[Escritos] Eso no aguanta

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[Escritos] Eso no aguanta

IVON HITCHENS, OTOÑO HÚMEDO

El ruido no conviene al psicoanalista
y menos aún al nombre que lleva,
no debe permitirlo.
Jacques Lacan

Resumen

El presente texto recoge una conferencia que presenta Jean Allouch, cincuenta años después de la publicación de los Escritos de Jacques Lacan, se trata de un texto que va de la reconstrucción testimonial del acontecimiento a la problematización de los Escritos y algunas apostillas críticas de pensadores como Jacques Derrida, Paul Rocoeur, entre otros. Con la sutiliza e ingenio característico de Allouch, se despliega una elucidación rica en pistas para seguir pensando a partir de una obra seminal de la segunda parte del siglo XX.

Palabras clave: Derrida, escritos, estilo, escritura.

 

Abstract

This text contains a lecture presented by Jean Allouch, fifty years after the publication of the writings of Jacques Lacan, it is a text that goes from the testimonial reconstruction of the event to the problematization of the Writings and some critical notes of thinkers like Jacques Derrida, Paul Ricoeur, among others. With the subtlety and wit characteristic of Allouch, an elucidation rich in clues unfolds to continue thinking from a seminal work of the second part of the 20th century.

Keywords: Derrida, style, writing, word.

 

¡Aquí está el ejemplar de mis Escritos! Encuadernado, aunque lo hice hace mil años, hoy parecerá contravenir todo aquello que estoy a punto de decir. Para comenzar, una declaración de Henri Michaux:

“Liberarme de la cantidad de páginas de antaño, suprimir,
reducir en lugar de acumular, esto sería mi ideal,
en lugar de la expansión de todos mis textos, que con seguridad
me repugnaría y en breve plazo, me paralizaría”.[2]

¿Lacan podría haber sostenido estas palabras como respuesta a una propuesta de las ediciones Gallimard[3] de entrar en su prestigiosa colección de la Pléiade? Se trata de una constelación (de autores, d’hauteurs)[4] que favorece la ilusión según la cual, a cada una de las estrellas así distinguidas les está prometida una vida eterna…

Michaux está atormentado por el encierro (la eternidad es uno de ellos) y, por eso, según su editor, “suprimir, reducir en lugar de acumular”. Si no hay razón alguna para pensar que el encierro hubiera asustado tanto a Lacan, de todos modos habría podido haber hecho suya esta fórmula. Sólo damos como indicio el neologismo “poubellication“,[5] inventado a propósito de los Escritos un año después de su aparición y cuyo posible referente más cercano:

“Qué no se me ponga. No hago nada aquí [en Roma] que cumplir con lo que le debo a un compañero [Daniel Lagache][6] en la extensión de mi audiencia: porque fue el origen. Así como este éxito vale la atención de la audiencia aquí presente, vuelve paradójico que me presente delante de ella en calidad de fracaso. Porque al mismo tiempo no quise un éxito de librería, ni su acometida sobre el batido alrededor del estructuralismo ni lo que es para mí sólo poubellication
El caso es que pienso que el ruido no conviene al psicoanalista, ni al nombre que lleva, no debe permitirlo”.[7]

A este éxito de los Escritos, si Lacan no lo quiso, al menos contribuyó, tan sólo con la publicación.[8] Además, incluso antes de su aparición en librerías, sabía que algo ahí no le convenía. Jacques Derrida, a quien se lo dijo, testimonió: “Usted verá, me dijo, haciendo un gesto con la mano, eso no aguantará”.[9] ¿Por qué ver, pues, en esas palabras, derivadas de Derrida y de Elizabeth Roudinesco, no se sabe qué inquietud o angustia, no se sabe qué preocupación o insatisfacción? Y, sin embargo, si estos afectos hubieran habitado un instante a Lacan, ¿serían una razón para señalar la incidencia en el cariz de las habladurías públicas? ¿No es más prudente, cuando se mencionan tales manifestaciones comportarse como monos chinos, que no ven, que no escuchan y no hablan? En lugar de eso, se desliza una psicología de mercado: Lacan, finalmente habría aceptado la insistente proposición (desde 1963) de François Wahl, su editor, por haberse irritado, puesto furioso y, se sugiere, celoso por el reciente éxito de la obra De L’interpretation,[10] que Paul Ricœur había consagrado a Freud después de haber enseñado en la Sorbona.[11]

Derrida, si habría visto más inteligente, si en lugar de informar estas palabras de Lacan como una espada dirigida a aquel con el que se iba a batir más tarde, hubiera respondiendo en el acto. Me imagino lo que podría haber sido su respuesta —pero al no decirla— dio lugar a un chisme. Diálogo de los dos Jacques:

“Lacan: — Usted verá, eso no va aguantar.
Derrida. — ¡Eh, qué bien! Una buena noticia”.

