Experiencia pre-predicativa y campo de pasividad en la fenomenología genética de Edmund Husserl

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Experiencia pre-predicativa y campo de pasividad en la fenomenología genética de Edmund Husserl
Husserl

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El desarrollo del presente artículo pretende exponer generalmente el campo en el cual se sucede la experiencia pre-predicativa (Lebenswelt). Primeramente a modo introductorio se tratará el concepto de “Mundo” (Welt) para relacionarlo con el de “Mundo de la Vida” (Lebenswelt); posteriormente se le dará tratamiento a la cuestión de la experiencia pre-predicativa y a los principales procesos que se suceden en dicho ámbito para ver el tratamiento del campo de estudio grosso modo de la fenomenología genética y, por último, ver las implicaciones generales que repercuten en el concepto desarrollado por Husserl en relación con el campo de lo dado y lo mentado ante el campo de la evidencia y, brevemente, la determinación del horizonte único y universal que conserva sus propias estructuras universales, permitiendo la aparición de los objetos del mundo.

El título de “Mundo” (Welt), es el mundo de la usanza de un “nos-otros”, para actos que parten de un yo y que hacen referencia a la constitución primordial, y al desvelamiento de los horizontes como un continuo experienciar. ¿Se puede entonces hacerse intuitivo lo pensado previamente en forma vacía?, ¿se puede retroceder en la preconstitución por medio de la intuición de la experiencia en una intuición experienciante? Como quiera que se accedan siempre algo corresponde necesariamente al sentido del horizonte: ya sean hombres, animales, u objetos de uso, etc. A esta constitución de un mundo siempre vivido en la experiencia propia como parcial y la infinitud mediante horizontes, pertenecen actos del yo de todo tipo; incluso aquellos donde hay reflexión.

La experiencia pre-predicativa es un concepto que versa sobre la posibilidad de constitución de los objetos que ya están pre-dados y que se hacen conscientes en una aprehensión objetiva. Es un campo de datos carentes de sentido que se encuentran en el desconocimiento como modo de conocimiento debido a que nos es consciente su forma vacía de determinabilidad, es una experiencia vivida pero no consiente de esa pasividad, existe pues, un horizonte vacío de indeterminaciones, pre-señalamientos específicos que habrán de llevar a cabo la cognición y el conocimiento de manera activa. El acceso al ámbito receptivo como campo fértil es propiamente una reducción de la experiencia predicativa a la experiencia pre-predicativa donde se demuestra la génesis de su generalidad universal justo por la presuposición tácita de que todo lo que puede entrar como sustrato en sus juicios, es algo que se corresponde en la unidad de nuestra experiencia mediante la lógica, de ahí la importancia de la fundación, el tipo de lo que es como lo que es en el mundo a modo universal e invariable. La comprobación de la fundación de las evidencias predicativas en evidencias pre-predicativas representa la genealogía de determinadas especies de predicaciones y de evidencias predicativas, y la genealogía de la lógica misma.

Es de vital importancia entender el campo del cual parten las investigaciones que se suceden a lo largo de este artículo. Para hablar de una fenomenología genética y del subsuelo que ocupa a la Lebenswelt, es ineludible buscar el acceso a lo más originario y fundamental en la conciencia, siendo ésta la causa de que se hable de un campo inmanente como punto de partida, como fundamento de todo aquello relacionado con las actividades sintéticas que son observables posteriormente cuando el “yo” entra en actividad intencional. La receptividad de la conciencia es el sustrato que se pretende estudiar aquí, siendo éste un tipo de experiencia que se denomina como pre-predicativa y que posibilita el “decir algo” del mundo circundante. Esta parte medular del predicar se funda en procesos pasivos y primarios; estructuras que gradualmente completan o llenan la unidad inmanente de la conciencia desde la pre-predicación. El campo anteriormente mencionado está en pasividad originaria que, a grandes rasgos, se compone de datos puros de la sensación.

8.1

El campo pre-predicativo es fundamento de la génesis de la percepción, que, como acto consciente, es una labor activa del yo, pero en la que existe una presuposición de que hay algo que nos es dado de antemano que dirige nuestra orientación perceptiva. Así como se mienta una pre-dación de objetos, la conciencia cuenta con un campo receptivo pre-dado, que estimula la actividad del yo hacia el objeto; el campo de los pre-datos pasivos (Vorgegebenheiten), fundantes de los datos de sentido y de los datos de la sensación que son datos que constituyen la experiencia predicativa al entrar en contacto con el mundo.

