IMAGEN DE LA PELÍCULA “SURVIVING LIFE”, JAN SVANKMAJER
Varias veces me he intentado suicidar, también me he hecho cortadas y señales, mi cuerpo está marcado por las ganas de morir y el rancho está en mi mente como un sueño al que quiero volver.
Yo robaba cervezas y cigarros y mi madre, esa, la postiza, la que no era, me amenazó. Vino la policía y me enseñó el encierro, me asusté y preferí tirarme del segundo piso, como cuando era niño y en la fiesta de mis papás mi hermano, que tampoco era mi hermano, me aventó.
Escuché una voz que me dijo que lo hiciera, que me tirara al suelo como cuando mi mamá me tiró al suelo y me dijo ¡vete con ella! Y me regaló.
¿Será la voz de mi madre? Yo tenía que hacerle caso, tenía que morir, pero no me morí y estoy aquí donde tengo frío, pero no me gusta ponerme el sweater de otro, no me gusta que me presten nada . . .
Dicen que pido mucho, no me gusta trabajar. Un tiempo vendí leche y panecitos en bolsa, pero me los comía.
Mire, la verdad, no sé qué es para mi, me gustaría saber mi edad, y si alguien pregunta por mi, por ejemplo. Pero todo eso está tan lejos como el rancho, como los pájaros que cantaban, aunque no les dieran permiso.
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