Autocreación clínica crítica según Guattari

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Autocreación clínica crítica según Guattari

(Entre la sujeción de la maquinaria capitalista y la subjetivación creadora)

 

Resumen:

El siguiente artículo expone algunas ideas a partir de la Ecosofía de Félix Guattari en torno al replanteamiento de la clínica y el psiconálisis en el seno del capitalismo integrado contemporáneo. Se abre un diálogo entre filosofía y poesía con ideas seminales de Guattari, Jacques Lacan y Julia Kristeva para entender el presente.

Palabras claves: clínica, psicoanálisis, ecosofía, subjetividad, capitalismo integrado.

 

Abstract:

This article presents some ideas from the Ecosophy of Félix Guattari around the rethinking of clinical and psychoanalysis within contemporary integrated capitalism. It opens a dialogue between philosophy and poetry with seminal ideas of Guattari, Jacques Lacan and Julia Kristeva to understand the present.

Keywords: clinical, psychoanalysis, ecosophy, subjectivity, integrated capitalism.

 

Introducción

Lo que se quiere es replantear una cartografía móvil a partir de retomar /deconstruir/desterritorializar algunos nodos intempestivos del psicoanálisis de Jacques Lacan y las sugerencias ontopoéticas de Julia Kristeva con la poderosa máquina de guerra de Félix Guattari. Se busca elucidar algunas derivas para potenciar el camino y horizonte porvenir hacia otra práctica clínica, crítica y creacionista, plástica y flexible en el encuentro con planteamientos ético-políticos que puedan resignificar la conformación de la subjetividad e intersubjetividad en los márgenes del capitalismo integrado. Las premisas de la intervención asumen: (a) la obra rizomática, compleja y poliédrica de Félix Guattari posibilita el agenciamiento de máquinas de guerra, dispositivos, enchufes y conectores para replantear las prácticas de la clínica psicoanalítica, la infra-política o micro-política y las prácticas educativas. Nos conminan a un ejercicio crítico, creativo y riguroso de la teoría en su encuentro-desencuentro con una serie de prácticas emergentes; (b) La interpelación de las estructuras clínicas, su apertura al juego de deconstrucción y desterritorialización proporciona un valioso arsenal para repensar con rigor analítico los conceptos y teorías, así como la posibilidad de abrirse hacia un ejercicio autocrítico, pero también aprender y retomar el diálogo crítico y la comunicación con las ciencias, las artes, la política, la sociedad y el psicoanálisis; y (c) La transversalidad permite potenciar las líneas de fuga del capitalismo integrado como producción de una subjetividad enriquecida siempre y cuando sea capaz de asumir un proyecto abierto de autonomía descentrada. Para ello se requiere efectuar una serie de diagnósticos y cartografías de la subjetividad e intersubjetividad contemporáneas en el seno de la vida cotidiana, así como un pronóstico que vislumbre alternativas frente a la crisis radical del capitalismo integrado. Frente a las utopías negativas del pensamiento hegemónico habría que pensar el presente para repensar el futuro como horizonte actual abierto a un porvenir de “virtualidades futuristas constructivistas”, pero siempre desde el corazón del presente en tanto presencia plena, compleja, ambigua, polivalente.

La obra rizomática, compleja y poliédrica de Félix Guattari

Félix Guattari fue un hombre excepcional en muchos sentidos. Su obra y su vida siempre estuvieron en movimiento, nunca dejó de estarse moviendo, cambiando de registro, forma, formato, profesión, lenguaje, formación y estrategias, campos disciplinares e interdisciplinares. Deambuló entre la intervención psicoanálitica, la política, el arte, la literatura, la filosofía y el activismo social; jugó todos lo papales sin creerse ninguno del todo. Empero siempre tuvo claro tanto el enemigo como el objetivo de su búsqueda. Pensar a contra-corriente del pensamiento hegemónico del capitalismo integrado cuyo orden despliega bajo todas las formas posibles (familia, escuela, fábricas, ejército, códigos, discursos…) el yugo de la vida deseante, sexual y afectiva bajo la dictadura de una organización totalitaria y micro-fascista fundada en la barbarie ecocida. La opresión capitalista está enraizada en lo más profundo de nuestro cuerpo.[1]

Alienar al individuo es volverlo extranjero de su cuerpo e incrustarle deseos formateados por la lógica del mercado capitalista. Se trataría de producir un sujeto culpabilizado por su propia existencia, sumiso, explotable y explotado por sus propios mecanismos de defensa y castración pequeño-burguesa. “El yo personal” se construye como un micro-sistema de opresión que se articula con el macro-sistema social. El capitalismo es tanto un sistema de producción económica como una forma de estructuración libidinal de los afectos, no hay conformación del poder sin un trabajo paciente sobre los deseos. La sujeción al orden establecido se conforma como subjetivación del desorden y caos. En este sentido uno de los objetivos principales sería desbloquear el cuerpo viviente. Retrotraer el cuerpo a la soberanía de la plenitud sorteando las estreategias de mortificación nihilista de un cuerpo instituido y prostituido por el juego de la estandarización en mercancías: “Queremos abrir nuestro cuerpo al cuerpo del otro y de los otros, dejar pasar las vibraciones, circular las energías y combinarse los deseos para que todos y cada uno puedan dar libre curso a todas sus fantasías y a todos sus éxtasis, para que puedan vivirse al fin sin culpabilidad, sin inhibición, todas las prácticas voluptuosas individuales, duales o plurales”.[2] Lo que se pretende es acabar de una vez por todas con los roles e identidades falocráticas y humanistas que están en alianza con los poderes fácticos de control social.

En su intervención en Cuernavaca titulada “revolución molecular y lucha de clases” de 1978, Guattari retoma el concepto de “micropolítica” como una palabra clave para desbloquear la conjunción sujeto y sociedad desde las formas específicas de subjetivación e interacción socio-política. Sobre todo Guattari destaca la correlación de fuerzas que se establece entre inconsciente y capitalismo mundial integrado, pues la colonización capitalista no solo es comercial sino también libidinal y conlleva una nueva estructuración de la producción de subjetividades. El inconsciente hoy está atravesado por conformaciones psíquicas, monetarias, estéticas, ambientales, sociopolíticas, biológicas.[3] Si el inconsciente lacaniano se extrae a partir del lenguaje del juego del significante en una cadena estructural ahistórica, Guattari nos invitaría a repensar la producción del inconsciente desde su dimensión histórico-política. El capitalismo integrado afecta directamente la conformación del inconsciente.

