Gubernamentalidad y biopolítica en el Brasil contemporáneo

FOTOGRAFÍA DE DANICA RADMAN

 

Resumen

El artículo plantea la actualidad de los conceptos de biopolítica y de gubernamentalidad para pensar el mundo contemporáneo. Después de marcar los vínculos de la gubernamentalidad con los procesos de subjetivación, plantea que hay que pensar los procesos de gubernamentalización de los Estados en Latinoamérica que, aunque bajo la influencia de la colonización europea, no han seguido exactamente los mismos esquemas trabajados por Foucault cuando analiza Francia. En el caso específico de Brasil, trabaja la idea de que se ha producido una “gubernamentalidad democrática” después de los años de dictadura, que se ha centrado en la producción de sujetos ciudadanos. Finaliza con la hipótesis que en la gestión de la pandemia de COVID-19 se ha instalado la maquinaria de una bio(necro)política.

Palabras clave: Brasil; biopolítica; gubernamentalidad; bio(necro)política; gubernamentalidad democrática; ciudadanía.

 

Abstract

The article raises the actuality of the concepts of biopolitics and governmentality to think about the contemporary world. After marking the processes of governmentality with the processes of subjectivation, he suggests that it is necessary to think about those of governmentalization of the States in Latin America that, although under the influence of European colonization, have not followed exactly the same schemes worked by Foucault when he analyzes France. In the specific case of Brazil, it works the idea that a “democratic governmentality” has been produced after the years of dictatorship, which has focused on the production of citizen subjects. It ends with the hypothesis that in the management of the COVID-19 pandemic the machinery of a bio (necro) policy has been installed.

Keywords: Brazil; biopolitics; governmentality; bio (necro) politics; democratic governmentality; citizenship.

 

En esta oportunidad, vamos a utilizar algunas herramientas conceptuales producidas por Michel Foucault para intentar pensar algunos rasgos de la realidad brasileña contemporánea. De modo especial, vamos a operar con los conceptos de biopolítica y gubernamentalidad para pensar a partir de cuestiones específicas del campo de la Educación y desde allí realizar algunos aportes en el ámbito de la Filosofía de la Educación.

 

La idea general es que la noción foucaultiana de gubernamentalidad puede servirnos como una especie de “operador analítico” para estudiar la producción de políticas educativas. Si la biopolítica implica una acción de los Estados sobre las poblaciones, claramente las políticas públicas son intentos en esta línea. En este sentido, las políticas educativas son importantes esfuerzos en torno al control poblacional mediante la acción sobre los individuos convirtiéndolos en sujetos singulares, educados según los principios determinados por el Estado. De manera específica, planteamos que se ha producido en Brasil un tipo específico de gubernamentalidad que nombramos como “gubernamentalidad democrática” y que, en tanto operador analítico, permite comprender la producción biopolítica en el campo educativo desde 1985 hasta 2018.

 

En la dinámica del texto, antes de plantear la hipótesis central, vamos a esbozar algunas consideraciones alrededor de la biopolítica y de la gubernamentalidad en Foucault, para después quedarnos con las cuestiones específicas de la realidad brasileña. En el apartado final, haremos un bosquejo sobre la situación de estos días, bajo la pandemia de COVID-19 y la acción de un gobierno autoritario y antidemocrático.

 

Biopolítica y la cuestión del sujeto

 

No se puede pensar la biopolítica apartada de la cuestión del sujeto. Incluso, es posible afirmar que hay una suerte de “giro subjetivo” en el pensamiento y en la obra de Foucault, y que tal giro se ha tornado posible por la noción de gubernamentalidad. Hacemos esta anotación amparados en el análisis llevado a cabo por la filósofa Muriel Combes en el libro La vie inséparée. Vie et sujet au temps de la biopolitique, donde leemos que “poner la cuestión del sujeto a partir de sus modos de objetivación no puede ser hecho sino con la ayuda de una cuestión del poder como gobierno”.[1] Queda explicitado, pues, que es la transformación hecha por Foucault a mediados de los años 1970, en donde la noción de poder muta hacia la noción de gobierno, la que produce, poco después, un “giro subjetivo” en su trabajo. La autora llama nuestra atención por el hecho que, aunque la cuestión del sujeto aparezca como “subproducto” de la noción de gobierno, ella va a alejarse de la cuestión del biopoder, ganando autonomía e importancia en el trabajo de Foucault de los años 1980.