Lacan se habría reído al escuchar una respuesta de esa estofa. La respuesta habría permitido virar hacia un posible lamento de tan afortunada conclusión: habría puesto el foco en un tema que no dejó de habitarlo y que se halla explorado una y otra vez a cielo abierto a medida que llegamos a la época del borromeo: “¿Se sostendrá?” No se ve cómo Lacan habría podido prolongar su cuestionamiento del análisis hasta el umbral de su muerte, si, un sólo día, uno sólo, él hubiera dicho: ¡eso aguanta!

Al incitarlo a recopilar sus “escritos”, François Wahl, también le jugó una broma pesada a Lacan, con el acuerdo, o por lo menos el casi acuerdo de este último. No se desconfía lo suficiente de los admiradores.

Un poco más tarde, aprovechando la realización de un coloquio en el que participaba François Wahl, le plantee en la sala, una pregunta que desde 1966, me quemaba los labios. Le pregunté públicamente: ¿Cómo se seleccionaron estos “escritos”, entre otros, casi innumerables, que muy bien podrían haber tenido lugar ahí?[12] Y, principalmente, ¿por quién? si hubo lugar a debate y ¿cuál era el tenor del mismo?

La respuesta de François Wahl, con pinta avergonzada, esgrimió un supuesto secreto de la edición. Prohibido franquear el umbral [Seuil/umbral, es también el nombre de la editorial]. Y, como nadie en la sala creyó importante retomar mi pregunta y conducir a François Wahl a no escaparse más, las cosas quedaron ahí, que yo sepa, el editor (Dios lo tenga en su gloria) se llevó esos secretos a la tumba, o más bien hizo de sus silencio, ese día, un secreto definitivo llevándolo hasta su tumba.

IVON HITCHENS, ENCINO DIVIDIDO

A decir verdad, mi pregunta no era sin intención. 28 textos están reunidos en los Escritos. ¿Sería mejor decir “encuadernados” [reliés] donde resuena “vinculados” [liés][13] ¿Veintiocho, sobre cuántos publicados para esta fecha? Uno, en particular, brilla por su ausencia, a saber, la conferencia “El simbólico, el imaginario y el real” (8 de julio de 1953), que resulta ser, ni más ni menos, inaugural de este paradigmático ternario que no cesa de ordenar el conjunto de sus enunciados, para desembocar en el borromeo, y volverse (se podría casi decir) la cuestión. Ciertamente, esta conferencia jamás ha sido publicada, no era, entonces, un “escrito” en el sentido que tiene este término puesto en la portada de los Escritos. Sea como sea, ¿ no habría sido en 1966 un ocasión formidable para darlo a conocer a quienes iban a comprar la obra? ¿Será preciso pensar que, ni el editor, ni el autor, en ningún instante habrían vislumbrado que pudiera ser publicado?

Ese era el motivo oculto de mi pregunta…

Se verá que hay serios problemas, si se observa que esta conferencia, nada más crucial pronunciado por Lacan, tampoco fue publicada en Otros Escritos, aparecidos en 2001. Esta no ha sido, tampoco, objeto de esos opúsculos que Jacques-Alain Miller hizo publicar poco después.[14] Al proponer un nuevo paradigma (S., I., R.), rompió con Freud, sin anunciarlo de manera explícita y sin tirarlo a los deshechos. La ruptura fue tal que hizo necesario, esencial y casi de inmediato anunciar un “retorno a Freud”, que se realizó dos años más tarde y, como se debía, en Viena.[15] Por un lado, una proposición que se distingue de la metapsicología freudiana, y tan fundamental que se puede asegurar que la descarta, y por el otro, el anunció de una sumisión a la letra de Freud. ¿Es este doble movimiento que exigía y que exige aún que esta conferencia permanezca fuera de campo de lo que se puede presentar a cualquiera, dicho de otra manera, quede no publicada? O bien, ¿debe verse ahí la configuración que se encuentra en Pitágoras, en Platón, y en muchas escuelas filosóficas de la Antigüedad griega y romana que diferenciaban dos modalidades de enseñanza, una exotérica, abierta a todos, otra, esotérica reservada a algunos? No faltan indicios que platean esta cuestión en la posición de Lacan.

