Autoayuda para el suicidio

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Autoayuda para el suicidio

Resumen

El completo manual del suicidio causó una enorme polémica en Japón tras su publicación en 1993, debido a la frialdad y precisión con que describe diferentes métodos de muerte voluntaria. Tras una introducción sobre el papel del suicidio en la cultura nipona, se intenta indagar en las intenciones éticas y filosóficas implícitas que llevaron a su autor, Wataru Tsurumi, a escribir un libro de esas características.

Palabras clave: Japón, suicidio, Wataru Tsurumi, nihilismo, postcapitalismo, postmodernismo.

 

Abstract

The complete suicide manual caused a huge controversy in Japan after its publication in 1993, due to the coldness and precision with which it describes different methods of voluntary death. After an introduction on the role of suicide in Japanese culture, it is attempted to investigate the implicit ethical and philosophical intentions that led its author Wataru Tsurumi, to write such a book.

Keywords: Japan, suicide, Wataru Tsurumi, nihilism, postcapitalism, postmodernism.

 

Que en 1993 apareciera en Japón un libro titulado El completo manual del suicidio (en el original japonés Kanzen jisatsu manyaru), el cual era literalmente lo que su título anunciaba, es decir, un manual para suicidarse, supuso de inmediato, como no podía ser de otra forma, una auténtica convulsión social y una polémica sin precedentes en su país de publicación. El contexto donde se enmarca su aparición (el surgimiento en el Japón contemporáneo de toda una subcultura del suicidio juvenil) y su supuesta ambigüedad formal, hacen realmente complicado explicar si tal obra se origina con la intención de aportar una nueva dimensión al problema o tan sólo para extraer rentabilidad del mismo, y si, en uno y otro caso, su intención es universal o meramente localista. Tampoco nos lo explica su enorme éxito, un auténtico best seller que ha vendido más de un millón de ejemplares en su país, porque se trata de una repercusión peligrosa para el prestigio de cualquier autor al tratarse de un tema en extremo delicado que ha provocado fisuras en el inconsciente de toda una nación. El estudio y lectura de la propia obra física no ayudarían en principio demasiado a clarificar sus intenciones. Editada tan sólo en japonés y en chino,[1] con ediciones descatalogadas en inglés y otros idiomas según algunos foros, intentar realizar una reseña rigurosa del manual se torna un auténtico trabajo de investigación, agravado por el hecho de la escasa y reduplicada información que existe en la red, muchas veces totalmente arbitraria o muy poco contrastada. Todo ello parece dotar a El completo manual del suicidio de un aura de inaccesibilidad y marginalidad (al menos para el lector/investigador occidental) que quizá tenga más que ver con nuestros prejuicios y expectativas que con lo que en realidad supone. El objetivo final de este artículo, en honor a la verdad, más que emitir juicios de opinión, es el de recopilar brevemente todos los gajos de información dispersos siguiendo este orden: sobre el contexto en que aparece, sobre el texto en sí y sobre el aspecto que considero el más relevador de todos, como es el relativo a las opiniones del autor detrás de su escritura.

 

