Foucault y el acontecimiento

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En este trabajo desarrollaré brevemente la noción de acontecimiento en Foucault. Debido al tiempo que estos eventos imponen trabajaré esta noción un tanto al margen de esa gran reflexión sobre el acontecimiento que viene planteando la tradición de filosofía francesa que sin embargo ha abrevado del pensamiento alemán.

Busco más bien exponer los dos puntos de llegada en esta noción de acontecimiento en la obra de Foucault, una, la que viene signada por la perspectiva nietzscheana, la otra, marcada por la presencia de Kant.

Una de las primeras menciones del acontecimiento la encontramos en relación con la labor arqueológica pues la arqueología queda definida como una descripción de los acontecimientos discursivos. Si nos ubicamos desde Las palabras y las cosas encontramos que Foucault trata de dar cuentas de estos acontecimientos discursivos a partir de los umbrales que engarzan las diferentes epistemes. Estudiar los acontecimientos detrás de los nuevos órdenes del saber, reconocer la emergencia de los nuevos órdenes de sentido en los discursos.

Una reflexión más profunda en torno a la noción de acontecimiento la encontraremos en un texto posterior, arqueológicamente tardío o genealógicamente incipiente,El orden del discurso. En esa lección inaugural podemos encontrar dos nociones complementarias de acontecimiento. La primera la encontramos como un elemento a domeñar por parte del movimiento de la sociedad y de la historia, concepto por tanto de efecto subversivo, dice al respecto Foucault:

…supongo que en toda sociedad la producción del discurso está a la vez controlada, seleccionada y redistribuida por cierto número de procedimientos que tienen por función conjurar sus poderes y peligros, dominar el acontecimiento aleatorio y esquivar su pesada y temible materialidad.1

Primera elaboración que pone como otro al acontecimiento pero que tiene el defecto de hacer una distinción adjetiva implícita entre un acontecimiento azaroso y el que no, distinción que aún permite pensar en acontecimientos azarosos o no azarosos. En textos posteriores hará por ello una distinción entre los acontecimientos de la “Historia efectiva”, su propuesta, y los sucesos de la historia de los historiadores usando, desde el análisis de la obra de Nietzsche, un significado diferente a cada uno. El primero se incorporará como función a la perspectiva genealógica, el segundo será la versión tradicional de los hechos históricos tal y como ese saber les concibe (por ejemplo, los movimientos revolucionarios y sus héroes, el periodo histórico y sus figuras, etc.).

Regresando al texto de El orden del discurso, habíamos mencionado que éste desde las primeras líneas elabora una reflexión sobre el acontecimiento, será en la parte final que Foucault volverá a ese concepto, para señalar el poco valor que esta noción ha tenido para los filósofos. Noción que no ha tenido la trascendencia debida, el desarrollo oportuno.

Siendo éste el estado del acontecimiento y en virtud que este texto es un discurso inaugural de su trabajo posterior en el Colegio de Francia, Foucault incorpora la noción de acontecimiento al método para pensar, como antes sus maestros Bachelard y Canguilhem, desde otro lado la historia del pensamiento.

Así, no es entonces el acontecimiento un concepto aledaño a la obra sino, en un primer momento, un elemento metodológico que debe ser previamente definido pues éste va a marcar la tarea posterior.

Dirá Foucault, con miras a definir el acontecimiento, que éste:

… no es ni sustancia, ni accidente, ni calidad, ni proceso; el acontecimiento no pertenece al orden de los cuerpos. Y sin embargo no es inmaterial; es en el nivel de la materialidad, como cobra siempre efecto, que es efecto; tiene su sitio, y consiste en la relación, la coexistencia, la dispersión, la intersección, la acumulación, la selección de elementos materiales; no es el acto ni la propiedad de un cuerpo; se produce como efecto de y en una dispersión material.2

No es entonces ningún elemento metafísico ni teleológico que dé cuenta de un proceso, tiene efectos y podemos ver su materialidad en sus efectos. Esto abre una tarea para la filosofía, de hecho inaugura una forma de hacer filosofía.