Preponderantemente, el campo de sentido es constitutivo de un campo de datos sensibles, los datos sensibles se definen como el estrato abstracto de las cosas que son tomadas como concretas, se debe dejar de lado toda cualidad enfocada a lo cognoscente. Hay que recordar que se está antes, por decirlo así, de toda actividad del yo; no hay labor judicativa que predique “algo de algo” aún. Estos datos carentes de sentido, se encuentran en el desconocimiento, siendo éste, un modo de conocimiento en cuanto a que se hace consciente su forma vacía de determinabilidad; está provisto con un horizonte vacío de indeterminaciones, pre-señalamientos específicos que habrán de llevar a cabo la cognición.

8.2

El que se tome partida de la experiencia pre-predicativa como el entorno en el cual subyacen los datos pasivos y pensar los pre-señalamientos, señala a la pasividad en un orden lejano a pensarla como un mero caos en el cual exista una confusión de los datos conformantes del campo, sino que, más bien, es un campo con una estructura determinada que muestra ordenanza y particularidades específicas. Hablamos de un campo de sentido que es un ejido de datos sensibles que pueden ser: ópticos, olfativos, táctiles, auditivos, de gusto, ubiestésicos o kinestésicos. Los campos de sentido están dados en unidad homogénea respecto a su propio campo; lo que en la percepción refiere a lo óptico, necesariamente pasa por los “canales” que conforman al campo de la visión, pero no con ello se quiere decir que estén escindidos en la experiencia, sino que son homogéneos respecto a sí mismos, pero heterogéneos en tanto que en la experiencia aquello que puedo ver, también lo pruebo, tengo experiencia olfativa de ello, la siento, etcétera, siendo todo ello posible en la experiencia con el mundo.

Las síntesis que se realizan en el ámbito de la pasividad, entiéndase, tienen la característica innata de un a priori “material” predado que produce una unidad de génesis universal y que es garante de la sucesión y de la simultaneidad de las vivencias que constituyen el flujo continuo de la vida concreta intencional del Ego. Así es que se logra una conexión entre la génesis del Ego y propiamente su actividad: “El a priori universal que corresponde a un ego trascendental en cuanto tal, es una forma esencial que encierra en sí una infinidad de formas, de tipos apriorísticos de posibles actualidades y potencialidades de la vida, con los objetos por constituir en ella como realmente”.[1] Ahora bien, aquellos datos “sensibles” que son el estrato abstracto de las cosas que concebimos como concretas son ya producto de un tipo de síntesis constitutiva, que siendo el nivel más ínfimo, refiere a la presuposición de la síntesis originaria de la conciencia interna del tiempo: “La conciencia del tiempo representa la sede originaria de la constitución de la unidad de identidad en general”.[2]

La conciencia del tiempo es, pues, la base que establece la forma general. Esta constitución se logra de modo universal en orden y sucesión como forma de coexistencia de todos los datos inmanentes. Pese a que la forma es nada sin contenido alguno, un dato permanente sólo es permanente como dato de su contenido, y al respecto dice Husserl: “Un dato inmanente que permanece sólo es permanente como dato de su contenido”.[3] De acuerdo a la cita anterior, el dato es pasivo en tanto que permanece sin estar en contacto con un objeto dado en su percepción, es un pre-dato. Simboliza que la conciencia tiene un contenido asido, y que como dato es algo no desechable de la conciencia, está siempre ahí, en su pasividad originaria, es todavía más originario que las síntesis que establecen la unidad de campo de sentido.

Cada campo de sentido es algo unitario por sí, es una unidad de homogeneidad respecto a los otros campos de sentido, como se mencionó anteriormente, y la única relación que mantiene con ellos es la de la heterogeneidad. La homogeneidad encuentra el campo de sentido en relación con la heterogeneidad en la extrañeza. Ello a razón del nexo inmanente de los datos de la sensación.