La subcultura del suicidio

 “No hay nada malo en el suicidio… Siempre ha formado parte de nuestra cultura”,[2] afirma su autor Wataru Tsurumi, figura que no ha dejado de ser incómoda desde la aparición de su libro clave. Volcado en la actualidad hacia un activismo que incluye la lucha antinuclear y la defensa de la agricultura de subsistencia, autor de estudios como Postcapitalism declaration, este graduado en sociología y antiguo editor periodístico siempre ha mantenido una actitud muy crítica frente al capitalismo y un afán permanente por remover conciencias, actitud que muchos vinculan con una intención oportunista o sensacionalista. Según el propio Tsurumi, que nunca ha expresado ningún tipo de arrepentimiento por ello, una de sus intenciones al publicar un detallado manual para matarse a uno mismo, era la de crear de una vez por todas un debate público sobre un tema que él considera tabú para la sociedad de su país, pese a que resulta cierto que siempre ha formado parte de la peculiar idiosincrasia nipona.[3] Sin embargo, es necesario destacar la diferente dimensión que toma el acto del suicidio en las culturas orientales, como ya hiciera Emile Durkheim allá por 1897 en su obra: El suicidio,[4] donde señala que, mientras para occidente se considera una acción realizada contra la propia persona, entendida ésta como ente individual y único, en oriente se comete una suerte de “suicidio altruista”, ya que la persona individual está vinculada por completo al sentimiento colectivo de la comunidad. De ahí que a lo largo de la historia de Japón, el quitarse la vida siempre haya sido consecuencia de una “cultura de la vergüenza”,[5] en la que acabar con la propia existencia se consideraba una acción moral responsable, encaminada a lavar el honor perdido tras la comisión de una falta. Esto ha sido así sobre todo en el ámbito militar, en el que el suicidio ha sido incluso ritualizado (a través por ejemplo de la celebérrima redención final del harakiri)[6] cuando no ha formado parte de la propia táctica de combate (el caso de kamikazes y kaiten en la Segunda Guerra Mundial);[7] pero también es muy cierto su arraigo en la sociedad civil, donde son célebres los “pactos suicidas” (shinjuu)[8] entre amantes, uno de los temas capitales tanto del drama lírico Noh como del bunraku o teatro de marionetas.[9]

A pesar de todos estos antecedentes culturales, lo cierto es que en los últimos años Japón ha experimentado cómo el suicidio ha llegado a convertirse en uno de sus más dramáticos y desasosegantes problemas, motivando una más que justificada alarma social tanto por las enormes cifras de afectados, como por la dificultad a la hora de aplicar soluciones efectivas. El hecho es que hasta 2011 el gigante asiático alcanzó una cota de suicidios superior a los 30.000 fallecidos durante 11 años consecutivos, alcanzando su techo histórico en el 2003 con la cifra de 34.427. Aunque dicha tasa se vio ligeramente reducida en los últimos años, lo cierto es que hasta el día de hoy Japón se sigue encontrando entre los 10 países del mundo en los que se cometen mayor número de suicidios.[10] Numerosos son los motivos que se han esgrimido, entre ellos los económicos a raíz de la crisis mundial de 2009, pero el verdadero componente traumático y diferencial es que se ha convertido en la principal causa de muerte de los jóvenes entre 20 y 30 años, en un país en el que el índice de natalidad se ha reducido a niveles alarmantes y en el que siempre ha existido una enorme competencia social. Esto se ha agudizado aún más por la creciente inseguridad del mercado laboral y la falta de expectativas de ascenso social propias de la recesión, pero también hay que tener en cuenta que, a pesar de su poderío tecnológico, la sociedad nipona sigue siendo muy homogénea y tradicional, predominando estructuras de presión jerárquica que fomentan la meritocracia y la competencia, no sólo en el mundo del trabajo, sino también en la escuela y en la familia. Quizá ese fuerte contraste entre ultramodernidad hi-tech y milenarias tradiciones sociales sea el factor esencial en un proceso de alienación juvenil que parece ser más bien de alcance global, con especiales consecuencias en las economías emergentes del extremo oriente. En el caso de Japón es representativa la figura de los hikikomori,[11] término que en japonés equivale a “inhibición”, “reclusión” o “aislamiento”, y con el que se define a esos jóvenes aislados y encerrados en sus cuartos cuyo único contacto social se realiza a través de la tecnología, sobre todo vía internet. En este sentido la red ha sido utilizada para establecer una macabra moda de nuevos “pactos suicidas” o netto shinjuu[12] entre los interesados en acabar con su vida, personas que no tienen ninguna relación entre sí pero que deciden reunirse con el propósito de aniquilar su existencia de forma conjunta, un fenómeno que muchos psicólogos explican por el proceso de proyección e identificación que se produce entre personas con el mismo objetivo, aún mayor cuando entre éstas no existe ningún tipo de lazo afectivo o experiencias compartidas, un anonimato que en última instancia ayudaría a los participantes a llevar a cabo tan drástica decisión.[13] Bastante sonados fueron también los casos de suicidios que varios jóvenes transmitieron en directo a través de plataformas streaming de internet.

