La monstruosidad a cuerpo presente en el devenir hegeliano

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La monstruosidad a cuerpo presente en el devenir hegeliano

(La sombra que efectúa la corporeidad espiritual)

El que ve a su doble es el que va a morir.

Strindberg

No es algo que pueda localizarse y organizarse; lo alcanza todo.

Y siendo mundano, es invisible.

Jaspers

Doblemente difícil deviene transitar el complejo trabazón conceptual de la Fenomenología del Espíritu, 1 por una parte, exige la compenetración en las vías y series dialécticas de los procesos de su propio desenvolvimiento; y por la otra parte, dicho proceso despliega su <> al efectuarse como arrebato negador de la totalidad de lo real, es decir, se presenta como un movimiento devastador de <>. De ahí lo esencial, lo duro y sombrío de la exposición hegeliana que nos sitúa en una realidad hostil, confinada al vértigo de la experiencia brutal que desdobla e inserta en su propia corporeidad, el sí mismo, que engendra los extrañamientos en el seno de las contradicciones más desgarradoras de la finitud.

Pues bien la constelación2 de seriaciones de contrariedades y sus elementos, se mueven en una lógica de la vida que impulsa, el conjunto animado de las relaciones internas de una totalidad en devenir. En este caso, la dialéctica se convierte en el eje motriz del pensamiento hegeliano que de negación en negación, de contenido en contenido, despliega el espíritu en una realidad viviente que busca reconocerse al oponerse a las cosas que él mismo ha creado. Dicho de otro modo la experiencia de la conciencia es el movimiento y la superación de su propio desgarramiento dentro de su relación con la totalidad. Ahora bien relacionando, su modo de ser y su despliegue con la analogía del éter;3 deviene su propio <>, su no lugar, su <>, ya que se encuentra siempre en el límite de lo existente surcado de nada, es siempre un entramado de posibilidades, su modo de ser es pro-yectado. Dicha exposición y analogía muestra ya de suyo un acontecer de configuraciones que confluyen en la corporeidad relacional; de esa forma <>.4 Se concibe así un flujo que todo lo abarca, un sistema dinámico de invisibilidad espacial que no presenta ningún límite entre lo uno y su desdoblamiento múltiple, lo absoluto5 y su devenir relativo, lo divino (mismo) y su otro andante (la excepción)6 (Doppelgänger)…, el espíritu y su carne. Por el momento baste con lo que se refiere a la sombra7 <>.8 Deslicemos suavemente un cuerpo sobre otro cuerpo al comentario de una repetición enmascarada que nos permita entre-ver la monstruosidad de lo invisible en lo corpóreo hegeliano a través de una sombra especular que se perfila como esa fuerza dinámica que produce la diferencia y la trayectoria.

Al final del Orden del discurso, Michel Foucault se pregunta lo siguiente: <<¿se puede todavía filosofar allí dónde Hegel ya no es posible?, ¿aquello que no es hegeliano en nuestro pensamiento es necesariamente no filosófico?; ¿aquello que es antifilosófico es forzosamente no hegeliano?>>.9 Y es ahí en el localizar la sombra de expresiones adverbiales en tiempo indicativo que el búho de Minerva [monstruosamente] inicia su vuelo. Puesto que el desarrollo del espíritu traza redes espectrales que pasa por los cuerpos y éstos <que están siendo fuera de lo otro que ejercen violencia unas con otras y a su vez se vinculan en un pleno desarrollo estable>>.10 Podemos notar que el desarrollo dialéctico hegeliano localiza al espacio por causa de su indeterminación como posibilidad y no de representación sino de <> que brota por su grado de espesura en la forma de lo oculto. El espíritu en tanto impulso vital de una lógica y de una existencia no deja de anudar y desanudar los lazos, su propio sí mismo es el secreto creador de su nacimiento, es su propio impulso generador y su propia apetencia querida que refleja su conciencia hundida en la vida o bien el desenvolvimiento de su vida consciente. Las tinieblas representan lo negativo de su ser otro que es igualmente simple, es decir, los movimientos de su propia enajenación que lucha y se opone a la esencia sin figura. Esta pura actividad (en tanto negatividad) lucha con la esencia no determinada, i.e., no configurada. A partir de esto podríamos decir que cada ser viviente no es el todo, puesto que experimenta en sí la particularidad la individuación. Que es el destino y la suerte de todo lo que se desarrolla y se encuentra temporal y espacialmente en la realidad objetiva. La vida en este momento del desarrollo del espíritu se expone como limitación; sin embargo podemos e incluso interpretamos la consigna hegeliana con la siguiente expresión: muere y deviene. 11

