«¡Pero no!, no somos nosotros los que hacemos esta diferenciación »
. En estricto sentido la diferencia no es algo que se hace,
sino algo que se da, que se abre como un abismo.
Algo se separa. Un surgir que acontece.
Hans-Georg Gadamer
Hablando de sus años como estudiante entre 1923 y 1924, Gadamer recuerda que la expresión “diferencia ontológica” era como una palabra mágica, que aún sin manifestar conexiones de significado, despertaba la misma sospecha que sólo lo verdaderamente decisivo despierta. Pero al mismo tiempo parecía ser igual a cualquier otra expresión corriente y falta de sentido, una herramienta que el joven Heidegger utilizaba para despachar los esfuerzos de sus alumnos mediante un contundente: “Sí, sí; pero eso es óntico y no ontológico.”[1] ¿Palabrería o verdadera filosofía? ¿Quién, esas alturas, podría haber descifrado lo que esta frase implica?
Todavía en la actualidad se presentan dificultades de diversa índole a la hora de abordar el tema, ya sea porque se ha subordinado a la simplicidad del poder diferenciar como acto psíquico, ya porque se ha tomado como un asunto periférico con respecto a la centralidad del problema ontológico. De hecho, pese a que la idea de diferencia entre ser y ente se escuchaba en las aulas desde 1923, la primera referencia textual es posterior a la publicación de Ser y tiempo. Para ser precisos nos remitimos a la segunda parte de la lección Los problemas fundamentales de la fenomenología,que tuvo lugar el semestre de verano de 1927.
Ya en el marco tardío de su obra, Heidegger retomará la Differenz con cierto hálito de crítica y renovación, como parte de un proceso de maduración que apuntaba ya al pensar histórico del ser. De hecho, en textos como los Aportes a la filosofía (1936), El principio de identidad (1957), La constitución ontoteológica de la metafísica (1957) y Meditación (1938-39), nos topamos con el desarrollo intermitente del problema, abordado, esta vez, como “entre” (Zwischen)sin más.
Ahora bien, que la tematización de la diferencia haya ganado terreno únicamente a partir de 1927, es un hecho intrínsecamente ligado a la recepción tan desmesuradamente superficial de Ser y tiempo. Efectivamente, a través de la lectura de las múltiples reseñas surgidas en torno a esta obra, Heidegger se dio cuenta de que la radicalidad de su propuesta filosófica se consumió muy pronto en la medianía de las vertientes filosóficas la época, mientras que su despliegue analítico-existenciario se interpretó bajo la gran influencia qué ejercían pensadores consumados como Scheler, Husserl y Sartre.
A raíz de ello, el análisis crítico de la diferenciacobrará fuerza como tema filosófico, sobre todo en el tratado De la esencia del fundamento, redactado como homenaje a Husserl en 1928 y publicado al año siguiente. Lo interesante es que a partir de aquí, este conceptopasará a primer plano como un elemento estructural que se adecua a las necesidades del planteamiento tardío en busca de la verdad del ser. Si esto es así, es decir, si el problema de la diferencia atraviesa por completo el camino pensante de Heidegger, primero como Differenz y luego como Zwischen, entonces es preciso preguntarnos ¿a qué se apunta con dicha expresión?
De acuerdo con declaraciones expresas, la diferencia ontológica entre ser y ente surgió a partir del estudio de la correlación platónica entre lo sensible y lo suprasensible. Como sabemos, la respuesta de Platón a la pregunta fundamental de la filosofía, esto es, a la pregunta por el ser, se cristalizó en la tematización de la idea como lo más general con respecto a cada cosa, como aquello que hace posible que el ente individual sea. “Según la interpretación platónica del ente en tanto tal como εἶδος -ὶδέα- y ésta como κοινόν, el ser del ente se convierte en suma en κοινόν. Ser lo ‘más general’ se convierte en la determinación esencial del ser mismo.”[2]
Esto no quiere decir, empero, que Heidegger se haya dado a la tarea de renombrar la separación entre el mundo de las ideas y el mundo de las cosas, so pretexto de actualizarla o reemplazarla. Por el contrario, dado que la distinción entre lo general y lo particular supone que ser y ente no son la misma cosa, la idea platónica de mundo se encuentra constreñida al despliegue explícito de sudiferenciación. Más aún: aunque al filosofar occidental le tomó cerca de dos milenios para llegar a entronizar de la identidad como condición de posibilidad para llegar a la esencia del ente, su historia se desenvuelve sobre la base de la diferencia. El problema estriba aquí, en que a pesar de haberse puesto en marcha desde los albores del filosofar occidental, la enunciación de dicha diferencia ha sido silenciada y su estructura ha permanecido indeterminada.[3]
No fue hasta el planteamiento heideggeriano de la pregunta por el ser, que el problema de laDifferenz se hizo patente como tal. Efectivamente, aún sin nombrarla de manera explícita, Ser y tiempo ya se movía en los márgenes de esta distinción desde dos perspectivas relacionadas entre sí. Desde el punto de vista del ente se dirá que el hombre tiene en miras el cuidado de su ser(Dasein), desde el punto de visa del ser se afirmará que no es, él mismo, un ente.