Frente a una concepción psicoanalítica (teórica y práctica) de un inconsciente que imita el teatro y las representaciones del pasado, Guattari propugna un inconsciente maquínico que se abre al devenir y el juego de la creación. Inconsciente como fábrica y máquina productora del deseo y no como mimesis de una falta o carencia. Plenitud en lugar de vacío y culpa. El inconsciente maquínico no delira sobre papá o mamá, delira a propósito de razas, pueblos, continentes, cartografías a experimentar. En lugar de interpretar y clasificar hay que cartografíar, experimentar y reinventarse. En lugar de trazar el mapa de la hegemonía de una súper-estructura mental y económica hay que tramar líneas de fuga, de guerrilla y de resistencia en y desde infra-estructuras rizomáticas y procesos de re-singularización colectivos y trans-individuales. Desde la óptica de Guattari el problema del drama narcisista del individuo posmoderno posesivo está mal planteado, pues se trataría de potenciar la parte creativa, dinámica, activa, y en una palabra, viva, que está en juego y en relación dentro de los componentes de subjetivación, los cuales siempre tienen un talante político y colectivo, y resultan irreductibles a la triste coreografía de un archipiélago de islotes solitarios desconectados.[4]

Hoy en día se busca imponer una estructura de subjetivación del poder terapéutico y médico, que no obstante, no es monolítica ni cerrada, sino que tiene fisuras, contradicciones y zonas de turbulencia. Y aunque en términos generales podemos contemplar que se busca producir y gestionar la vida humana como una forma de control social. Y emerge una politización fascista de la vida en su totalidad que efectúa como despolitización y fragmentación radicales, del espacio público al espacio privado pasamos a la emergencia de nuevas formas de control social. La creciente fragilidad de los sujetos y su trama vital afectiva y relacional estaría en sintonía con la desmovilización social y política y con la autogestión de la vida por parte de cada ser singular. Lejos de la promesa de la aventura irrestricta de la libertad soberana de la modernidad romántica decimonónica que llega hasta el siglo XX con autores como Guy Debord y Foucault, hoy estaríamos asistiendo a la realización planetaria de un individualismo indiferenciado sin individuos soberanos intransferibles. El poder terapéutico que forma parte de la maquinaria del capitalismo integrado y se despliega hoy mediante una suerte de ósmosis micro-social que inocula sus mecanismos y dispositivos en la propia conformación de la subjetividad, de tal suerte que el sujeto cree, que cuando lo implementa, se realiza de forma autónoma. Por fortuna, siempre se están tramado, urdiendo, revueltas, conspiraciones e insurgencias por doquier.

La vida humana contemporánea se convierte en un proyecto que cada uno tiene que gestionarse. Vivir sería desvivirse por gestionar(se) la propia vida. El repliegue del pensamiento actual hacia la ética y la estética va de la mano del eclipse del pensamiento crítico y de la política. Aún más, la reconducción de la política a la esfera de lo privado ha terminado por cercenar la posibilidad de plantear los problemas colectivos como asuntos comunes y comunitarios. De ahí también que el capitalismo integrado reclama nuevas formas de participación política que emergen desde las potencias insurrectas del malestar generalizado y la ausencia radical de sentido. La deconstrucción de la gramática política que ha iniciado en los albores de este siglo exige renovar formas de pensar y de accionar. Las nuevas formas de hacer política estarían ligadas al devenir anómalo de la subjetivación. Ahora que el margen y los marginados están en el centro y tienen ya los reflectores, Santiago López Petit –siguiendo a Deleuze Guattari, considera que hoy la frase ya no puede ser “todos somos marginales” sino “todos somos enfermos de normalidad”. Hoy lo intempestivo es radicalmente político, empero, se trataría también de reinventar la política.[5]

CHEMA MADOZ

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La coincidencia entre capitalismo y realidad hegemónica no significa que no hay más posibilidades de lucha o que no tiene sentido luchar. El problema es que hoy no existe el capitalismo separado de la vida humana, la vida humana es capitalista hasta la médula. El capitalismo financiero se ha multiplicado en miles de formas de réplica de la vida humana en su totalidad, así que tenemos un capitalismo social, laboral, estético, ético, político, emocional, pulsional. Por eso es que resistir o luchar contra el orden establecido es tan complicado y cada vez resulta más difícil. Se tienen que reinventar formas de gestión radical tanto lo público como en lo privado, más aún, que logren replantear el mismo reparto y parto de lo público y lo privado. Las redes sociales vuelven público lo personal pero nos despersonalizan de una forma absolutamente enajenante. Ahora que la precariedad configura nuestro ser y acontecer como sobrevivir, tenemos que resignificar el mismo sentido de vida o de existencia. La cultura de la salud, biopolítica de gestión de la vida capitalista sana y productiva está presente desde el hospital y la escuela, hasta la terapia y el spa, nada escapa al orden sanitario saludable. Asistimos a la transformación radical de la subjetividad y los juegos de subjetivación. Ya en Caosmosis, Guattari anticipaba el problema de la producción de subjetividades como uno de los asuntos nodales de nuestro tiempo.

CHEMA MADOZ

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Recientemente una artista visual, ante “el vacío existencial” puso en marcha un proyecto artístico, erótico y político titulado “Lifeconstruction” consistente en establecer contacto a través de las redes sociales con personas y luego intimar en su entorno cotidiano. Después de “un hola, ¿qué tal?” La artista intentó generar “intimidad profunda en menos de media hora”. Y luego compartió la escena en una foto en redes sociales donde en la parte inferior izquierda aparece el tiempo que tiene de conocer a la persona: “Creo que hoy nos falta ese tiempo cara a cara, presencia. Nunca estamos presentes en nuestras interacciones. Podía oler la ansiedad en cada encuentro fruto de la expectación y la emoción. Fue increíble y horrible al mismo tiempo. Me sentí viva. Después la ansiedad daba paso a la creatividad, sabíamos que necesitábamos superar nuestros límites y salir de nuestras zonas de confort”[6]. En realidad, si uno se detiene un poco a observar las fotos y el proyecto en su conjunto se puede ver que las imágenes están actuadas, “su naturalidad” resulta artificial, o mejor dicho, ahora en los tiempos de la cultura selfy todos posamos para la cámara las 24 horas los 365 días del año. Y sin embargo, las fotografías reflejan una fragilidad extrema, una urgencia de contacto real, casi como si se tratara de tragar al otro para sentirse vivo. Son síntoma de la vulnerabilidad de las formas de intimidad y la necesidad de tener encuentros auténticos en un mundo sitiado por la soledad y orfandad radicales.

