Las fotografías de Ariette Armella (Ciudad de México, 1983) oscilan entre el retrato, el paisaje y el documento. El retrato ha sido un género de representación de las personas desde la pintura como lugar de la memoria. En la fotografía más que la representación, es la presencia en un momento y espacio determinado. Para Ariette Armella esta presencia significa un diálogo con el fotografiado, una intimidad y acercamiento con su familia, amigos y con el otro. Los paisajes naturales y de ciudades tratan de mostrar su entorno y cosas que se nos escapan a simple vista, con elementos técnicos muy pictorialista: los reflejos de la luz y la composición del cuadro. La fotografía documental de conciertos ha sido un reto dentro de su trabajo porque tiene que encontrar los momentos precisos del movimiento y la luz del continuo espacial y temporal, es así que logra la imagen buscada.
Ariette Armella busca crear una narración en una sola imagen, concentrar en un retrato, un sentimiento, o en un documental, una metáfora. En palabras de Roland Barthes, en la fotografía de Armella, hay que buscar un punctum que puede ser una luz, un movimiento, una hoja o una ventana, ahí, en detalles que no han escapado del encuadre, Armella configura una realidad.