Cada vez que nos reuníamos a contemplar el tema de cómo crear un personaje siempre venía a continuación un diálogo, o una suerte de metálogo, así que cuando pensamos cuál sería el mejor escenario para proponer este artículo supimos que podíamos compartir con el lector esa herramienta creativa que es la conversación libre sobre un tema, en este caso la creación de personajes. Como autor e ilustrador quisimos presentar un poco al lector cómo sería el proceso de creación de personajes.
Gerald Espinoza: ¿Tenemos que escribir un artículo sobre literatura infantil, sobre nuestros libros, nosotros o todo eso junto?
Reyva Franco: Todo junto, sobre todo de creación de personajes, sobre amigos imposibles.
G.E.: Eso me gusta, cuando se dice imposible parece que son imposibles como amigos pero es distinto.
R.F.: Sí, es otra cosa bien diferente, son imposibles y también inusuales, aunque a veces se parezcan a nosotros.
G.E.: Es curioso, ser imposible es tener una posibilidad o por lo menos ser un personaje imposible ¿me explico? Es como Perro Picado, es imposible que sea así, partido a la mitad, pero eso le da la posibilidad de estar en dos lugares al mismo tiempo. Podemos contar sobre él. ¿Estás ahí?
R.F.: Sí, estoy aquí. Me quedé pensando que es cierto, ser un personaje imposible abre tantas posibilidades como rarezas se pueden tener. Creo que es buena idea que contemos de Perro Picado y sus peculiaridades.
G.E.: Qué cómico, siempre nos preguntan dos cosas: dónde nos conocimos y cómo empezamos el libro Perro Picado.
R.F.: Sí, lo más gracioso es que las dos preguntas tienen la misma respuesta, es el mismo lugar donde los dos estuvimos al mismo tiempo. Es curioso que Perro Picado apareciera por primera vez en unas pinturas y luego se convirtiera en una tarjeta de presentación, sin saber que aparecer allí sería el principio de su propia historia.
G.E.: El otro día me acordé qde ue Sebastián el vampiro era otro de los personajes inusuales o imposibles de esta colección. Estoy tratando de acordarme qué estaba haciendo cuando empecé a pintar a Perro Picado. Creo que estaba influenciado por José Luis Cuevas, un amigo me presentó los libro autobiográficos de Cuevas y me quedé pegado. Sí, recuerdo a estos personajes mutilados que eran como unos desdichados callejeros o algo así.
R.F.: Bueno, Perro Picado tiene algo de mutilado y callejero, pero creo que nadie diría que es desdichado, por eso creo que jugó a aparecer en un libro para niños al mismo tiempo que en esas pinturas.
G.E.: Sí, creo que lo que lo hizo más un libro álbum para niños fue que recuerdo que tú lo viste como un personaje chévere que se la pasaba muy bien siendo así. ¿Recuerdas que hicimos unas actividades en Petare con niños y el Banco del Libro usó al personaje para trabajar? … ¿cómo es que es cuando nos queremos así como somos y a otros?
R.F.: Tolerancia.
G.E.: Menos mal que toleras mis dislexias de flojera.
R.F.: (Risas) Está bien, no tenía tan fresco el recuerdo, pero si alguien se quiere tal como es, es Perro Picado, sobre todo mientras ve el amanecer y el atardecer al mismo tiempo.
G.E.: Hay zancudos o pulgas aquí. Habrá que hablar también de cómo se hace un personaje, de cómo se llega a la idea, ¿no?
R.F.: Sí, estaba pensando que un personaje necesita algunas cosas para existir, porque para ser personaje se requiere de la ficción, de inventar toda una manera de existir particular. Hablemos entonces de cómo llegar a la idea para un personaje.
G.E.: Ya recordé que una vez pensamos que haríamos personajes para niños con personajes clásicos de terror, es un proyecto aún incompleto. Eso me gusta.
R.F.: Claro, es un proyecto que da para mucho tiempo, pero es una fuente estupenda para seguir nuestros libros, seguro se va a mezclar con muchas otras cosas para llegar a nuevos personajes.
G.E.: A mí me gusta sacar cosas de lo extraño, unas relaciones lejanas, como zombies y pulgas. ¿Te digo algo?, creo que a veces de ver tantos libros para niños me ablando un poco.
R.F.: Sí, creo que mientras más distancia pones más interesante es el personaje; espero que las pulgas que te piquen no te vuelvan zombie.
G.E.: Eso me recuerda el dicho “Estoy pasando más hambre que pulga de peluche”.
R.F.: (Risas) Caramba, ¿eso puede pasar? ¿qué quieres decir con ablandarte con los libros para niños?
G.E.: Que cuando comenzamos nuestros referentes eran de películas, pintura, como más ácido.