Hay una reconstrucción plástica de la subjetividad, la cual se retrotrae a una imagen para compartir en las redes sociales. El arte contemporáneo es signo y síntoma de la quiebra y recreación de las subjetividades. Mimetiza su frivolidad y obsolescencia, al mismo tiempo que la denuncia. En este sentido se abren nuevos márgenes de exploración-experimentación entre psicoanálisis, artes, literatura, pensamiento contemporáneo; márgenes y umbrales activos para potenciar convocatorias, emplazamientos, desplazamientos e interpelaciones.

Entre la intersección e interpretación en el juego de fronteras y aduanas trans e interdisciplinares en torno al psicoanálisis, las artes, humanidades, ciencias humanas y sociales, la filosofía deja de ser un saber teórico y únicamente intelectual, para convertirse en una estrategía práctica y vital, en un mundo inmundo donde los referentes y los meta-relatos se colapsan. A partir de lo anterior, intentar sustraerse al colonialismo y vasallaje intelectual euro-anglo-céntrico es tan crucial como atreverse a pensar por cuenta propia, enfrentar y afrontar, los problemas que hoy nos circundan. ¿Cómo pensar un margen activo de descentramiento? ¿Cómo hacerlo en y desde la emergencia inédita de subjetivaciones e instituciones sociales, políticas, familiares, tribales, culturales, mientras que el orden socio-político se sumerge en caos e incertidumbre? Quizá tengamos que pensar, pensarnos, más allá del proyecto de un sujeto emancipado y asumir la indigencia radical del saber, las prácticas y las experiencias colectivas como una nueva oportunidad de creación de sí y del encuentro con el otro, devenir un laboratorio de subjetivación en tanto espacio de interrogación. En todo caso, no podemos dejar de seguir intentando pensar y potenciar otras formas de intervención en diálogo con el pensamiento crítico. Habría que hacer del disenso una forma privilegiada de confrontación activa y creativa. Y quizá esta sea una de las mayores aportaciones de Guattari, nunca renunciar a la búsqueda de pequeñas, pero decisivas, transformaciones del mundo y de los juegos de subjetivación.

CHEMA MADOZ

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Estructuras clínicas, deconstrucción y desterritorialización

El psicoanálisis nunca ha dejado de ser un campo de batalla, el propio Freud tenía dentro de sí una lucha sin cuartel entre diversos Sigismundos. Había unas voces autoritarias, crueles y despóticas, también había otras voce, no menos crueles, pero menos autoritarias y mucho menos despóticas que se abrían al hallazgo del encuentro y la búsqueda sin fin. Dicha ambigüedad atraviesa no sólo la trayectoria vital del padre del psicoanálisis sino también de sus continuadores, en el propio Lacan se puede ver este conflicto. Entre la búsqueda de la certidumbre y la apertura a la incertidumbre sin fin, entre el determinismo y el libre albedrío, entre un polo y otro, se despliega todo un abanico de posibilidades y desafíos para pensar e intervenir en y desde el sujeto. Guattari en solitario y la dupla Deleuze-Guattari, sin lugar a dudas, se retroalimentan del diálogo con el psicoanálisis francés, pero lo suyo no es una revisión sino una transvaloración y una rearticulación de los temas, problemas, planteamientos, conceptos y estrategias del legado de Freud y de Lacan desde la afirmación e insurrección, por sobre todas las cosas, están en contra de cualquier ortodoxia, incluyendo la palabra revelada de un maestro inaugural. Si cuestionan los conceptos y las categorías fijas no es tanto por afán de novedad o polémica sino por intentar poner atención a la emergencia de nuevas problemáticas psico-sociales, ambientales y políticas, pero también entender y atender las nuevas formas de subversión, autonomía y libertad efectiva.

Tal es el caso de la compleja y problemática noción de “estructura clínica” como una tipología cartesiana, clara y distinta, de elucidación de los padecimientos y malestares psíquicos del ser humano. Desde tal perspectiva se podría considerar que “Las estructuras de subjetivación o constitución subjetiva de un sujeto, no cambian con el tiempo; son fijas y para toda la vida. Esto significa, entonces, que un psicótico es incurable, que no puede dejar de ser un loco, así como un sujeto con una estructura perversa, será perverso toda su vida”[7]. Desde esta perspectiva, cierta visión estandarizada, de manuales de academia y de consulta, se podría cotejar la correspondencia entre una supuesta estructura psíquica y una modalidad de constitución del sujeto correspondentista. Habría una especie de juego de estructuras significantes donde el analista o terapeuta sería un de detective que busca las huellas de un homicidio simbólico, con manifestaciones muy concretas bajo la triada cuerpo-signo-metáfora. Una perspectiva estructuralista donde la estructura se define como un conjunto y juego cerrado de elementos significantes, y por tanto, habría sujeto en tanto efecto de la cadena significante. Asimismo, habría una sintomatología y detrás una serie de diagnósticos y pronósticos a desarrollar, casi como se tratase de un crucigrama o un juego de detectives donde se trata de buscar lo que falta por el juego de la deducción, inducción, abducción e intuición.

