BREVE TRATADO DEONTOLOGIA TRANSITORIA
Alain Badiou, El ser y el acontecimiento, Trad. Tomás Fernández Aúz y Beatriz Eguibar, ed. Manantial, Buenos Aires, 1999, 173 p.
Durante años, Alain Badiou transitó por los márgenes de la filosofía en Francia. Mientras los pensadores de mayor renombre se encolumnaban detrás del posestructuralismo, la hermenéutica o el posmodernismo, Badiou continuaba defendiendo conceptos como los de “verdad” y “sujeto”. Actualmente, cuando las “filosofías del fin” (de la Historia, del sujeto, de los Grandes Relatos, del Hombre) comienzan a percibirse como modas intelectuales superadas, el pensamiento de Badiou alcanza su máximo reconocimiento: hoy se lo considera una de las principales figuras de la filosofía francesa contemporánea, al tiempo que El ser y el acontecimiento(1988), su texto fundamental, es releído como una de las grandes obras de la filosofía del siglo XX.
Precisamente en el prólogo a la edición española de ese libro, publicada en 1999, Badiou anunciaba una segunda parte que lo completaría, anticipada parcialmente en un texto que por entonces acababa de conocerse en francés. Ese texto, mediador entre las dos partes de El ser y el acontecimiento , ha sido recientemente traducido y publicado con el nombre de Breve tratado de ontología transitoria .
La brevedad a la que alude el título y que puede referirse tanto al libro en general como a los catorce capítulos que los componen -uno de ellos, por ejemplo, de apenas cuatro páginas- no debe llevar al lector al error de creer que va a encontrarse con un texto simple, ligero. En este caso, brevedad es sinónimo de condensación y, por lo tanto, de necesidad de realizar un importante esfuerzo para comprender aquello que se presenta de modo sintético. Además, como también advierte el título, si bien breve, el libro es un tratado -y no una mera compilación de artículos cortos- en el que cada capítulo se asume como parte de un todo que va construyéndose a través de una argumentación clara, con un hilo conductor fuerte.
La cuestión central tematizada es la “ontología transitoria”. El propio Badiou se encarga en una nota introductoria de aclarar el concepto: “Llamo ‘Ontología transitoria’ a la ontología que se despliega entre la ciencia del ser en tanto que ser, o teoría de lo múltiple puro, y la ciencia del aparecer, o lógica de la consistencia de los universos que efectivamente se presentan”. Todo el libro no es más ni menos que el desarrollo de esta expresión.
En principio, cabe recordar que para Badiou la ontología, la disciplina que se ocupa “del ser en tanto que ser” no es, como se viene sosteniendo desde Aristóteles, la filosofía sino la matemática. Pero la matemática entendida como pensamiento y no como mero cálculo.
La degradación de la matemática tiene su origen, según el autor, en Aristóteles quien, aludiendo a los académicos platónicos, sostuvo que los matemáticos consideran “como ser a un pseudo ser”. Por tratarse de una disciplina que trabaja con objetos que no son reales, la matemática queda así relegada al lugar de una construcción ficcional que poco tiene que ver con la verdad. Como contrapartida de esta posición aristotélica -que Badiou encuentra presente también en las filosofías del “giro lingüístico” deudoras de Heidegger y Wittgenstein-, el autor asume la defensa de una matemática de corte platónica concebida como el lugar del pensamiento del ser en tanto que ser. Pero esto no significa volver a las Ideas platónicas trascendentes. Enlazando el concepto de intuición platónica con la decisión sobre los enunciados existenciales propia de la matemática axiomática, Badiou postula una ontología en la que a partir de unos pocos axiomas “intuidos” se despliegue una lógica que permita hablar de algo que existe en un cierto universo matemático.
Si la matemática, a partir de estos axiomas, puede decidir aquello que existe, y si de lo que se trata es del ser sin ninguna cualidad, parece razonable que Badiou llame a esto “ontología”: “la ontología -sostiene- no es otra cosa que la propia matemática. Lo que puede decirse racionalmente del ser en tanto que ser, del ser desprovisto de cualquier otra cualidad o predicado que no sea el del único hecho de hallarse expuesto al pensamiento como ente, se dice, o más bien se escribe, como matemática pura”.
Ahora bien, una vez que se acepta la demostración de Badiou de que la matemática como pensamiento que se ocupa del ser en tanto ser merece el nombre de ontología, ¿qué lugar queda para la filosofía? Una respuesta a esta pregunta puede hallarse en los capítulos tres a cinco y catorce, donde Badiou discute con Deleuze en torno a la noción de acontecimiento. Porque, liberada de atribuciones impropias, la filosofía se asume como “teoría general del acontecimiento”. Esto es, en términos de Badiou, como la disciplina que se ocupa de los puntos de ruptura en cuanto al ser, de aquello que sin poder ser previsto “sale a la superficie, desplazando o revocando la lógica del lugar”. Esta cuestión del ser y el aparecer, que es apenas esbozada en el último capítulo, se anuncia como el elemento principal de la segunda parte de El ser y el acontecimiento .
Leer a Badiou no es precisamente una actividad distendida y amena. Cada página requiere más de una lectura, cada párrafo exige suma atención para no perder ningún eslabón de la cadena argumentativa que permite avanzar a través del laberinto filosófico-matemático construido por el autor. Pero ese esfuerzo es acompañado por la impresión de que acaso se esté transitando por unas de las páginas más significativas que la filosofía contemporánea puede ofrecernos.
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