 

“[…] entre 1980 y 1982 el planteo de la cuestión del sujeto, tan cercano de aquel de la gubernamentalidad, no se puede disociar de la oscilación en la cual el gobierno de sí por sí mismo comprende la obediencia al otro —tenemos como ejemplo el poder pastoral en el cual se trata, para aquel que es dirigido, del reconocimiento de que la verdad de sí mismo pasa por la relación con el deseo y la lucha contra sí mismo en la obediencia a su director—, tanto en la óptica de la construcción de sí como en la dirección de consciencia estoica, la cual tiene por objetivo la maestría de sí por parte del dirigido, quien puede tornarse, a su vez, “director” de su director, en la medida en que viene a ser maestro de sí mismo. Es, verdaderamente, en esta línea en zigzag del gobierno de sí que se pone el énfasis tanto en la relación de obediencia al otro o de comando del otro, como en la relación de la construcción de sí, que aparece como proyecto de una historia de la inquietud de sí; y, alrededor de la noción de experiencia, una línea a lo largo de la cual la cuestión del sujeto se separa visiblemente del análisis del biopoder. Al final, al orientar el problema del sujeto al lado de la gubernamentalidad, mediante las técnicas de sí, el análisis se aleja de la problemática del biopoder”.[2]

 

Lo que nos interesa en este momento es el enlace inicial entre gobierno y sujeto. La razón es que el concepto de gobierno abre toda una nueva serie de consideraciones y de posibilidades. De un lado, salimos de las relaciones del tipo mando-obediencia, cuando tenemos la cuestión del poder, para transitar hacia un mecanismo de conducción de las conductas. Según Foucault (2008), el gobierno presupone la libertad de los sujetos gobernados. Ya no se trata de hacer imposiciones al otro, de controlar su deseo, pero sí de, conociendo sus comportamientos, actuar sobre ellos, intentando direccionarlos según los objetivos de aquel que gobierna. Conducir las condutas, en palabras de Foucault.[3] De otro lado, somos introducidos en el pliegue entre el gobierno de los otros y el gobierno de sí mismo. El poder como gobierno se ejerce sobre los otros, pero también sobre uno mismo. Por ende, trabajar sobre uno mismo es ponerse en la esfera de la subjetividad. Hay una acción del gobierno que es constitutiva de los sujetos.

 

Pensar la gubernamentalidad, como aspecto de la maquinaria biopolítica, es entonces pensar cómo somos subjetivados, de qué manera las relaciones de poder hacen de nosotros sujetos que pueden actuar, que son conducidos, pero también, que se conducen a sí mismos. Esta cuestión gana destaque especial cuando pensamos en el campo educativo. Como veremos en seguida, al analizar el caso de Brasil, la producción biopolítica de políticas educativas implica maneras de producir sujetos.

 

Gubernamentalización del Estado en Brasil

 

Cuando acompañamos el análisis de Foucault en su curso de 1978, Seguridad, territorio, población, vemos la importancia que atribuyó al proceso de gubernamentalización de los Estados modernos. Con evidente centralidad en Francia y en otros países europeos, el filósofo llama la atención en torno a tres conformaciones del Estado que, a su vez, corresponden a tres tecnologías distintas de poder. De manera que, partiendo de los Estados de justicia, que operaban con la tecnología del poder de soberanía, puede constatarse una transición hacia los Estados administrados, correlatos del poder disciplinar, hasta llegar a los Estados gubernamentalizados que tienen su funcionamiento centrado en la tecnología del biopoder. El análisis de Foucault es minucioso y lo que queremos aquí es, tan solo a manera de aproximación, delinear este proceso de avance en la conformación del Estado moderno, el cual pasa por transformaciones importantes en sus modos de operación en la medida en que cambian las tecnologías de poder disponibles y dominantes.