CHEMA MADOZ

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Y sin embargo, las estructuras nunca dejan de estarse desestructurando, fugándose. Hay un devenir estructural en y desde y hacia otra cosa. La subjetividad contemporánea es la apertura de ese juego constante de dislocamiento y fractura. Por fortuna todo sujeto escapa a las estructuras clínicas psicoanalíticas. Ahora bien si no hay estructuras fijas, sino estructuras móviles y dinámicas que siempre están deviniendo otra cosa, complejidades estructurales en constante desestructuración y deconstrucción, ¿qué nos queda? El determinismo se hace añicos. Si bien el psicoanálisis resulta irreductible a una ciencia positiva o a un conjunto de técnicas o tecnologías instrumentales. Se despliega como un campo de interrogación de la subjetividad y del entramado entre ciencia, epistemología y política, no deja de estarse reagrupando en torno a una doxa oficial, misma que el propio Lacan no dejara de condenar y no pocas veces, de repetir.[8] Y por si fuera poco también habría un devenir Deleuze-Guattari de Lacan: lacaneando líneas de fuga, y un Deleuattari Lacan-Félix, Feliz-Lacan, Lacan-Deleuze-Guattari o Guadelacantinela: ritornelos aberrantes, sorteando un devenir Deleznable. En este sentido es que acercamos la propuesta ontopoética de Julia Kristeva con la noción de paradigma estético de Guattari, pues más allá de sus diferencias, ambas buscan rehacer la intervención clínica desde el potencial autopoético de la existencia singular. Para la discípula e interlocutora de Barthes, poesía, revolución social y psicoanálisis pueden animar una revuelta íntima, colectiva, conectiva, en tanto cuestionamiento de sí mismo. La rebelión de la subjetividad anima la revelación del porvenir como “una experiencia luminosa y de largo aliento”.[9] Guattari y Kristeva bien podrían asentir que la reinvención de la experiencia sensible de la subjetividad estaría a la base de otra configuración humana individual y colectiva. Poesía, poética y terapia psicoanalítica pueden potenciar también la autonomía singular de cada uno de nosotros, así como su vínculo renovado con el otro y con el mundo. Potencia de autocreacion de sí y del otro como espacio plástico de interrogación sin fin.[10]

CHEMA MADOZ

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En todo caso no se trata tanto de criticar el psicoanálisis sino de retomar el sentido de interrogación creadora de la clínica como espacio de auto-creación. El encuentro-acontecimiento-deriva entre Gilles Deleuze y Félix Guattari posibilita el agenciamiento de máquinas de guerra, dispositivos, enchufes y conectores para replantear las prácticas de la clínica psicoanalítica, la infra-política o micro-política y las prácticas educativas. Nos conminan a un ejercicio crítico, creativo y riguroso de la teoría en su encuentro-desencuentro con una serie de prácticas y territorios emergentes. Abrir las prácticas y los territorios a la reconfiguración activa de la cartografía política es asumir que el espacio así como la subjetividad, nunca están dados, sino siempre están rehaciéndose de continuo. Por eso no hay territorio sin estrategias de desterritorialización, reterritorrialización y líneas de fuga. La subjetivación clínica y terapéutica nunca deja de correr el riesgo de solidificarse en re-territorrializaciones fascistas y adocenadas.

CHEMA MADOZ

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Su discípula y luego colaboradora, Suely Rolnik recuerda la gran audacia clínica y política de Guattari, quien había hecho de la clínica un arte político y del activismo político un laboratorio de subjetivación, su trabajo de incansable búsqueda de pensamiento y de creación lo llevaron siempre más allá de la filosofía, las instituciones, el psicoanálisis, la clínica, los hospitales, los partidos políticos, este ir siempre, estar yendo siempre, más allá, incluso de sí mismo, caracteriza su vida-pensamiento-trayectoria intermitente y fugitiva. No rehuir al encuentro verdadero y sin respuestas del interrogatorio del presente. Su discípula y coautora brasileña nos recuerda que: “De todas las personas que he conocido, Guattari es la que mejor capta la tormenta en distintas situaciones, la que mejor sabe encontrar una brecha por donde la vida vuelva a respirar y la que mejor sabe inventar el modo de acción para movilizar el deseo en el sentido de encontrar una salida activa para lo que ha producido la tormenta”.[11]

Guattari no introduce la política en el psicoanálisis, más bien muestra cómo es que la política es condición de producción del inconsciente mismo, supone que el inconsciente no sólo tiene relación con las coordenadas míticas y familiares invocadas tradicionalmente por algunos psicoanalistas, sino que es también formación entre texturas sociales, económicas, políticas; potencia de resingularización. Los contenidos sociopolíticos del inconsciente intervienen en la determinación de los objetos del deseo. Concibe las relaciones sociales como flujos maquínicos con los que el inconsciente hace su trabajo. El concepto de inconsciente maquínico, en lugar de estar atascado en fijaciones arcaicas, tiene el potencial para proyectarse a virtualidadades futuras creadoras e intempestivas, por tanto, más que interpretar se trataría de cartografiar y experimentar articulaciones inéditas de los componentes de subjetivación. El trabajo emancipatorio de la subjetividad –desde la óptica y experiencia clínica de Guattari– pasa por la des-identificación entre sujeto, subjetividad e individuo y retrotrae el libre juego de subjetivación a su apertura maquínica deseante. La producción de la subjetividad es polifónica, descentrada, nómada e indeterminada, empero tiene diversos registros concomitantes entre sí que intervienen en una configuración dinámica, desde el medio cultural (familia, educación, medio ambiente…), el consumo cultural (medios de comunicación de masas, cine, publicidad…), hasta el conjunto de registros a-significantes y a-lingüístico de la subjetividad, así como sus máquinas deseantes.

CHEMA MADOZ

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Para Guattari el deseo reconstruye la subjetividad, de ahí que el problema fundamental de la filosofía política sea el que Spinoza planteó: ¿Por qué hombres y mujeres combaten por su servidumbre como si lucharan por su salvación? ¿Por qué soportamos desde siglos la explotación, la humillación, la esclavitud, hasta el punto de quererlas no sólo para los demás, sino, también, para nosotros mismos?”.[12] Guattari busca desanudar el embrollo de la masa social inerte, mayoría silenciosa o ruidosa que actúa a partir de mecanismos ciegos y aciagos. Contra cualquier explicación determinista toma como punto de partida la dilucidación del deseo, por lo que considera que las masas no fueron engañadas, ellas han deseado el fascismo, en lo más íntimo de sí lo han vivido como micro-fascismo, le parecer insuficiente la explicación marxista althusseriana de la sobre-determinación de la ideología y los aparatos ideológicos del estado.

