Στη Σοφία Ζαχαριάδου
Γιατί
Από την έκτη δημοτικού μαζί μωρολογούμε…
El desbordamiento es la fuente y la plenitud del sentido de un cuerpo.[1] No sólo de la sensación de la plenitud de un cuerpo (como podríamos decir), sino también de la plenitud como el sentido del sentido -el desbordamiento que el sentido es. Hay cuerpos y hay sentido, y en conjunto, en el desbordamiento de su inextricable mutualidad –de los cuerpos desbordando el sentido y del sentido llenando los cuerpos- está trazado de manera fluida el archi-espaciamiento de la existencia justo a, a lo largo de, y por poco sobre las aperturas y agujeros, ranuras y orificios de los cuerpos. De esta manera se realiza el sentido corporal de la existencia.
Ni borde interno ni externo, este archi-espaciamiento de la existencia es simplemente el borde y el contorno de lo que “puede simplemente, imperceptiblemente, superar el borde, como el agua que llena por completo una taza se forma una ligera protuberancia, un delgado menisco convergente que se eleva más alto que el borde del vaso. El rellenar tiembla, es frágil.”[2]
En esta cita de un breve ensayo escrito originalmente en homenaje a Roland Barthes en el 2009, ahora incluido en su libro Adoración, en una sección intitulada “Todo el mundo / Plenitud (le comble),”[3] Jean-Luc Nancy utiliza la palabra “convergente” para describir el menisco o la curvada superficie superior en forma de luna del agua, ya que “simplemente, imperceptiblemente, supera [en] el borde” del vaso.[4] Es una curiosa y, yo argumentaría, importante selección de palabras que nos puede proporcionar con una comprensión adicional del sentido y del espaciamiento de la existencia y de los cuerpos, no en términos de “falta” y tal vez ni siquiera tanto en términos de exceso, sino como plenos en su desbordamiento, y desbordando en su plenitud.
Al igual que casi cualquier superficie curvada, hay dos formas que la forma de media luna de un menisco puede tomar: cóncava (en la que los bordes del agua tocando los lados de su contenedor se elevan más que el centro) y convexa (en la que el medio de la superficie del agua es más alto que los bordes del agua que toca los lados de la vasija). Técnicamente hablando, por lo tanto, no hay tal cosa como un “menisco convergente.” Sin embargo, quiero sugerir que en la descripción de lo que se entiende claramente como un menisco convexo formado en el propio borde de un vaso como “convergente”, Nancy está describiendo a la vez un desbordamiento de la diferencia y división perceptible y medible entre interior y exterior –su convergencia o tocar- y la convergencia del levantamiento hacia arriba o el ceder hacia abajo de las tensiones de la superficie de los meniscos convexos y cóncavos, respectivamente. Lo que equivale a decir que Nancy está describiendo la convergencia indistinguible de las presiones internas y externas en la superficie y forma del agua, cómo está contenido por ella y llena el vaso o la taza.
Quiero sugerir que es de esta manera que Nancy nos proporciona con una imagen—por medio de analogía— de la existencia como plenitud, en la precisa medida que su sentido es desbordante. Tal que la existencia se entiende siendo tan precipitadamente frágil como el menisco de un líquido formado por un relleno hasta –e imperceptiblemente superando– la línea o el borde de la existencia-su propio borde.[5]
La lectura de Nancy, y su respuesta a un capítulo de Fragmentos de un discurso amoroso de Barthes dedicado a la palabra comblement (saciedad),[6] mientras que parte de su teorización de la adoración como la exposición relacional al afuera y al aperto, es también una de las más recientes ocasiones en las que nos proporciona con un lenguaje para teorizar lo que es a la vez por delante de, y es el retiro y la retirada de, la puntuación espacio-temporal del “yo” fenomenológico, filosófico y psicoanalítico, el ego, el sujeto y la identidad. Lo hace a través de un vocabulario de la boca como el lugar mismo del desbordamiento de sentido en la apertura, el boquiabierto y –como voy a discutir en este ensayo– la plenitud del babeo de la boca. Así por ejemplo, en las primeras líneas del texto de Nancy leemos:
Una condición de adoración: la anterioridad del “yo” … del “yo” mismo y de su ubicación puntual, que permanece, no obstante, en una posición, aunque fugaz y sin dimensión. Esto se lleva a cabo más a contracorriente: la apertura abre detrás de mí, antes de que yo abra la boca. El “yo” podría suceder en esta apertura, pero no aparece todavía, no por el momento; sólo existe el círculo o elipse de la boca, que aún no se ha hablado, que precede no sólo al sonido de las palabras sino también a la intención silenciosa.[7]
Teorizo la baba como ese fluido corporal que en la superación fugaz y sin dimensiones del borde de la boca, específicamente durante el sueño y en el dejar una huella (tal vez imperceptible) en la almohada, delinea o traza una “elipsis de la boca”, como la periodicidad extendida (no la puntuación de la puntualidad) y el espaciamiento del sentido y de la existencia, como aquel que “tiene lugar más a contracorriente” antes de la apertura de la oralidad o la enunciación, el habla, o de hecho incluso “la intención silenciosa.” Es de esta manera que teorizo la baba como el pre-habla líquido de la pre-escena.[8]
Al hacerlo, también pienso en la línea o la ruta de la baba trazando el espacio inconmensurablemente compartido de la extensión y exposición del ego / psique / alma / cuerpo,[9] a la que el pensamiento de Nancy se ha dedicado en más de treinta años, por lo menos desde finales de la década de 1970 y, en particular, en su escritura sobre Descartes y Freud, misma que lo ocupa hasta el presente.[10]
Así que mientras Nancy sólo se refiere explícitamente al babear o la baba en un par de ocasiones, sin embargo, hay muchos casos en los que este fluido corporal particular puede venir a nombrar ese “algo” que nos ha permitido pensar que es irreductible a la sustancia; es preenunciativo o pre-verbal y por lo tanto pertenece a la zona de bocalidad en lugar del ámbito de la oralidad; que podría decirse que escenifique una escena de la escritura en el sueño que no es ni la inscripción simbólica del ensueño o su transcripción significante como trabajo del ensueño, y por lo tanto, desafía o resiste el análisis (incluyendo el sujeto individuo-ego sum) y por lo tanto es la exposición al no-conocimiento. A su vez, ya que ni metonimia y tampoco metáfora, la baba no es de la figura o del rostro, sino que es sin-figura y es un (auto) borrar; y en la elíptica o extendida periodicidad de su trazo puede pensarse en términos del espaciamiento del “con.” La baba es una corriente pre-verbal que traza un camino que fluye hacia nada, salvo consintiendo al sentido desbordante de los cuerpos (Barthes “todo el mundo”) y la inapropriabilidad de su finitud, que simplemente quiere decir, la soberanía de su plenitud (comblement) -en el amor, el pensamiento, la adoración.
Y como Nancy afirma en el breve texto sobre Barthes que hemos estado citando, la plenitud no es ni satisfacción ni saturación, ya sea en forma de fermento o degüelle. Lo que, en el contexto de nuestra discusión, podemos tomar en el sentido de que la baba, como uno de los fluidos por el cual el cuerpo se llena precisamente en la medida en que siga siendo inasimilable (no fermentado) y no proyectado / expresado (vomitado), debe distinguirse tanto de la saliva como del escupitajo. Si tuviéramos que recurrir a un lenguaje de la medida, podríamos decir que la baba es “más” que la saliva, dado que es el desbordamiento mismo de este último, y “menos” que escupitajo, dado que no es expresión expulsada violentamente. De esta manera es la “evidencia” de la extensión y la exterioridad debido a la plenitud más que la falta (el repleto de la boca y el desbordamiento de la saliva), y una exposición al afuera que es al mismo tiempo retirada y retiro (a diferencia del proyectil del escupitajo). Con razón entonces, que si bien la saliva y muy especialmente escupidura / escupitajo han encontrado lugar en varios discursos teóricos, artísticos, psicoanalíticos y culturales de los fluidos corporales, la abyección, el performance, la obscenidad y la subjetividad, el babeo rara vez se ha permitido abrir – y mucho menos trazar— un camino en el panorama intelectual.