8.3

En la conciencia opera un tipo de síntesis de coincidencia que incumbe a lo mencionado en los campos de sentido, a la homogeneidad, encargándose del estudio tanto de sus semejanzas, así como de su contraste mediante síntesis de asociación que inscriben al sentido, edificándolo sobre las síntesis más originarias de la conciencia y que son las génesis pertenecientes a la conciencia interna del tiempo. Al respecto dice Husserl: “La asociación se entiende aquí de manera exclusiva como el nexo puramente inmanente del “algo recuerda algo”, “una cosa señala a otra”.[4] La asociación es la génesis de lo que evoca, de lo que llama y el modo de acceso a observar del fenómeno de la asociación es el objeto particular destacado en aquello que es rememorado en la conciencia. La asociación parte de los datos particulares que se destacan desde un campo de la homogeneidad; el olfativo, por ejemplo y bien pueden evocar al recuerdo en el campo de sentido por medio de la semejanza, como un suéter perfumado que remite al recuerdo de otra persona.

De acuerdo al llamado del “evocar” es que el papel de lo homogéneo y lo heterogéneo se definen como los elementos fundantes para la asociación de los datos de sentido, puesto que le dan su carácter unitario a los ya constituidos campos de sentido gracias a lo semejante y al contraste de lo desemejante. Esta base asociativa dada en los datos pasivos es el fundamento de la actividad del campo de la percepción en la cual, a diferencia de lo tratado hasta aquí, hay actividad sintética con una estructura más compleja y en la que se pueden ver las funciones de semejanza y contraste desde varios campos de sentido.

Ahora bien, es necesario ver cómo se da el destacamento del dato en la homogeneización. Mediante la síntesis de coincidencia se posee una fuerza afectiva que está dirigida hacia el yo en el que es producido un estímulo (Ermutigung), éste se destaca como dato sensible dentro de la pluralidad de cosas que afectan al yo en la experiencia (colores, sonidos, sabores, etcétera). El matizarse destacadamente se da en el campo de la percepción, en primera instancia sin aprehensión; simplemente entran en contacto los datos de la conciencia que han permanecido asidos y a la espera de ese destacamento que se da en lo sensible: “El dato se destaca de entre una pluralidad de cosas que afectan, debido a su intensidad. Por ejemplo, en la esfera sensible un sonido, un ruido, un color es más o menos llamativo.”[5]

El dato que se destaca se impone ante el yo y lo puede hacer de modo gradual de acuerdo a la intensidad del objeto, tomando en cuenta aspectos, tales como: lo cercano, lo lejano, la gradualidad de la fuerza, etcétera. Cuando el yo está dirigido hacia el destacamento surge además de la imposición un grado de tendencia que direcciona al yo hacia el objeto de modo intencional. La tendencia es un momento previo que experimenta el cogito, pero no desde un carácter fáctico, sino desde un carácter de potencialidad que refleja la posibilidad que tiene el yo de realizar actos, que después se reafirman en lo fáctico. El yo desde la potencialidad es un yo despierto y vigilante en el que, “…un trasfondo adquiere “vida”, objetos intencionales se le acercan desde allí más o menos al yo, y éste o aquél atrae hacia sí eficazmente al yo. El yo está con ese objeto cuando se dirige a él”.[6]

En la captación que tiene el yo ante los estímulos con los cuales es afectado, se puede hablar de una receptividad del yo. La receptividad como parte fundante de la actividad, permite observar que en ella hay ya un campo de percepción, al igual que hay un campo del recuerdo también en pasividad. Si bien los conceptos de recuerdo y de percepción desde el ámbito de la experiencia refieren a un tipo de actividad, desde la fenomenología husserliana no se encuentran en oposición ni escindidos de la pasividad; adquieren cierta gradualidad que deviene de la receptividad como el nivel más bajo y que sustenta la actividad.

Cuando hablamos de actos particulares en relación con la percepción y el recuerdo, hacemos referencia a los actos dóxicos, al igual que cuando se habla de modo general de la atención. Con anterioridad hemos mencionado a la atención como una “tendencia” que se dirige al objeto intencional, pero es necesario aclarar cómo se da dicho proceso. Pues bien, partimos de una orientación de carácter dóxico; a la doxa como un tipo de creencia que visto desde la óptica fenomenológica es génesis del conocimiento que la conciencia experimenta ya en actividad. Para que sea posible tomar los actos dóxicos de la conciencia como enfocados a un conocimiento verdadero, debe considerarse que existe un tipo de certeza en la creencia. De ahí parte el acto perceptivo. De una preseñalización que refiere a la dirección orientada hacia el objeto, que, por medio de procesos sintéticos, asevera la certeza antes mentada, certeza que lleva a hacer consciente el ser del objeto, presente en la conciencia.