CHEMA MADOZ

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Si el capitalismo integrado hoy se despliega en nuestros contextos subalternos y periféricos a partir de –lo que denomina, Suely Rolnik, siguiendo claro está, a Guattari– “una matriz micro-política del régimen colonial-capitalista” que se efectúa como necropolítica ecocida y genocida, por ende, urge recuperar las potencias vitalistas del deseo y la afirmación de una subjetividad en un universo de referentes abiertos en lugar de un universo inerte reducido al reino equivalente de la mercancía, por eso Rolnik, sugiere reactiva una micropolítica del deseo en consonancia con una macropolítica de los derechos humanos y de un nuevo marco jurídico más incluyente.[13] Aquí el desafío es enorme, pues se trataría de rehacer una axiología valorativa ético-política más allá del derrumbe de los esquemas valorativos universalistas eurocéntricos. Bajo el cumplimiento de la crisis de la modernidad, las cosas se complican aún más porque carecemos de referentes y fundamentos últimos que puedan dar soporte a la redefinición de la política. ¿Cómo potenciar a partir de pequeños gestos estéticos y ético-políticos transgresores y micro-revoluciones cotidianas una transformación más radical en la producción de subjetividad y de comunidad? Clínica, arte, educación, movimientos sociales pueden posibilitar algunas herramientas importantes, máquinas nómadas de guerra, siempre y cuando sean capaces de reinventar las estrategias de ataque y contra-ataque así como de resistencia creadora frente a las nuevas formas de dominación y control del hiper-capitalismo integrado; al respecto sirva de matriz metafórica los movimientos de resistencia de tribus nómadas chichimecas al norte de México, quienes atacaban por sorpresa enormes contingentes de españoles invasores fuertemente armados haciendo un rico pozole con la carne de los guerreros vencidos. Reiventar la táctica de subversión posibilita reventar las fisuras del orden establecido.

 

Transversalidad, Capitalismo integrado y líneas de fuga

Gilles Deleuze en “Préface à Félix Guattari”, Psychanalyse et Transversalité señala que

“L’apport propre de Guattari à la psychothérapie institutionnelle consiste en un certain nombre de notions, la distinction entre deux sortes de groupes, l’opposition des fantasmes de groupe et des fantasmes individuels, la conception de la transversalité. Et ces notions ont une orientation pratique précise: introduire dans l’institution une sorte de «monstre» qui n’est ni la psychanalyse, ni la pratique de l’hôpital, encore moins la dynamique de groupe, et qui se veut applicable partout, à l’hôpital, à l’école, dans le militantisme -une machine à produire et à énoncer désir”.[14]

En efecto 1964, antes de iniciar su trabajo con Deleuze, Guattari presenta un informe que titula La transversalidad, ahí considera que en toda existencia se conjugan dimensiones deseantes, políticas, económicas, sociales e históricas. Critica la reducción de la multiplicidad constituyente de la subjetividad y previene contra la psicologización de los problemas sociales. Entiende que los padecimientos psicopatológicos (malestares individuales, fracturas familiares e institucionales) resultan impensables fuera de un multi-verso social dinámico. Sugiere la idea de coeficiente de transversalidad para ilustrar las situaciones de ceguera institucional. Describe cómo las condiciones sociales intervienen en la producción del malestar. Más que una concepción intelectual o teórica, “la transversalidad” en Guattari se puede entender como una brújula exploratoria para generar resonancias transdiciplinares, existenciales e inter-existenciales. Su pensamiento siempre está apuntando hacia un afuera constituyente, por eso no es un filósofo profesional o profesoral, ofrece algunas pistas para seguir buscando.

CHEMA MADOZ

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Asimismo, sin renunciar a la especificidad del análisis clínico, hace de la clínica psicoanalítica otra cosa distinta de una práctica normalizadora o normativa, pues siempre tuvo claras las cosas: se trata de dilucidar el capitalismo integrado y la producción de subjetividades; y más que una tarea de crítica o desenmascaramiento, es un trabajo operativo, táctico, estratégico de producción de subjetividad diferente a la hegemónica. De ahí que su interés personal en la producción intelectual fuera subsidiario respecto al interés en su participación práctica en el mundo de la vida. Para Guattari la alienación del deseo colectivo requiere ser problematizada, dilucidada, en dado caso que sea posible, destrabada, liberada. Siempre, una y otra vez, Guattari ensaya, juega, elucubra, anticipa, anuncia y enuncia una misma cuestión de miles de modos y con miles de medios. Frente a la sociedad de control en el seno de capitalismo integrado que hoy padecemos, ¿Cómo es posible generar alternativas específicas, efectivas, puntuales, para orientarse hacia una producción de subjetividad inédita y una nueva forma de convivencia que atraviese lo social, lo político, lo colectivo y lo intersubjetivo sin que se pierda de vista el proceso de resingularización de las subjetividades? ¿Cómo reconectar lo micro con lo macro, la subjetividad con la colectivad? No hay una sola respuesta sino múltiples búsquedas que se despliegan en los umbrales.

CHEMA MADOZ

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Para Guattari la alienación del deseo colectivo requiere ser problematizada, dilucidada, en dado caso que sea posible, destrabada, liberada. Siempre, una y otra vez, Guattari ensaya, juega, elucubra, anticipa, anuncia y enuncia una misma cuestión de miles de modos y con miles de medios. Frente a la sociedad de control en el seno de capitalismo integrado que hoy padecemos, ¿Cómo es posible generar alternativas específicas, efectivas, puntuales, para orientarse hacia una producción de subjetividad inédita y una nueva forma de convivencia que atraviese lo social, lo político, lo colectivo y lo intersubjetivo sin que se pierda de vista el proceso de resingularización de las subjetividades? ¿Cómo reconectar lo micro con lo macro, la subjetividad con la colectivad? No hay una sola respuesta sino múltiples búsquedas que se despliegan en los umbrales. Más que una concepción intelectual o teórica, “la transversalidad” en Guattari se puede entender como una brújula exploratoria para generar resonancias transdiciplinares, existenciales e inter-existenciales en el seno del capitalismo integrado. ¿Qué es el capitalismo integrado y como condiciona la producción de subjetividad contemporánea?

