Tres objeciones a Robert Brandom y su vía intermedia entre fiabilismo e internismo

FOTOGRAFÍA DE DANICA RADMAN

Resumen

En el presente artículo sostendremos que, a pesar de las virtudes que tiene la tercera vía de Brandom (1994)  entre externismo e internismo de la justificación epistémica, presenta al menos tres problemas: (i) una confusión entre lo que implica la justificación y atribución de conocimiento; (ii) incluso ignorando la confusión en (i), el concepto de autoridad para la atribución del conocimiento incurre en una regresión al infinito; y (iii) lo que propone Brandom es una especie de externismo inferencial de la atribución y un internismo fiable de la justificación; es decir, más que resolver un problema, lo que Brandom hace es, en palabras de su maestro Sellars, cambiar los problemas del sartén internismo al del  externismo y viceversa.

Palabras clave: epistemología, pragmatismo, inferencialismo, conocimiento, justificación epistémica, filosofía contemporánea.

 

Abstract

In this article we want to show that, despite the virtues of Brandom’s (1994) third way between externalism and internalism of epistemic justification, it contains at least three problems: (i) a confusion on the implications about the distinction between knowledge justification and knowledge attribution; (ii) even ignoring the confusion in (i), the role of the authority to attribute knowledge incurs in an infinite regress; finally (iii) Brandom´s third way is a kind of inferential externalism and a reliable internalism, which, in Sellars words, only achieves to interchange internalist problems to the externalist pam and vice versa.

Keywords: epistemology, pragmatism, inferentialism, knowledge, epistemic justification, contemporary philosophy.

 

Uno de los temas problemas filosóficos que Robert Brandom (1994; 2000) enfrenta desde su pragmatismo normativo y su semántica inferencial, es el debate en torno a la justificación epistémica de las creencias, para el cual las posturas dominantes son el externismo (en especial el de corte fiabilista) y el internismo.

 

A grandes rasgos, el fiabilismo externista sostiene para que un sujeto S justifique una creencia C, no necesita contar con razones inferencialmente articuladas. Por contraste, el internismo sostiene que la única manera para justificar que un sujeto S tiene el conocimiento C, es por medio de que S ofrezca razones de ello. Para el internista, por ejemplo, el saber cómo no es suficiente para justificar conocimiento.

 

En lo que sigue de mostraremos que si bien es cierto que Brandom acierta al notar los aciertos y limitaciones externismo (fiabilista) y del internismo, lo cierto es que cuando pretende hacerlas compatibles, proponer una tercera vía, se encuentra con tres problemas que llamaremos respectivamente: (i) el salto al vacío, (ii) el tercer atributor y (iii) el intercambio de sartenes.

 

Como veremos, (i) trae consigo una confusión entre lo que implica la justificación y atribución de conocimiento. Por su parte, con respecto a (ii) argumentaremos que, incluso concediéndole a Brandom que la confusión entre tener justificación y atribuir justificación no es problemática, la apelación al concepto de autoridad para la atribución del conocimiento incurre en una regresión infinita. Y finalmente, frente a (iii) sostendremos que lo que Brandom propone es una especie de externismo inferencial de la atribución y con un internismo fiable de la justificación; es decir, más que resolver un problema, lo que Brandom hace, en palabras de su maestro Sellars, es cambiar de sartén los problemas del internismo y el externismo.

 

Para ello, en el siguiente apartado expondremos de manera detallada la manera en que Brandom da cuenta de las virtudes y defectos tanto del fiabilismo como del internismo. Por su parte, en el segundo apartado condensaremos la idea de la tercera vía que Brandom propone y presentaremos las tres objeciones que proponemos frente a ésta.