 

Muy bien; ¿cómo trasplantar este análisis hecho en Europa para Latinoamérica? En nuestro continente, tuvimos distintas civilizaciones, con diferentes organizaciones políticas. El Estado moderno ha sido introducido por los europeos con sus proyectos coloniales luego, con diferencias en relación con aquello que pasaba en Europa. España y Portugal, aunque tuviesen similitudes en sus constituciones estatales, con estrechas relaciones con la Iglesia católica, tenían también sus diferencias, algunas significativas, en los proyectos de colonización. Llamamos la atención en torno a una sola diferencia, a título de ejemplo: si en los territorios españoles aún en siglo XVI tuvimos la instalación de universidades, no pasó lo mismo en los territorios portugueses; aunque algunos cursos de formación superior hayan sido instalados en Brasil a partir de 1808,[4] cuándo la familia real portuguesa se trasladó a tierras brasileñas, las primeras universidades sólo serían creadas en la década de 1930. Esto es suficiente para evidenciar los distintos proyectos coloniales en suelos latinoamericanos. En los dos casos, explotación, sin duda, pero con diferencias culturales significativas.

 

Esto nos lleva a plantear que sí podemos pensar procesos de gubernamentalización de los Estados latinoamericanos, pero no podemos hacerlo como una simple adecuación del modelo de Foucault construido alrededor de los Estados europeos. Está por ser hecha una historia de los procesos de gubernamentalización de nuestros respectivos países, cada cual con sus rasgos característicos. Si las diferencias en los procesos de los distintos Estados europeos no son tan grandes a punto de impedir una caracterización general, como lo hizo Foucault, cuando hablamos en Latinoamérica hay que tener cautela, hay que buscar las características y tiempos propios en los países colonizados. Además, hay que pensar las diferencias substanciales entre Brasil, con su colonización portuguesa y los demás países de colonización española.

 

Vamos a detenernos un poco sobre el caso de Brasil. No se trata, es evidente, de un análisis exhaustivo; lo que haremos no es más que buscar algunos marcos generales, bosquejando lo que podrá un día ser una historia de la gubernamentalización del Estado brasileño. Si algunos pueblos originarios construyeron civilizaciones en el período precolombino, algunas con Estados organizados y fuertes, este no ha sido el caso en las tierras que un día serían el Brasil. Los pueblos que aquí vivían constituyeron sociedades sin Estado y, si seguimos al antropólogo francés Pierre Clastres, sociedades contra el Estado.[5]

 

Queda claro, así, que el Estado que se ha instalado en Brasil ha sido el Estado europeo, fruto de la colonización portuguesa. Tuvimos un largo periodo colonial, del 1500, año de la toma de los territorios por los portugueses, hasta el 1822, año de la declaración de la independencia del país. Los historiadores definen distintos periodos en estos tres siglos, pero lo más importante para lo que concierne nuestro tema es el hecho que en el año 1808 la corte portuguesa se instalase en Rio de Janeiro, obligada a salir de Lisboa ante el temor de una invasión del territorio portugués por Napoleón. Este hecho es importante dado que cambia radicalmente la relación de la administración portuguesa frente a las tierras colonizadas. Es la presencia de la familia real en estas tierras la que va a impulsar la cultura con la apertura de escuelas, cursos de formación superior (como se ha dicho antes), museos, teatros etc. De esta manera, en sintonía con el interés de este texto, es posible afirmar que durante todo el período colonial tuvimos un Estado que operaba según los modelos del poder de soberanía. Aunque en Europa ya tuviésemos la organización de un Estado administrativo, operando bajo el poder disciplinar, como muestra Foucault, por acá se seguían las prácticas del poder soberano.

 

La independencia ha sido declarada en el año 1822, de forma rara: ha sido el príncipe, hijo del rey de Portugal, que tenía el encargo de administrar la colonia después de la vuelta del rey a Lisboa – en el año 1821, para enfrentar una revuelta popular –, quien declaró el país independiente, instituyendo el “Império do Brasil”. El periodo imperial tuvo una duración de 67 años, del 1822 hasta el 1889, con dos emperadores: Pedro I, quien ha reinado hasta 1831, año en el que fue a Portugal para asumir el trono de aquel país, dejando el gobierno de Brasil a su hijo, quien se ha tornado Pedro II con apenas cinco años. Pedro II reinó por 58 años. En este periodo imperial tuvimos una mezcla de maquinarias de poder; sin ninguna pretensión de exhaustividad, podría señalarse una transición del Estado jurídico-soberano hacia un Estado administrativo, sobre todo bajo el gobierno de Pedro II. Sin embargo, hacia el final del periodo se pueden ver rasgos de un proceso de gubernamentalización del Estado brasileño, pero aún mezclado con maquinarias disciplinarias y mismo soberanas.