Como podemos observar, la diferencia ontológica en su sentido más profundo exige llevar a cabo un doble salto: el salto óntico que se contrapone a la caracterización racionalista del hombre para definirlo en términos de pura comprensión deser, y el salto ontológico que nos lleva fuera de la noción tradicional de ser como un ente que sirve de fundamento para otro ente. Desde ambas perspectivas la prioridad central sigue siendo la misma y consiste en salvaguardar la mutua pertenencia entre hombre y ser.En esto consiste, precisamente, el cometido que atraviesa Ser y tiempo: en acceder al ser desde su diferencia con el ente, mediante la previacomprensión ontológicainstalada en el hombre.
No obstante, a partir de 1928 Heidegger cayó en cuenta de que el acceso propiciado por la Differenz podría traer consigo dos grandes obstáculos: por un lado, la tensión óntico-ontológica podría convertirse en retroceso en el camino hacia la unidad originaria entre ser y pensar; por otro lado, la equiparación de ser y ente con los clásicos conceptos de esencia y existencia podría interpretarse bajo la gran influencia que ejercía la antropología filosófica y el existencialismo.
Ante estos riesgos interpretativos, en el tratado De la esencia del fundamento nuestro autor se dará a la tarea de buscar una salida que le permita hablar de unidad en medio de la diferencia. Esta vez será la trascendencia aquello que caracterice la relación que el hombre mantiene con la verdad ontológica y con su respecto óntico. Dicho movimiento entendido como un ir más allá de lo ente en dirección del serconstituirá el suelo común y el fundamento de la diferencia, pues únicamente a partir de ella es posible el despliegue de la precomprensión ontológica.
Esto no quiere decir, empero, que la diferencia tenga lugar gracias a un acto del entendimiento humano (ens rationis), pues aunque el poder diferenciar pertenece exclusivamente al hombre, en este caso se trata de un movimiento fuera del alcance de su voluntad, porque depende de dos respectos ajenos a él: la Überschwung o excedenciadel ser y el Entzug o sustracción del ente. “Por un lado, el ser se sobreexcede en posibilidades de patentizar y descubrir al ente, y con ello tiende a tener un poder ilimitado sobre éste. Por otra parte el ente […] se opone a esa pretensión, y sustrae al ser algunas de esas posibilidades.”[4]Sólo así, a través de la pugna entre la verdad óntica y la verdad ontológica se hace patente la Differenzen su mutua copertenencia; sólo así sale a flote su procedencia, que no es otra cosa que la convergencia entre ente y ser.
Ahora bien, todavía queda pendiente de solución la principal dificultad implicada en la noción misma de Differenz, a saber, la manera en la que se dice que ser y ente son. Aunque Heidegger recurre a las comillas cuando habla del “es” ontológico y deja de usarlas cuando se refiere al ente -sobre todo en Ser y tiempo-, lo cierto es que este recurso no nos salva de la recaída en la modalidad tradicional de la diferencia, que para hacerse efectiva, exige que lo diferenciado conserve un elemento común como hilo conductor y eje del diferenciar. Pero ninguna cosa comparten el ser y el ente más que el hecho de ser de manera análoga, aunque en estricto sentido, sólo el ente es.