 

Robert Brandom: fiabilismo y vía intermedia

 

Brandom afirma que el fiabilismo es una propuesta epistemológica en torno a la justificación y atribución de conocimiento, la cual se caracteriza por “[…] apelar al proceso fiable en lugar de la apelación más tradicional a las justificaciones inferenciales”.[1] El fiabilismo se presenta como una alternativa crítica frente al internismo que caracteriza a la definición analítica del conocimiento en términos de creencias verdaderas con justificación. Bajo estas condiciones de conocimiento, sostiene el internista, el creyente debe ser capaz de ofrecer razones como condición necesaria para que su creencia esté justificada y para poderle atribuir conocimiento.

 

A diferencia del internismo, además de las razones, el fiabilismo acepta como justificadores epistémicos ciertas fuentes no lingüísticas y no inferenciales como la percepción, la memoria o el testimonio. Por lo tanto, las condiciones del fiabilismo resultan menos exigentes que las del internismo, puesto que, en palabras de Brandom, para el fiabilista “[…] aquellos hechos de los cuales el creyente no es consciente pueden hacer una diferencia entre lo que cree que cuenta como conocimiento y lo que cuenta como mera creencia verdadera”.[2]

 

Defectos y virtudes del externismo fiabilista

 

La primera virtud que Brandom reconoce en el fiabilismo es lo que llama la “Perspicacia Fundacionista” (PF), la cual sostiene que es posible adjudicarle conocimiento (en algunos casos) a las creencias verdaderas, incluso cuando la justificación no sea conocida y el creyente esté incapacitado para ofrecerla.

 

Asimismo, Brandom reconoce también como un acierto el hecho de que el fiabilismo abra la posibilidad de que el ofrecer razones y justificar, no sean las únicas maneras posibles con las cuales sostener que una creencia es verdadera, y no por mero accidente; lo cual trae consigo que resulta suficiente mostrar que la creencia es de tal índole que podría, bajo las circunstancias prevalecientes, esperarse o predecir que es verdadera.

 

Pero como el mismo Brandom nos lo indica, se trata tan sólo de una perspicacia, es decir de un buen comienzo que abre distintas posibilidades, pero que requiere ser analizada más a detalle.

 

Para ello nos ofrece un caso hipotético en el cual un experto en artesanía clásica de América Central a lo largo del tiempo ha adquirido la habilidad para distinguir entre fragmentos de vasijas toltecas y aztecas. El experto lo hace de manera fiable, pero no infalible, simplemente recurriendo al sentido de la vista. Sumado a esto, no existen elementos propiamente característicos que distingan unos fragmentos de otros; el experto cuando los mira se encuentra con la creencia de que son o bien toltecas o aztecas. Otro elemento importante del caso es que el experto sospecha de las creencias que forma, entonces, para no poner en riesgo su reputación académica, antes de exponer sus resultados realiza observaciones con microscopio y análisis químicos que ofrecen fuerte evidencia inferencial para la clasificación: en pocas palabras, el experto no cree que sea él mismo un creyente no inferencial fiable.

 

Pero, a pesar de ello, sus colegas dan cuenta de que es realmente fiable para su tarea independientemente del recurso a las confirmaciones que realiza. Para Brandom, casos como éste es el que nos lleva a hacernos las siguientes preguntas en torno a PF:

  1. a) ¿Los casos de PF son casos genuinos de conocimiento y están abiertos al escrutinio crítico? ¿Debemos contar el ejemplo del experto en vasijas como posesión de conocimiento previo a tener razones y a pesar de que ella no cree en su fiabilidad?

 

  1. b) ¿Estos ejemplos garantizan un cambio de centro de la epistemología enfocándose en el proceso fiable de formación de creencias en lugar de la posesión de razones como la clase cognitiva más significativa de creencias verdaderas?