 

En 1889, un golpe de Estado llevado a cabo por líderes militares y civiles instituyó el régimen republicano presidencialista, bajo una fuerte influencia de intelectuales positivistas. Se va a ver, entonces, un proceso de fuerte conversión de las maquinarias estatales, un verdadero proceso de gubernamentalización. Aunque pasando por una etapa de Estado administrativo, la gubernamentalización camina a pasos fuertes. De todas maneras, como ya se ha señalado, esta historia está por ser hecha y pensamos que un tal estudio sería interesante para demarcar distintos periodos y distintas maneras de practicar la gubernamentalidad. Otro estudio promisor sería una comparación entre los distintos países de Latinoamérica y sus procesos de gubernamentalización; ¿Cuáles las similitudes? ¿Cuáles las diferencias?

 

Gubernamentalidad democrática: ¿una invención “made in Brazil”?

 

Esta rápida introducción ha tenido como propósito traernos al punto clave de este texto, la presentación de la hipótesis respecto a que tuvimos, en las últimas décadas del siglo XX y en las primeras del siglo XXI, el desarrollo de una maquinaria de gubernamentalidad sui generis, centrada en la afirmación de la democracia y comprometida con las prácticas neoliberales. Por esta razón, proponemos nombrarla como una “gubernamentalidad democrática”, un gobierno de los ciudadanos que son libres para tomar sus decisiones y son llamados a participar de la sociedad en sus múltiples instancias. Eso puede parecer extraño para quienes estén familiarizados con el trabajo de Foucault, visto que el proceso de gubernamentalización de los Estados europeos coincide con la construcción de los Estados democráticos modernos. Pero consideramos que la adjetivación “democrática” hace sentido en la realidad política brasileña, tal como intentaremos demostrar.

 

A lo largo del largo del siglo XX, en su período republicano, Brasil sufrió dos períodos dictatoriales. Primero tuvimos una dictadura civil, llevada a cabo por Getulio Vargas, entre 1930 y 1945, que culminó con la instalación del llamado “Estado Novo”. La política de Vargas tuvo paralelos importantes con el fascismo italiano de Benito Mussolini, de suerte que la legislación obrera brasileña por él instituida ha sido largamente inspirada en la “Carta del Lavoro” del dictador italiano. Después, entre 1964 y 1985, tuvimos una dictadura militar, con largo apoyo civil y empresarial, y con una sucesión de generales ocupando la presidencia de la república. Entre 1945 y 1964 tuvimos gobiernos nacionalistas, que invirtieron en el desarrollo del país, pero también gobiernos populistas. El golpe de Estado de 1964 ha sido la reacción conservadora a un gobierno tendiente un poco más a la izquierda, que intentaba implementar reformas de base, como una reforma agraria, por ejemplo.  En este período, es ya posible percibir intentos de direccionar la maquina gubernamental hacia una afirmación de la democracia, pero el movimiento fue interrumpido por el golpe y por los 21 años de dictadura.

 

En 1984 tuvimos la última elección indirecta bajo el régimen dictatorial, ya totalmente debilitado y negociando la transición, con la garantía de una amnistía a los crímenes políticos cometidos, sea por los gobernantes o por la oposición. Concurrieron candidatos a presidente civiles y militares mientras el candidato indicado por el gobierno militar era, él mismo, civil. Ganó la oposición, con un candidato de centro, con la misión de implementar una transición segura.[6] Así, en 1985 empezó el primer gobierno civil después de 21 años de dictadura militar, siendo el primero de sus actos la creación de una Asamblea Nacional Constituyente con la tarea de crear una nueva Constitución para el país. Esta carta magna ha sido aprobada en 1988, consolidando la institución de un orden jurídico y social democrático.