El capitalismo post-industrial, por mi parte, prefiero calificar de Capitalismo Mundial Integrado (CMI), tiende cada vez más a descentrar sus núcleos de poder de las estructuras de producción de bienes y de servicios hacia las estructuras productoras de signos, de sintaxis y de subjetividad, especialmente a través del control que ejerce sobre los medios de comunicación, la publicidad, los sonidos. Estamos ante una evolución que debería llevarnos a reflexionar sobre lo que fueron, a este respecto, las formas anteriores del capitalismo.[15]

El capitalismo integrado se reagrupa –según Guattari– a partir de cuatro principales regímenes semióticos: semióticas económicas (instrumentos monetarios, flujos financieros de capital trasnacional), semióticas jurídicas (reordenamiento de la propiedad, las leyes y reglamentaciones), semióticas técnico-científicas (planes, diagramas, programas, investigaciones aplicadas), y semióticas de subjetivación (imbricadas y en retroalimentación con las anteriores, pero también con la arquitectura, el urbanismo, equipamientos colectivos). Por eso lo denomina CMI (Capitalismo Mundial Integrado), no globalización, puesto que se constituye como una estrategia de conjunto en todos los ámbitos generando una nueva amalgama productiva-económica-subjetiva, sin poder apelar ya a la jerarquía causal marxista de sobre-determinación ideológica por parte de una infra-estructura económica. Bajo tal panorama, uno de los problemas más acuciantes es poder afrontar, y ofrecer alternativas, frente a “la introyección del poder represivo por parte de los oprimidos”.[16] De ahí la urgencia de rehacer los movimientos sociales y la crítica a la dominación a partir de articular una nueva práxis ecológica que articule, lo ambiental, lo social y la subjetividad. Los modos de subjetivación capitalista están concebidos para desarmar cualquier intento de insubordinación. Por ende, le parece esencial a Guattari que se organicen nuevas prácticas micro-políticas y micro-sociales, nuevas solidaridades, nuevas tomas de conciencia ecológicas, y para ello se requiere entrar en procesos inéditos de heterogénesis, esto es, plantear y plantarse, en la resignificación existencial subjetiva-colectiva desde su dinámica procesual abierta.[17]

CHEMA MADOZ

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De ahí también que el pensamiento de Guattari siempre está apuntando hacia un afuera constituyente, por eso no es un filósofo profesional o profesoral, ofrece algunas pistas para seguir buscando. Asimismo, sin renunciar a la especificidad del análisis clínico, hace de la clínica psicoanalítica otra cosa distinta de una práctica normalizadora o normativa, pues siempre tuvo claras las cosas: se trata de dilucidar el capitalismo integrado y la producción de subjetividades; y más que una tarea de crítica o desenmascaramiento, es un trabajo operativo, táctico, estratégico de producción de subjetividad diferente a la hegemónica. De ahí que su interés personal en la producción intelectual fuera subsidiario respecto al interés en su participación práctica en el mundo de la vida.

CHEMA MADOZ

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En Guattari hay la férrea voluntad de proyectar toda búsqueda intelectual en y desde una micro-política del deseo, entendida esta como arsenal de estrategias para generar una lógica inédita de relaciones y conexiones, donde lo relevante no se juega única o exclusivamente en el ámbito de las ideas sino en el terreno de la acción; de ahí la consigna que repitiera en varias de sus obras de que el lector haga de su obra lo que le plazca siempre y cuando arriesgue su pellejo.[18] La potencia de subjetividades larvarias tiene la fuerza de reinventar al sujeto, descentrarlo, des-normalizarlo, abrirlo a otros procesos y configuraciones en constante des-estabilización, inter-conexión, ruptura, extrañamiento, desmesura, enriquecimiento. Guattari jamás perdió la esperanza de transformación del deseo, para él cada uno de nosotros tendría que despertar del sopor del sueño metafísico neoliberal que nos encasilla y naturaliza en una subjetividad estandarizada. Tenemos que abrir el marco de la política de subjetivación dominante que condiciona políticas del deseo específicas y acotadas por el consumo, la evasión, la diversión. El yo social narcisista formateado por la sociedad espectacular y especular del consumo se encierra en un sujeto fascista que niega la alteridad, está intoxicado de odio de resentimiento, lo cual se puede constatar en el voto gringo por Donald Trump, el no a la paz en Colombia, la destitución de Dilma en Brasil, el no a la comunidad europea en Inglaterra y el avance por doquier de micro-fascismos.

CHEMA MADOZ

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Siguiendo las ideas de Guattari, Rolnik señala que: “La resistencia micropolítica consiste justamente en actuar en este plano: desarmar el «inconsciente colonial». Sin eso, el pensamiento post-colonial, los estudios culturales y de la subalternidad no pasa de un wishful thinking académico, políticamente correcto; se ha puesto de moda el desodorante Deleuze contra los malos olores del mundo actual. El inconsciente capitalista contiene la idea de lo colonial, ya que significa la operación que sobre-codifica y homogeniza las singularidades de la multiplicidad variada y variable de mundos que compone una existencia humana, sometiendo el deseo a sus designios. Al mismo tiempo me gusta colonial, porque revela el modo contemporáneo de la operación colonial que viene de lejos y que se ha ampliado y sofisticado a lo largo de los siglos”.[19]

SAMUEL BECKETT

SAMUEL BECKETT

Para Félix Guattari escribir es luchar, escribir es resistir y escribir es cartografiar. Luchar es fundamental porque sin lucha y sin búsqueda de la libertad la subjetividad se colapsa, de ahí la importancia de una resistencia creativa, activa, plural. Resistir es afirmarse en un bucle espacio-temporal donde coinciden e inciden fuerzas de heteronomía y de autonomía, el acto de resistir es tanto político como ético y estético, por ende la enorme importancia de la cartografía como mapa móvil, viviente. Cartografiar es generar espacios de inteligibilidad y de acción en el seno de una realidad impuesta y adversa. La cartografía –en Guattari y en Deleuze– más que reconocer puntos del poder y sus redes de dominio reinventa y revienta lo establecido, como Las ciudades invisibles de Italo Calvino, nos muestra una realidad en gestación, un mundo germinal. De ahí que las mejores cartografías de la subjetividad sean las de escritores como Goethe, Kafka, Proust, Joyce, Artaud y Beckett, más que las de Freud, Jung y Lacan. Lo más relevante –añade Guattari–de éstos reside en sus elucubraciones literarias. Guattari no se interesa por el análisis como asunto de especialistas, sino por la producción de dispositivos de enunciación analíticos. De ahí su afirmación de que Samuel Beckett es uno de los más grandes analistas de todos los tiempos, pues sus exploraciones tienen el efecto de una intervención analítica que revela mutaciones micro-políticas de la subjetividad y, a la vez, impugna los modos colectivos de semiotización.