Algunos textos reunidos sin que razón alguna lo justifique o dé cuenta de su elección, una notable ausencia de expresiones que dieran cuenta de que se podría hablar de una “enseñanza de Lacan”, una concepción de un “conjunto” inapropiado y prontamente denunciado por el autor mismo, al punto de declarar irónicamente que sólo la cubierta le pareció susceptible de cumplir esta función,[16] un nuevo autor era ovacionado mientras que él mismo afirmaba que eso no convenía al psicoanálisis, ¡ahí está! Más que suficiente para afirma que la publicación de los Escritos, en muchos sentidos, fue torpe. Torpeza (maladresse), qué decir, al margen de la “dirección” (adresse) que se escucha en la palabra, prontamente veremos que este gesto se ha configurado de otra manera de lo que se presentaba hasta el momento.

También es momento de considerar su publicación bajo otro ángulo. No tan cerca de su recepción inmediata por aquí y por allá (de la que atestigua el libro Lacan 66),[17] sino, cómo fue acogida por aquellos que en la época seguían muy de cerca lo que recientemente se había llamado la “enseñanza de Lacan”. Para estos, ¿qué fue la aparición de los Escritos? Solo sería forzar un poco la nota si digo: un no-acontecimiento. Para ellos, el acontecimiento, la actualidad no estaba ahí, sino en el hilo de los seminarios, en lo que se escuchaba cada vez como inédito al asistir al seminario, al cotejar las torpezas observadas por cada uno, al discutir de entrada en el bistro, prontamente en el cartel, las declaraciones escuchadas.

Interesarse por los Escritos, como algunos lo hicieron por años durante los encuentros propuestos por L’École Freudienne, habría sido descuidar las apuestas hechas por el seminario, darles la espalda. Lacan, por otra parte, no hizo traer un sólo ejemplar de sus Escritos, a su escuela. ¿No estaba ya indicado que este volumen no estaba dirigido a sus “alumnos”? Para él, Lacan, la actualidad, “lo vivo” como le gustaba decir, tampoco estaba ahí. Uno no se espera tanto para deshacerse de un objeto en el basurero.

Una obra, pues, de poco interés para quienes seguían los seminarios, excepto, sin embargo, estos inéditos que Lacan habría plasmado sobre el papel para ofrecer este ladrillo algo como una osamenta[18] y situar los textos antiguos respecto de lo que era la actualidad de su seminario.[19] ¿Con qué? Con 27 páginas sobre las 910 que comportan la obra.[20]

Esta cuenta de 27 páginas, que son tanto tentativas de contextualización como de actualización de textos antiguos, dejó una mitad en el camino, a saber, el preámbulo al índice pretendidamente razonado al que, sin duda, Jacques Alain Miller consagró muchos esfuerzos. Pero que, ¿qué es, pues, lo que se encuentra en la obra cuando a algunos escritos publicados está asociado un manual de instrucción, o según la palabra misma de Miller, está asociada una “Interpretación”?[21] Una interpretación, ¿qué quiere decir? Ahí hay tantas, y con una serie de discrepancias, que me propongo hoy, cincuenta años después, precisar de cuál se trató en este caso.

No una interpretación musical y tampoco un desciframiento en el sentido en el que se lee un sueño, distinguiendo las diversas escrituras que son la materia y la manera.[22] Es oportuno volver al latín y situar precisamente lo que emprendió Miller con este índice que más tarde prosiguió con su establecimiento de los seminarios de Lacan (tal índice dio, en resumen, pues, el punto de partida). En Roma, la interpretatio es una “mediación interpretativa”. Maurizio Bettini[23] distingue principalmente tres figuras: 1) El grammaticus que ofrece paráfrasis y un comentario a quien no logra leer un poema o un escrito más extenso, 2) El hariolus, el adivino que proporciona la interpretación de un sueño. 3) El augur, que emite el sentido de un prodigium. En 1966, y, luego, sin cesar, Miller practica la interpretación en el sentido latino ocupando una posición media (Inter) entre dos partes. Por un lado, un escrito que se reconoce difícil y por otro, todo aquel que al susodicho escrito no tiene acceso, en esa poción media es donde se coloca enteramente el interpres. Este último, le presenta el inaccesible escrito bajo la forma de enunciados más fáciles, más “claros”, se ha dicho. Un “compromiso”, entonces, entre dos partes. De esta manera se considera eliminado lo que James Joyce, al escribir Finnegans Wake, llamaba un “lenguaje de la noche”. Eliminado… al menos en principio, ya que, de hecho, estos compromisos son ellos también obscuros, al intentar ser claros (y, por tanto, más accesibles), todo eso por una razón que insiste con un estilo, aquel de Lacan, que da lugar a enunciados que se ocultan desde que uno intenta parafrasearlos.