Ahora bien, el cumplimiento total tiene como punto central dirigir la actividad del yo hacia un objeto, con el afán de ver todos los lados del mismo, desde un tipo de orientación que se denomina aspiración, hasta su realización como una consecución: “…en el ser-dado ‘desde todos los lados’, la tendencia pasa del modo inicial de la aspiración al modo de la consecución, que a su vez presenta diversos grados: consecuciones imperfectas, parciales, con componentes de la aspiración no cumplida”.[7]

Hay desde lo visto en la cita antes escrita, una tendencia que se desarrolla en una múltiple actividad del yo, es una actividad que se mueve sobre el halo de manifestaciones posibles del objeto dado a la conciencia. La finalidad es convertir los escorzos (todos los lados del objeto) en datos y constituir la identidad sintética del objeto.

El modo de acceso al objeto de la percepción externa está dado en imagen. Es constituido sintéticamente en el paso de una imagen a otra, en tanto que el yo ejerce una libertad en la cual puede haber movimientos kinestésicos sin descuidar la mirada en el objeto.

Mientras las kinestesias se suceden, se presentan imágenes a la percepción a las cuales el yo se presenta como receptivo ante las imágenes dadas a la conciencia:

El percibir que se inicia con la primera orientación del yo, está animado por tendencias perceptivas, tendencias del pasar continuo de unas apercepciones hacia otras apercepciones nuevas, tendencias a recorrer las variedades cinestésicas y a llevar así a término las “imágenes”. Cuando esto sucede, siempre estoy orientado hacia lo que aparece, que se presenta en las imágenes, y especialmente hacia estos o aquellos de sus momentos o formas, etcétera. Este juego de tendencias, el curso tendenciosamente regulado de cinestesias motivadoras, forma parte del acervo esencial de la percepción externa. Todos son desarrollos activos, desarrollos de tendencias que se distienden en el transcurso.[8]

Mientras la conciencia está enfocada en las imágenes que irrumpen el horizonte perceptual, los procesos kinéticos siguen en funcionamiento (muevo los ojos involuntariamente) mientras la atención puede dirigirse a un objeto en particular.

Las imágenes que se mientan con el nombre de tendencias perceptivas, lo son en un pasar continuo de apercepciones hacia otras siempre nuevas en relación con la perspectiva que está guiada hacia el objeto, pero siempre de la mano con una intención (en este caso de expectativa actual y potencial) que tienen en el carácter de lo expectante, lo protencional como carácter al cual el objeto llegará a estar dado.

Tenemos desde aquí dos vías:

  1. En la cual las tendencias logran los cumplimientos protencionales de las intenciones de expectativa y el objeto puesto se torna en una certeza de creencia;
  2. En la cual no se logra un cumplimiento de la tendencia debido a obstrucciones. La conciencia obstruida se queda con una sola imagen del objeto, se obtiene sólo el dato desde un lado del objeto, por ello, el dato es interrumpido en la ocultación o en una diferente ocupación del objeto al campo de la percepción con un resultado del interés asido como no cumplido.

Lo que sobreviene en estas líneas, es indagar sobre aquello que concierne a las obstrucciones que evitan el cumplimiento de las intenciones de expectativa. Un tipo de obstrucción muy importante en la conciencia es la negación, que se define como: “Una modificación de la conciencia, que se anuncia a sí misma como tal de acuerdo a su propia esencia”.[9]

Si bien se origina gracias a la falta del cumplimiento de las intenciones, se debe mentar qué aquello que motiva a la negación es la decepción. Ejemplifiquemos esa decepción, para ver cómo es que se da esa modificación en la conciencia:

Obsérvese una esfera uniformemente roja; por un tiempo el proceso perceptivo se produce de tal manera que la captación se cumple armoniosamente. Pero después, al proseguir la percepción, se muestra poco a poco una sección de la parte posterior antes invisible y frente al trazo previo original, que reza “uniformemente rojo, regularmente esférico”, surge la conciencia de lo otro, la cual decepciona la expectativa: “no rojo sino verde”, “no esférico sino abollado.[10]