En términos metodológicos los acontecimientos discursivos, dice Foucault, deben tratarse según series homogéneas pero discontinuas unas con relación a otras.

Hay que indagar, para buscar el acontecimiento, las censuras que rompen el instante y dispersan al sujeto en una pluralidad de posibles posiciones y funciones. Es ahí donde justo se hace necesario pensar el acontecimiento como principio articulador de esa discontinuidad.

Usar metodológicamente el acontecimiento se traduce en dar cuenta de la Discontinuidad que “golpetea e invalida las menores unidades tradicionalmente reconocidas o al menos fácilmente puestas en duda: el instante y el sujeto”.3

Se presenta así esa gran tarea genealógica en la cual “…es necesario elaborar-fuera de la filosofía del sujeto y del tiempo- una teoría de las sistematicidades discontinuas”.4

Y simultáneamente se nos presentan dos retos. El primero es pensar el acontecimiento en su carácter inasible, rastrearlo fuera de toda pretensión histórica pues

si es verdad que esas series discursivas y discontinuas tienen, cada una, entre ciertos límites, su regularidad, sin duda ya no es posible establecer, entre los elementos que las constituyen, vínculos de causalidad mecánica o de necesidad ideal.5

El segundo reto es pensar el azar:

Hay que aceptar la introducción del azar como categoría en la producción de los acontecimientos.6

Así nuevo problema para la filosofía que introduce o piensa los acontecimientos desde el azar. La labor genealógica se va a dirigir a analizar la historia de las ideas desde el azar, lo discontinuo y la materialidad. Frente a cierta historia que busca el desarrollo continuo de una necesidad ideal se presenta el reto de pensar la irrupción de los acontecimientos, de su azar, de su discontinuidad y su materialidad.7 Es por tanto hasta aquí el acontecimiento un reto metodológico.

Como labor metodológica queda también expresada en Nietzsche, la genealogía, la historia, en el cual la noción de acontecimiento se contrapone a eso que suele llamarse los grandes sucesos históricos. En este texto el acontecimiento queda definido como una relación de fuerza que se invierte, un poder confiscado, un vocabulario retomado que se vuelve contra sus utilizadores, una dominación que se debilita, se distiende, se envenena así misma, algo distinto que aparece en escena enmascarado.8 El acontecimiento refiere no a las fuerzas presentes en la historia, y de nuevo, como antes en el Orden del discurso, “No obedecen ni a un destino ni a una mecánica” sino al azar de la lucha.9

Hasta aquí con la noción metodológica de acontecimiento que bien puede ser tratada con más o menos profundidad en otros textos de Foucault y con citas más abundantes en los dichos y escritos.

El tiempo que queda se lo quiero dedicar a la línea de llegada de inspiración kantiana. Esto es el acontecimiento como labor filosófica, como un cuestionamiento que apunta al corazón del presente.

Hacer diagnóstico del presente será para Foucault pensar desde el acontecimiento, y a su vez, pensar el presente desde el acontecimiento es posible porque con el acontecimiento de la ilustración, entendido éste en el sentido que Foucault le imprime, como un entusiasmo, como una virtud, eficiencia, permite a su vez tener ojos para pensar la “acontecimentalización”, neologismo horrible para événementalisation.

En otras palabras la condición de posibilidad de hacer un diagnóstico del presente, es el acontecimiento, y este último sólo es posible porque el “acontecimiento ilustración” nos permite pensarnos reflexionando desde el presente que somos o al que pertenecemos.

Abundemos al respecto. Es a partir de los escritos que Foucault dedica a Kant, particularmente en textos como ¿Qué es la revolución? y ¿qué es la ilustración? Que encontramos una nueva reflexión sobre el acontecimiento, esta reflexión ya no es metodológica sino genealógica, es una genealogía de los caminos que ha tomado la filosofía, no me detendré en ellos pues esto me llevaría a tener que explicar otros conceptos que acá se dan por supuestos como crítica y como ontología del presente, términos hasta cierto punto cercanos y sinónimos.