El riesgo que a estas alturas se hace patente es la reactivación de la interpretación tradicional del ser como un cierto tipo de ente. Precisamente por ello, y para evitar este tipo de confusiones, Heidegger enfatizará la irreductibilidad del ser al plano óntico, mostrando, al mismo tiempo, su mutua pertenencia. Para lograrlo tomará como punto de partida no ya la positividad de la trascendencia del ente en su totalidad, sino la negatividad intrínseca del ser, cuya manifestación se hace patente únicamente a través del ocultamiento.
Este nuevo intento por pensar la diferencia desde un marco todavía determinado por el despliegue de la ontología fundamental, será desplegado enla conferencia de 1929 titulada ¿Qué es metafísica?En esta ocasión, la puerta de acceso ya no será el ente, pero tampoco el ser en cuanta tal, sino la absoluta negación de todo lo existente. Más aún, según indicaciones que el mismo Heidegger da en su prefacio a la tercera edición De la esencia del fundamento (1949), al no poder confundirse con el ente, el ser tiene que experimentarse como lo absolutamente no-ente, o mejor dicho, como “la nada del ente.”
Mediante la experiencia de la nada Heidegger busca llegar a una nueva formulación de ladiferencia ontológica, que por un lado remita a la positividad del ente manifiesto como algo, ypor el otro, a la inicial retracción del ser a favor de dicha manifestación. Pero “¿no agarra uno aquí el vértigo? Nada más insignificante como Hegel ha dicho: ser es la nada. Nada –ningún ente; abismo de la oscuridad. […] De esta manera equívoca, nos movemos con la pregunta por el ser al margen de un abismo.”[5]
Efectivamente, este vértigo y este abismo implícitos experiencia de la diferencia a través de la nada nos conducen a una desventaja (Verlegenheit) y una fatalidad (Verhängnis). En primer lugar, al pensar al ser como un desistir, Heidegger nos deja sin recursos para acercarnos a tal enigma, sobre todo porque estamos acostumbrados a aprehender las cosas que están puestas como tales delante del conocer. El ser que sale a relucir únicamente como nada se convierte así en algo irrepresentable para el modo vigente de representar, postulándose así como el más vacío de todos los conceptos.[6]
Esta misma desventaja nos conduce, en segundo lugar, a una fatalidad: concebir al ser como algo totalmente distinto del ente, como algo inaccesible para la razón lúcida y la certeza filosófica, desemboca en la renuncia a pensar ladiferencia, debido a que ya ni siquiera se presenta como problema. Si lo que se buscaba era resaltar la copertenencia entre el plano óntico y el ontológico, lo que se logró fue remarcar la escisión que los separa, dejándonos absortos en el mismo modo de ver metafísico del que se quiere salir.
A raíz del escaso éxito por acceder al ser a partir del ente, Heidegger abandonará los intentos por pensar la diferencia y traerla al lenguaje, sobre todo porque, en estricto sentido, no puede convertirse en un tema para el filosofar. Su función consiste únicamente en indicar que nuestro modo de remitirnos al ser es esencialmente distinto de la manera en que nos remitimos al ente. Si la Differenz llegara a postularse como una clave teórica de la ontología, se estaría pasando por alto lo verdaderamente decisivo: lo transitorio de esta diferenciación.
¡La diferencia es relevante pero insignificante al mismo tiempo!
Para abordar el problema atendiendo su natural irrelevancia, Heidegger ejecutará un último intento pordomeñar la diferencia, no ya a partir de la confrontación del respecto óntico con el ontológico, sino desde el “entre” (Zwischen) en cuanto tal.Es por ello que, en el marco tardío de su pensamiento,el acento recaerá en la separación que se muestra como intermedio, y que, gráficamente, ya no busca ponernos de frente al Da o al sein. Esta vez, aquello que se intenta poner de manifiesto es lo que hay de implícito en el guión que une al“Da-sein”, aquello que se muestra bajo la forma de un puente entre dos abismos, y que, curiosamente, se vuelve inaprensible fuera de esas dos nadas.