 

  1. c) ¿La posibilidad y la pertinencia de recentrar la epistemología significa que el papel explicativo que jugaban el concepto de razón, evidencia e inferencia y su justificación puedan ser relevados por aquellos de fiabilidad, eso es, que aquellos sólo importan como marcas de fiabilidad de las creencias que garantizan?[3]

 

Brandom considera que debemos contestar de manera afirmativa a (a), pero resistir la tentación de que ello nos conduzca a la afirmación de (b) y (c), es decir, debemos aceptar PF, pero a la vez: disputar la idea del cambio de centro en la epistemología y rechazar el remplazo del concepto de razones por el de fiabilidad. En la mayoría de los casos de PF, aquel que tiene la habilidad no sólo es fiable, sino que cree que es fiable; pero es fiable precisamente porque no se abandona, como sugiere (iii), el concepto de ofrecer razones como justificación. De hecho, aunque la creencia fuese adquirida por mecanismos perceptivos no inferenciales, podría estar justificada inferencialmente. Que una vasija sea probablemente tolteca puede seguirse de la afirmación de que el experto está perceptivamente capacitado para llamarla tolteca, junto con la afirmación de que es fiable en esa materia bajo esas circunstancias. Así, tomar al experto como fiable es tomar la inferencia de que está capacitado a llamar tolteca y que sea tolteca es una buena inferencia.

 

Ahora bien, sin duda existen casos en que aparece la fiabilidad sin razones: un creyente fiable no se toma a sí mismo como capaz de ofrecerlas. Brandom pone como ejemplo el caso de los sexadores de pollo, en donde encontramos reportes fiables no inferenciales, en tanto –como ya hemos dicho- son incapaces de ofrecer razones.

 

¿En estos casos el PF sigue siendo coherente e inteligible? Brandom considera que sí, pero agrega que están lejos de ser paradigmáticos para comprender la fiabilidad, pues se trata de casos excepcionales.

 

Dado lo anterior, Brandom sostiene que podemos responder afirmativamente a (a), pero no a (b) y (c). Para afirmar esto, Brandom esgrime tres argumentos: primero, que podemos dar sentido a una comunidad en la cual sus miembros forman creencias fiables sólo cuando piensan que tienen justificación para ellas. Las creencias no inferencialmente adquiridas sólo se forman cuando los creyentes creen en su fiabilidad. Entonces, es poco claro que podamos hacer sentido de una comunidad de creyentes, que, aunque frecuentemente sostienen creencias verdaderas y generalmente las obtienen por mecanismos fiables, nunca están en posición para ofrecer razones para sus creencias. Esto requeriría que nunca se tomaran entre ellos como fiables. Una comunidad que descarta el ofrecer razones para las creencias no puede hacer mucho al tener el concepto de fiabilidad y el de conocimiento. [4]

 

Segundo, para Brandom el mundo está lleno de indicadores fiables. Si bastaran los indicadores fiables, no podríamos distinguir entre un loro entrenado para decir «esto es rojo» ante la presencia de objetos rojos y un reportero no inferencial genuino de cosas rojas que responde a la presencia visible adquiriendo la creencia perceptual de que hay algo rojo frente de sí. La manera de distinguirlos debe ser la articulación inferencial de la respuesta: “El asunto genuino de una creencia perceptual es, a diferencia del loro, responder a la presencia visual de cosas rojas haciendo un movimiento potencial en el juego de dar y pedir razones”.[5]

 

Finalmente, en su tercer argumento Brandom distingue claramente entre “creencias perceptivas”, que tienen un papel potencial como premisas y conclusiones y “respuestas fiables”, las cuales podemos encontrar en  barras de metal que se comportan de determinada manera ante el cambio de temperatura, minas que explotan cuando son presionadas por objetos de determinado peso o en capotes rojos de torero que hacen reaccionar al toro.[6] Confundir estos dos elementos es caer en lo que Brandom llama el “Punto Ciego Conceptual” (PCC) que es el que nos lleva a la tentación de querer eliminar las razones en nombre de las meras percepciones como fundamento de la justificación. En suma, el PF es útil cuando nos damos cuenta de que la fiabilidad amplía nuestra comprensión de la justificación, pero sigue dependiendo del ofrecer razones para cobrar sentido; pero no para encontrar un nuevo fundamento para la epistemología ni para abandonar las razones como paradigmáticas de la justificación.