Con el ejemplo anterior, se puede apreciar la carencia de protenciones en el incumplimiento de las modificaciones respecto a su no logro, distando así de las que sí se logran en las intenciones de creencia. En la negación hay claramente una ruptura respecto a una parte de la intención, hay una cancelación parcial, pero la continuidad respecto a la unidad del objeto y la orientación permanecen como preseñalamiento en el que pueden darse modificaciones de carácter intencional que apuntan al “no así, sino de este modo”. La presuposición del objeto antes dada (el ejemplo del color de lo no visto o bien una abolladura en la esfera) adquiere un carácter de nulo y lo visto nuevo, adquiere la constitución corpórea adecuada del objeto dado desde la retención.

Hay una alteración no sólo a lo protencional de la percepción, sino al sentido de la misma:

El sentido de la percepción no se altera sólo en el nuevo trecho momentáneo de ésta; la transformación noemática irradia hacia atrás, en forma de un anulamiento retroactivo. Hacia la esfera de la retención y modifica su aporte de sentido, que procede de las fases perceptivas anteriores.[11]

Lo que yace en la conciencia es una duplicación del contenido, a la cual se tiene acceso tanto a lo reinterpretado, así como a lo preseñalado en un primer momento, pero que pese a parecer algo sencillo, entra ahí la anticipación de la intención que es anulada en el segundo momento (ver la esfera tal como es) y que gracias a la decepción cancela aquello pretendido en un primer momento y se sobrepone en armonía respecto al primer momento.

Así, se observa que el fenómeno de la negación visto en el ámbito predicativo, tiene su origen en las estructuras de la receptividad dadas en el campo de la pre-predicación. Al igual que el fenómeno antes tratado (la negación) se denotan otros tipos de fenómenos los cuales suponen su origen desde la predicación, como son: las modalidades del juicio. Para ilustrar lo anterior, podemos referir a lo visto con la esfera roja. Hay una preseñalización de un color permanentemente determinado no visto de un objeto determinado; quiere decir que hay una parte de la cosa aún no vista; sin embargo, es ahí donde hay un pre-señalamiento del color. La protención pre-anticipada apunta a la continuidad aunque hay un espacio ausente (indeterminado) que recibe el nombre de certeza, que está fundada en una especie de suposición y por ello es denominada simple.

A partir de un modo primario de la certeza simple se puede determinar de un modo elemental un grupo de modalidades con exigencias opuestas que están cerradas con precisión, vemos cierta exigencia originariamente simple con exigencias opuestas. He aquí lo problemático de la conciencia y bien se debe diferenciar de modo básico y esencial las modalidades resultantes del conflicto y las de particularización abierta.

El ámbito de la receptividad del cual parte nuestra percepción, es el campo en el cual se suceden sólo síntesis que trabajan en pasividad pero que tienen un hilo conductor hacia la solución de la duda. Todos los procesos que hemos tematizado hasta aquí, anticipan y se presentan en la conciencia como estructuras de la receptividad, que, posteriormente se confirman en la aprehensión simple como todavía pre-predicativos, pero que subyacen a la formación de las modalidades operantes del juicio propiamente predicativo.

En conclusión, la ciencia del a priori universal se logra formar en una cadena de actos, una cadena asociativa que es referencia intencional en la que se ordenan y despiertan las rememoraciones. La formación pasiva que se constituye en la experiencia pre-predicativa responde a las leyes eidéticas de la fenomenología que consienten en síntesis previas de toda actividad y que, en parte, fundan dicha actividad desde una potencialidad que propiamente es la síntesis pasiva. El principio de la síntesis pasiva es la asociación conforme las leyes eidéticas que constituyen el Ego puro. Cabe señalar que también la síntesis pasiva es tema fundamental de la fenomenología genética pero debido a la extensión del trabajo no es posible tematizarla.