TOMADA DE ANH H PHAM

 

Autoayuda en negativo

Aun así, lo cierto es que el número de suicidios aumentó después de la publicación del manual, cuestión que muchos han achacado a lo gráfico y científico de los métodos de aniquilación explicados en dicho manual, incrementando la efectividad a la hora de aplicarlos, y también al hecho de que junto a muchos cadáveres se han encontrado copias del libro. Frente a todos los ataques su autor se ha mantenido siempre firme (“Si alguien se quiere matar, lo acabará haciendo porque esa es su intención al fin y al cabo”)[14] y con una actitud de decidida defensa sobre su intención de generar un gran debate social sobre el problema (“Las autoridades me culpan porque son incapaces de responsabilizarse de los problemas económicos, políticos y sociales que son la verdadera causa de los suicidios”).[15]

El completo manual del suicidio[16] es en realidad un detallado, literal y explícito manual de 198 páginas para la correcta ejecución del suicidio, dividido en once áreas temáticas o modalidades concretas, entre las que se encuentran: sobredosis, ahorcamiento, ahogamiento, auto-defenestración, envenenamiento por monóxido de carbono, inanición, arenas movedizas, seppuku e incluso ataque de osos. Cada sección incluye ilustraciones demostrativas a modo de dibujos de un libro de texto sobre anatomía y una tabla, similar a la de los videojuegos o juegos de rol, en la que se puntúan con una escala de uno a cinco calaveras (siendo cinco el máximo), seis conceptos diferentes: dolor, preparación, fealdad, incomodidad para otros, impacto y letalidad. Al final de cada sección se incluyen también estudios sobre casos de suicidios fracasados, como forma de llamar la atención sobre lo que no se debe hacer. En muchos artículos tendenciosos se llega a decir que también incluye sanguinarios fragmentos de cómic al estilo manga, pero lo cierto es que tan sólo se limita a dibujos esquemáticos explicativos para reforzar lo escrito. También incluye algunas fotos reales y mapas, como el que acompaña a una especie de guía para acceder al bosque de Aokigahara (“Mar de árboles” en japonés), situado al pie del monte Fuji, el que es uno de los lugares favoritos de los suicidas japoneses,[17] definido en el libro como “el perfecto lugar para morir”. Dicha mini-guía se completa también con una lista de hoteles de la zona.

Como en todo manual, el tono es pues todo lo aséptico que puede corresponder a una descripción lo más científica posible de cada una de las formas de autoasesinato. He aquí un par de ejemplos:

 

AHOGAMIENTO

Basta tener agua, el método se puede llevar a cualquier lugar. Sin embargo, el sufrimiento es similar a la asfixia y el cadáver queda horrible. Viéndolo desde una perspectiva más amplia, no es el mejor de los métodos de suicidio.

AUTO-COMBUSTIÓN VOLUNTARIA

El método que tiene más impacto en otras personas. Se resume con sólo esto, impactante para otros. Hay la posibilidad de dejar tu nombre en la historia. Sin embargo, el dolor es extremo y el cadáver es horrible.[18]

Mención especial merece el capítulo que habla sobre cómo cortarse las venas de forma correcta.

Esta frialdad científica genera, por sí sola, gran parte del enorme impacto que provoca el libro, pues en principio presupone que no se realiza ningún juicio moral sobre el hecho del suicidio, pero es necesario disentir en esta apreciación por dos simples razones. La primera es que el hecho de que exista un afán descriptivo significa ya que el autor se posiciona sobre el suicidio al avisar sobre los efectos de cada una de sus modalidades, por lo tanto, acepta que éste se produzca y no lo censura de ninguna manera. De hecho es el propio Wataru Tsurumi el que así lo explica: “La razón por la que describí cada método con tanto detalle fue ayudar a personas que sufren a buscar otras soluciones o al menos a evitar el sufrimiento implícito en la elección del suicidio”.[19] La segunda razón la encontramos en el prefacio del propio manual, donde quedan reflejadas las auténticas opiniones del autor, que se verán reforzadas en entrevistas posteriores y en el libro que editará a raíz del éxito del primero, Nuestro completo manual del suicidio (Bokutachi no “Kanzen jisatsu manyuaru“),[20] un intento de reflejar el polémico debate suscitado, recogiendo las numerosísimas cartas recibidas por el autor sobre su obra.