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La sialorrea, o el babear durante el sueño (que es la escena en la que más me interesa enfocarme aquí), es una salutación pre-enunciativa y no salvífica. Como un cierto salve, pero no un salvus (seguro, salvado), la baba es una señal o salut / adieu (hola y adiós, a la vez) de la caída de sueño como la caída de “sí mismo de la ausencia a sí”, como Nancy lo pone en su libro, Tumba de sueño.[11] En otras palabras, caerse de sueño como la retirada o el retiro del “yo”, y una exposición del yo al yo que a medida que “la abertura se abre detrás de mí” es, como Nancy afirma en este libro, así como en la cita anteriormente, una anterioridad que no aparece o se habla, excepto en su retirada y retiro, lo cual quiere decir, su trazo. Algo así como Nancy escribe, “es una suerte de gruñido o suspiro que se escapa de unos labios apenas entreabiertos. Es un derrame preverbal que deposita sobre la almohada una huela casi invisible, como si un poco de saliva hubiese manado de esa boca adormilada.”[12]
Es evidente que en este fragmento, Nancy está interviniendo en al menos dos discursos relacionados, uno cartesiano, el otro freudiano, y debido a esto mi lectura me ha llevado necesariamente a varias de primeras publicaciones de Nancy, a saber, Ego Sum,[13] su libro sobre Descartes, y “Psique”,[14] su ensayo de una página sobre una nota póstuma de Freud. Este último sigue siendo una punto de referencia constante para Nancy hasta el presente, y de hecho en el primer volumen del Corpus, afirma que la nota contiene una de las declaraciones más importantes de Freud. La nota de Freud, que se fecha 22 de agosto 1938 (escrita sólo un poco más de un año antes de su muerte, y sólo publicada póstumamente), dice lo siguiente: “El espacio puede ser la proyección de la extensión del aparato psíquico. Ninguna otra derivación es probable. En lugar de los determinantes a priori de Kant de nuestro aparato psíquico. Psique es extendida; no sabe nada al respecto.”[15]
Una de las muchas cosas acerca de esta declaración que ha llamado la atención de Nancy es el punto sobre el espacio como (la proyección de) la extensión (del aparato psíquico), que a su vez hace eco y está en tensión con la res extensa de Descartes (sustancia extensa) en comparación con el sujeto humano pensante como res cogitans (sustancia pensante). Obviamente ésta es la razón por la cual la última línea de la nota de Freud aparece en el capítulo final del libro de Nancy sobre Descartes, el uno intitulado ” Unum Quid “, dado que ese capítulo es una meditación sobre la unión mixta de cuerpo y alma como se presenta en la Sexta Meditación (alrededor de 1640), así como en una famosa carta de Descartes a Elizabeth, en 1643, en la que aborda más directamente el tema de la unión del cuerpo y alma.
El 1978 Roland Barthes estaba dando su conferencias sobre “Lo neutro” en el College de France, uno de los cuales incluyó una sección sobre “el sueño” que en su teorización es notablemente cercano al propio pensamiento de Nancy como se presenta en su libro Tumba de sueño. Sin embargo, antes de la conferencia de Barthes, el 1976 Sarah Kofman escribió una nota que se clasifica como un “fragmento de análisis” y que también fue publicada solo póstumamente, lleva el título: “´Mi vida’ y Psicoanálisis”. En ésta, Kofman teoriza la boca de su cuerpo como no constreñida al terreno del dominio y de la auto-enunciación de una narrativa lógica que recuenta de la vida de uno. Al contrario, la boca es el lugar y la fuente de la sorpresa (por ejemplo, “¡No puedo creer que haya dicho eso!” o “¡¿Que acabas de decir?!”). Recurriendo a la metáfora de la cueva, la boca de Kofman es una boca generosa, una que al mismo tiempo imita las otras zonas erógenas del cuerpo: pene (“derramar su ofrenda de esperma”); e intestinal / anal (“Estreñido”). Así leemos de este “fragmento de análisis”:
Lo que mi discurso, sin duda, había querido también disimular es que la boca, en diferentes momentos del análisis, puede imitar las otras zonas erógenas del cuerpo: que de forma consecutiva o simultánea puede ser boca, órgano sexual, ano. Y no simplemente de una manera análoga: sabía que si, por ejemplo, en un día dado que estaba estreñida, no sería capaz de “hablar” en el sofá o bien, que “ello” no produciría algo, que nada iba a pasar.[16]
En el último capítulo del libro de Nancy sobre Descartes, aquél localiza la extensión de la exposición exteriorizada que la unión cuerpo-alma es, justo en la boca o bouche del cuerpo. Para Nancy (y para Sara Guyer y Peggy Kamuf, las cuales también han escrito tan excelentemente sobre este capítulo de Ego Sum), la boca es el lugar del sujeto en su exorbitancia, lo cual quiere decir, como aquello que excede a la vez y existe antes de la enunciación. A la vez antes de, y en exceso del habla (y del fenómeno), este espaciamiento, como Nancy ha señalado repetidamente, excede el análisis, incluyendo ese dedicado a la psique. Quien, como recuerdan, nos dice Freud, se sitúa alargada y extendida y no sabe nada de esta exposición espaciada (Bataille) a la que sólo podemos llamar “no-saber.” No-saber en el sentido de que Nancy mismo ha llegado a entenderlo, como: “el saber que empieza a articularse sobre la base de su propio abismo.”[17]
Por supuesto, esta noción de la exterioridad del sujeto exorbitante siendo a la vez fuera del y antes del yo, se encuentra en el libro de Derrida sobre Husserl, La voz y el fenómeno (1967) que Nancy considera que es el libro más interesante de Derrida y uno del que han partido muchas de sus propias ideas principales y términos. Enterrado en el final de una larga nota al pie en el capítulo “La voz que guarda silencio”, Derrida escribe en una formulación que es ahora totalmente familiar para nosotros: “Este ser fuera de sí mismo propio al tiempo es su espaciamiento: es una proto-etapa [archi-escena].”[18] En otras palabras, este externo espaciamiento anterior es lo que denomino la “pre-escena,” su propia proto-etapa o archi-escena, el lugar y el “origen de sentido”,[19] del cual la baba es el pre-habla líquido, el trazo de esta apertura y retirada, irreductible a la sustancia, y a cualquiera de las diversas topologías de la sustancia (estructura, historia, ficción, imaginario, simbólico, etc.). La baba es la evidencia de esta exorbitancia de la sustancia.
Así que no sólo no es esto una ontologización del vacío, ya sea un fundamento o fin incumplido, tampoco es sobre lo vacío, sino más bien sobre el vaciar (kénosis) justo en el borde y la línea desbordante (excesivo, suplementando)—el retrasar de este retirar, que nos obliga a de-ontologizar la existencia y hablar menos en términos o de ser o de devenir, sino de la existencia como impropia. En otras palabras: para la exposición que la existencia es, no hay ningún esquema, y este espaciamiento externo no bordea en el vacío, sino que puede decirse que está simplemente apoyado por nada, no hay razón suficiente para, o principio de existencia. Justo como hemos aprendido a cuestionar cada figura de la onto-teología y onto-tipología, debemos también continuar cuestionando cada onto-topología, incluyendo cada topología de la sustancia.