JAMES JOYCE

JAMES JOYCE

A diferencia de Deleuze, cuyo enfoque nunca deja de ser filosófico, el enfoque de Guattari es múltiple, complejo, plural e incluso contradictorio, pero todo eso reclama una perspectiva que se niega a conformar un nombre o una obra: esquizoanálisis, análisis molecular, enfoque ecosófico, saber y literatura menor, paradigma estético y/o ecosófico son momentos, gradaciones, de una búsqueda abierta que trasciende con mucho la práctica psicoanalítica, pero también las perspectivas políticas y filosóficas, de las cuales se alimenta sin reducirse a ninguna. Para Guattari la reconducción del psicoanálisis a la semiología lingüística termina por neutralizar el cuerpo, la sensibilidad y la existencia singular en el orden simbólico de la palabra comunicable, y lo que de verdad importa es lo que se juega en el orden de lo no-comunicable y a-significante; en este sentido nociones como el objeto a se pueden ver como pequeñas aportaciones para salir del cerco semiológico normalizador. [20]

ANTONIN ARTAUD

ANTONIN ARTAUD

Según Guattari la fractura esquizo permite entrever emergencias de la fractalidad del inconsciente. En su perspectiva, el lapsus, por ejemplo, no es sólo la expresión conflictiva de un contenido reprimido, sino (también) una manifestación indicial positiva de un universo que golpea en nuestra ventana como un pájaro mágico. Ante todo, Guattari rechaza la noción de inconsciente como estructura, tampoco esencia inamovible, ni entidad cerrada sobre sí misma. Mucho menos el cementerio viviente de lo expulsado de la conciencia. Lo concibe como una maquinación que recomienza cada vez que se produce un nuevo encuentro, o encarnación de alteridades proliferantes:

“Máquina de multiplicidades, polifonías y heterogeneidades que no se pueden fijar sólo a un asunto complejo o episódico familiar, ni a cadenas significantes u ontologías topológicas o de matemas; aunque puede dejarse pensar (en parte) bajo el calco de esas operatorias. Se trata de optar entre concepciones mecánicas y concepciones maquínicas de apertura procesual. Para el esquizoanálisis el problema central no es la interpretación sino la intervención. En el límite, toda interpretación es todo eso que dice y, a la vez, muchas cosas más. Quizá se perciba en sus textos (Les trois écologies, 1989 y Chaosmose, 1992) un programa que atiende a la ecología medioambiental, a la ecología social y a la ecología mental; asimismo una propuesta de un nuevo paradigma ético estético que propicie nuevos modos de semiotización”.[21]

CHEMA MADOZ

CHEMA MADOZ

 

Lejos de concluir…

Guattari está lejos de darnos una imagen acabada del mundo que embone en un sistema de pensamiento y de acción, sus obras rizomáticas y fragmentarias se afirman en y desde la errancia y la incertidumbre, pero sobre todo su trabajo retomaría el sí nietzscheano de la transvaloración de todos los valores en el devenir de la infancia como potencia de renovación. Y si está en contra del orden establecido es porque desea sacudirse la camisa de fuerza de la inacción o el desencanto. Su diagnóstico del estado cosas es desgarrador: subjetivación fascista, alienación y consumo mediáticos, cotidianeidad anestesiada, relaciones personales y amorosas estandarizadas y adocenadas, miedo al otro, terror a lo desconocido, desertificación social expansiva, destrucción del espacio público, teorizaciones estériles que no pueden apreciar la novedad ni la emergencia de otros estilos y modos de subjetivación; empero su lectura de la realidad social es compleja y estratégica, siempre hay que hacer un mapa lo más preciso y puntual de las formaciones sociales, colectivas y de subjetivación, poniendo especial atención a los núcleos de subversión y autonomía que aglutinan núcleos de des-territorrialización y líneas de fuga. Ante la producción de subjetividad alienada y alienante, pugna y propugna formas alternativas de subjetivación. Su crítica afirmativa, siempre propositiva, se desdobla a su vez en dos planos complementarios e indisociables entre sí: la reinvención de espacios de enunciación colectiva y la producción de procesos de (re)singularización de una subjetividad crítica y creacionista. Alteridad y heterogénesis de subjetivación se retroalimentan y potencian creaciones vitalistas; de ahí el sentido de su afirmación: “Soy uno de esos que vivieron los años sesenta como una primavera que prometía ser interminable. Por eso, siento el pesar de tener que acostumbrarme a este largo invierno”.[22]

La cuestión decisiva –según Guattari– “es saber si nuevos operaradores ecológicos y nuevos agenciamientos de enunciación ecosóficos lograrán o no orientarnos hacia vías menos absurdas, callejón sin salida, que las del Capitalismo Mundial Integrado”.[23] El mismo Guattari anticipa que los territorios existenciales y las estrategias de subjetivación, conectados entre sí, pueden cerrarse de forma fascista, excluyente y mortífera o bien proyectarse en apertura procesual a partir de una praxis creativa que permiten rehacer la habitación humana del mundo: “Esta apertura de praxis constituye la esencia de la eco que subsume todas las maneras de domesticar los Territorios Existenciales, tanto si conciernen a íntimas maneras de ser, el cuerpo, el entorno o a grandes conjuntos contextuales relativos a la etnia, la nación o incluso los derechos generales de la humanidad”.[24]