ALARAUM, “SMURAI´S SEPPUKU” (2017)

 

Catarsis posmoderna y un ladrillo más en el muro

Tan sólo el texto que precede al cuerpo del manual es más que suficiente para desmontar todas las falacias emitidas en el sentido de una falta de posicionamiento del autor con respecto a la necesidad del suicidio. Puede que no nos encontremos ante una directa apología del mismo, pero, sin lugar a dudas, es un auténtico ejercicio de empatía hacia los sentimientos que pueden conducir a él.

Wataru Tsurumi ilustra así en tan sólo unas líneas, con una sencillez y contundencia casi líricas, como si su prólogo fuera el haiku de un ensayo más extenso que aún no ha llegado a escribir, el camino hacia el acto del suicidio como un proceso de auténtica pérdida progresiva de objetivos y valores. Los mismos títulos de los epígrafes que lo componen (“Otro ladrillo en el muro”, “La naranja mecánica”) hacen referencia a iconos de la cultura posmoderna, ya que en ellos se desarrolla una especie de escatología o catarsis que desemboca en lo que él considera el punto culminante de la organización humana contemporánea.

Tsurumi parte de la experiencia de su generación, la de los 80, donde la progresiva anestesia de los diferentes impulsos de cambio, implícita en el estado del bienestar, convivía con la amenaza física del conflicto nuclear propio de los últimos momentos de la “guerra fría”, conflicto que es vivido como una liberación del tedio que supondría la consolidación del modelo de progreso y desarrollo de occidente, quizá un trasunto de ese discutido “Fin de la Historia”[21] enarbolado por Francis Fukuyama (“Si queremos más emoción, si de verdad queremos que el mundo se acabe, tenemos que hacer algo”).[22] Pero dicha liberación no llega y el nuevo destino a afrontar es luchar contra el tedio de la vida ordinaria, que Tsurumi apostillará citando precisamente al escritor japonés que buscó sublimar con su suicidio un acto de honor y belleza con el que justificar su propia existencia, Yukio Mishima, en su novela autobiográfica Confesiones de una máscara (Kamen no kokuhaku): “la vida ordinaria es incluso más horrible que la guerra”.[23] Sin embargo estamos ante un combate estéril, en el que los resultados o los posibles premios son atrasados hasta el punto de nunca presentarse (“Sí, la clave es ‘repetidamente’ y ‘a paso lento’. Los acontecimientos sustanciales continúan surgiendo repetidamente y a paso lento. Este es el primer elemento que lleva al suicidio”).[24] Sigue después un proceso de asimilación del hecho de que la vida en realidad carece de importancia, ilustrado mediante el caso de las hermanas de Toyoma en 1978, las cuales parece ser que decidieron quitarse la vida siguiendo las azarosas combinaciones de un juego infantil elaborado por ellas mismas. La conclusión es contundente: el aparato del sistema establecido, la “sociedad”, seguirá funcionando impertérrito si una vida desaparece, vida que no será más que “otro ladrillo en el muro”[25] enseguida reemplazado. Una vez llegados a este punto, cualquier intento de continuar nuestras vidas es vano, porque aceptar lo ínfimo de la existencia hace que nos volvamos en última instancia insensibles, arrastrados por la deriva de la rutina impuesta, tanto que, según Tsurumi, se hace difícil discernir si estamos vivos o muertos. Todo se resume en una inercia que aliena por completo al individuo. La mayoría elegirá seguir, pero los caminos están ya establecidos para todos por igual (estudios, matrimonio, trabajo) sin posibilidad de escape o de elección (“Si ese es el caso, vivir y la vida ordinaria no tienen sentido. Vivís como los pollos en la granja, destinados a ser consumidos en el futuro”).[26] Los mantras que se suelen utilizar para convencer al suicida (“todo puede cambiar”, “harás sufrir a tus seres queridos”) ya no tienen el más mínimo efecto o sentido cuando su vida ya no se siente como tal, y es entonces cuando llega el momento de la decisión, donde Tsurumi concluye señalando la importancia del respeto ante la capacidad de elección, hecho diferenciador de la condición humana: “Sí, puedes cometer suicidio. Si sientes malestar, resentimiento o incluso dolor en tu vida diaria, en la escuela o en el trabajo, puedes dar un paso a través de esa delgada línea hacia la muerte. Nadie puede detenerte”.[27]