Por lo tanto, incluso más allá de la formalidad de lo aperto en la forma de la boca, la baba podría ser lo que Nancy describe como el “trazado singular que “cierra en círculo” exactamente una existencia, pero que la cierra según la grafía complicada de una apertura, que no vuelve sobre sí (“sí” que es ese no-retorno mismo)”[20] (En el contexto de nuestra discusión, la palabra “cierra en círculo” es ventajosa en su homónima resonancia con la hebilla / bucal de la bocalidad). Como hemos señalado, el “yo” desaparece al caer en el sueño que conduce a uno mismo, de la ausencia— del “yo” y de su capacidad enunciativa, en particular como capturado por la imposibilidad del yo durmiente de decir “estoy dormido “— al yo.
En el capítulo dos de su libro Tumba de sueño, intitulado “Me caigo de sueño,” Nancy afirma que tanto como el yo que duerme no puede decir (enunciar) “Estoy durmiendo” (de forma similar a un sujeto no siendo capaz de decir “estoy muerto” y aún así hablando la verdad), también es, entonces, este “yo” que duerme no tanto diferente del “yo” que está despierto, sino que es todo el otro de uno mismo en el sueño— el uno retirado de todas las funciones excepto el sueño (por lo tanto: inoperante), sin embargo, ocupando exactamente el mismo lugar que el yo que está ahora totalmente “ocupado” (es decir, no solo en alguna “parte”) por soñar.[21] A continuación, podríamos decir que la baba es el trazo de la declaración imposible “Estoy dormido”, el pre- y pos- enunciativo desbordamiento y retirada del “yo”. La baba es el contorno del camino de la enunciación “Me caigo de sueño” a la caída del yo de la ausencia del yo, el escape, la retirada y el desvanecimiento del “yo”. Nancy formula este último bastante simplemente, cuando escribe: “Me caigo de sueño y me borro al mismo tiempo en cuanto “yo”. Quedo dormido y, al mismo tiempo desaparezco como ‘yo.’ Caigo en mí y el mí cae en sí. Ya no soy yo, es sí mismo, y no hace otra cosa que volver al sí.”[22]
En su brillante lectura del ensayo de Nancy “El” hay “de la relación sexual”, Jean-Paul Martinon se involucra en una lectura atenta de dos términos que Nancy coloca de lado a lado, a saber une survenue y une surprise. Al hacer el escrutinio de esta duplicación semántica, en lugar de simplemente tomar estas palabras como sinónimas, Martinon llama nuestra atención sobre las ráfagas desbordantes del sentido (surprise) que hacen erupción desde afuera de la interrupción rítmica sincopada del sentido (survenue). Según Martinon, survenue puede definirse / traducirse y entenderse como interrupción sincopada y sobrevenida (como en “la llegada inesperada”), y más en concreto, a-venir Sin embargo, como también sostiene, survenue, es el sustento de la existencia, y los “medios” por los cuales subsiste la existencia (irreducible a la sustancia). Teniendo en cuenta esto, podríamos decir que el dormir-y quizás especialmente dormir sin soñar— es la suspensión del orden significante y simbólico en el desbordamiento del sentido, y que la baba, como el exceso libidinal lingüístico de esta plenitud desbordante, es el estallido y la sorpresa de la survenue de la caída de sueño.[23]
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Como quiero afirmar en este ensayo, estar en una relación de adoración de los fluidos corporales— adorar la baba y el babear, por ejemplo— es tener una relación con el sentido soberano de la existencia que es perverso y cuír en la medida exacta que no sabe dónde esos seres y cuerpos llamados humanos comienzan (o terminan). Así es como Georges Bataille en su breve ensayo “Boca” marca la distinción entre la “arquitectura” del “hombre” y del animal, en el cual la boca o la “proa”, como él dice, es el comienzo del ultimo.[24] Como Barthes describe en “Resultados del texto”, un ensayo principalmente destinado y dedicado al propio ensayo de Bataille “El dedo gordo del pie”, sin embargo, tocando también sobre “Boca”, así, en el cual los resultados del título implican un interés en diversas formas de secreciones y fugas,
Para Bataille, el cuerpo comienza en ningún lugar, es el espacio de cualquier parte; un significado que no se puede reconocer en ello, excepto en el precio de una violenta operación: subjetivo-colectiva; el significado aparece gracias a la intrusión de un valor: noble e innoble (parte superior e inferior, de pies y manos).[25]
A raíz de lo que Barthes va a decir sobre el paradigma de valor, en mi forma de pensar y escribir sobre la baba, (y yo diría que en cualquier compromiso teórico con los cuerpos y sus fluídos) no operaré a través del paradigma nietzscheano del noble / base, sino a través de la tripartita heterología batailleana del noble / innoble y bajo. Porque como señala Barthes, juntos lo noble e innoble constituyen lo que podríamos llamar un importante discurso del valor, de lo que la teoría cuír incluso podría no ser inmune cuando se opera simplemente a través de una lógica de inversión, tal vez incluso en una jerarquización de los fluidos corporales. En otras palabras, una teoría cuír de los cuerpos y sus fluidos no debe preocuparse con lo innoble sin embargo, en última instancia, asimilable, sino que debe asistir a lo inasimilable: lo que no es ni la saliva (noble), ni escupitajo (innoble) sino la baba (bajo, bas). De tal manera que siguiendo el esquema explicativo de Barthes, podemos decir que como el tercer término, la baba “no es regular … [que] no es el término neutro” (ni saliva ni escupitajo), “y tampoco es el término mixto” (saliva y escupitajo). Más bien “es un término independiente, concreto, excéntrico, irreductible: el término de la seducción fuera de la ley (estructural)”.[26]
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La palabra babeo es un sustantivo y un verbo. Etimológicamente hablando, la forma verbal se contrajo como babosada, (una palabra que estaba en uso ya alrededor del año 1000 dC) y fue relacionada con babear (slaver) y salivar (dribble). Desde finales del siglo 14, la baba significaba hablar infantilmente o idioticamente, hablar tonterías. La baba sólo empezó a usarse como sustantivo a principios del siglo 19, para nombrar no solo saliva y tontería, habla absurda o vacía, sino también para designar un cierto tipo de persona, quien fuera inactiva, lenta –holgazán. La palabra francesa para la baba es bave (a menudo traducido como babosada). Pero como Peggy Kamuf ha señalado en su ensayo sobre la filosofía del boquiabierto de Nancy, “Béance,”[27] también podríamos considerar la palabra bailer (bostezar), que comparte el mismo origen con el adjetivo béant (abierto), que a su vez proviene del antiguo francés bayer, que se deriva del Gallo-Romano batare (abrir la boca). Pero como señala Kamuf, “un etimólogo se pregunta si la raíz del verbo no es el galo bait, lo que significa estúpido”, y por lo tanto semánticamente nos devuelve a la palabra inglesa babosada (drivel) como la base más-de-lo-simplemente lingüística para la derivación, pero quizás también la evaluación de la baba (drool).
Así, además de ser aparentemente trivial dentro del léxico / la anatomía de los fluidos corporales, hablar y escribir sobre la baba es correr el riesgo de producir tonterías acerca de lo que se considera trivial. Pero yo argumentaría que es precisamente lo que la corriente pre-verbal que es incluso menos que un murmullo, suspiro o gemido y que bordea con una enunciación idiota, estúpida y sin sentido (es decir una babosada) y es el material efímero aparentemente insignificante de un fluido corporal, que la baba nos permite de trazar el lugar del sí / ego / Yo en su retirada de la subjetividad, la cognición, el trabajo y así sucesivamente, a lo largo de la periodicidad extendida y su ritmo sincopado y seductor de los cuales la baba no es una sustancia probatoria, sino el pre-enunciativo y la sub-ex-exposición de la relación inconmensurable del cuerpo / alma / psique, para lo que Nancy ha dado el nombre “corpus”.