 

Uno de los principios centrales de la Constitución de la República Federativa del Brasil es la ciudadanía, con la afirmación de que el ciudadano es el sujeto activo en la política y en la sociedad. Esto inicia un proceso de afirmación de la ciudadanía en todo el orden jurídico del país, siendo este principio asumido en toda la producción de políticas públicas en los más diversos campos. En el campo de la Educación, la Constitución impuso la necesidad de organización de una nueva ley general para garantizar el ordenamiento jurídico del campo, puesto que la ley de entonces había sido producida durante la dictadura. El Congreso Nacional inició los debates y trabajos al tiempo que una Ley Nacional de Directrices y Bases de la Educación Nacional era finalmente aprobada en diciembre de 1996, después de ocho años de intenso trabajo parlamentario. En su artículo segundo, se lee: “La educación, deber de la familia y del Estado, inspirada en los principios de libertad y en los ideales de la solidaridad humana, tiene por finalidad el pleno desarrollo del educando, su preparación para el ejercicio de la ciudadanía y su calificación para el trabajo”.[7]

 

Toda la política educativa producida entre 1996 y 2018[8] tiene a la ciudadanía y la inclusión como palabras clave, lo que significa que todos tienen que ser ciudadanos o no pueden ser gobernados.[9] Como se mostró en el inicio, hay una fuerte vinculación de la gubernamentalidad con los procesos de subjetivación, puesto que son los sujetos quienes son gobernados; lo que hemos visto en Brasil ha sido un proceso de producción de sujetos ciudadanos, incluidos en una maquina social y política.

 

Somos sujetados como ciudadanos; hemos sido, de manera compulsiva, subjetivados para obedecer a los principios básicos de una sociedad democrática. Hay que participar; hay que confesar su verdad política en el voto; hay que confesar su verdad técnica en el trabajo; hay que confesar la verdad de aquello que se es en los distintos procesos sociales, puesto que somos, todos, ciudadanos de derechos. Tenemos derecho a la educación, derecho a la salud, derecho al trabajo etc.; tenemos derecho de ser, por eso somos. La biopolítica de la gubernamentalidad democrática produce el “sujeto de derechos”.

Para citar tan solo un ejemplo, uno de los primeros marcos legales aprobados después de la Constitución de 1988 ha sido el ECA – Estatuto da Criança e do Adolescente (ley de reglamentación de la atención a los niños y a los jóvenes), de 1990. Esta ley implicó un avance extraordinario con relación a la legislación autoritaria que teníamos antes (el Código de Menores), instituyendo una forma democrática de gobernar la infancia y la juventud. Dicha ley partió del principio de que niños y jóvenes, que todavía no gozan de todos los derechos democráticos de los ciudadanos, son también “sujetos de derechos”. Su primer derecho es el derecho a la protección integral, o sea, el derecho a ser tutelado (gobernado) por los adultos. Ello en nombre de la democracia.[10]

 

Esta maquinaria de una gubernamentalidad democrática ha atravesado más de tres décadas —no importa el partido político que estuviese en el gobierno—, dejando claro que es una política de Estado, o para decirlo con Foucault, el modo de operación del Estado. Claro está que hubo momentos, como durante los gobiernos del Partido dos Trabalhadores (entre 2003 y 2016), en que la defensa de la democracia y las demandas a una mayor participación popular han sido agudizados, pero en todo el período ella ha estado en operación.

 

Hoy: ¿una bio(necro)política?

 

No tenemos todavía condiciones de analizar si, después de 2019, seguimos con la operación de una gubernamentalidad democrática en el país; pensamos que no, pero hace falta algún alejamiento histórico para que se pueda decir con certidumbre. Puede ser que estemos a punto de vivir un hiato en el proceso de redemocratización del país, que pueda ser retomado con el gobierno siguiente; o no, puede ser que vivamos ahora un cambio profundo en la gubernamentalidad con la cual opera el Estado brasileño. Pero una cuestión podemos enfrentar: ¿En la pandemia y crisis sanitaria de 2020-2021, como actúa el gobierno brasileño?

 

Para responder a esta pregunta, proponemos operar un acoplamiento conceptual, afirmando que vivimos, hoy, una bio(necro)política. Intentemos explicar este planteamiento de modo breve.

 

Foucault ha planteado la biopolítica y los procesos de gubernamentalización del Estado a partir de la realidad europea, con obvia centralidad en Francia. El filósofo contemporáneo Achille Mbembe, pensando a partir de África, propone que debemos pensar, también, en una necropolítica, una política que se ejerce como gestión de la muerte. Alguien podría objetar que el mismo Foucault ha previsto esta cuestión, al plantear, sobre todo en el curso de 1976 (Defender la sociedad), la idea de un “racismo de Estado” en el seno de la biopolítica, citando ejemplos como la actuación del Estado nazi en Alemania y del Estado estalinista en la Unión Soviética. Pero el filósofo africano habla de otra cosa, más profunda e intensa. Siguiendo su tesis de que el occidente ha producido una “razón negra”, el otro de la razón afirmada por los blancos europeos, plantea que, en muchos de los territorios ajenos, colonizados, sobre todo en América, se ha robustecido una necropolítica.