IVON HITCHENS, DEBAJO DEL ÁRBOL VERDE

¿Qué sesgo, qué manera de saber permite al interpres, tener acceso a lo que se presenta, para otros, para muchos otros, como un texto inabordable? Se debe a Miller, la última palabra, la palabra justa como respuesta: “elucidación”, palabra que tituló una revista que dirigía. El Interpres, es lúcido (del latín “claro, luminoso”). ¿Dé dónde saca esta capacidad? ¡Misterio! Así, quién dudaría, que Lacan creyó bueno dejar entender que aquel que lo cuestionaba (por su presentación en la televisión) sabía leerlo.[24] Pero, ¿por qué entonces hacerlo saber? ¿Qué necesidad se tendría de afirmar si tal fuera el caso? La elucidación se deja distinguir de la interpelación y de la iluminación. Ofrece el sentido, tanto imaginario como simbólico, mientras que la interpretación depende del real y del simbólico y la iluminación del real y del imaginario.[25]

El índice sufraga al lector de los Escritos (incluso llegará más lejos, a los seminarios, al considerar volverlos más legibles bajo la forma de “reescritos”), le guía en su lectura suponiéndolo incapaz de acceder por sí mismo a la médula de lo que tiene ante él. Más aún, la perdemos a veces, por ejemplo, al titular la última rubrica de este índice “Epistemología y teoría de la ideología”, como si la epistemología lacaniana estuviera ligada a no se sabe qué “teoría de la ideología” que en vano se buscaría en Lacan, pero muy presente en Louis Althusser, al cual, en la época, el redactor del índice no era indiferente.[26] Este índice razonado confisca la nave Lacan. Toma al lector bajo su ala, supuestamente facilitadora, sin embargo, como era ya el caso en ese tiempo (y aún actualmente) hay algunos que no lo han pedido, que no desean de ninguna manera ser guiados u orientados. Yo era uno de aquellos, igual hago notar, que nada de lo que he podido decir o escribir permite situarme como un interpres de Lacan.

Lacan acreditó esta maniobra, que, además de la cerradura (sus escritos) proporcionó lo que él mismo llamó la llave/clave (el índice razonado de los conceptos mayores),[27] una llave, se dijo, para abrir, pero también para cerrar. El lector está aquí anticipado, a la vez, como débil mental e incapaz, de llegar por sí mismo hasta el final por esta desastrosa debilidad. Estos dos rasgo lo convierten en un idiota, una posición a la que parece, algunos se identifican fácilmente. En efecto, in bacillum (diminutivo de baculum), el imbécil, es el “sin bastón”, sin poder (leer) pues, un débil. Pero, ¿no es precisamente a este ser sin bastón, a quien se le cierra la puerta de los Escritos al emplearse para “facilitarle” la tarea? ¿No es precisamente a este ser débil al que se le dirigen estos escritos ahora reunidos? Se duda que ahí algún lector pueda “poner de su parte”[28] (lo que por otro lado, se le propone), si se atiene a leer de la manera prescrita por el interpres. El índice se dirige al imbécil, hace caer el “poner de su parte”.

Aquí algunas cifras: sobre los 34 textos re-publicados en Lacan 66, el porcentaje de aquellos que admitieron, explícitamente, que Lacan era freudiano se eleva a 67%. Explorando el 23% restante, ¿en cuántos de estos textos se menciona, sin más, el ternario R.S.I.? Llega al 0.03% (dicho de otra manera, uno sólo).[29] Si uno enumera los autores que han percibido que S. I. R, no puede de ninguna manera ser alojado en el retorno a Freud.[30] Este ternario estaba aún menos en posición de inscribirse en lo que era la condición de posibilidad. Como la mayoría de las estadísticas, esta está aquí y allá descrita a grandes rasgos. Lo que no impide que tenga un valor indicativo. Pero, ¿de qué?

Ella señala un hecho de política de la teoría, precisamente deslumbrar al lector. Si se trata, para Lacan, de obtener su reconocimiento en tanto que “freudiano”, entonces sí se puede afirmar que la publicación de los Escritos cumplió ampliamente su rol. Ahora bien, con excepción de Annette Lavres, nadie, en la época, supo ver que a partir de 1953 un nuevo paradigma estaba en obra en cada uno de las pequeñas piedritas del jardín zen así ofrecidas. A este respecto, la observable ausencia de la conferencia del 8 de julio de 1953, presentando “El simbólico, el imaginario y el real”,[31] en un momento muy preciso (la apertura de las actividades de la Sociedad Francesa de Psicoanálisis) cumplió perfectamente su oficio. En los Escritos, la mano (main) de Lacan, se ve freudiana; desapercibido, su paradigma, viene por abajo de la mesa (sous-main).