Lo esencial se juega en los cortes, las bifuraciones, las líneas de proliferación creadora, los disensos y las diferencias que lejos de anular la alteridad la enriquecen bajo nuevos sistemas de valoración sensibles a los subalternos y excluidos. Guattari coincide y retoma el argumento de Walter Benjamin de la degradación de la experiencia moderna, de ahí que su propuesta ecosófica sea a la vez téorica y práctica, ético-política y estética, real e imaginaria, pues requiere resignificar tanto la subjetividad individual como colectiva. Y sin embargo, Guattari advierte que es en la articulación: “de la subjetividad en estado naciente; del socius en estado mutante; y del medio ambiente en el punto en que puede ser re-inventado; donde se dilucidará la salida de las crisis más importantes de nuestra época”.[25] Una vez, más, concluye Guattari, la subjetividad, a través de las vías transversales, se instaura “conjuntamente en el mundo del medio ambiente, de los grandes agenciamientos sociales e institucionales y, simétricamente, en el seno de los paisajes y fantasmas que habitan las esferas más íntimas del individuo”.[26] Finalmente enfatiza que sus ensayos son manifiestos contra el nihilismo, desencanto y pasividad dominantes, buscan catalizar la recuperación de la confianza de la humanidad en sí misma, un poco como querría su amigo e interlocutor más importante, en sus Estudios sobre cine, quien buscara recobrar la fe en el mundo.[27] Empero el movimiento de la crítica no tiene sentido sino como redescubrimiento de universos oníricos en este multiverso cotidiano. Al igual que Björk –que expone en el MOMA en Nueva York una mezcla de tecnología, arte y subjetivación, hay una urgencia y una emergencia en el derecho a soñar otro mundo es posible aquí y ahora.[28]

CHEMA MADOZ

CHEMA MADOZ

Bibliografía

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  • Guattari, Félix, Las tres ecologías, Valencia, Pre-textos, 2000.
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  • Guattari, Félix, Sesenta y cinco sueños de Franz Kafka, Buenos Aires, Nueva Visión, 2007.
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  • López Petit, Santiago, “Anomalías intempestivas”, Página personal virtual, consultado el 2 de marzo del 2018 en http://slopezpetit.com/anomalias-intempestivas-el-estado-mental-2014/
  • Percia, Marcelo, “Noticia sobre Félix Guattari”, Antroposmoderno, 2003, consultado el 10 de noviembre del 2016 en http://antroposmoderno.com/antro-articulo.php?id_articulo=339Percia, 2003
  • Rolnik, Suely, “Esferas de la insurrección: sugestiones para el combate a la proxenetización de la vida”, 11 th international Deleuze and Guattari Conference, Microrevolutions and politics and desires: war machines against fascisms, Convention Center, Universidade de Campinas, Campinas, São Paulo, Brasil, 25 – 27 June 2018, consultado el 13 de junio del 2018 en https://www.fe.unicamp.br/eventos/internationaldeleuze2018/spn.html

 

Notas

[1] Félix Guattari, “Para acabar con la masacre del cuerpo” (Recherches n° 12, 1973), ed. cit.
[2] Idem.
[3] Félix Guattari, La révolution moléculaire, ed., cit.
[4] Félix Guattari, L’inconscient machinique. Essais de schizo-analyse, ed., cit.
[5] Santiago López Petit, “Anomalías intempestivas”, Página personal virtual, consultado el 2 de marzo del 2018 en http://slopezpetit.com/anomalias-intempestivas-el-estado-mental-2014/
[6] Mary Hyld, “Una fotógrafa íntima con desconocidos”, Cultura inquieta, Marzo del 2018, consultado el 5 de abril del 2018 en http://culturainquieta.com/es/foto/item/13533-una-fotografa-intima-con-desconocidos-en-una-audaz-y-controvertida-serie.html
Cfr. Mary Hyld, “Lifeconstruction”, EMERALDVEINS, consultado el 5 de abril del 2018 en http://emeraldveins.squarespace.com/#/the-tinder-project/
[7] Hernando Alberto Bernal, “Las estructuras clínicas en el psicoanálisis lacaniano”, Revista Electrónica de Psicología Social «Poiésis», 2009, consultado el 27 de marzo del 2017 en http://www.funlam.edu.co/poiesis
[8] Jacques Lacan, Intervención en la exposición de J. Favez-Boutonier, “Psicoanálisis y filosofía”, Verba Volant. Revista de Filosofía y Psicoanálisis, ed., cit, de https://www.uces.edu.ar/journalsopenaccess/index.php/FiliyPsi/article/view/290/296
[9] Julia Kristeva, El porvenir de la revuelta, ed., cit., p. 10.
[10] Ibidem. p. 20.
[11] Fernández y Padrel,“Una conversación con Suely Rolnik”, en Fractal, 2015, Consultado el 13 de noviembre del 2016 en http://www.re-visiones.net/spip.php%3Farticle128.html.
[12] Idem.
[13] Suely Rolnik, “Esferas de la insurrección: sugestiones para el combate a la proxenetización de la vida”, 11 th international Deleuze and Guattari Conference, Microrevolutions and politics and desires: war machines against fascisms, consultado el 13 de junio del 2018 en https://www.fe.unicamp.br/eventos/internationaldeleuze2018/spn.html
[14] Gilles Deleuze, “Préface à Felix Guattari”, Psychanalyse et Transversalité, ed., cit.
[15] Félix Guattari, Las tres ecologías, ed., cit., pp. 41-42.
[16] Ibidem. p. 44.
[17] Félix Guattari, Las tres ecologías, ed. cit., p. 48.
[18] Félix Guattari, Caosmosis, ed., cit., p. 24.
[19] Fernández y Pradel, “Una conversación con Suely Rolnik”, Fractal, 2015, Consultado el 13 de noviembre del 2016 en http://www.re-visiones.net/spip.php%3Farticle128.html.
[20] Guattari, Félix, Caosmosis, ed., cit.
[21] Marcelo Percia, “Noticia sobre Félix Guattari”, Antroposmoderno, 2003, consultado el 10 de noviembre del 2016 en http://antroposmoderno.com/antro-articulo.php?id_articulo=339Percia, 2003
[22] Citado en Marcelo Percia, “Noticia sobre Félix Guattari”, loc. cit.,
[23] Guattari, Las tres ecologías, op. cit., p. 51.
[24] Ibid. p. 52.
[25] Ibid. p. 78.
[26] Ibid. p. 79.
[27] Gilles Deleuze, Imagen-tiempo. Estudios sobre cine, Barcelona, Paidós, 1985, p. 266.
[28] Cfr. Félix Guattari, Sesenta y cinco sueños de Franz Kafka, Buenos Aires, Nueva Visión, 2007.

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