R.F.: Bueno, pero siempre se puede volver a esos referentes, ahora es que quedan libros por hacer.
G.E.: Pero a la vez hemos aprendido a decir con personajes que se relacionan al cotidiano de un niño, como tu personaje “imaginario”.
R.F.: Hay que ser más irreverentes.
G.E.: Creo que es eso, un poco como Roald Dahl. Creo que uno puede acercar al lector a cualquier personaje, pero debe haber un puente.
R.F.: Es verdad, hay personajes que a uno le parece que son más cercanos a un niño. Justo te iba a decir que el lector puede apropiarse del personaje sin pensar demasiado en que es un niño, porque lo cotidiano de un niño es mucho más grande de lo que los mayores pueden pensar.
G.E.: Sí y, además, le pasan muchas cosas; de niño siempre pasan muchas cosas aunque seas como yo que no salía mucho, y lo importante es lo que cuente el personaje; que lo veas así vestido y te preguntes dónde estuvo antes.
R.F.: Y a las propias experiencias de cuando somos niños se suman esas de los personajes.
G.E.: De niño yo hice con otros amigos un exorcismo y le lanzamos piedras a un perro muerto para que reventara.
R.F.: Esas cosas las cuentas ahora, pero cuando pasaron seguro no se las contabas a nadie. A veces quieres leer de personajes que les pasan cosas así.
G.E.: Es muy loco cómo la gente acepta la presencia de Perro Picado, como en la feria de libro que estuvimos hace poco. Y además, lo que te sucede en el presente no sabes si va a ser luego interesante cuando lo cuentas, se vuelve como un trofeo. Yo quisiera haber pasado más tiempo reventando perros y menos en la escuela. Veo que ahora tú estás volviendo a tus recuerdos de niña.
R.F.: Eres un mentiroso, estás fanfarroneando, tú no reventarías un perro, aunque sí sé que no querías estar en la escuela.
G.E.: Pero si estuviera muerto sí, porque está a punto, aventado.
R.F.: Deja lo del perro muerto y dime cómo sabes que estoy volviendo a mis recuerdos de niña.
G.E.: Porque cuentas más cosas, vivencias, sobre todo de viajes. ¿Tú has hecho alguna vez una carta de personaje?
R.F.: La verdad, que recuerde, no he hecho nunca una carta de personaje.
G.E.: Es decir, poner edad, ocupación, conflicto.
R.F.: Ah bueno, eso sí lo hice alguna vez, es que cuando dijiste carta de personaje me los imaginé dibujados.
G.E.: A veces es un poco duro, no me gusta saber tanto de un personaje. Me gusta ver sus pequeños conflictos como el Gallo Galí Galo.
R.F.: A mí sí me gusta saber de los personajes, pero dejarlos también conservar sus misterios, precisamente como el Gallo Galí Galo que tiene un conflicto que mueve todo en su vida, contradecirse por las más pequeñas cosas.
R.F.: Creo que después de que uno tienen la primera idea del personaje es como que ya existe, y aunque hagas carta de personaje no tienes más remedio que irlo conociendo en el camino y las respuestas que quieras de él solo las tendrás cuando él te lo deje saber.
G.E.: Podemos hablar en nuestro artículo acerca del nonsense.
R.F.: Sí, creo que podemos hablar del nonsense implícito en un personaje imposible.
G.E.: Esa es una de las cosas que más me gustó de conocer el mundo de los libros para niños.
R.F.: Es una de las cosas mejores, porque puedes crear un mundo donde se maneja una lógica propia.
G.E.: Eso de que todo puede ser tan abierto, como el universo que cabía en la garganta de un duende, o algo así.
R.F.: Eso. Allí sí que todo es posible.
G.E.: Es como el Perro Picado persiguiendo su cola por todo el mundo, como un giro de todo el mundo.
R.F.: Sí, o como el Gallo Galí Galo, para quien es imposible tomar decisiones.
G.E.: Con el gallo sucede que las dos maneras en que sus cabezas ven el mundo son válidas y una niña que conoce en la escuela puede tener los ojos azules y verdes.
R.F.: Así es. Y como los dos puntos de vista son válidos, necesitan convivir en el mismo personaje.
G.E.: Y eso hace que tengas que verlos desde su mundo y no puedas discutir su origen extraño.
R.F.: Porque es un mundo propio del personaje y su origen particular forma parte de la lógica de su realidad.
G.E.: Es como que te quedas sin explicaciones, sin argumentos y solo conoces al personaje, a veces es como cortazariano, es también poético.
R.F.: Claro, estás abierto a lo que él te quiera contar. Si te quiere hablar en un lenguaje inventado que es propio del lugar de donde él viene, lo aceptamos así y entonces lo poético nos hace comprenderlo un poco.