IVON HITCHENS, PISCINA DE NOCHE

Una vez hecha la jugada a S. I. R, a este hecho de política de la teoría se unen otros dos lazos. Eso ya fue evocado: la publicación de los Escritos puso a Jacques Alain Miller sobre un cierto camino e incluso, diría, lo habrá descarriado, ya que no pudo hacer suyo este camino, suya esta posición de interpres, abandonó lo que era su primera relación con Lacan, es decir, el que hace preguntas, el que interroga, por otra parte, no sin algo de firmeza heurística, y, también como lo dice, Yves Duroux, con “arrogancia”. Estas preguntas, esta firmeza, esta arrogancia me regocijaban, a otros también, por cierto. Contrastaba con la apatía dogmática de los caciques de L’École Freudienne y con muchos otros que se satisfacían con abrevar de Lacan y de digerirlo, sin jamás interrogarlo seriamente o interrogarse —otra expresión de arrogancia que se apoyaba sobre una pretendida experiencia clínica adquirida durante mucho tiempo. Miller encarnaba una figura esencial en el funcionamiento de L’École Freudienne, aquella del no-analista. Una renuncia, pues, de un precio elevado para él y para l ‘École; por supuesto, no el mismo precio para uno y para la otra. En cuanto, a él, el tenor de lo que habría pagado se lee en la “noticia” que inscribió cuando se publicó su primera transcripción de un seminario de Lacan: “Hemos querido aquí no contar para nada”.[32] Cuyo acto, es, en efecto, en lo que se sostiene el interpres. Con estas palabras, Miller hizo saber que había renunciado a ser uno de aquellos susceptibles de cuestionar a Lacan, ahora bien, eso, sólo se puede hacer poniéndose en la cuenta uno mismo, al poner ahí algo de sí mismo. Se objetará: Y, ¿Televisión?[33] ¿No se encuentra, en 1974, al mismo Miller que cuestionaba ya a Lacan el 22 de enero de 1964 (sobre su empleo del adjetivo “ontológico”)? Pues no, al acercarse a los textos, se podrá verificar que la “chispa” que surge la tarde del 22 de enero de 1964 y que fija, como lo dice él mismo, su posición de interrogador cesó de producir sus efectos.[34] Lo que produjo el viraje en el que Miller se ha sostenido toda la vida, no es sólo la redacción del índice inspirada en las tres conferencias dadas por él en el seminario de Louis Althusser en septiembre de 1963,[35] sino sobre todo un acontecimiento aprobado por Lacan,[36] a saber, la inserción de este Índice en los Escritos.

¿Y, Lacan? Con sus Escritos, inauguraba, en lo sucesivo, otra posible relación con su enseñanza, no más directa, sino mediatizada por el interpres. Así, de facto, coloca a aquellos a los que esta enseñanza importaba frente a una elección: o bien, acceder vía la mediación del interpres, distinguido por él , o bien, eximidos. Es a partir de la publicación de los Escritos, que de un sólo público se configuran dos. Lejos de reabsorberse esta alternativa, el tiempo sólo la confirmó, acentuó y profundizó su separación. Ya que la función del interpres pareció como sellada por Lacan: 1) por la instauración de un lazo de alianza con el interpres, 2) Luego otro y tercer lazo, cuando el lacanismo entró en la universidad. Hoy, mil anécdotas se podrían contar como testimonio de esta alternativa a la que fueron sometidos para elegir los miembros de L’École Freudienne… 

Lacan, no eligió re-publicar Tal cual (Tels Quels) los textos reunidos en los Escritos, lo que era perfectamente concebible, una especie de “pues bien, esto fue escrito así, no puedo hacer nada.” Como un pintor, no tuvo algo que lamentar, arrepentirse, sino más bien debemos hablar de adaptación o de acomodarse al modo. Tengo un ejemplo que recientemente me señalaba Mayette Viltard. Se observará que un cambio en el texto puede ser discreto, puntual, minimalista, y sin embargo, modificar considerablemente un punto de doctrina. En la primera versión de Posición del Inconsciente (1964), se lee: “[…] del juego de significante… de los significantes y no solamente de los signos. Retomado dos años más tarde en los Escritos:[37] […] del juego de significantes… de los significantes y no solamente[38] de los signos”.

PINTURA DE IVON HITCHES

El juego significante/signo fue suprimido, sólo en beneficio del significante. ¿Diez años más tarde, Lacan habría recuperado este “solamente”?