Por lo tanto creo que Michel Serres no está del todo correcto cuando en su reciente libro sobre la apropiación, la malversación, y la abyección de los fluidos corporales, argumenta que la secreción y la extensión espacial de estos últimos, son el medio por el cual el espacio está apropiado como lugar, en términos de un reclamar un lugar como propio marcándolo con el gasto excremental propio a uno (impropiamente propio).[28] Pero si bien éste puede ser el caso para la mayoría de los animales, parecería ser diferente para ese animal particular llamado humano, que puede detectar y localizar esta inadecuación (lo abyecto, lo extranjero, lo extraño) dentro de su propio ser. Obviamente, esto no hace acabar con gestos de apropiación, sino que hace hincapié en la medida en que tales gestos siempre permanecerán incompletos, en su exposición inevitable a un espaciamiento exteriorizante que se encuentra en su origen— el afuera que se encuentra en el corazón de la cueva. En otras palabras, en su plenitud, su desbordamiento, los cuerpos son auto-ex-propiados y los fluidos corporales proporcionan “evidencia sustancial” de ello. A esto hay que añadir que el arte es la primera presentación tecno-estética en curso de esta auto-ex-apropiación. Y, además, cuando esta emisión expropiada de saliva, orina, semen y mierda para, es cuando un corpus se convierte en un cadáver. Como Blanchot, Bataille, y Nancy todos han argumentado, desde el nacimiento del hombre está marcado y señalado por el nacimiento del arte, el fin del arte sería el fin del hombre (homo aestheticus).[29]
En su entrada sobre la “Baba”, para el Diccionario crítico de su amigo Bataille en la revista Documents, Michel Leiris divide su meditación en dos partes: 1) El escupitajo-alma, y 2) el agua de la boca (L’eau à la bouche).[30] En este último, y de acuerdo con el propio pensamiento de Bataille, Leiris señala que es el erotismo y su pequeña liberación el que revela “la verdadera naturaleza de un órgano determinado”,[31] mientras que abole las jerarquías de las diferentes partes de un cuerpo. Situado debajo de la cabeza / ojos y por encima de los órganos de excreción, la boca está descrita por Leiris como una “cueva”,[32] y “una húmeda y cálida gruta” de la cual como él va a decir “La escupidura [significando aquí: escupitajo] … lanza la boca en un solo golpe hasta el último peldaño de la escala orgánica, prestándole una función de eyección aún más repugnante que su papel como puerta por la que uno mete alimentación.”[33] Teniendo en cuenta que la entrada de Leiris acompañó a Bataille en su propio “informe”, en el mismo volumen y número del Diccionario,[34] no nos sorprende leer que: “El escupitajo es, finalmente, a través de su inconsistencia, sus contornos indefinidos, la relativa imprecisión de su color, y su humedad, el símbolo de la forma, de lo no verificable, de lo no jerarquizado.”[35] Sin embargo, al hacerlo, quiero sugerir que podemos encontrar aquí no sólo una descripción de la escupidura / escupitajo, sino tal vez incluso más exacta y precisamente, una descripción de la baba. A excepción de la forma en que, como ya he sugerido y se profundizará más, la baba, como uno de los trazados del sentido de la existencia y de la extensión y de la exposición, retiro y retirada que el yo es, la baba traza un no-significante y el sentido, por tanto, no simbólico (yo no dudo que Leiris tendría que decir lo contrario).
De mayor interés para nosotros —ya que proporciona una cierta transición a nuestra discusión de la lectura de Nancy de Descartes— es la primera parte de la entrada de Leiris: “El escupitajo-alma”. Recurriendo ahora a la “colmena” como una analogía para la boca, “donde el orificio de entrada reluce de la cera [saliva, escupitajo] en el interior”,[36] Leiris aquí teoriza la causa de la humedad de esta colmena / cueva / gruta como debido al “de acá para allá del alma, que va y viene en la forma de aliento”.[37] Manteniendo la dualidad del “agua de la boca” que hemos estado examinando, Leiris luego continua diciendo que “la saliva es el depósito del alma; la saliva es el alma en movimiento “,[38] a lo que ahora añadimos: la baba es el trazo de la extensión del alma justo a lo largo del cuerpo, de cuerpo a cuerpo, y a diferencia de la capacidad y de la función de la saliva / escupitajo contractual, la baba puede ser pensada como una sustancia no-consensual, en el sentido de que no se utiliza (no se puede utilizar) “para reforzar una acción, para la protección, para impresionar la propia voluntad en un objeto, para “firmar” un contrato, para dar vida.”[39]
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Como se mencionó anteriormente, por lo menos desde finales de la década de 1970 y de su libro sobre Descartes, Ego Sum (1979) y “Psique” (1977), el ensayo de una página sobre una de las últimas notas escritas por Freud y póstumamente publicada, en la que Freud afirma que “la psique es extendida, no sabe nada al respeto”, Jean-Luc Nancy ha presentado una y otra vez un pensamiento del sujeto o del yo definido en términos de un espaciamiento exterior, extendido, y expuesto. En su lectura de las Meditaciones de Descartes, la res cogitans de la conciencia humana cognitiva se entiende como su propia res extensa, o cosa extensa, y en su lectura de Freud, el espaciamiento ampliado y extendido de la psique es sin lugar a dudas también un cuerpo.
Además, mientras que en ese primer estudio de Descartes y en su último capítulo “Unim Quid,” Nancy situó la medida inconmensurable de la unión distinta del alma y del cuerpo en (y como) “la béance d’une bouche” (el boquiabierto de una boca),[40] de tal manera que el lugar de la enunciación debe ser entendido como “la béance d’un no-lieu” (el boquiabierto de un no-lugar) Y como el lugar que la Psique-incluyendo la psyché de De anima de Aristóteles, así como la psique de la nota póstuma de Freud—abre en su fuerza animante, no será hasta 30 años después, en 2007 con la publicación de su libro sobre el sueño, que Nancy encontrará en la baba una analogía y una imagen para ese “algo” que no es ni “sustancia” ni “une topologie de la substance”,[41] sino que es lo que en el libro sobre Descartes Nancy llamó el “sub-ex:” “quelque chose d’antérieur à tout ‘stade,’ à toute ‘station’ ou ‘stance’ du sujet“[42] (algo anterior de cualquier “etapa”, o “posición”, o “postura” del sujeto) – “l’incomplétude de sa substance.”[43] Si como Nancy afirma, “Ego, c’est la prevue du subex“, entonces podríamos decir que la baba como sub-ex (lejos de sustancia) es la evidencia rebosante que llena esta prueba, ya que traza un recorrido que no sea el -ject de la subjetividad, la objetividad, la proyección, el rechazo, la introyección, y tal vez incluso la abyección.
La sustancia no tiene extensión, sino que es un punto sin dimensiones. Como extendido líquido / saliva del cuerpo, la baba es ese sub-ex de la sustancia que afirma que un cuerpo es irreductible a la sustancia. El arroyo casi imperceptible de la baba traza la periodicidad extendida de la existencia y la infinita finitud del cuerpo –su exposición. Se trata del espaciamiento y del sentido elíptico de la existencia -y por lo tanto desbordante. Esto está más allá de cualquier discurso de fluidos corporales (filosófico cuír teórico o de otra forma), pero en su lugar se encuentra en la pre-escena de la pre-habla, una apertura pre-verbal o boquiabierto de la boca (béance), y por lo tanto un afuera anterior a cualquier enunciación intencional.