Desde la perspectiva del Zwischen, la diferencia entre ser y ente se despliega como un atravesar mutuo, pues “atravesándose de este modo los dos mesuran un medio (Mitte). En él concuerdan. En tanto así concordes, son íntimos. El medio de ambos es la intimidad. Lo Medio entre dos, nuestro idioma alemán lo llama Zwischen (entre). El latín dice inter.”[7]
El tema de la diferencia como inter será desarrollado en la segunda parte de Metafísica y Nihilismo, así como en el quinto apartado de los Aportes a la filosofíaintitulado Gründung o Fundación. En este marco tardío de pensamiento, el tratamiento de la diferencia conducirá, en última instancia, a su transformación bajo la luz del acontecimiento-apropiador, pues solamente a través del Ereignis, la unidad entre ser y el pensar puede ser expresada. Solo así -aclara Heidegger en el prólogo de Identidad y diferencia– podrá descubrirse en qué medida la diferencia proviene de la identidad en un sentido originario.
Resumiendo lo dicho hasta ahora, tenemos que el desarrollo de la diferencia ontológica pasó por tres etapas: la mención, el despliegue y la reivindicación.En primer lugar, la mención se llevó a cabo de modo implícito en Ser y tiempoy, abiertamente, en la lección titulada Problemas fundamentales de la fenomenología. En segundo lugar, la explicitación del papel central que la diferencia adquirió de camino hacia el pensar histórico del ser, será evidenciada en el tratado De la esencia del fundamento; y por último, ya en el periodo de los Aportes a la filosofía, Heidegger mismo revocará esta distinción al pensar el ser no ya desde su diferencia con el ente, sino como el entre (Zwischen) tal cual.
Como podemos observar, a lo largo de todo este recorrido que intenta seguir las huellas de la diferencia ontológica y su transformación, se presentan más dificultades y objeciones que adelantos y concreciones; sobre todo porque su tematización dependió, esencialmente, de los diversos matices que la pregunta por el ser fue adquiriendo. Y pese a ello podemos afirmar, de manera conclusiva, que el lenguaje de la diferencia constituye uno de los pilares estructurales del pensamiento heideggeriano, precisamente porque su formulación básica sobrevive al llamado “giro” (Kehre).
Esto no quiere decir, empero, que la diferencia ontológica constituya una especie de aparato ortopédico que induzca al pensamiento a transitar por caminos predeterminados, para luego desarrollarse en direcciones previstas. Si hay algo a lo que el planteamiento heideggeriano se rehúsa desde su más temprana configuración es, precisamente, a imponer estructuras fijas a la hora de emprender el ejercicio filosófico. Al hablar de la diferencia ontológica como un elemento estructural, debemos acentuar la flexibilidad constitutiva que le permite adaptarse a las exigencias de un pensamiento en tránsito hacia otro inicio del pensar.“Heidegger tomó, en efecto, la diferencia ontológica como ‘pasarela’ o puente para pasar de la metafísica a la otra ribera (al ‘otro comienzo’).”[8]
Bibliografía
Gadamer, H.-G., Los caminos de Heidegger. Herder, Barcelona 2002.
Heidegger, Martin, Ser y tiempo,Trotta, Madrid, 2003.
———, Metaphysik und Nihilismus, Vittorio Klostermann,Frankfurt,1999.
———, Los problemas fundamentales de la fenomenología, Trotta,Madrid, 2000.
———, Identidad y diferencia,Anthropos, Barcelona, 2008.
———,Hitos, Alianza, Madrid, 2007.
———, De camino al habla, Serbal, Barcelona, 1990.
———, Aportes a la filosofía. Acerca del evento, Biblos, Buenos Aires, 2003.
———, Antropología filosófica y metafísica del Dasein. Conferencia ante la Sociedad Kant, Frankfurt am Main, 24 de enero de 1929.
Rosales, Alberto, “Analogía y diferencia en Heidegger”, en Xolocotzi A., y R. Gibu (coords.), La aventura de interpretar. Los impulsos filosóficos de Franco Volpi, Eón,México, 2011.
Notas
[1]Hans-Georg Gadamer, Los caminos de Heidegger, p. 355.
[2] Martin Heidegger, Aportes a la filosofía, p. 172.
[3]Idem, p. 371.
[4] Alberto Rosales, Analogía y diferencia en Heidegger, p. 23.
[5] Martin Heidegger, Antropología filosófica y metafísica del Dasein.
[6] Martin Heidegger, Metaphysik und Nihilismus, p. 78.
[7] Martin Heidegger, M., De camino al habla, p. 22.
[8] Rosales, Op. Cit, p. 27.