 

Otra cuestión que le preocupa a Brandom acerca del fiabilismo es la tentación de pensar que  “El fiabilismo proporciona, al menos, material en bruto para una epistemología naturalizada”[7] es decir, una epistemología que permitiría exhibir estados de conocimiento como producto de procesos naturales inteligibles en términos fisicalistas; idea que supuestamente se justifica por el hecho de que si se puede naturalizar el concepto de creencia, entonces también se puede naturalizar el de conocimiento.

 

Para Brandom esto sería el “punto ciego naturalista” (PCN), el cual conduce al error de pensar que se puede determinar naturalistamente cuando se es fiable o no. Si aceptáramos que esto es posible, recaeríamos también en el PCC y por tanto nos perderíamos de las bondades de PF y de lo que llama la “Perspicacia Implícita” (PI) que abre la posibilidad de considerar que las “creencias fiables” tienen la bondad de ser una clase de inferencia implícita capaz de hacerse explicita a partir de la atribución de conocimiento.

 

Como afirma Brandom, la PI consiste en considerar que “[…] lo que uno hace al tomar a alguien como fiable es asumir una clase propia de inferencia: una inferencia desde la atribución hacia otro compromiso de contenido proposicional adquirido bajo ciertas circunstancias”.[8]

 

Con ello, estaríamos ampliando la cuestión epistemológica de ¿Dónde hay creencia verdadera con justificación? a la cuestión de ¿Qué se hace al tomar a alguien como poseedor de conocimiento? Poniendo en juego una nueva categoría que sería la de “autoridad”, desde la cual el atributor asume un papel dentro del juego del conocimiento.

 

La PI es, entonces, un soporte del PF en el sentido de que, al atribuir conocimiento, uno mismo asume el compromiso del creyente, generando así una relación de justificación que se encuentra dentro del “juego de dar y pedir razones”.

 

Asimismo, la PI soporta la idea no naturalista de que en todo caso “[…] el fiabilismo apunta a la fundamental articulación social o interpersonal de la práctica de dar razones y evaluar razones dentro de la cuestión de quién tiene conocimiento”.[9]

 

En suma, para Brandom, cuando asumimos el PF y la PI, evitamos el PCC apreciando el significado de la articulación específicamente inferencial del fiabilismo y evitamos también el PCN apreciando que el interés del fiabilismo es el interés en una estructura inferencial interpersonal puesta en marcha por medio de la autoridad del atributor de conocimiento.   Dada esta comprensión de fiabilismo y el hecho de que para Brandom “vérselas con la fiabilidad no implica de manera simplista contradecir la perspicacia de la epistemología clásica (CVJ).  En todo caso, puede verse como una generalización de la empresa clásica.”[10] es como se posibilita la vía intermedia entre éste y el internismo y el papel relevante que juega en cuanto a la justificación se refiere.

 

Así, Brandom considera que debemos salvar lo mejor del internismo, a saber, su potencia conceptual e inferencial y por eliminar lo peor de éste.

 

Defectos y virtudes del internismo

 

Para caracterizar el internismo, Brandom se centra esencialmente en lo que llama el “internismo consecuente” de Sellars, el cual tiene como eje dos condiciones: primero, la afirmación de un observador fiable sólo queda justificada si él puede justificarla inferencialmente, es decir, si puede dar razones en forma de premisas de las que se sigue su afirmación; y, segundo, que esta justificación debe incluir una apelación explícita a la fiabilidad.[11]

 

Para Brandom el problema con esto es que (a) clausura el concepto de autoridad del atributor y (b) clausura la apertura que la PI abre para que aquello que está implícito en las creencias perceptivas puede entrar, vía interpersonal, en el juego de dar y pedir razones.