 

La construcción colonialista de una “razón negra” ha servido para sustentar un sistema de intensa explotación de la mano de obra humana que ha hecho posible el crecimiento de las economías capitalistas de Europa. Podríamos, quizás, extender la idea de razón negra a los pueblos originarios de las tierras que los europeos nombraron América; aquí, pueblos han sido aniquilados para garantizar la conquista del territorio y esa ha sido una de las razones para traer africanos como mano de obra para hacer andar la producción y la economía colonial. En gran medida, es la razón negra que hace posible una espoliación absoluta de estos pueblos que son “otros” con relación a los europeos; si han de tener sus vidas afirmadas, los otros pueden tener sus vidas negadas, con una gestión necropolítica.

 

Lo que hace el planteo de Mbembe distinto de aquel de Foucault es la cuestión del territorio. En cuanto el Estado europeo se gubernamentaliza con la implementación de gestiones biopolíticas en su territorio, ejerce otro tipo de gestión política en territorios ajenos, colonizados, que va en dirección contraria a aquella de la afirmación de la vida, gobernando a través del terror y de la muerte. Por eso una necropolítica. Por otro lado, podemos decir que la gestión necropolítica de los territorios colonizados ha sido la condición y la sustentación económica de los Estados biopolíticos europeos.

 

En nuestros días, Mbembe habla en un “devenir negro del mundo”, puesto que el neoliberalismo ejerce una sobreexplotación de poblaciones pobres por todo el mundo, lo que abre las puertas para una extensión de la necropolítica. Pero, en una dirección distinta, proponemos que, con la crisis sanitaria global impuesta por la pandemia de coronavirus a partir de comienzos de 2020, experimentamos otro tipo de gestión estatal, que articula aspectos biopolíticos y necropolíticos, y esto es claro para nosotros cuando miramos lo que pasa en Brasil.

 

Algunos países utilizan las maquinarias biopolíticas en la gestión de la pandemia y bajo el discurso de afirmación y protección de la vida, vigilan, controlan los desplazamientos de los ciudadanos y, ahora, empiezan a vacunar las poblaciones, como forma de protección. En Brasil, tenemos un gobierno federal que ha optado por negar la importancia de la pandemia y afirmar la imposibilidad de parar la economía. Por esa razón, no hizo esfuerzos para garantizar ni el confinamiento ni el alejamiento social. Si algunas medidas en esta dirección han sido implementadas, lo fueron por los gobernantes provinciales o municipales. Para el gobierno federal, no es posible evitar las muertes y todo el tiempo se encargó de minimizar su impacto; hoy el Brasil ocupa el segundo lugar mundial en número de muertos por COVID-19, atrás de los Estados Unidos que, bajo el gobierno Trump, tuvo una actuación semejante. Llamamos la atención hacia el doble aspecto del discurso del gobierno: de un lado, afirmación de la economía, de la necesidad del trabajo, de afirmación de la vida; de otro lado, minimización del impacto de las muertes, apuntando a su aceptación por la población.

 

Esa doble posición, de afirmación de la vida y afirmación de la muerte, al mismo tiempo, pone de manifiesto una cisura en la sociedad, una división hecha por el gobierno entre aquellos que van a ser protegidos y tener la vida garantizada y aquellos que, fuera de esta categoría, pueden morir. Y así vemos una doble maquinaria política en acción; paralelamente a una gestión biopolítica para una camada de la población, una gestión necropolítica para otra parcela, aquella de los negros, los pobres, los más viejos, justamente aquellos que más necesitan del apoyo del Estado. Es una política deliberada para hacer morir aquellos que son más costosos y hacer vivir a aquellos que, por la capacidad productiva, pueden pagar más impuestos.

