¿Por qué no pensamos otra cosa sino el escándalo Strauss-Kahn?

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¿Por qué no pensamos otra cosa sino el escándalo Strauss-Kahn?

Jean-Luc Nancy / trad. Maria Konta

Nos gustaría que creamos que solo pensamos en eso … .[1] El primer “uno” es lo que llamamos los medios de comunicación, y lo que es también el rumor, la habladuría; el segundo, es el “uno” de la equivalencia general de los individuos, de la muchedumbre anónima y solidaria en soledad. Así que uno querría que uno no dejara de pensar en estos asuntos político-sexuales. ¡Pero está mal! Pensamos en otra cosa. Ni todas, ni todos, ni todo el tiempo estamos en el voyeurismo, y tampoco en el sabor salaz de los detalles fellateos, fetichistas o criminales.

Es fácil de incitarnos aquí, es decir, de tratarnos como “uno” piensa que “uno” se supone ser porque “uno” sabe que el sexo excita, solicita lo más secreto y lo más complejo en nosotros. Pero el sexo es una cosa, la violencia sexual es otra, la política otra más. Tenemos el derecho, y los medios tienen el deber— de distinguir. No rebajar el sexo a sexualidad, ni la sexualidad reducirla a machismo lamentable; la violencia ordinaria, está, finalmente, sobre la violencia perversa o loca.

Es bueno que las palabras se liberen, como uno dice. Es bueno que los hombres no se consideren machos. Mucho de eso es muy bueno en la dirección del respeto y del amor. Pero el abuso de posiciones de autoridad y de poder no solo se ejerce en el orden del sexo. Y toca muchos otros aspectos de las relaciones y representaciones en las que estamos entretejidos. “Uno” también podría pensarlo aquí.

De la misma manera, uno podría pensar que los asuntos de los modales o de dinero no obstruyen la política sin que esta última tenga algo que ver con eso. Esta, o más bien su evaporación en el aire de la época. Desde la política, o desde lo político, como uno quisiera, como elemento de la presunción o destino de la convivencia, algo esencial se ha borrado. Es una de las marcas profundas de la mutación de la civilización en la que estamos. Las locuras e incluso los crímenes de los políticos no afectaron a lo (la) político (a) mientras él (ella) fue consistente. He ahí lo que merece más reflexión que los nerviosismos de los machos infelices y los deseos de Facebook.

Para empeorar las cosas, la prensa se culparía a sí misma por no ofender, coquetear y denunciar suficientemente a los políticos. ¡Uno cree que sueña! Sería mejor pensar en dar un poco más de espacio a las primaveras árabes y a quienes las reprimen, a los inviernos griegos y españoles, a lo que hoy es el FMI (Fondo Monetario Internacional), a la red de bancos, porque resulta que, “uno” piensa aquí también. ¡Y que uno deja de decirnos lastimosamente que las elecciones presidenciales serán estructuradas por la moral!

 

 

 

Notas

[1] Nancy, Jean-Luc “Pourquoi nous ne pensons pas qu’ à l’affaire Strauss-Kahn ?” en Liberation

(https://www.liberation.fr/planete/2011/06/03/pourquoi-nous-ne-pensons-pas-qu-a-l-affaire-strauss-kahn_740205, consultado el 3 de mayo de 2019

 

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