Heidegger y el fracaso del Occidente

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Heidegger y el fracaso del Occidente

Traducción de Maria Konta

 

A José Napoleón Fillat Martínez.

En una columna publicada por Le Monde el 27 de octubre, la señora Kellerer escribe que afirmo sin pruebas el desprecio que Heidegger mostró al nazismo al menos desde 1939.[1] Esta dama no quiere o no puede leer. He señalado muy expresamente las pruebas: están en muchas páginas de Cahiers noirs al igual que en los Beiträge (traducidos como “Aportes a la Filosofía”). Es suficiente leer aquí cómo Heidegger critica el biologismo y el racismo, sin mencionar sus críticas a la pseudo-cultura y la política sin grandeza. ¿Pruebas? Hay tantas cosas que sería inútil querer citar un pasaje: las repeticiones y las secuencias de los textos también son parte de la prueba. Pero la corrección política quiere que uno denuncie el nazismo de Heidegger y luego quiere que uno indique todo su pensamiento infectado.

Entonces, esta dama cree que puede decir que desde el principio este pensamiento es unilateral y discriminatorio. Para este propósito, ella invoca una supuesta alternativa sin apelación, en Heidegger, entre un hombre que “tiene una esencia que le da acceso al Ser” y otro “que está privado de ella”. Es asombroso: el peor enemigo de Heidegger no se atreverá a escribir tal tontería, si al menos respeta a su lector. Todo está mal en esta frase, con una simple falsedad literal. Cualquier existente (por definición sin esencia) pone el ser en juego por y como su existencia: he ahí el mínimo requerido para comenzar un comentario. Cualquier lector informado estará de acuerdo. La señora Kellerer es políticamente correcta y filológicamente muy incorrecta.

Se basa además en la presencia de Heidegger hasta 1942 en la Comisión para la Filosofía de la derecha (que no es un descubrimiento tan reciente como afirma). Ciertamente, Heidegger jugó un doble juego, buscando mantener una posición pública mientras pudiera esperar una victoria del Reich. Es miserable, es lamentable. Pero lo interesante es que, al mismo tiempo, escribió, en privado, lo contrario de lo que parecía respaldar en público. Por lo que realmente creía que era un “arqui-fascismo” (la palabra es de Lacoue-Labarthe) que también se puede describir como el arqui-mesianismo de este “otro comienzo” que nunca se detiene a invocar (y es por eso por lo que él quería la publicación póstuma de estos textos, imaginando que luego uno lo entendería mejor…)

Este arqui —o hiperfascismo— es antisemita porque ve a los judíos y a los nazis como partícipes de la doctrina de la Raza; lo que él quiere es su mutua aniquilación. Es odioso igual que casi ilusorio. Pero eso procede de una lucidez implacable sobre el estado de un Occidente que está por destruirse. La lucidez del fuego y de la muerte, es verdad y sin embargo, una lucidez comparable a ellos, pacíficos, pero no menos angustiados, de Freud o de Miller de la misma época.

Estar lúcido hoy exige que uno no ignore el origen mismo de nuestra actual amargura. Se trata mucho menos de las causas económicas y sociales que la señora Kellerer pretende descubrir sino del destino de una civilización completa. No se trata de “desastres procedentes de quién sabe dónde”, como ella quiere creer que habría escrito, sino de un desastre, sí, en el sentido que Blanchot da a este término, que viene muy obvio de ese mismo que ha producido la prodigiosa civilización de la ciencia, de la tecnología, del derecho y del humanismo. A partir de este desastre, la filosofía registró temprano la sacudida: eso es todo lo que quiero decir. Y sin necesidad de ser “heideggerianos”, sin tener que cerrar los ojos para leer, uno debe reconocer que, desde Kant hasta Heidegger, a través de Nietzsche y Husserl, el shock se ha extendido: sin evitar más de una travesura o incluso un delirio delirante que atestigua, cualquiera que sea, un apego visceral a la idea occidental de un saludo. Es necesario destripar a Heidegger y el saludo, pero no sin haber leído ni sin haber meditado sobre la historia que ha soportado tanto el uno como el otro.

 

Nota

[1] El original al francés intitulado “Heidegger et l’échec de l’Occident” fue publicado en Libération el 5 de noviembre de 2017. Véase: http://www.liberation.fr/debats/2017/11/05/heidegger-et-l-echec-de-l-occident_1608002

Es la respuesta de Nancy al artículo de la filósofa Sidonie Kellerer (“Heidegger n’a jamais cessé de participer à la mise en œuvre de la politique nazie”, Le Monde, 26 de octubre 2017). Véase: http://www.lemonde.fr/idees/article/2017/10/26/heidegger-n-a-jamais-cesse-de-participer-a-la-mise-en-uvre-de-la-politique-nazie_5206008_3232.html

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