Entonces, estos escritos congregados no son siempre accesibles bajo la forma de una edición crítica,[39] lo que queda en deuda ya que recientemente se realizó la re-escritura de la traducción al francés de la Traumdeutung. En cuanto a los Escritos… nada de eso, salvo una excepción,[40] las modificaciones permanecen enmascaradas. ¿Qué concluir de esto? Sino esperar la edición crítica que terminará por ser producida algún día, conjuntamente con una edición, no menos crítica de los seminarios. Se dice, lo que se quiere eminentemente actual, es también lo que se encuentra expuesto a envejecer lo más rápido posible. Cuando Lacan acerca el escrito de la época, de la actualidad de su enseñanza y presenta en 1966 esos textos re-escritos, volvió visibles otras re-escrituras de esos mismos textos. —La primera de ellas, abriendo de hecho, una serie: “Reescritos” habría sido un título más preciso, una “tentativa de escrito” dijo Lacan el 17 de febrero de 1971, con Lacan tenemos que ver con algo provisional, no con una previsión.

Para concluir observamos una diferencia entre Lacan y Francis Ponge, ya que, mientras este último al publicar sus borradores, termina por escribir una versión definitiva de su poema “El pastizal” [Le prè], definitiva en el sentido de la pradera (le prè) reúne en un cierto momento, la proximidad (le près)[41] con Lacan se va en otra dirección. Una vez abierta por primera vez, nada vino a cerrar la serie de posibles “reescritos”. Diez años más tarde, los mismos textos antiguos habrían sido re- escritos de otra manera. Esta conjetura no deja lugar a duda, se basa en el hecho de que decididamente sí, eso no aguanta. Pero también, y sobre todo, eso no debe sostenerse, si no, no tendrá ningún sentido, ni avance el llamado a “poner algo de su parte” y luego tampoco la École.

 

