El Topo Ilustrado

El Topo Ilustrado

Las palabras también son trazos

 

 

Esta es una historia que comenzó como miles, se desarrolló como cientas y continúa como pocas. En la primavera de 2012, dos personas se encontraron en la red social Twitter y tuvieron la idea de emprender un proyecto juntas. No se conocían en el mundo de los átomos, pero por alguno de esos motivos inasibles que cunden en el mundo de la virtualidad confiaban una en la otra. El vínculo se hizo más fuerte y el plan, más concreto. Se comunicaban a diario, intercambiaban sentires profundos y pesares inconfesables. Un día, sin saber cómo, ya eran simbiontes. Aunque se tuvieron frente a frente muchos meses después, los frutos de su lazo se hicieron palpables enseguida. Hoy siguen juntas.

Esta no es una historia de amor. Las dos personas son Cristian Turdera (ilustrador, diseñador y editor) y Tobías Schleider, conocido en Twitter como El Topo Erudito (doctor en filosofía, traductor y escritor). Su proyecto inicial juntos es El Topo Ilustrado: frases dibujadas acerca de la mente, el tiempo y, también, el amor.

1.

Nos conocimos de manera virtual (en Twitter) en la segunda mitad de 2012 y desde el principio nos propusimos trabajar juntos. Solo nos vimos en persona cuando nuestro primer proyecto ya estaba avanzado. Ese proyecto consistió en publicar en la cuenta de Twitter @ElTopoIlustrado, a partir de marzo de 2013, una frase ilustrada de lunes a viernes, hasta completar 120 viñetas bilingües (en castellano y en inglés). Una selección de esas viñetas forma parte del libro El Topo Ilustrado (Ediciones de la Flor, Argentina, marzo de 2014).

El Topo Ilustrado transita su segunda fase: «Cómo dialogan los enamorados», también, inicialmente, en Twitter. La propuesta, aun más ambiciosa de lo que parece, es la ilustración de fragmentos de diálogos probables protagonizados por quienes aman. A la viñeta que se publica cada viernes se suman, de lunes a jueves, cuartetos rimados en los que el Topo reflexiona sobre el tema de la semana: la pasión, las dudas, la distancia, la infidelidad y tantos otros. Esta etapa culminará a fines de 2014 con la publicación de un nuevo libro.

Viñetas seriadas de El Topo Ilustrado, impresas en alta calidad, son parte de las muestras colectivas «Edición limitada» (Galería Mar Dulce, Buenos Aires, 29 de junio al 17 de agosto de 2013) y «Personaje» (Galería Perotti, Buenos Aires, 19 de octubre al 16 de noviembre de 2013). También de la muestra exclusiva «El Topo Ilustrado» en Galería Mar Dulce (apertura: 14 de marzo de 2014).

2.

En este tiempo hemos encontrado muchas coincidencias importantes entre nosotros, además de las triviales (la misma edad, gustos literarios y estéticos semejantes, etcétera). En lo fundamental, concebimos la literatura ilustrada como el producto, no la acumulación, de la literatura y la ilustración; entendemos el texto ilustrado como más (en el sentido de «algo diferente») que el texto y la ilustración unidos. Así, nos hemos propuesto jugar con la idea de que la materia prima del escritor son las imágenes y la del ilustrador, los conceptos.


Estamos convencidos de que no se puede enseñar a escribir bien, pero sí mejor. Lo mismo ocurre con la ilustración (y, tal vez, con cualquier actividad no mecánica). Sabemos que, no obstante, parece flotar la idea de que el dibujante puede aprender a escribir sin mayores dificultades (por ejemplo, pasando por un taller literario), mientras que el camino inverso suele ser impensable. Se sostiene (las más de las veces, de manera implícita) que «cualquiera» puede escribir, pero que solo los que poseen los talentos especiales, además de la formación adecuada, son capaces de dibujar. Las dos afirmaciones tienen su parte de verdad y, por consiguiente, de mentira. Sin ir más lejos, en la enorme mayoría de los casos aprendemos a dibujar antes que a escribir; la escritura, de alguna manera, es una forma sofisticada de ilustración. Eso en lo que hace a su aspecto gráfico, que no es todo lo que la escritura es. Pero tampoco la ilustración es solo lo que puede observarse, lo dibujado.