 

En nuestra visión, no se trata simplemente del efecto del racismo de Estado que ha apuntado Foucault, pues no apunta a poner a un grupo poblacional al margen y señalarlo como peligroso para el conjunto social. Se trata, por el contrario, de hacer una gestión política de la muerte, de gobernar por la muerte. Y como eso se hace en el mismo territorio en que el Estado opera también un gobierno de la vida, una biopolítica, nos parece interesante pensar la situación como una bio(necro)política, evidenciando que la necropolítica está incrustada en el seno de la biopolítica. Aunque sean conducciones de conductas distintas y mismo contradictorias, operan en conjunto, una influyendo directamente en la otra.

 

***

 

Para terminar, queremos decir que las dos exploraciones conceptuales que aquí realizamos, aunque de manera muy rápida e introductoria, a saber: la idea de una gubernamentalidad democrática en las décadas postdictadura y la idea de una bio(necro)política actuando en la contemporaneidad pandémica, ambas pensadas en el caso brasileño, son afirmaciones de la actualidad de la biopolítica.

 

Gilles Deleuze ha dicho, cierta vez, que un concepto filosófico dice respecto a una o más funciones, encontrándose siempre en el contexto de un campo de pensamiento que se define por variables internas y externas.[11] Un concepto es creado por necesidad, para cumplir tales o cuales funciones; si las variables internas o externas cambian, el concepto también cambia y quizás llegue un tiempo en que ya no haga sentido; en estos casos, afirma Deleuze, hay que dejarlo de lado, dejarlo morir, y crear nuevos conceptos. Pensamos que este no es el caso de la biopolítica y de la gubernamentalidad. Aunque tengamos cambios expresivos en las variables internas y externas (las condiciones históricas ya no son las mismas experimentadas por Foucault en la década de 1970), los conceptos todavía se sostienen, puesto que el campo problemático al que apuntan sigue activo. Pero, como tenemos transformaciones importantes en curso, también es necesario experimentar variaciones en el concepto, adaptaciones que permitan que la herramienta siga operando con buenos resultados. En este sentido presentamos la gubernamentalidad democrática y la bio(necro)política como claves posibles de lectura de la realidad brasileña contemporánea, como manifestaciones de la actualidad de la biopolítica y no de su superación.

 

Bibliografia

  1. Lei de Diretrizes e Bases da Educação Nacional (Lei nº 9394/96). Brasília: Presidência da República/Casa Civil, 1996 (disponible en: http://www.planalto.gov.br/ccivil_03/leis/l9394.htm).
  2. CLASTRES, P. A sociedade contra o Estado – pesquisas de antropologia política. São Paulo: Cosac & Naif, 2003.
  3. COMBES, M. La vie inséparée. Vie et sujet au temps de la biopolitique. Paris: Éditions Dittmar, 2011.
  4. CUNHA, L.A. A universidade temporã. 2ª ed. Rio de Janeiro: Francisco Alves, 1986.
  5. DELEUZE, G. Deux régimes de fous. Textes et entretiens 1975-1995. Paris: Les Éditions de Minuit, 2003.
  6. FOUCAULT, M. Em defesa da sociedade. São Paulo: Martins Fontes, 1999.
  7. FOUCAULT, M. Segurança, território, população. São Paulo: Martins Fontes, 2008.
  8. GALLO, S. Governamentalidade democrática e ensino de filosofia no Brasil contemporâneo. Cadernos de Pesquisa (Fundação Carlos Chagas), v.42, 2012, p.48 – 64.
  9. GALLO, S. “O pequeno cidadão”: sobre a condução da infância em uma governamentalidade democrática. In: RESENDE, H. (org.). Michel Foucault – O Governo da Infância. Belo Horizonte: Autêntica, 2015, p. 329-343.
  10. GALLO, S. Políticas da diferença e políticas públicas em educação no Brasil. Educação e Filosofia, Uberlândia, v. 31, n. 63, p. 1497-1523, set./dez. 2017a.
  11. GALLO, S. Biopolítica e subjetividade: resistência? Educar em Revista, Curitiba, Brasil, v. 33, n. 66, p. 77-94, out./dez. 2017b.
  12. GALLO; S.; ASPIS, R. L. Biopolítica-vírus e educação-governamentalidade e escapar e… Revista de Estudos Universitários. Sorocaba, v. 37, n. 2, p. 167-179, dez. 2011.
  13. GALLO, S.; LIMONGELLI, R.M. “Infância maior”: linha de fuga ao governo democrático da infância. Educação e Pesquisa, São Paulo, v. 46, e236978, 2020 (disponible en: https://www.scielo.br/scielo.php?pid=S1517-97022020000100407&script=sci_arttext con versiones en portugués y en inglés).
  14. MARTINS, A.C.P. Ensino superior no Brasil: da descoberta aos dias atuais. Acta Cirúrgica Brasileira, vol.17. 3. São Paulo, 2002 (disponible en: https://www.scielo.br/scielo.php?script=sci_arttext&pid=S0102-86502002000900001).
  15. MBEMBE, A. Crítica da Razão Negra. São Paulo: n-1, 2018a.
  16. MBEMBE, A. Necropolítica – biopoder, soberania, estado de exceção, política de morte. São Paulo: n-1, 2018b.
  17. SCOTT, J.C. Against the grain – a deep history of the earliest States. New Haven and London: Yale University Press, 2017.