La experiencia pre-predicativa desde la fenomenología genética es la experiencia en sentido último y originario, experiencia que no acepta el mundo de nuestra experiencia tal y como nos es dado, sino que persigue la historicidad de éste que está sedimentada en ella. El retroceso a un “mundo de la vida” o Lebenswelt tiene el objeto de indagar evidentemente sobre aquello que se entiende por doxa y de ahí, eliminar los supuestos que desde la tradición filosófica han relegado el término a mera opinión en sentido descalificador y despectivo. De lo que se trata es del esclarecimiento del camino en el que las evidencias en niveles superiores de la experiencia están fundadas y en la determinación de su sentido; es una elevación de estratos de la doxa a la episteme; que no olvida el origen y el derecho propio de los niveles inferiores.

El retroceso a la experiencia de la pre-predicación esclarece el origen del juicio en el mundo que nos es pre-dado como mundo para toda fundamentación cognoscitiva y para toda determinación científica. El retroceso fenomenológico al ámbito de la pasividad utiliza un carácter metódico que es totalmente distinto al del campo de la psicología, y estudiar las estructuras pre-predicativas implica las evidencias últimas y originarias de la experiencia en la que se tendrá que volver a las experiencias fundadas más simples y además, dejar fuera de función toda expresión y contemplar el mundo puramente como mundo de la percepción. Si se piensa en los niveles de constitución hay ya una exclusión del problema de la objetividad y de la validez de nuestros juicios como pertenecientes a la esencia de juzgar, no existen las sedimentaciones de sentido que hacen que nuestro mundo, tal cual nos es dado en actitud natural. El juzgar debe ser entendido como si fuese en cada caso un juzgar sólo para mí, con resultados desentendidos de la actividad intersubjetiva de los juicios, así como de los supuestos referentes a una comunidad anterior, en la cual los objetos son pre-dados y dotados de un “pre-señalamiento de sentido”.

El objeto es entonces estudiar un sustrato no pensado por todos, ni tampoco existente para cada miembro de una comunidad circunscrita, sino objetos sólo para el Ego; y el mundo desde el cual se han de afectar debe pensarse como mundo sólo para mí. Lo anterior es una restricción metódica al ámbito de lo propio en cada caso necesaria para llegar a ver realmente el modo en el cual opera la lógica en su originariedad; de modo conciso como operación restrictiva en cada caso de un solo sujeto de experiencia pre-predicativa simple como aquella que es de los sustratos sensibles y en la que se traduce la percepción que a su vez presupone los sustratos últimos, pre-dados y afectantes.

El término compuesto de Lebenswelt, es un mundo que no es accesible a la lógica en el sentido escueto y limitante de lo formal y a los métodos de las ciencias naturales, pero que al ojo fenomenológico y en sí, al método, está abierto porque estamos ante el campo de lo dado y lo mentado; ante el campo de la evidencia en el horizonte único y universal que conserva sus propias estructuras universales que permiten la aparición de los objetos del mundo; se vive con el sentido de horizonte todo lo que le es presentado a la conciencia en el mundo, y no obstante, la cultura es conformante del subsuelo ya dado como parte del entorno de la conciencia. De ahí la importancia de estudiar las estructuras elementales que conforman tanto la conciencia, como el mundo.

Bibliografía

  1. Carr, David, Husserl’s problematic concept of the life-world, University Notre Dame Press, Notre Dame, Indiana, 1977.
  2. Husserl, Edmund, Meditaciones Cartesianas, Fondo de Cultura Económica, México, 1985.
    • Experiencia y Juicio, Universidad Nacional Autónoma de México, México, 1980.
  3. La Crisis de las Ciencias Europeas y la Fenomenología Trascendental, Prometeo, Buenos Aires, 1998.
  4. Landgrebe, Ludwig, Fenomenología e historia, Monte Ávila, Venezuela, 1975.
  5. Walton, Roberto, El Análisis Intencional y el Acceso a la Historia: Las Modificaciones Temáticas, A propósito de (Hua XIV, 41. Cf Hua XIV, 34-42; Hua XI, 336-345).

Notas

[1] Husserl, Meditaciones Cartesianas, Fondo de Cultura Económica, México, 1985, p. 229.
[2] Husserl, Experiencia y Juicio, Universidad Nacional Autónoma de México, México, 1980, p. 79.
[3] Idem, p. 79.
[4] Idem, p. 81.
[5] Idem, p. 83.
[6] Idem, p. 85.
[7] Idem, p. 85.
[8] Idem, pp. 90-91.
[9] Idem, p.98.
[10] Idem, p. 95.
[11] Ídem, p. 96.

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