G.E.: Un ruido de alguien que no quiere hacer ruido.
R.F.: Creo que podríamos contar de los personajes de ABCirco, porque la lógica de cada uno de los personajes y su mundo surgen del hecho de comenzar por una letra A, B o Z.
G.E.: Eso es chévere, porque son las palabras las que los convierten en lo que son, como el gigante gallo glotón. O mi mejor ilustración: la iguana invisible, que siempre me remite al libro “el hombre invisible”.
R.F.: ¡Así es! Imagina todo lo que no vemos rodeando a la iguana invisible por la letra “i”. A propósito, ese hombre no podría entrar en esa página porque es por la h…
G.E.: Porque cuando en el libro la gente descubre al monstruo, se aterrorizan con lo que no se ve. Allí hay una imposibilidad, la de ser invisible. Si es el idiota invisible, entonces sí puede salir en el libro.
R.F.: (Risas) Exacto, es como una paradoja.
G.E.: Pero siempre se va a referir a algo que la gente desea, aunque sea monstruoso,
ser algo que no es percibido, o alguien que puede estar en dos lugares al mismo tiempo, o que vive eternamente.
R.F.: Sí, esos son los personajes que me interesan más, porque todos queremos un poder así, aunque sea monstruoso. Y encontrarlo en un libro abre la posibilidad de ese mundo.
G.E.: Y siempre van a tener un conflicto, que es lo importante en el personaje.
R.F.: Sí, eso es fundamental, la presencia de ese conflicto y la coherencia del personaje con lo que puede ser y hacer. ¿Por dónde continuamos, qué más podemos decir sobre crear personajes? ¿Decimos que siempre se van a parecer un poco a uno mismo?
G.E.: Sí, yo me parezco a veces a un gato que dibujo, pero físicamente.
R.F.: Es verdad, y yo me parezco más en la forma en que hago las cosas.
G.E.: Los personajes humanos son lo que más me cuesta hacer, me salen como caricaturescos.
R.F.: Qué curioso, tal vez sea porque te sientes más libre cuando son seres que inventas que, aunque se parecen a uno por dentro, por fuera tienes la libertad de llenarlos de otras cosas.
G.E.: Sí, es que siento que es un compromiso hacer lo real bien hecho, en cambio, el personaje monstruito es como es.
R.F.: Es cierto, a lo mejor hay que empezar a sacar en los personajes lo monstruoso de ser humano.
G.E.: Entonces nuestro artículo sería de monstruos que son personas por dentro o personas que son monstruos por dentro. También los hay que son monstruos por dentro y por fuera.
R.F.: Creo que podemos hablar en nuestro artículo de esas tres formas de ser un personaje. Claro, que nosotros hablamos de monstruos porque son los personajes que nos salen, los que nos gusta hacer.
G.E.: Todo está lleno de cosas que puede hacer un personaje, gestos, cuentos, como en el personaje de Ian Falconer, Olivia, la cochinita, que nace de la forma de ser de una niña curiosa, inquieta y respondona.
R.F.: Sí, un personaje puede surgir de cualquier parte y de todas partes, más aun si buscamos uno insólito e imposible, de un apunte en la calle, de una película, de un sueño…
G.E.: Ahí es más pegajoso que sea una cochinita a que sea una niña, y es tan bueno que el personaje sea niña en todo y que se ponga las medias largas blancas y rojas y al final haya una pezuñita. Esa unión es lo maravilloso del personaje y por mucho tiempo los lectores lo han asimilado muy bien.
R.F.: Sí, esa unión es fantástica, todos reconocen a la niña que es ese personaje, con esa personalidad tan fuerte que llena toda su naturaleza de cerdita.
G.E.: Y los niños lo toman súper bien, eso hace que vuelen.
R.F.: Los lectores toman al personaje y se apropian de él aceptándolo tal como es, reconociéndose a sí mismos en él.
G.E.: Para Amelie (mi sobrina), yo soy Ben 10 sin reloj, así que vuela su imaginación.
R.F.: (Risas) Eso también ocurre, los niños ven en algunas de sus personas favoritas a sus personajes entrañables y se imaginan que tienen vidas parecidas y todo.
G.E.: A ver, ¿qué nos queda por poner en nuestro artículo?
R.F.: Parece que faltaran muchas cosas por decir, pensé que al final podríamos decir que yo voy a encontrarme con un amigo que parece que pudiera estar en dos lugares a la vez; y tú, que acaba de llegar un primo y lo vas a buscar al centro porque tal vez tomó a la derecha y no a la izquierda cuando iba a buscar la dirección de tu casa.