Notas

[1] Texto presentado en el Coloquio, qu’en est-il des « Écrits »? Cinquante ans d’Écrits, propuesto por L’École Lacanienne de Psychanalyse. En París el sábado 26 y domingo 27 de noviembre de 2016.
[2] Henri Michaux, Donc c’est non, Lettres réunis, présentées, et annotées par Jean-Luc Outers, ed. Gallimard, París, 2016, pp. 178-179. [N de T. No hay traducción al español.]
[3] El rechazo de Michaux, en 1984, no impidió —en realidad— la publicación de sus obras completas de manera póstuma.
[4] Neologismo intraducible.
[5] Ver la lista de ocurrencias de este término y aquellas de sus acólitos (—pubellicatore, poubellique— donde resuena belliqueux, poublication, p’oublier, donde se escucha “oubli”, en 789 néologismes de Jacques Lacan, Marcel Bénabou, Laurent Cornaz, Dominique de Liège, Yan Péllisier, París, Epel, 2002, p.72.
[6] La identificación de este compañero está sugerida en el contexto, que comprende un juego de palabras poco agradables sobre el nombre propio “La gâche” [Lagache] debo esta indicación a Danielle Arnaoux y aquí se lo agradezco. [N. de T.: la gâche en español: el desperdicio].
[7]De Rome 53 à Rome 67: la psychanalyse, raison d’un échec”, conferencia al magisterio de la Universidad de Roma, 15 décembre 1967, Scilicet, n° 1, 1968, p. 42-50.
[8] Al publicar su ladrillo en la colección “Le Champs freudien” lanzado en 1964, hizo saber “que él no estaba tan solo”. Le dedicó a Philippe Soller (Prefacio, p.27): “A P. S. no se está tan solo, somos todos”. [N. de t.: Esta dedicatoria no aparece en las últimas ediciones de los Escritos en francés, por supuesto, tampoco en español].
[9] Jacques Derrida, “Pour l’amour de Lacan”, en Lacan avec les philosophes, París, Albin Miche, 1991, p. 407. [Lacan con los filósofos, México, Siglo xxi, 1997.]
[10] París, Seuil, 1965.[En español: Paul Ricœur; Teoría de la Interpretación: Discurso y excedente de sentido, México, Siglo xxi Editores, 1995.]
[11]Hablando del tema, una anécdota, casi una ocurrencia. Estudiante en la Sorbona en la época en la que Ricœur hacia su curso sobre Freud. Yo estaba comprometido en lo que se llamaba entonces un doctorado de tercer ciclo consagrado a la repetición en Freud y en Kierkegaard. Ricœur siendo mi director de tesis, lo veía regularmente para beneficiarme de sus observaciones y sus consejos. En el curso de una de estas entrevistas, sabiendo que yo seguía el seminario de Lacan (el que él había abandonado), me dijo: ¿Cómo puede usted leer a la vez a Freud y a Lacan?”. El Asunto estaba entendido, este trabajo no se iba a poder cerrar, sobre todo porque me di cuenta pronto, que al caer sobre algunas palabras sibilinas de Lacan, que precisamente tenían que ver con el objeto de mi tesis (cuya elección, no obstante, venía de otro lugar), me había fijado una meta muy alta al querer tratar esta cuestión.
[12] Muy particularmente y así como lo observaba François Van Laere (véase, Lacan 66. Réception des Écrits, textes choisis et présentés par Danielle Arnoux, Émilie Berrebi, Monique Boudet, Janine Germond, Paris, Epel, 2016, p. 242) el homenaje a Marguerite Duras, puesto que Le Ravissement de Lol. V. Stein que había recientemente aparecido y que Lacan había, más recientemente aún, publicado su homenaje (en Cahiers Renaud-Barrault, París, Gallimard, 1965, n° 52, pp. 7-15).
[13] N. de T.: “Relies” en este contexto es encuadernados, el autor destaca ahí la palabra “liés”, que quiere decir vinculados, puestos en relación.
[14] N. de T. La conferencia sí fue publicada por Miller bajo el título: lo simbólico, lo imaginario y lo Real, en la serie consagrada a inéditos de las ediciones Seuil, cuya cubierta tiene por título De Los Nombres del Padre.  En su nota introductoria nos advierte que “ la reunión de estos dos textos ciertamente se justificaría desde una perspectiva histórica, pero la verdadera razón que me decidió a juntarlos está […] en la indicación que da Lacan […] bien en su estilo de medio-decir, según la cual lo simbólico, lo imaginario y lo real son los verdaderos Nombres del Padre. En español, De los Nombre del Padre, Ed. Paidós, Argentina, 2005. p.10.
[15] “La cosa freudiana o el sentido del retorno a Freud”, Escritos, I, México, Siglo xxi editores, 2013. pp. 379-410. El título mismo tienes dos vertientes diferentes: una a Freud, la otra a su cosa.
[16] Esta es, en efecto, la verdadera enseñanza de las palabras dirigidas a Derrida.
[17] Lacan 66 reception des écrits. Textos elegidos y presentados por Danielle Arnoux, Emilie Berrebi, Monique Boudet, Janine Germond. París, Epel, diciembre, 2016.
[18] Ahí donde veo una apariencia de osamenta, Annie Tardits califica de costuras.
[19] Con excepción de uno, se observa la ausencia de textos “psiquiátricos”, id est, publicados en una revista de psiquiatría, de neurología, o en los Annales Médico-psychologiques entre 1926 y 1936. Se cuentan 21 (cf. Nouvelle Bibliographie des travaux de Jacques Lacan, París, Epel, 1994). A este respecto, “Más allá del principio de realidad” es la excepción. Publicado en 1936 en L’évolution psychiatrique, se encuentra en los primeros lugares en los Escritos, aunque precedido por el seminario sobre “La carta robada”, que aquí cumple una curiosa función: a medida de lo posible, impedir que “Más allá del principio de la realidad” fuera leído en su época.
[20] “Obertura de esta recopilación”, 2 páginas/ “paréntesis de paréntesis”, 4 páginas/ “De nuestros antecedentes”, 7 páginas/ “De un sujeto por fin cuestionado”, 7 páginas/ “De un silabario a posteriori”, 7 páginas. Aún da lugar para acoger con reserva los textos improvisados, con los que se intenta enganchar los vagones. Va un poco por la línea, como cuando Michel Foucault, entrevistado, se aboca a valorar entre sus diversas obras presentando una cierta coherencia. Si ciertamente… Sin embargo, Y salvo excepción, el interés de estos metadiscursos, en los que un freudiano vería tanta “racionalización”, sigue siendo menor.