La muerte12 es el nacimiento y el desarrollo del espíritu, ya que éste se constituye a partir de su misma desaparición, de su propio desenvolvimiento y se presenta como la actividad creadora, esto es, como la negatividad que en la naturaleza florece y mueve en y a cada ser particular a desarrollar su término y su fin. En el devenir del espíritu no hay determinante sin determinado y no hay determinado sin determinante; es pues una condición condicionada. En efecto nótese que el es devenir muerte y es a su vez lo que muere y deviene, siendo-se y dejando de ser, obedeciendo a una necesidad relativa puesto que nadie lleva consigo la raíz de su ser.13 Recuérdese que Hegel en este sentido señalaba que: <resultado, que sólo al final es lo que es en verdad, y en ello precisamente estriba su naturaleza, que es la de ser real, sujeto o devenir de sí mismo […] el comienzo, el principio o lo absoluto, tal como se lo enuncia primeramente y de un modo inmediato, es solamente universal […] contiene ya un devenir otro que necesita ser reabsorbido, es ya una mediación>>.14

El punto de viraje de la singularidad en tanto finita y temporal es una expresión limitada de la vida, dicha particularidad de la corporeidad en tanto conciencia advierte que está en un mundo rodeada de universos de posibles relaciones y acciones, sin embargo ella se encuentra limitada y espaciada hacia su destino que es la disgregación. Poco habría que matizar lo anterior, la finitud como temporalidad se vuelve un proceso <> y brutal, a causa de tomar conciencia del propio despliegue y resultado que de ella emana e impulsa su desenvolvimiento, a saber: la muerte. Conforme a esto el ser ahí se encuentra hundido y condicionado por la vida, la muerte es lo que le permite abrir a la conciencia el espacio de juego del mundo, trazando y transitando así en la realidad otros espacios y tiempos. La conciencia encuentra el escenario en el que pueden aparecer sus múltiples modos de ser, como un entramado de series de figuras dilatadas en el espacio y en el tiempo.

El hombre es tránsito (Übergang) en el mundo espacial, en virtud de que nace y muere. Ahora bien, la estrategia argumentativa e interpretativa que nos propone Alexander Kojève para tratar dicha cuestión es la siguiente: <destruyéndolo, transformándolo por la creación>>.15 Conforme a esto, el hombre como cuerpo efectivo y realizado del impulso dinámico especular es das Negative seiner selbst, su existencia es cambiante por esencia, es decir, una unidad temporal (el ser temporal cambia esencialmente). El cambio y el movimiento son en la existencia, por lo tanto la existencia no es temporal, sino el <> mismo. Conforme a esto se establece una relación entre Concepto y Tiempo, por tanto pensar la idea de 16 como finitud y negatividad es la base última y el impulso de despliegue del propio espíritu que a su vez es pues el Doble-Otro especular.

1 G.W.F., Hegel. Fenomenología del Espíritu., Trad. de Wenceslao Roces., F.C.E., México 2002.

2 Cf. la noción de <> como operación relacional espacio temporal en Carl Gustav Jung., Los complejos del inconsciente., Trad. de Jesús López Pacheco Altaya., Buenos Aires-Barcelona., 1944. p.246

3 En la Fenomenología del Espíritu., p.19 Hegel anota al respecto <puro conocerse a sí mismo en el absoluto ser otro, este éter en cuanto tal, es el fundamento y la base de la ciencia o el saber en general>>. (subrayado en el original).

4 Gilles Deleuze., Foucault., Prólogo de Miguel Morey., Paidós., Barcelona., 1987 pp.118- 119

5 Recuérdese que lo absoluto no es esto o aquello, pero no es sin ello, o es y no es, a partir de ello mismo, pero más allá…, sin perder su más acá.

6 El <> como espejo dúplice de sí mismo, el movimiento fenomenológico siempre es el mismo: desdoblamiento de la unidad en dos extremos del juego de fuerzas, por tanto su oposición no es otra cosa que mediación dialéctica.

7 Cf. la noción de <> como la alteridad contrapuesta y su función de relación en Carl Gustav Jung., Richard Wilhelm., El secreto de la flor de oro., pp. 47-48

8 Michel Foucault., El orden del discurso., Tusquets Editores., Barcelona., 2002 p.29

9 Michel Foucault., op.cit., p.74

10 G.W.F. Hegel., Enc., §297 p.358

11 Recuérdese el juego de espejos la cuestión no es un entre o una conjunción disyuntiva entre la vida y la muerte, sino una muerte que se comporta como si estuviera viva y una vida abierta por la muerte

12 Cf. Walter Kaufmann <> en Hegel filósofo de la historia viviente., p.224

13 Cf. F. Inciarte., <> en Tiempo, sustancia, lenguaje. Ensayos de metafísica., ed. L. Flamarique, Eunsa, Pamplona., 2004 p.146

14 G.W.F., Hegel., Fenomenología del Espíritu., pp. 16-17

Cf. Trad de Jean Hyppolite, La Phénoménologic del´Espirit <Mais el tout est seulement l´esence s´accomplissant et s´achevant moyennant son développement. De l´Absolu il faut dire qu´il est en vérité; an cela consiste proprement san ature qui est d`étre réalité effective sujet ou développement de soi-mème […] Le commencement, le principe ou l´Absolu, dans son énonciations initiale et inmédiate, est seulement l´universel>> pp.18-19

15 Alexander Kojève., La concepción de la antropología y del ateísmo en Hegel., Trad. de Juan José Sebreli, revisión a cargo de Alfredo Llanos., Editorial Leviatán., Buenos Aires 2007 pp. 212-213

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