G.E.: Y que hay un amigo imaginario que está esperando a su niño.
R.F.: ¿Te parece que faltan más cosas por decir en nuestro artículo?
G.E.: Los lugares también son importantes, dónde están esos personajes, en ciudades,
sitios fabulosos, debajo de la cama.
R.F.: Es verdad, los lugares son una parte importante de lo que sucede con los personajes, porque pueden habitar en lugares que son muy distintos a los que podríamos imaginar para ellos.
G.E.: Si una iguana invisible gigante aparece en medio de la ciudad de Caracas es algo que puede suscitar una historia.
R.F.: Sí, o un oso que aparece debajo de la cama. Vamos a terminar este artículo hablando un poco de los personajes que todavía no existen, de cómo llegaremos a ellos.
G.E.: Algo como una especie de técnica de los personajes.
R.F.: Sí, un poquito, puede ser eso: ¿en qué pensamos cuando buscamos un personaje?
G.E.: Y qué le podríamos enseñar a alguien que quiere hacer personajes, a un estudiante de ilustración que va a hacer sus primeros personajes y quiere que sean originales.
R.F.: Lo primero es que puede jugar a combinar lo externo con lo interno del personaje, que pueden ser cosas que sean distantes y distintas entre sí, como un dragón que es muy tímido.
G.E.: Y puede además mezclarlo con la cultura popular, los clásicos o el cine, entonces es un dragón que debe quemar libros pero prefiere leerlos y allí está el dilema. Allí está la idea de un libro.
R.F.: Creo que además otro ingrediente importante es la propia vida, la memoria personal.
G.E.: Hay muchos momentos de la vida de Roald Dahl que están en sus libros y, a veces, son cosas que piensa sobre algo que ha pasado.
R.F.: Sí, su personaje del gigante está inspirado en él mismo, aunque cuando lo entrevistaban solo reconocía que había un parecido muy sutil. También podríamos decirle que no hay personajes pequeños, que alguien invisible puede ser muy fuerte.
G.E.: Y Quentin Blake lo ilustró tal cual como es Roald Dahl.
R.F.: El caso de esa dupla de autor e ilustrador es curiosa, porque Dahl dice que aunque él describiera a sus personajes en sus escritos, era Blake quien les daba vida.
G.E.: Yo creo que había algo en que los dibujos de Blake son menos precisos y más gestuales, eso le daba un margen para imaginar, jugar con el texto y la ilustración.
R.F.: Exacto, creo que en los libros si el autor y el ilustrador no son la misma persona, entonces cada uno lo crea a su manera, y creo que puede comenzar de cualquiera de los dos lados, ser primero la ilustración o el texto donde aparece ese personaje, como pasó con Perro Picado.
G.E.: Lo importante es que la ilustración pueda aportar mucho y jugar con la historia. Eso hace que el libro se haga raro o peculiar, como Disparate, el poema de Montejo está volando por ahí y mis ilustraciones también, y así el lector, que también se pone a volar, se las encuentra en su viaje y las toma como quiere.
R.F.: Claro, cada uno cuenta a su manera lo que quiere contar y cada uno con su lenguaje crea mundos para los lectores.
G.E.: Cada uno hace lo que le da la gana. (Risas)
R.F.: (Risas) Creo que eso es válido, que cada quien tenga libertad para contribuir al lenguaje del libro.
G.E.: ¿Y crees que los personajes pueden ser tristes en un libro para niños y que sean así y ya?
R.F.: Creo que sí, que pueden ser tristes como el papá de El libro triste de Michael Rosen, que también ilustra Quentin Blake.
G.E.: O Juul.
R.F.: Sí, y eso que pasa en ese libro es válido, puedes estar triste o fregado pero, cuando pasan las páginas del libro, te vas transformando. ¿Y qué dirías para cerrar el artículo? Aunque creo que queda mucho por decir.
G.E.: Pero ya tendríamos que hacer un programa de TV si seguimos contando.
R.F.: (Risas) Creo que esa sensación no se me va a pasar, siempre quedan más cosas sobre los personajes.
G.E.: Se me ocurre que para el final dejemos un ejercicio para todo el que quiera hacer un personaje. Y si un día un lector nos encuentra por una feria, un congreso o una plaza alimentando ardillas, que nos diga que hizo su ejercicio.
R.F.: Pues me parece muy bueno ese final, armemos ese ejercicio: se comienza pensando en un animal favorito, como una ardilla.
G.E.: Y se piensa en una palabra.
R.F.: ¿Y cómo tiene que ser esa palabra?
G.E.: Lo primero que se les venga a la mente.
R.F.: Después, pensar en una emoción. Y ¿qué hacen con esas tres cosas?
G.E.: Un personaje.