 

Bibliografía

  1. Durkheim, Émile, El suicidio, Akal, Madrid, 2012.
  2. Farré Tortajada, Alba, Suicidio y naturaleza en Japón: El Bosque Aokigahara y el trasfondo cultural que esconde, Universidad Autónoma de Barcelona, Barcelona, 2019.
  3. Fukuyama, Francis, ¿El fin de la historia? y otros ensayos, Alianza Editorial, Madrid, 2015.
  4. Geefitch, “Translation of The Complete Manual of Suicide’s preface”, en agreatpuzzle-blog-blog.tumblr.com (https://agreatpuzzle-blog-blog.tumblr.com/post/67757691846/translation-of-the-complete-manual-of-suicides), consultado en 2017.
  5. Griffiths, James y Wakatsuki, Yoko, “Japan’s youth suicide rate highest in 30 years”, en CNN (https://edition.cnn.com/2018/11/05/health/japan-youth-suicide-intl/index.html), consultado en 2018.
  6. Hammond, Claudia y Kremer, William, “Hikikomori: Why are so many Japanese men refusing to leave their rooms?”, en BBC News (https://www.bbc.com/news/magazine-23182523), consultado en 2017.
  7. Kawamoto, Kanae, “Buddhism and Suicide: Voluntary Death and Its Philosophy”, en Prajñā Vihāra, Vol 15, nº 1, Assumption University, Bangkok, 2014.
  8. Kishimo, “The complete manual of suicide”, en Sugoii Nippon News (https://sugoiinipponnews.blogspot.com/2015/07/the-complete-manual-of-suicide.html), consultado en 2017.
  9. Mishima, Yukio, Confesiones de una máscara, Alianza Editorial, Madrid, 2010.
  10. Ozawa, Harumi, “Author of Japanese suicide manual has no regrets”, en Mail & Guardian (https://mg.co.za/article/2006-07-13-author-of-japanese-suicide-manual-has-no-regrets), consultado en 2017.
  11. Pinguet, Maurice, La muerte voluntaria en Japón, Adriana Hidalgo Editora, Madrid, 2017.
  12. Samuels, David, “Let’s die together. Why is anonymous group suicide so popular in Japan?”, en The Atlantic (https://www.theatlantic.com/magazine/archive/2007/05/let-s-die-together/305776/), consultado en 2017.
  13. Texeira, Pedro Manço, The portrayal of suicide in postmodern japanese literature and popular culture media, UVM Honors College Senior Theses 15, Vermont, 2014.
  14. Tsurumi, Wataru, “The Complete Manual of Suicide Chinese”, en org (https://archive.org/details/TheCompleteManualOfSuicideChinese/page/n1), consultado en 2017.
  15. Underhill, Justine, “Justine Underhill on Suicide in Tokyo: a nuisance, a right, or a crisis?“, en Berkley Center (https://berkleycenter.georgetown.edu/posts/justine-underhill-on-suicide-in-tokyo-a-nuisance-a-right-or-a-crisis), consultado en 2017.