La baba es el alma del cuerpo, del cuerpo como siempre ya fuera de sí mismo (ex corpore), como algo que no sea la masa y la pura sustancia. Como escribe Nancy: “al expulsar, el cuerpo da forma a sí”[44] infinitamente, y se da cuenta y siente que es un cuerpo (finito y auto-separado). Otro nombre para este sentir del cuerpo es “alma”, y esta mezcla, tensión y unión del cuerpo y del alma, es el tensar, el sentir y el espaciamiento de la existencia—el contorno, trazo de su ser-ahí— este cuerpo, aquí ahora en retirada. En una variación de Nancy: Si se me cae la baba, es una alma babeante.[45]
Sin embargo observamos que Nancy puso reparos en su referencia a la baba en lugar de nombrarla como tal, optando mejor por describir (a la perfección, hay que decir) el trazo de la retirada de “yo soy” en el sueño como “una corriente preverbal que deposita en la almohada una trazo apenas visible, como si un poco de saliva se goteara de esa boca durmiente.” Sin embargo, al igual que no podemos confundir este rastro de “una pequeña saliva,” para nada aparte de la baba, también no debemos pasar por alto la forma en que Nancy aquí une su filosofía anterior de la boca con la filosofía del sueño, y de esta manera abre y permite que se revele toda una serie de huecos, boquiabiertos y aberturas a través de la cual pasa la baba: antes de la enunciación, perteneciendo a la bocalidad como ex-onomía de la oralidad de la boca y de lo boquiabierto de la boca (béance) incluso más que su apertura. Como pre-habla líquido, la baba es la pre-escena del no-saber y de lo que Barthes va a llamar “despertar neutral”, en los límites de la razón y el análisis filosófico, o como Nancy lo puso: “en excès de toute psychanalyse.”[46] En este punto podríamos volver a la entrada de Leiris sobre el escupitajo para preguntar, como lo hizo:
En efecto, ¿qué valor podemos adjuntar a la razón, o para ese caso al discurso, y en consecuencia, a la supuesta dignidad del hombre, si tenemos en cuenta que, dada la fuente idéntica de la lengua y de la saliva, cualquier discurso filosófico puede legítimamente ser figurado por la imagen incongruente de un orador farfullante? [47] O, podríamos decir, la imagen no-tan-incongruente de la boca babeante de un durmiente de la razón sin sueños.
En realidad que se obtiene o que se puede obtener por un discurso filosófico o teórico que puede legítimamente ser figurado no sólo por la imagen incongruente de un orador farfullante, sino por el no tan incongruente—sin embargo, como ya hemos señalado, la imagen notablemente elusiva (de todos modos discursivamente hablando) de la boca babeante de un durmiente de la razón sin sueños? Tal vez no sorprendentemente, y basada en mi lectura de Nancy, creo que hay mucho en juego aquí, incluyendo una imagen de pensamiento como extensión inconmensurable, y más precisamente como el no-lugar de el tomar lugar de lo que se conoce con el nombre de pensamiento mismo. Todo esto se contiene y se manifiesta en lo que yo, y otros (por ejemplo Kamuf, Derrida) interpretamos de los dos pasajes principales del capítulo “Unum Quid” del libro de Nancy sobre Descartes. Las siguientes citas son de las traducciones de Peggy Kamuf:
La extensión inconmensurable del pensamiento es la apertura de la boca. La boca que abre y forma el “ego” (otros labios, ya habían abierto con el fin de traer al mundo este “yo”, cuando gemió por primera vez), esta boca es el lugar de la unión [cuerpo y alma— mi adición] en la medida que la unión abre y se distiende en sí, y así es como pasa el unum quid. Este lugar no es un lugar y sin embargo, no está fuera de todo lugar. Forma por adentro del lugar, dentro de la extensión de una cara, el boquiabierto [béance] de un no-lugar [non-lieu]. En este no-lugar, la figura (extensión, medida) y lo sin-figura (pensamiento sin medida) se unen y se distinguen, unidos por su distinción. El lugar de la enunciación [de l’énoncer] está formado por la dis-locación de este reencuentro. [48]
Insertando la lengua de mi ensayo en-entre paréntesis en esta segunda cita, leemos:
El sujeto se lanza en este abismo. Pero el ego se enuncia allí [como pre-habla]: se exterioriza allí, lo que no significa que trae al afuera el rostro visible de una interioridad invisible. Esto significa literalmente que el ego hace o se hace exterioridad, espaciamiento de los lugares, hueco y extrañeza que inventan el lugar, y por lo tanto el espacio mismo, espacialidad primaria [pre-escena como archi-espaciamiento] de un verdadero trazado [baba] en el cual, y sólo en el cual, el ego puede pasar, y trazarse, y pensarse.[49]
El ego babea, y la baba traza el “hay” ego como el camino y el corriente pre-enunciativo extendido y ampliado. Un exterioridad anterior al lugar, y por lo tanto el “espaciamiento de los lugares”, la baba es el pre-habla líquido de la pre-escena. La baba traza la inconmensurable distinción de la res cogitans y res extensa, el desbordamiento de la línea o borde del yo en y como su retirada— la retirada misma de su sentido. La baba es el uso inoperativo de los órganos del cuerpo y el abandono de las impresiones, sin embargo, no tanto como los pensamientos sino como lo no-pensado que es la “sustancia” y el espaciamiento de la relación entre el yo y el pensamiento (sentido), un cierto gasto inútil y la exposición al no-saber como Nancy diría (imitando a Bataille).
Si, como sostiene Nancy, el reino del sueño es la simultaneidad y la coincidencia del Yo con el mundo, y la reducción del Yo a su propia indistinción, entonces tal vez la baba es algo como una línea o marca de distinción en el medio, estela o caída de indistinción, aún sin ser la señal ineludible del Yo (como subjetividad o identidad), sino más bien de la pluralidad singular del yo, lo cual quiere decir, de la exposición infinitamente finita del yo al desbordamiento del sentido. En otras palabras, esto es para argumentar que la baba es una marca, rastro, o un contorno de “la distinción de lo indistinto,”[50] la evidencia no-probatoria de una oscilación específica y síncope de la vida cotidiana, a saber, babeando / cayendo al sueño, como el quasi permixtio del cuerpo y del alma como unum quid.[51] Para aclarar esto más: No estoy diciendo que la baba es la evidencia / sustancia de la extensión del alma en y desde fuera del cuerpo, sino tal vez, siguiendo a Nancy, es la evidencia de
[…] la extensión del no extendido, a través del cual la cosa extensa (o el cuerpo) es conocido en su unión con el no-extendido… la no-extendida alma se entrega a una extensión que es impropia a ella [la impropia modestia de la baba y del babeo], y su unión con esta inadecuación es lo que concibe sin concebir y lo que se concibe como inconcebible.[52]
Siguiendo a Nancy, podríamos sugerir no más que la baba es el trazo de desbordamiento de esta inmersión o caída consciente de la conciencia en la inconsciencia y, como él dice, “arrastra cualquier tipo de análisis.” Podríamos describir esto como una cierta metamorfosis inspirada en Morpheus, “el contorno de una fluidez”, y más específicamente como “la atestación de su retirada “, la aparición de la retirada y desaparición del yo en el yo.