 

En otras palabras, el internismo aquí expuesto exige demasiado al pensar que la justificación del conocedor debe estar y provenir de él mismo, clausurando así, como hemos dicho la justificación por atribución que nos ofrecía lo mejor del fiabilismo que hemos expuesto en el apartado anterior: “Puesto que Sellars se empeña en negar que pueda atribuir conocimiento cuando el aspirante a peste no puede justificar la afirmación, está obligado a disentir de los defensores de la fiabilidad”.[12]

 

La tercera vía y objeciones

 

La vía intermedia del fiabilismo y el internismo consistiría en asumir PF y PI del fiabilismo, pero evitando el PCC y el PCN, pero también aceptar del internismo el carácter inferencial que requiere la justificación para ser tal con pleno derecho, aunque evitando a partir del concepto de autoridad, las exigencias expuestas en (a) y (b).

 

Tomando está concepción condensada de la tercera vía, resulta más que suficiente para presentar tres objeciones a la vía intermedia que Brandom ofrece para resolver los problemas del fiabilismo y del internismo y así poder integrarlos a partir de sus virtudes.

 

Dichas objeciones serían:

 

i) Que existe una confusión entre lo que implica la justificación y atribución de conocimiento.

 

ii) Que incluso haciendo caso omiso de la confusión en (i), el concepto de autoridad para la atribución del conocimiento incurre en una regresión al infinito.

 

iii) Más que una tercera vía consistente, lo que Brandom ofrece es una especie de externismo inferencial de la atribución y un internismo fiable de la justificación; es decir, más que resolver un problema, lo que Brandom hace es, en palabras de su maestro Sellars, cambiar los problemas del sartén internismo al del externismo y viceversa.

 

Comenzando con (i) debemos recordar que Brandom, en torno a la PI, afirma que la epistemología no es una teoría del conocimiento cuya tarea se reduzca a identificar dónde hay una creencia con justificación. Por el contrario, la epistemología debe ocuparse de aquello que se hace al tomar a alguien como poseedor de conocimiento.

 

El problema que nosotros encontramos con esto es que Brandom no argumenta jamás en favor de ello, pretendiendo así que el paso de una a otra es, por decirlo de alguna manera, natural. Dicho de otra manera, Brandom mete en un solo costal explicativo a la justificación y a la atribución sin ofrecer razón alguna para ello. Por tanto, ante la ausencia de argumentos, consideramos que lo que Brandom realiza es una especie de salto al vacío que consiste en pensar que se puede pasar fácilmente de la cuestión de “estar justificado no inferencialmente” a la cuestión de “atribuir inferencialmente justificación a los procesos fiables”. Brandom piensa que, enfrentando la segunda cuestión, también enfrenta la primera; pero en tanto Brandom no ofrezca una justificación a su mera afirmación de que la epistemología de hecho se ocupa, podemos considerar que el suelo desde el cual Brandom se impulsa es bastante fangoso como para quedar entrampado en su esfuerzo. En suma, si una vía intermedia pretende ser consistente, deberá, primero, ofrecer una argumentación robusta en torno a la equiparación de justificación y atribución de conocimiento.

 

Sin duda, la objeción que hemos hecho (i) es de corte metaepistemológico y, por tanto, estaríamos en un error al pensar que resulta suficiente para clausurar la pretensión brandomiana de encontrar una vía intermedia; pero pasando a (ii) y situándonos en el nivel propiamente epistemológico, podemos incluso suponer que nuestra objeción a (i) es irrelevante sin que ello evité que nos encontremos con el problema que aquí llamaremos el tercer atributor.

 

Si no nos equivocamos al sostener que lo básico de la vía intermedia de Brandom es: “quien atribuye un conocimiento por observación también es quien debe atribuir fiabilidad al conocedor”[13], entonces el problema radica en que si el atributor adquiere el compromiso del conocedor, el atributor mismo podría no considerarse fiable para atribuir conocimiento, lo cual exigiría que alguien más debería adquirir el compromiso de que el atributor es fiable de conocimiento; pero este atributor del atributor, también requeriría de un atributor.

 

Dicho de otra manera, el atributor A requiere de un atributor A´ que adquiera compromisos de su conocimiento y el atributor A´ requiere de un atributor A´´ que haga lo mismo y así al infinito.