La tendencia parece reflejar una concepción que suena razonable a primera oída, pero que se nota extraña apenas se la piensa. Es la que sostiene que si hay un buen dibujo, el texto es secundario, casi prescindible. Tal vez se deba a que el dibujo, al menos en su superficie, se ve; requiere menos esfuerzo (inicial) que la lectura, que lleva tiempo y la preexistencia de ciertos saberes. Pasa algo parecido con las canciones: se supone que la letra puede ser menos interesante si la música lo es más y que todos podemos escribir, mal o bien, unas líneas con destino de canto, pero que solo unos pocos elegidos son capaces de musicalizarlas. Esto no tiene por qué ser así. Depende, antes que de ninguna otra cosa, de lo que se desee hacer, del hecho artístico que se esté persiguiendo.


Puede parecer que en el proyecto El Topo Ilustrado nos ponemos de acuerdo en qué escribir y qué dibujar. Pero lo cierto es que Tobías Schleider escribe o selecciona los textos esforzándose por no hacerlo en función de un dibujo posible. La intención es que Cristian Turdera, como ilustrador, vea lo que ve por su cuenta, y no lo que el escritor quiere mostrar. Así es que en este caso los textos siempre anteceden a las ilustraciones: el ilustrador dibuja sobre las letras del escritor. Ni uno objeta lo que el otro propone, ni el otro lo que el primero interpreta.


La selección de los textos fue hecha por Tobías Schleider sobre la base de varios criterios. El primero, el gusto. El segundo, la plataforma. Elegimos desarrollar la primera parte del proyecto en Twitter por muchas razones, que parecen bien resumidas en esta frase del filósofo Emmanuel Taub: «Twitter reconstruye un lenguaje que permite una renovación de la expresión poética, sobre la base de lo inmediato y conciso». Esta concisión implica que las ideas deban traducirse a no más de 140 caracteres. En el caso de El Topo Ilustrado, cuando incluimos una imagen, esa cantidad se reduce a 117 caracteres como máximo.


El tercer límite es el idioma. En su primera etapa, El Topo Ilustrado fue un proyecto bilingüe, en castellano y en inglés (la actual es solo en castellano, aunque estamos desarrollando trabajos diferentes en inglés). Para el pasaje de uno a otro idioma se realizó una «transcreación» en lugar de una traducción «literal». A pesar de eso, muchos textos resultan intransferibles sin una pérdida total de sentido. Así, quedaron en el camino frases como «Pienso luego. Existo», que no puede expresarse con la misma connotación en inglés, o «Anger and angst look the same at first», con la cual pasa lo mismo, pero en sentido inverso.


Este juego entre idiomas también vale como ventaja. Muchos textos ganan sentidos adicionales. Por ejemplo, la frase «Las palabras también son trazos» fue traducida como «Words are strokes, too». Como es sabido, la palabra inglesa «strokes» significa «trazos», pero también «caricias» (y, tal vez, incluso «golpes»).

Los textos se enriquecen también con los dibujos. Algunos toman dimensiones inesperadas. Otros se meten por donde las palabras no pueden ir. Pero más allá de nuestras intenciones, el mensaje se completa recién cuando llega al lector-espectador. Estamos hablando, eso está claro, de comunicación. Así, nuestro rol de emisores solo completa su sentido cuando los receptores decodifican, a su manera, la amalgama de las palabras y los trazos.

 

3.

Sobre las bases anteriores, diseñamos un taller sobre literatura ilustrada, que dictamos en conjunto. Fue pensado para quienes desean trabajar con los trazos de la escritura y los de la ilustración. Quienes ilustran y quieren sumar un escritor a sus creaciones, quienes escriben y quieren enriquecer sus letras con las imágenes (en un sentido explícito) de un artista, quienes ilustran y escriben, quienes escriben e ilustran.

El taller tiene tres ejes temáticos. El primero es el literario, con ejercicios que incitan a tomarse en serio el jugar con las palabras. Se abordan los problemas semánticos del lenguaje y se discuten técnicas para convertirlos en una ventaja. Se introduce la idea de que las formas estrictas pueden provocar una libertad creativa mayor. Se enfatiza la noción de la literatura como usina de imágenes.

El segundo eje es el de la ilustración. Los participantes viven una dinámica creativa distinta. Aprenden y desaprenden herramientas conceptuales que les permiten replantearse el proceso creativo del ilustrador. La motivación es para que pongan en práctica sus capacidades y las desafíen, transformándolas.

El tercero de los ejes es el de la fusión entre literatura e ilustración. Con elementos de los dos anteriores, se aprecian y comparten distintas instancias de la literatura ilustrada. Al terminar, los participantes se llevan algunas respuestas pero, sobre todo, muchas preguntas que, probablemente, antes de pasar por el taller no se habrían formulado.