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Como ya hemos señalado, en la primavera de 1978, es decir, por el tiempo en que Nancy estaba publicando sus primeros textos sobre el sujeto extendido y exteriorizado en las Meditaciones de Descartes sobre el ego y la nota póstuma de Freud sobre la psique, Roland Barthes estaba dando sus conferencias sobre “Lo neutral”. En la tercera sesión del curso (4 marzo 1978) Barthes habló sobre el tema del “Sueño.”[53] Como se indica en las notas de su conferencia, Barthes teorizó lo que se refirió como “el despertar neutral”, “la utopía del sueño”, y la relación entre “el sueño, el amor y la benevolencia.” En maneras que resultarán siendo notablemente alineadas con la propia filosofía del sueño de Nancy, Barthes intervino en el discurso del psicoanálisis dando prioridad a lo que podríamos llamar el desobramiento del sueño profundo sobre y contra la idea del sueño como trabajo. La premisa teórica operante en los escritos tanto de Barthes como de Nancy sobre el sueño, es que no puede haber una representación, conocimiento o análisis del sueño fenomenológicos o psicoanalíticos, ya que, como hemos discutido, el sueño es el aplazamiento del sujeto, la caída del yo de la ausencia de sí. Como Nancy expone en Tumba de sueño, “su caída no es una pérdida de conciencia, sino la inmersión consciente de la conciencia en la inconsciencia, que ella deja crecer en sí a medida que se hunde en esta. La verdad de esta inmersión desborda y arrastra cualquier tipo de análisis.”[54] Hemos dado el nombre de la baba a este desbordamiento y esta verdad.
Para Barthes, “el despertar neutral” es “tiempo-suspendido (= una definición del Neutro como tal)” un tiempo y una tensión y que “tal vez no está entre dos mundos (ensueño ≠ vigilia), sino entre dos cuerpos”: sin embargo, podríamos añadir: como la singularidad de cada cuerpo. Dos cuerpos: uno activo, cuerpo alerto / vivo (infinitamente expuesto), y el otro, cuerpo inactivo / inmortal / casi muerto. La suspensión entre los dos, la caída o la tensión expuesta (su extensión) es parte de lo que Nancy entiende por la caída del sueño.
Además para Barthes, el despertar neutro es un modo de entender; uno que es lento, delicado y benévolo en su velocidad, tiempo, y afecto -uno suspendido y lo que en un momento dado llama “tiempo divino” -tal vez incluso más lento que el tiempo crítico o clínico. Como un modo de la comprensión, el despertar neutro es el medio de inferir y acceder a lo que Barthes se refiere como la “utopía de sueño.” Que no sólo es lo que ahora reconocemos como la aporía del sueño, aquí definido por Barthes como “anticipado, fantaseado como un estado feliz, sino uno que sólo podemos reportar en un estado no-durmiente: implica una conciencia dividida cortada de discurso.”[55] Es también aquí, en este no-lugar lugar que la utopía del sueño de Barthes es también –similar a la caída de sueño de Nancy – “sin sueño.”[56]
O si no es absolutamente sin sueños, entonces, in-operativo. El sueño es una inoperatividad, y si no una resistencia antagónica, entonces, es un retiro y retirada de la productividad mito-ideológica del sueño (poiesis), hacia una transformación no-productiva del sujeto que es la definición misma de la praxis (como Nancy nos ha recordado). Una praxis que Barthes reconoce y subraya como perversa, en la misma medida que se trata de una especie de gasto incondicional, un “sueño perverso”, con la baba, podríamos añadir, como el pre-verso de este perversión.
Una vez más, como Barthes y Nancy afirman, esta utopía perversa y la caída de sueño no puede ser nunca solipsista, sino que es lo que siempre se comparte. En otras palabras, dormir es siempre dormir juntos (à deux-en lo que también hay que escuchar a-dieu como el saludo en el punto del encuentro y de la partida).
A la vez un acto de caer en el amor y la movilización de la confianza, dormir juntos aquí significa ofrecer u otorgar a alguien la oportunidad de dormir, y no ser puesto en obra, incluso (y especialmente) mientras está durmiendo. En su conferencia, Barthes apunta a la impresionante y hermosa expresión francesa, dormer sur ses deux oreilles, que traducida literalmente significa “dormir en dos oídos”, pero la cual Barthes toma en el sentido de “dormir en la oreja del otro y de uno mismo.” Lo cual quiere decir, no dormir con cautela con un oído abierto, sino dormir así como para crear un ahuecamiento espacial parentético de la oreja del uno y del otro; y para escuchar la “nada” que destaca o que se dice en medio. Es de esta manera que “dormir juntos” es la más íntima de las intimidades en “los pórticos de nuestras orejas”, la traducción de la frase de Nancy de Charlotte Mandel “au bord des oreilles”; en ello hay el sentido compartido del sentido ya deshecho del sueño como eso que no se puede sentir, y mucho menos representarse y analizarse. Una ex-onomía de la víspera que no es tanto lo temporal-espacio “del” amor, sino más bien el hecho de caer en el amor, como la caída en el sueño, juntos-separados, y más allá de cualquier fenomenología del “acto”. Como muy bien Nancy lo describe:
El dormir juntos equivale a compartir una inercia, una fuerza igual que mantiene juntos los dos cuerpos, en su navegación como dos barcas estrechas que se alejan hacia la misma alta mar, el mismo horizonte sustraído una y otra vez y siempre en unas brumas, que en su indistinción, no permiten separar el alba del crepúsculo ni el poniente del levante.[57]
Este sería el sentido de la existencia y el mundo que todos compartimos, como durmientes, cada uno de nosotros, que pertenece como nosotros, a “un sueño común, tan compartido como imposible de compartir.”[58] El sueño es lo que tenemos en común en el sentido de “la imposibilidad ontológica de una sustancia común” (y el principio). Como liquidación de la sustancia común, la baba es el trazo de esta imposibilidad ontológica -su sentido elíptico. El cuerpo es el intruso y la baba, como cada otro fluido corporal, es un índice de esta intrusión.
Esta escena de la separación-compartida se presenta en imágenes fotográficas creadas por dos artistas contemporáneos: Melanie Schiff, en sus Sleeping Boys (2003), muestra una serie de tres imágenes en cada una de los cuales un solo varón joven blanco se encuentra durmiendo en una cama de sábanas blancas contra un fondo blanco neutro (Imagen 1); y Félix González-Torres en su fotografía de una cama deshecha (1991), con sábanas crujidas y dos almohadas, ambas teniendo las impresiones de cabezas anteriormente presentes y ahora ausentes (Imagen 2). Sin embargo, tal vez más precisamente, el dormir juntos es el compartir lo que no puede ser compartido, que no se presenta tanto en uno o el otro per se, sino en el síncope de su yuxtaposición y por lo tanto la exposición mutua a cada otro. Es decir, como la aparición / desaparición de un cuerpo o cuerpos, como en una mirada sincopada, guiño o pérdida de la visión. Porque si, como afirma Nancy, el sueño “se muestra a sí mismo como ese aparecer que sólo aparece en cuanto no apareciente, en cuanto devuelve a sí y en sí todo el aparecer”, entonces la imagen de la cama deshecha opera a través de una praxis estética inoperante de lo que he venido a llamar la ya-deshecha.[59]
La ya-deshecha es el nombre de un arte, praxis, técnica y escena impropia, la fuerza de la cual en el contexto de nuestra discusión sobre el sueño, no es tanto el inconsciente (incluso aunque comparte con el inconsciente el hecho de ser no-negativo), ni el mecanismo de la represión, sino más bien es la fuerza del retraso y la retirada. Es la imagen / escena de la cama deshecha que, citando a Nancy de nuevo, “y que al fenomenólogo despierto que se acerca a su cama ya no le deja percibir más que la apariencia de su desaparición, el testimonio de su retirada”.[60] La baba es el trazado de esta retirada, algo así como el borrado del trazo en el re-trazado reiterativo del trazo, la escena sobre la cual Freud escenificó para nosotros en su “Nota sobre la pizarra mágica”, y que Robert Rauschenberg creó en su Erased de Kooning Drawing (1953).[61] Esto es lo que Nancy describe como “la tarea ciega [tache, punto] de sueño” y lo que quiero sugerir es también la tarea ciega del arte, y el placer singular del pensamiento.