 

Por lo tanto, para librar esta objeción, Brandom debería argumentar si su vía intermedia debe entenderse como un tipo de infinitismo de la atribución o de un coherentismo de la atribución (o, en el peor de los casos, en un dogmatismo de la atribución) que necesitaría de un primer atributor omnipotente que sirviera como paradigma de toda atribución ulterior.

 

Finalmente, con respecto a (iii), hemos visto que en un nivel metaepistemológico Brandom carece de argumentos para explicar el salto que realiza de lo que podríamos llamar “estar justificado no inferencialmente” a “atribuir inferencialmente justificación a los procesos fiables”; como hemos dicho, al ser una crítica débil, podemos concederle a Brandom que tal vez el salto no sea tan vacuo como aquí lo pensamos, pero si nos lo tomamos en serio, de cualquier manera nos toparemos con una regresión al infinito que la única solución que puede encontrar es negar que Brandom haya tenido éxito al plantear una vía intermedia.

 

Debido a ello, lo que Brandom ofrece con su vía intermedia es, o bien algo así como un fiabilismo inferencialmente atribuido, en el cual reaparecerían los problemas del internismo en general; o bien algo así como un internismo fiabilista del atributor, es decir, un internismo que acepta que las creencias perceptivas juegan un papel potencial relevante para la justificación, pero en el cual reaparecería los problemas que el propio Brandom le achaca al externismo de la fiabilidad (PCC y PCN). Con lo cual, más que rescatar las perspicacias de cada postura, Brandom estaría cargando con sus puntos ciegos y las problemáticas a que ellas conducen.

 

En otras palabras, apelando a la metáfora culinaria de Wilfrid Sellars que afirma que “los filósofos se pueden ver regularmente saltando de un sartén caliente de un absurdo al fuego de otro y de ese a un tercero y ad-capo hasta que la confusión fundamental permanece irresuelta.”[14] nos parece que la aparente vía intermedia de Brandom no hace más que trasladar los problemas del sartén internista al sartén fiabilista y los del sartén del fiabilista al sartén internista.

 

La vía intermedia de Brandom, en conclusión, no es ni una solución, ni una disolución, sino, en todo caso, una permutación que poco contribuye al problema de la justificación o al de la atribución de conocimiento. Por seguir con la analogía culinaria de Sellars, al querer cocinar dos platillos al mismo tiempo, Brandom termina por dejar crudos ambos.

 

Bibliografía

  1. Brandom, Robert, Making it Explicit, Harvard University Press, Massachusetts, 1994.
  2. Brandom, Robert, Articulating Reasons, Harvard University Press, Massachusetts, 2000.
  3. Sellars, Wilfrid, In the Space Of Reasons, Harvard University Press, Massachusetts, 2010.

 

Notas
[1] Brandom, Robert, Articulating Reasons, ed. cit., p. 39.
[2] Brandom, Robert, Articulating Reasons, ed. cit., p. 99.
[3] Brandom, Robert, Articulating Reasons, ed. cit., pp. 101-102.
[4] Brandom, Robert, Articulating Reasons, ed. cit., pp. 101-102.
[5] Brandom, Robert, Articulating Reasons, ed. cit., p. 108.
[6] Brandom, Robert, Articulating Reasons, ed. cit., p. 108.
[7] Brandom, Robert, Articulating Reasons, ed. cit., p. 111.
[8] Brandom, Robert, Articulating Reasons, ed. cit., p. 120.
[9] Brandom, Robert, Articulating Reasons, ed. cit., p. 120.
[10] Brandom, Robert, Articulating Reasons, ed. cit., p. 99.
[11] Brandom, Robert, Making it Explicit, ed. cit., p. 330
[12] Brandom, Robert, Making it Explicit, ed. cit., p. 333
[13] Brandom, Robert, Making it Explicit, ed. cit., p. 334
[14] Sellars, Wilfrid, In the Space of Reasons, ed. cit., p. ix