Lo que quiero apuntar es que para Foucault es importante reconocer el momento en el cual nos fue posible pensar el presente al cual pertenecemos y encuentra que Kant será uno de los primero en pensarlo. Sin embargo, no exclusivamente Kant, no quiero decir que Kant, el personaje Kant con sus paseos cronometrados y su fobia a la pérdida de fluidos, haya sido la causa de esta reflexión sobre el acontecimiento. Lo que Foucault trata de decir es que algunos textos de Kant expresan una inquietud propia de la ilustración y que consiste en pensar el presente.

Para Foucault pensar el presente al cual se pertenece abre otra vía de estudio para la filosofía. Una filosofía que al pensar las discontinuidades y el carácter de los acontecimientos permite elaborar un proyecto crítico desecencializado a contrapelo de la tradición.

En otras palabras, para Foucault el pensamiento de Kant da cuenta por primera vez de los acontecimientos y con ello inaugura ya una filosofía del acontecimiento. Podemos así pensar el acontecimiento pues la misma modernidad de la cual Kant es síntoma nos permite ya poder dar cuenta de ellos.

Es en Seminario sobre el texto de Kant “Was ist Aufklärung? que Foucault hace una serie de disertaciones en torno al texto de Kant ¿Qué es la ilustración? Foucault toma este texto para plantear la cuestión del presente en Kant que se define con la pregunta “¿Qué es lo que pasa hoy día?” “¿Qué es este “ahora” en cuyo interior nos encontramos unos y otros, y qué define el momento en que escribo?” Preocupación, por tanto en torno a la pertenencia a un presente como horizonte del filosofar, presente que es cuestionado desde la filosofía. Pero Kant, dice Foucault, no sólo se pregunta ¿qué es lo que en la situación actual puede determinar tal o cual decisión de orden filosófico? Sino sobre lo que este presente es, y sobre el elemento que permite una reflexión filosófica.

Resumiendo, el objetivo de Foucault en torno a este texto de Kant es reconocer la cuestión del presente como acontecimiento. Como un acontecimiento filosófico al que pertenece el filósofo que de él habla.

No se trata de plantear el presente como si el filósofo perteneciera a una doctrina o tradición, tampoco su pertenencia a una comunidad humana sino su pertenencia a un “nosotros”, a un conjunto cultural propio de su actualidad.

Este acontecimiento permite pensar la filosofía como problematización de una actualidad lo cual marca a la filosofía como discurso de la modernidad y sobre la modernidad.

La modernidad es explorada por Foucault, no en su relación longitudinal tradicional (lo nuevo con referencia a lo antiguo, ya sea para denostar lo moderno y sus vicios frente al pasado, ya sea para hacer aparecer lo nuevo como mejor respecto de su procedencia) sino su relación “sagital” a su propia actualidad, así el filósofo “apunta” sus saetas al corazón del presente.

Como se pueden ver con esta reflexión se abren cuando menos dos líneas para pensar el acontecimiento, la primera como herramienta metodológica, ampliamente desarrollada por Foucault a lo largo de sus genealogías, pero que como herramienta puede ser utilizada en análisis históricos de diferente naturaleza. La segunda como una genealogía del acontecimiento apenas elaborada que allana el camino a un diagnóstico del presente. Hacer un diagnóstico del presente no es hacer historia sino reconocer los modos de subjetivación que somos, en este sentido el acontecimiento permite la elaboración de un diagnóstico del presente porque refiere a él. O en otras palabras, buscamos en la historia los acontecimientos que dieron cuenta de lo que somos en el presente.

Estamos entonces pensando desde el acontecimiento a partir del acontecer del acontecimiento. Lo que es más, pensar el acontecimiento sólo es posible porque habitamos en el acontecimiento que permitió pensar el presente, no es por tanto una constante en la historia, no es para Foucault una noción escencial a partir de la cual podamos percibir el tufillo de un dios. Es acaso, una apuesta que apunta al presente de la labor filosófica y que redirecciona los caminos de la crítica.

Citas bibliográficas

El orden del discurso, P14.

2 P57.

3 P58.

4 Ibíd.

5 Ibid.

6 Ibíd.

7 P59.

8 Nietzsche, la Genealogía, la historia, P21.

9 Ibíd.