La baba es la liquidación de la “sustancia”, y la “substancialidad de un accidente”,[62] en la cual la vida se define como un accidente feliz y el sobrevivir o seguir viviendo una sorpresa feliz. Es en términos de esta insustancialidad ontológica que la vida se entiende además ni como un “evento”, y tampoco como una “donación”. El sueño es lo que compartimos en el sentido de “la imposibilidad ontológica de una sustancia común” (y principio). Como la liquidación de la sustancia común, la baba es el trazo de esta imposibilidad ontológica – su sentido elíptico. El cuerpo es el intruso y la baba, como cualquier otro fluido corporal, es un índice de esta intrusión—el estadillo y la sorpresa de sentido, su plenitud desbordante.
Como ella pre-habla líquida de la pre-escena, podríamos decir que la saliva es el pre-cum[63] de un murmullo bucal y gemido, e imaginar que con el más ligero de los toques, como si con el toque de un dedo, este líquido está extendido y ampliado, y en su extensión (ex-posición sin in-tensión)[64] traza la línea tenue y frágil y sin embargo notablemente resistente del “con” de nuestra vida en común, cuerpo a cuerpo. Como si en esa boca durmiente un camino no salvífico se abriera por la baba, y que en esa caída de sueño que es al mismo tiempo la caída del habla, se oye el “con” de estar-con o estar-juntos. Como sustancia ex-gestada o más adecuadamente, como sub-ex,[65] la baba es un “menstruum universal” o “solvente universal” de dormir juntos como ser-juntos —todos, plenos—-co-somnum-más allá de la violencia de doble unión de lo subjetivo-colectivo. Babeo luego existo.
Notas
[1] El texto original en ingles intitulado “Drool: Liquid Fore-Speech of the Fore-Scene” fue publicado en World Picture 10 (primavera 2015), http://www.worldpicturejournal.com/WP_10/Ricco_10.html A menos que se indique lo contrario, todas las citas en español son mi traducción.
[2] Original: Jean-Luc Nancy, Adoration: The Deconstruction of Christianity II, trans. John McKeane, Perspectives in Continental Philosophy (New York: Fordham University Press, 2013), 86.
[3] “Esto según una nota al pie que dice: “La primera versión de este fragmento fue escrito para un día de homenaje a Roland Barthes organizado por Julia Kristeva el 2009, cuyas conferencias están por publicarse.” Ibid., 84-86.” (John Paul Ricco)
[4] “Menisco” del griego mēniskos (medialuna), y diminutivo de mēnē (luna), es la palabra que nombra y describe la curvada superficie superior en forma de luna de un líquido en un tubo, tasa, vaso u otro contenedor semejante.” (John Paul Ricco)
[5] “Esta es también la manera que Derrida lee el pensamiento de Nancy sobre la experiencia de lo sublime, como cuando escribe: “el último es también la experiencia del borde y del desbordamiento, la aprehensión temblante de lo que, tocando sobre el borde, al mismo tiempo cae por la borda y permanece en la borda, resistiendo and contendiendo, reteniéndose o absteniendo, sobre el borde.” Jacques Derrida, On Touching: Jean-Luc Nancy, trans. Christine Irizarry, Meridian: Crossing Aesthetics (Stanford: Stanford University Press, 2005), 109”. Mi traducción.
[6] Original: Roland Barthes, A Lover’s Discourse: Fragments, trans. Richard Howard (Hill and Wang, 1978), 54-56.
[7] Original: Nancy, Adoration: The Deconstruction of Christianity II: 84.
[8] Una escena en la que el sueño (o en este caso de “no dormir”) y el análisis matemático y la medida del “antes y después” de una recta línea (en lugar de curvada), se encuentra en un pasaje del libro de Yves Bonnefoy, The Hinterland, que Nancy cita en su propio libro, El placer en el dibujar. El pasaje merece ser citado aquí en su totalidad: “Muchos años después, un día estudiando el desenvolvimiento de los lemas [proposiciones subordinadas en una prueba matemática] cerca al teorema de Weierstrass, que establece la noción de punto y del antes y después en una línea recta , de repente estaba abrumado por una especie de exaltación sin objeto, donde había alegría, tristeza, y de repente me vi a mí mismo, tumbado en un banco, la cara en una chaqueta doblada, tratando de dormir, pero no durmiendo. La obsesión por el punto de división [point de partage] entre dos espacios, dos afluencias compartidas, me había marcado desde la infancia y todavía lo hace. Y, desde luego, porque es más un mítico que un espacio terrestre, en la articulación de la trascendencia.” Original: Jean-Luc Nancy, The Pleasure of Drawing, trans. Philip Armstrong (New York: Fordham University Press, 2013), 58.
[9] Como veremos, todo esto justo con su pensamiento y su escritura sobre: corpus, enunciación, sueño, tocar y no-conocimiento.
[10] Original: Jean-Luc Nancy, Ego Sum (Paris: Flammarion, 1979). Jean-Luc Nancy, “Corpus,” in The
Birth to Presence, Meridian: Crossing Aesthetics (Stanford: Stanford University Press, 1993). Jean- Luc Nancy, “Psyche,” in The Birth to Presence, Meridian: Crossing Aesthetics (Stanford: Stanford University Press, 1993). Jean-Luc Nancy, “In Statu Nascendi.” Jean-Luc Nancy, Corpus, ed. John D. Caputo, trans. Richard A. Rand, Perspectives in Continental Philosophy (New York: Fordham University Press, 2008). Jean-Luc Nancy, “On the Soul,” in Corpus, Perspectives in Continental Philosophy (New York: Fordham University Press, 2008); Jean-Luc Nancy Corpus II: Writings on Sexuality, trans. Anne O’Byrne, Perspectrives in Continental Philosophy (New York: Fordham University Press, 2013); Jean-Luc Nancy “Merde ou pensée,” Le Nouvel Observateur, “BiblioObs” section, October 10, 2012; Jean-Luc Nancy “Dedans dehors,” unpublished essay; Jean-Luc Nancy and Antonia Birnbaum, L’extension de l’âme : Descartes = “Exister, c’est sortir du point”, Carnets ; (Strasbourg: Le Portique, 2003). Nancy, Adoration: The Deconstruction of Christianity II.
[11] Nancy, Tumba de sueño (Amorrortu editores: Buenos Aires-Madrid).
[12] Ibid., 26.
[13] Original: Nancy, Ego Sum.
[14] Original: Nancy, “Psyche.”
[15] Original: Sigmund Freud, The Standard Edition of the Complete Psychological Works of Sigmund Freud, ed. James Strachey, First ed., vol. XXIII (1937-1939) (London: The Hogarth Press, 1964).
[16] Original: Sarah Kofman, Selected Writings (Stanford, CA: Stanford University Press, 2007), 250.
[17] Original: Jean-Luc Nancy, “Philosophy Without Conditions,” in Think Again: Alain Badiou and the Future of Philosophy, ed. Peter Hallward (London and New York: Continuum, 2004), 49.
[18] Original: Jacques Derrida, Speech and Phenomena and other Essays on Husserl’s Theory of Signs, trans. David B. Allison (Evanston: Northwestern University Press, 1973 (orig. 1967)), 84.
[19] Ibid., 85.
[20] Original: Jean-Luc Nancy, Dis-Enclosure: The Deconstruction of Christianity, ed. John D. Caputo, trans. Bettina Bergo, Gabriel Malenfant, and Michael B. Smith, Perspectives in Continental Philosophy (New York: Fordham University Press 2008), 157.
