nuestro mundo convulsionado por múltiples atentados terroristas. La desconfianza circundante en el ambiente; el acecho inminente de un posible ataque terrorista, la paranoia instalada en el inconsciente colectivo, la desconfianza en los vínculos sociales, el aislamiento, la precaución generan un repliegue sobre uno mismo, una patológica inestabilidad en los microorganismos sociales.

NOTAS:

[1] Premio autores en el Mercado Juego Heidelberg 1998 – Autorenpreis des Heidelberger Stückemarktes 1998.
[2] Virilio, Paul, Ville panique, Ailleurs commence ici, Galilée, 2004
[3] Marius von Mayenburg nace en Munich en 1972. Primero estudia filología alemana antigua en Munich. En 1992 se traslada a Berlín, donde entre 1994 y 1998 estudia «escritura escénica» en la Escuela Superior de Arte Dramático. Es asistente de dirección en los Münchener Kammerspiele en 1995. En 1998 colabora como dramaturgo en la «Baracke» del Deutsches Theater. En 1999, junto a Thomas Ostermeier, trabaja como dramaturgo y autor dramático en la Berliner Schaubühne am Lehniner Platz. Premios y galardones: Premio Kleist para el Patrocinio de Jóvenes Dramaturgos por Cara de Fuego (1997) y Premio de la Fundación de Autores en el marco del Stückemarkt, de Heidelberg (1998)
[4] Freud, Obras completas, 1919 vol. XVII, Lo ominoso. El otro es mi (propio) inconsciente. Por otra parte, Freud observa que el yo arcaico, narcisista, aún no delimitado por el mundo exterior, proyecta fuera de él lo que experimenta en sí mismo como peligroso o no placentero en sí, para hacer de ello un doble extraño, inquietante, demoníaco. Lo extraño aparece esta vez como una defensa del yo desamparado: éste se protege sustituyendo la imagen del doble benévolo que antes bastaba para protegerlo por una imagen del doble malévolo donde expulsa la parte de destrucción que no puede contener. La repetición que acompaña frecuentemente al sentimiento de inquietante extrañeza Freud la afilia a la «compulsión de repetición» propia del inconsciente y que «emana de lo pulsional», compulsión «que depende sin duda de la naturaleza más íntima de las propias pulsiones, que es lo bastante fuerte como para colocarse más allá del principio de placer».
En Lo ominoso, Freud examina la angustia en general y, de manera aún más universal, la dinámica del inconsciente, donde hay un sentido en que lo «familiar» y lo íntimo se invierten en su contrario, alcanzando el sentido opuesto de «inquietante extrañeza», y que en ciertas condiciones se manifiesta. Esta irrupción de lo extraño en lo familiar se parte de esa variedad particular de lo terrorífico que se remonta a lo conocido desde hace mucho tiempo, a lo familiar que se nos revela bajo un aspecto inquietante, que ha estado siempre allí, un pliegue de realidad que se hace visible, y se torna siniestro, lo cual confirma para Freud las palabras de Schelling según el cual «se llama unheimlich a todo lo que estando destinado a permanecer en el secreto, en lo oculto, abruptamente ha salido a la luz».
Desde el gesto iconoclasta del dadaismo a la influencia de la «inquietante extrañeza» [heimlich/unheimlich] de Freud sobre el Surrealismo; del método paranoico-crítico a la perversidad polimorfa de Salvador Dalí, o la «melancolía» —tristeza voluptuosa— en Julia Kristeva, o en las figuras alargadas, torres y chimeneas humeantes de la pintura metafísica de Giorgio de Chirico; del histrionismo pictórico y saturnalesco de El Bosco; hasta la colección Prinzhorn (con obras de arte realizadas por enfermos mentales) examinan la relación entre creatividad, arte y locura.
[5] Sloterdijk, Peter. Temblores de aire. En las fuentes del terror. Traducción de Germán Cano. Valencia: Pre-textos, 2003. Pág. 39. [Original alemán, Frankfurt am Main, 2002].
[6] Esto se debe a que en alemán, la conjugación de los verbos no revela el género.
[7] Vásquez Rocca, Adolfo, Peter Sloterdijk: Temblores de aire, atmoterrorismo y crepúsculo de la inmunidad, en NÓMADAS, Revista Crítica de Ciencias Sociales y Jurídicas – Universidad Complutense de Madrid, | Nº 17 | Enero-Junio 2008 -1.º / 1 | pp. 159-168 http://pendientedemigracion.ucm.es/info/nomadas/17/avrocca_sloterdijk3.pdf
[8] Vásquez Rocca, Adolfo, William Burroughs: Literatura ectoplasmoide y mutaciones antropológicas. Del virus del lenguaje a la psicotopografía del texto, En NÓMADAS, Revista Crítica de Ciencias Sociales y Jurídicas – Universidad Complutense de Madrid, NÓMADAS. 26 | Enero-Junio.2010 (II), pp. 251-265. http://www.ucm.es/info/nomadas/26/avrocca2.pdf
[9] Vásquez Rocca, Adolfo, Lo abyecto y monstruoso en el arte de vanguardia, En Escáner Cultural, Revista de Arte Contemporáneo y Nuevas Tendencias, Santiago, año 8, N.º 87, 2006. http://www.escaner.cl/escaner87/transversales.html
[10] A propósito de un atentado en Santiago de Chile: El atentado de Santiago de Chile de 2014 fue un ataque terrorista perpetrado en el centro comercial Subcentro, contiguo a la estación de metro Escuela Militar, en la comuna de Las Condes, Santiago de Chile, el 8 de septiembre de 2014 a las 14:05:21 hora local. Luego de la explosión, 14 personas resultaron con lesiones de diversa consideración, el Subcentro se llenó de humo y de inmediato acudieron al lugar ambulancias, bomberos y Carabineros. El atentado ha sido catalogado como el más grave ataque terrorista en el país de los últimos 20 años. La bomba instalada en el Subcentro consistía en un extintor en cuyo interior había dos kilos de pólvora negra y un sistema de relojería análoga operado con mecanismo eléctrico. Transcurrieron cinco minutos desde que se activó el artefacto hasta su detonación. El artefacto explosivo se encontraba en una bolsa negra de basura que fue arrojada dentro de un basurero del centro comercial, lugar en que pasó inadvertido en un horario donde crece el flujo de gente debido a que muchos acuden al Subcentro para almorzar. Con la detonación, una serie de esquirlas fueron expulsadas en todas direcciones, lesionando al menos a 14 personas que se hallaban a esa hora en el lugar, a causa principalmente de las esquirlas que salieron eyectadas desde el artefacto explosivo y también por el trauma acústico causado por el estruendo.

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