 

Notas

[1] Tsurumi, Wataru, “The Complete Manual of Suicide Chinese”, en Archive.org
(https://archive.org/details/TheCompleteManualOfSuicideChinese/page/n1).
[2] Samuels, David, “Let’s die together. Why is anonymous group suicide so popular in Japan?”, en The Atlantic (https://www.theatlantic.com/magazine/archive/2007/05/let-s-die-together/305776/)
[3] Ozawa, Harumi, “Author of Japanese suicide manual has no regrets”, en Mail & Guardian (https://mg.co.za/article/2006-07-13-author-of-japanese-suicide-manual-has-no-regrets).
[4] Durkheim, Émile, El suicidio, ed. cit.
[5] Kawamoto, Kanae, “Buddhism and Suicide: Voluntary Death and Its Philosophy”, ed. cit.
[6] Pinguet, Maurice, La muerte voluntaria en Japón, ed. cit.
[7] Idem.
[8] Texeira, Pedro Manço, The portrayal of suicide in postmodern japanese literature and popular culture media, ed., cit.
[9] Pinguet, Maurice, La muerte voluntaria en Japón, ed., cit.
[10] Griffiths, James y Wakatsuki, Yoko, “Japan’s youth suicide rate highest in 30 years”, en CNN (https://edition.cnn.com/2018/11/05/health/japan-youth-suicide-intl/index.html).
[11] Hammond, Claudia y Kremer, William, “Hikikomori: Why are so many Japanese men refusing to leave their rooms?”, en BBC News (https://www.bbc.com/news/magazine-23182523).
[12] Texeira, Pedro Manço, The portrayal of suicide in postmodern japanese literature and popular culture media, ed., cit.
[13] Samuels, David, “Let’s die together. Why is anonymous group suicide so popular in Japan?”, en The Atlantic (https://www.theatlantic.com/magazine/archive/2007/05/let-s-die-together/305776/)
[14] Ozawa, Harumi, “Author of Japanese suicide manual has no regrets”, en Mail & Guardian (https://mg.co.za/article/2006-07-13-author-of-japanese-suicide-manual-has-no-regrets).
[15] Underhill, Justine, “Justine Underhill on Suicide in Tokyo: a nuisance, a right, or a crisis?“, en Berkley Center (https://berkleycenter.georgetown.edu/posts/justine-underhill-on-suicide-in-tokyo-a-nuisance-a-right-or-a-crisis).
[16] Kishimo, “The complete manual of suicide”, en Sugoii Nippon News (https://sugoiinipponnews.blogspot.com/2015/07/the-complete-manual-of-suicide.html).
[17] Farré Tortajada, Alba, Suicidio y naturaleza en Japón: El Bosque Aokigahara y el trasfondo cultural que esconde, ed., cit.
[18] Kishimo, “The complete manual of suicide”, en Sugoii Nippon News (https://sugoiinipponnews.blogspot.com/2015/07/the-complete-manual-of-suicide.html).
[19] Geefitch, “Translation of The Complete Manual of Suicide’s preface”, en agreatpuzzle-blog-blog.tumblr.com (https://agreatpuzzle-blog-blog.tumblr.com/post/67757691846/translation-of-the-complete-manual-of-suicides).
[20] Texeira, Pedro Manço, The portrayal of suicide in postmodern japanese literature and popular culture media, ed., cit.
[21] Fukuyama, Francis, ¿El fin de la historia? y otros ensayos, ed., cit.
[22] Geefitch, “Translation of The Complete Manual of Suicide’s preface”, en agreatpuzzle-blog-blog.tumblr.com (https://agreatpuzzle-blog-blog.tumblr.com/post/67757691846/translation-of-the-complete-manual-of-suicides).
[23] Mishima, Yukio, Confesiones de una máscara, ed., cit.
[24] Geefitch, “Translation of The Complete Manual of Suicide’s preface”, en agreatpuzzle-blog-blog.tumblr.com (https://agreatpuzzle-blog-blog.tumblr.com/post/67757691846/translation-of-the-complete-manual-of-suicides).
[25] Idem.
[26] Idem.
[27] Idem.

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