[21] “No se nos escapa que tal articulación, era una interpretación que encontramos por el hecho propuesto”, (Écrits, op. cit., p. 893). [En español, Escritos, t.2, op. cit., p. 405].
[22] La entrada “Retórica del inconsciente”, del índice no reserva ningún ítem a lo que Freud llamó “El miramiento por la figurabilidad” título de un subcapítulo cuyas páginas consagradas al trabajo del sueño en la Traumdeutung. Cf. Littoral, n° 2, «La main du rêve », Octubre,1981.
[23] Éloge du polythéisme. Ce que peuvent nous apprendre les religions antiques, París, Les Belles Lettres, 2016.
[24] Televisión, Barcelona, Anagrama, 1980, p, 81. “Aquel que me interroga sabe también leerme”. El nombre de Jacques Alain Miller no está aquí mencionado, sírvase comprender que se trata de él, el contexto lo sugiere. Toda vez, que nada impide entender este “aquel”, como un “cualquiera”.
[25] Me explico más sobre este ternario en L’Autresexe , París, Epel, 2015, p. 137-138. [N. de T.: de próxima aparición en México bajo el sello de Editorial Psicoanalítica de la Letra con el título: “No hay relación Heterosexual”].
[26] La misma observación hizo Yves Duroux, la víspera del día en que presentaba esta charla.
[27]El lector encontrará aquí un índice que quiere ser la clave” (Écrits, p. 889). [N. de T., Escritos, t. 2, op. cit., p. 405). “Que quiere”: se nota el bemol.
[28] “Del itinerario del que estos escritos son jalones y del estilo determinado por aquellos a los que se dirigieron, quisiéramos llevar al lector a una consecuencia en la que le sea preciso poner de su parte”. (Écrits, op. cit., p. 10 [N. de T.: Escritos, t.1, p. 4]).
[29] Es de Annette Lavers, publicado no en Francia, sino en Londres poco tiempo después de los Escritos (The Time Literary Supplement, 25 de enero de1968). Yves Bertherat tituló ciertamente “El simbólico, el imaginario, y el real” a una de las cuatro partes de su artículo, sin acordarle a este ternario el estatuto que se le otorga aquí.
[30] Ciertamente, pocos plantean la cuestión, sin por eso zanjar. Otros, menos numerosos aún, son más categóricos, como Didier Anzieu, afirman una ruptura con Freud, sin por eso referir esta ruptura a la invención de R. S. I.
[31] Se encontrará en el sitio de l’École lacanienne, bajo la rubrica «Pastout Lacan», igualmente en el Bulletin de l’Association freudienne, n° 1, 1982. [N. de T.: también en Petites écrits, desde donde hace varios años bajo seudónimos —Patricia Garrido, Jaime Goldchain, Alberto Sladogna— hicimos la traducción y la publicanos en castellano añadiendo las intervenciones de los asistentes a esa conferencia, esta manera completa de presentar la conferencia no ha sido realizado por nadie hasta el momento.]
[32] Les Quatre Concepts Fondamentaux de la Psychanalyse, París, Seuil, 1973, p. 249. Se observará que, incluso ni Alain Badiou ni Jean-Claude Milner han cuestionado a Lacan. ¿Un gran logro, por parte de este último, por haber sofocado esta voz (voix) o estas vías (voies, homofonía con voix)? Se vale dudar. [En español: Los cuatro conceptos fundamentales del psicoanálisis, Paidós, Barcelona, 1987, p.285.]
[33]Jacques Lacan, Psicoanálisis. Radiofonía y Televisión, traducción de Oscar Masotta. Anagrama, España, 1980.
[34] Cf. Lacan 66, ed. cit., p. 17.
[35] Según el testimonio de Yves Duroux, quien contribuyó a la redacción del índice, luego de las dos jornadas suscitadas por la publicación de Lacan 66. Duroux comunicó igualmente la arrogante ambición de algunos jóvenes alrededor de Althusser: nada menos que fabricar una doctrina susceptible de rivalizar con la de Hegel o no se sabe cuál de este calibre. Era necesario que eso se sostuviera. Si se pudiera discutir la existencia de tal doctrina en Milner o en Badiou, al menos se está seguro que Miller no forjó nada como tal. Dicho de otra manera, es eso mismo a lo que renunció, lo que merece amplias felicitaciones lacanianas.
[36] Lacan dio crédito a muchos trabajos, así como a varias transcripciones de sus seminarios. Sabía comportarse, en cada momento, como aquel rabino al que se dirigían dos estudiantes en conflicto. Al primero que avanza “a”, le dijo, “tienes razón”. Al segundo que sostenía “no-a” , le dijo, lo mismo, “tienes razón”. Y así como al tercero que le hacía ver que no se puede sostener a la vez “a” y “no-a”, respondió por tercera vez: “tienes razón”. ¿Sofista?
[37] Cf. En francés p. 840, [N. de T.: en español Escritos, t. 2, op. cit., p. 376].
[38] Nota de Trad. La palabra -solamente- está tachada en el texto original por Jean Allouch.
[39] En su obra Los Escritos de Jacques Lacan, variantes textuales (Siglo xxi, Madrid, 1994), Ángel de Frutos Salvador identificó cada una de las modificaciones hechas por Lacan a los texto elegidos para compendiar los Escritos se podrían igual señalar 1): “Función y campo de la palabra y del lenguaje”, presentados en sus tres versiones en un documento de l’École lacanienne de psychanalyse; 2) «Kant con Sade», del que las dos versiones se encuentran en mi opúsculo en Ça de Kant, cas de Sade, París, L’Unebévue, 2001. [En español, “Faltar a la cita”].
[40] Cf. Écrits, Op. cit., p. 487-491. Por otra parte, algunas notas son fechadas de en 1966 (por ejemplo: nota no.1 p, 258.
[41] Francis Ponge, La Fabrique du pré, Skira, París, 1971.

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