Notas
[1] COMBES, M. La vie inséparée. Vie et sujet au temps de la biopolitique, ed., cit., p. 57.
[2] Ibidem, p. 60, tradución propia
[3] Sobre la noción de conducta y el gobierno como su conducción, ver sobre todo la clase de 1 de marzo de 1978 (Foucault, 2008, p. 253-303).
[4] Em 1808 han sido creadas escuelas superiores de Cirugía y Anatomía en Bahia y en Rio de Janeiro; dos años más tarde, surgió la Academia Real Militar (Rio de Janeiro) y unas otras pocas instituciones surgieron en los años siguientes (MARTINS, 2002). Aunque tuvimos esfuerzos de constitución de universidades que no han tenido continuidad, desde el inicio de la república, en 1889 (con destaque para la Universidade de Manaus, 1909 y la Universidade do Paraná, 1912), solamente en 1934 ha sido creada la Universidade de São Paulo y en 1937 la Universidade do Brasil (hoy Universidad Federal do Rio de Janeiro) (CUNHA, 1986).
[5] Clastres estudió los guaraní de América del Sur y planteó la tesis política de que sus organizaciones sociales no sólo no se organizaran según la forma del Estado, como la han evitado, la han conjurado. Estos pueblos inventaran otras formas de organización política. Ver Pierre Clastres, A sociedade contra o Estado. En dirección análoga, pero estudiando pueblos del Oriente, el antropólogo estadounidense James C. Scott plantea que si los primeros Estados se han organizado a través del acumulo de granos, algunos pueblos han buscado otros cultivos, que no permitían su acumulación, con eso han evitado la emergencia de la forma Estado. Ver, de este autor, Against the grain – a Deep history of the earliest States.
[6] El presidente que ha sido elegido, Tancredo Neves, cayó enfermo y no pudo tomar pose, siendo llevado al cargo su vicepresidente, José Sarney. Días después del inicio del nuevo gobierno, nombrado por Neves como “Nova República”, fue anunciado su fallecimiento, de manera que el gobierno quedó en manos de Sarney.
[7] BRASIL, 1996, el subrayado es mío
[8] La elección, en fines de 2018, de un presidente que está en el cargo desde enero de 2019 y que tiene un proyecto y un discurso autoritarios ha implicado en un fin – o una pausa, quizás, a depender del futuro – de esta gubernamentalidad democrática.
[9] Hemos publicado algunos artículos y capítulos de libros explorando este tema; están todos referenciados al final, caso el lector tenga curiosidad y desee profundizar el tema GALLO, 2012; GALLO, 2015; GALLO, 2017a; GALLO, 2017b. En el momento, estamos finalizando la edición de un e-book resultante de un seminario de posgrado en el primer semestre de 2020 en la Universidad de Campinas, donde los estudiantes han explorado y analizado distintos aspectos de políticas educativas de Brasil con el operador analítico de la gubernamentalidad. Será publicado brevemente con el título Governamentalidade democrática e política educacional brasileira.
[10] Se puede encontrar un análisis de esta política pública en el artículo “Infância maior”: linha de fuga ao governo democrático da infância (GALLO; LIMONGELLI, 2020).
[11] Ver : Réponse à une question sur le sujet, texto de 1988, que reaparece en la colectánea “Deux régimes de fous – textes et entretiens 1975-1995”.