“Toda buena obra de arquitectura desde su concepción, debe pensarse para ser ruina” nos decía el maestro Carlos Mijares, ésta debe saber envejecer, si es buena será atemporal y trascenderá su época sin perder su fuerza con el tiempo.
A principio de los años 60´s en Cuba se construyó un hermoso conjunto de edificios que nacieron siendo ruina, las primeras de la era moderna probablemente. Hablo del no tan conocido proyecto para las Escuelas Nacionales de Arte en Cuba. Aquél que nació de una ocurrencia a la mitad de un partido de golf entre Fidel Castro y “el Che” en el Habana Country Club. La consigna era transformar ese mismo campo de Golf, que hasta entonces, era sólo utilizado por unos pocos privilegiados, por escuelas publicas de arte, danza y música para todos, y sería con esta ingenuidad y sencillez, que sin saberlo, estaba por gestarse uno de los mejores proyectos de arquitectura de la época.
Imagen 1 escalinata, imagen 2 pasillo abierto, Escuela de Artes Plásticas.
Los trabajos de construcción comenzaron en 1961 y nunca terminarían, el proyecto se le encomendó a dos arquitectos italianos y a uno cubano, ellos fueron Roberto Gottardi; quien diseño la escuela de artes dramáticas, Vittorio Garatti a quien se encargó la escuela de música y la de ballet y Ricardo Porro (cubano) quien diseñaría la escuela de artes plásticas y la escuela de danza moderna. La revolución apenas comenzaba y Cuba atravesaba por un momento histórico grandilocuente, lleno de optimismo y esperanza. Esta terna de artistas lograría plasmar arquitectónicamente los sentimientos que la revolución cubana había aflorado en la gente.
El conjunto se caracterizó por lograr desintegrar la unidad espacial; ningún edificio cuenta con un centro, todos logran desvanecerse suave y armónicamente en el paisaje, basta con ver la maestría con que los volúmenes se integraron a la topografía natural, fracturándose en fallas que ascienden o descienden según lo dicta el terreno, haciendo que el recorrido arquitectónico, por medio de calles a cielo abierto, sea algo más parecido a un paseo. Analizando la planta de cada uno, podremos observar que hay una exquisita riqueza de elementos en los detalles, en el manejo de la luz y de la sombra. Estos artistas lograron formas orgánicas sorprendentes que crearon espacios fluidos, articulados por medio de ritmos inesperados y espontáneos como los de un buen son, y una exuberancia de curvas tanto en volumen como en planta, semejantes a la de la mujer cubana, diría el mismo Ricardo Porro.
Imagen 3 patio, imagen 4 entrada, Escuela de Artes Plásticas.
Tristemente, el conjunto desde sus inicios fue mal entendido y severamente criticado por algunos. El proyecto era coherente con la cultura y la idiosincrasia del cubano, que se caracteriza por su espontaneidad, su folclor y su sensualidad, sin embargo para muchos socialistas el hecho de haber construido algo tan espectacular, traicionaba los principios de la revolución, lo criticaron de desproporcionado y pretencioso, ellos querían algo que se acercara más a la arquitectura del movimiento moderno, que fue adoptada como dogma por todos los países del bloque socialista, ellos buscaban algo simple, silencioso, practico y monótono, casi frío, todo lo contrario de este conjunto que a leguas cantaba.
Al final, los socialistas mas radicales, lograrían paralizar la construcción del conjunto, esto devino en que las obras fueran sentenciadas a nunca concluirse, los arquitectos tuvieron que ser exiliados, solo Gotardi permanecería en la isla, y la obra quedó condenada a permanecer hasta ahora como ruina, a dejar de ser habitada por los cubanos, pare empezar a serlo por el tiempo y la vegetación.
Imagen 5 y imagen 6 Acceso, Escuela de Danza.
Y ahí estábamos nosotros, un invierno atrás re-descubriendo este magnifico conjunto, olvidado por el socialismo, pero no por los años, casi como arqueólogos, explorando un lugar lleno de magia y misterio, tratando de intuir aquello que todavía expresaban los materiales, analizando los vestigios de aquella gran obra a través de sus laberínticos recorridos, repletos de sorpresas y pausas, imaginando aquellas estructuras incompletas ocupadas ahora sólo por la vegetación, la luz del sol y la sombra.
Ya que cuando miramos la arquitectura del pasado, como arquitectos, tratamos siempre de penetrar en su secreto, nos interesa su “cómo”. Su criterio técnico y su proceso, por que ahí las ideas se vuelven el personaje principal y las formas el secundario, y uno acaba por entender el por qué de las cosas.
Imágenes 7 y 8, Escuela de Danza.
La gran arquitectura como es el caso, siempre persigue crear experiencia, establecer un vínculo emocional, que después se convierte en recuerdo y el recuerdo a su vez en memoria. Ésta tiene la función de articular el espacio con el tiempo, unir presente y pasado, y es ahí donde se encuentra su hermoso secreto, de hacer más liviano el peso de la historia sobre las cosas, Marshall Berman parafraseando a Marx , tituló a su libro sobre la modernidad “Todo lo sólido se desvanece en el aire” la arquitectura siempre es sólida, pero afortunadamente sus más importantes cimientos, las ideas, no lo son, por eso no está condenada a desvanecerse con el tiempo.
Imágenes 9 y 10, Escuela de Música.
Bibliografía
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