[21] Original: Nancy, Tumba de sueño: 5. “Inoperante:” en el sentido que Nancy ha apropiado el término désoeuvrement (desocupación, desobramiento) de Maurice Blanchot, uso el término aquí para enfatizar el desobramiento esencial del sueño, especialmente durmiendo sin soñar, lo que también quiere decir sin trabajar, por lo menos en los términos del idioma teórico de “trabajo del sueño”. Véase abajo por una elaboración adicional de este argumento.
[22] Ibid., 11.
[23] Original: Jean-Paul Martinon, On Futurity: Malabou, Nancy and Derrida (London: Palgrave, 2007), 69- 109, and especially 91-104. Para e ensayo de Nancy, see: Nancy, Corpus II, 1-22.
[24] Original: Georges Bataille, Visions of excess : selected writings, 1927-1939, trans. Allan Stoekl, Theory and history of literature. (Minneapolis: University of Minnesota Press, 1985), 59-60.
[25] Original: Roland Barthes, The Rustle of Language, trans. Richard Howard (Berkeley and Los Angeles: University of California Press, 1986), 238-49; here 41-42, énfasis en el original.
[26] Ibid., 246. “Notamos que mientras inclinados a referir al escupitajo—que clasificó como bajo—
todavía no he encontrado un texto en donde Bataille habla de la baba. (John Paul Ricco)”.
[27] Original: Peggy Kamuf, “Béance,” CR: The New Centennial Review 2, no. 3 (2002).
[28] Original: Michel Serres, Malfeasance : appropriation through pollution? , trans. Anne-Marie Feenberg- Dibon (Stanford, Calif.: Stanford University Press, 2011).
[29] Original: Georges Bataille, The cradle of humanity : prehistoric art and culture, trans. Stuart Kendall (New York: Zone Books, 2005); Maurice Blanchot and Elizabeth Rottenberg, Friendship, Meridian, crossing aesthetics (Stanford, Calif.: Stanford University Press, 1997). Nancy, “Painting in the Grotto,” in: Jean-Luc Nancy, The Muses, trans. Peggy Kamuf (Stanford, Calif.: Stanford University Press, 1996).
[30] Original: Georges Bataille et al., Encyclopaedia Acephalica: comprising the Critical dictionary & related texts (London: Atlas Press, 1995), 79-80.
[31] Ibid., 79.
[32] Ibid., 80.
[33] Ibid.
[34] Georges Bataille, Documents, Volume 1, Number 7, 1929.
[35] Bataille et al., Encyclopaedia Acephalica: comprising the Critical dictionary & related texts, 80.
[36] Ibid., 79.
[37] Ibid.
[38] Ibid.
[39] Ibid.
[40] Original: Nancy, Ego Sum, 151
[41] Ibid 160.
[42] Ibid 152.
[43] Ibid 155. Al concebir la baba como esta sustancia que traza la distinción de lo originario, primario, or pre-espaciamiento de la unión del alma y del cuerpo o como Nancy dice “cosustancial,” al mismo tiempo significadefiniendo la baba más precisamente as “pre-sustancial, anterior y exterior a la posición de las sustancias y su distinción correlativa.” Ibid., 147, mi traducción (John Paul Ricco).
[44] Original: “On the Soul” in, Nancy, Corpus: 127.
[45] “The Extension of the Soul” en ibid., 144. Ahí Nancy escribe: “El alma está expuesta ahí [sobre la extensión del cuerpo] en una modalidad propia de la extensión y se casa con el impulso del cuerpo: si camino, es un alma caminante; si duermo, un alma durmiente; si como, un alma comiente.” Mi traducción.
[46] Original: Nancy, Ego Sum: 161.
[47] Bataille et al., Encyclopaedia Acephalica: comprising the Critical dictionary & related texts: 80.
[48] Kamuf, “Béance,” 49-50.
[49] Ibid., 52. El énfasis es de Nancy.
[50] Original: Nancy, “The Extension of the Soul,” in: Nancy, Corpus: 138.
[51] Sobre la unión mixta del cuerpo y del alma véase la Meditación Sixta de Descartes donde escribe: “”La naturaleza también me enseña, por estas sensaciones de dolor, del hambre, de la sed y así sucesivamente, que yo
no soy más que presente en mi cuerpo como un marinero está presente en un barco, pero estoy muy estrechamente unido y, por así decirlo, mezclado con él, de manera que el Yo y el cuerpo forman una unidad.” René Descartes, Meditaciones sobre la filosofía primera, ed. Karl Ameriks y Desmond M. Clarke, trans. John
Cottingham, Cambridge Texts on the History of Philosophy (Cambridge, United Kingdom: Cambridge University Press, 1996), 56. El original latino dice, en parte: “yo no tantum adesse meo corpori ut navigio Adest nauta, sed Illi arctissime esse et conjunctum permixtum cuasi, ADEO ut unum quid cum illo componam “. (John Paul Ricco)
[52] Nancy, Corpus: 139.
[53] Roland Barthes, The Neutral, ed. Lawrence D. Kritzman, trans. Rosalind E. Krauss and Denis Hollier, European Perspectives (New York: Columbia University Press, 2005), 37-41.
[54] Nancy, La tumba de sueño: 20-21, énfasis añadida.
[55] Barthes, The Neutral: 37.
[56] Leo en el siguiente pasaje de Tumba de sueño, una definición de lo que podríamos llamar el pre-sueño de sueño (su anterioridad o “antecedencia”): “Nos caemos de sueño en el sueño: este mismo es la fuerza que se precede y arrastra su poder a su acto. Si me caigo de sueño, es porque este ya ha comenzado a apoderarse de mi y a invadirme, aun antes de que me duerma, antes de que empiece a caer”. Nancy, La tumba de sueño: 13. Esto hace eco de un pasaje de la Primera Meditación de Descartes: “Veo claramente que nunca hay señales seguras por medio de las cuales estar despierto puede distinguirse de estar dormido. El resultado es que el Yo comienza a sentirse mareado, y esta misma sensación sólo refuerza la idea de que yo pueda estar dormido.”
[57] Nancy, La tumba de sueño: 32.
[58] Ibid., 62.
[59] Por una teorización extensa del “ya-deshecho,” justo con una discusión de la fotografía/espectacular de la cama deshecha de González-Torres, véase mi libro, The Decision Between Us: art and ethics in the time of scenes (Chicago: University of Chicago Press, 2014). (John Paul Ricco)
[60] Nancy, Tumba de sueño: 13.
[61] Por una discusión de ambos, justo con el ensayo seminal de Derrida, “Freud y la escena de la escritura,” véase el capítulo uno “Name No One Man,” en mi libro, The Decision Between Us: art & ethics in the time of scenes (Chicago: University of Chicago Press, 2014).
[62] Ibid., 141.
[63] Al describir la baba como el pre-cum de la bocalidad, el afuera y la futuridad (apertura espacial y temporal) se entienden como la procedencia de la habla y de la enunciación, y la baba, una vez más, es más que simplemente metafóricamente conceptualizada. Pero dado que la raíz latina de la palabra “procedencia” (su procedencia) se traduce como adelante (pro) + venir (venire), el babear como pre-cum se puede decir que traza una futuridad próxima y un afuera delantero, sin que ninguno de los dos sean iniciales o destinales, pero un adelante y un hacia el frente anterior a cualquier origen o fin incluyendo también a cualquier pre-venir. Tal es la escena anárquica y atélica abierta por la baba y el pre-cum.
[64] Aquí tomamos la noción de Nancy de la “tensión sin intensión” de significar tanto nofenomenológico, como ausente del deseo lo que está predicado sobre una noción de “falta” (valor calculado como “no bastante”).
[65] El término de Nancy para la deconstrucción de la relación entre enunciación y sustancia que estructura la figuración cartesiana del sujeto.
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