Carmen Tinajero
Yolanda es una paciente antigua que está de nuevo en el hospital, la encuentro o más bien ella me encuentra en el patio y corre a saludarme.
— ¿Por qué esta aquí otra vez, Yolanda?
— Me puse mal, alterada de los nervios. Pero como si eso no fuera importante me dice: ¿usted sabe el idioma de las mujeres? ¿Usted conoce a Lupita? Tiene muchos años aquí y una trenza muy larga, ella es la más sabia en ese idioma que yo también entiendo.
—Yo creo que sí Yolanda, porque he hablado con usted y le entiendo.
—Sí, pero a ver ¿qué es esto que está aquí enfrente?
—Un árbol —le digo yo.
—No, yo le digo tachuela ¿ve? El idioma de las mujeres es otro.
—Ah no, Yolanda entonces no lo sé, pero usted va a ser mi traductora, ¿le parece? —e hicimos una cita para otro día.
El viernes Yolanda salía con su madre del hospital cuando nos encontramos en la puerta y su sonrisa me abrió a sus palabras.
Me dejaron salir, pero volveré el lunes y el martes, me dijo. Comprendí enseguida que iría a diario para recibir la corriente eléctrica que silencia los cuerpos y agobia el corazón.
Le propuse entrar un momento a hablar en la banca, pero su madre había pedido ya un taxi y nos fuimos a un rincón para aprovechar los minutos que nos quedaban en la banqueta.
¿Usted sabe el idioma de las mujeres? Había sido la frase que me había lanzado la semana anterior y aún vibraba en mi cabeza, así que le pregunté por ese idioma tan particular que ella me enseñaría.
No sé, me dijo, se me ha olvidado casi todo, me están dando electroshocks… lo que me puso mal es que alguien me dijo que había visto a mi esposo con otra y con una niña; él después me dijo que era su esposa, pero yo no lo creo. A mi hija no la veo, hace mucho vive con la otra abuela, con la mamá de él. Quiero ir a verla; mi mamá dice que me espere a estar bien, pero yo nunca me voy a curar de esta enfermedad; eso me han dicho, entonces, ¿no la voy a ver nunca?
— ¿Pero cuál enfermedad, Yolanda? Si lo que me está diciendo es que tuvo una crisis cuando su marido la dejó por otra y que sufre muchísimo por estar separada de su hija.
— Yo lo que siempre quise es tener una familia y la tenía, ¡si las mujeres entendemos lo que nos pasa! ¡Ah sí, ahora recuerdo el idioma de las mujeres! Es estar nosotras en la casa, cuidar los hijos, estudiar, coser, atender los animalitos, hacer la comida, dejar los problemas y vivir en paz, los hombres no entienden ese idioma. El doctor nunca va a entender ese idioma usted si el doctor es como mi marido, cuando trato de explicarle algo me manda al electroshock.
Yo sigo amando a mi esposo y quisiera que volviera conmigo, la biología, que es lo que yo estudié en la universidad, es muy bonita porque nos habla de la vida; mi esposo en cambio es veterinario, no me entiende, no sé qué hacer porque él no quiere hablar conmigo y me dice que a él no le importa que yo ande con otro. Cree que lo engaño, pero yo solo lo quiero a él.
Creo que nunca me voy a curar porque casi nadie entiende el idioma de las mujeres, ni siquiera mi mamá, que me trae aquí cada vez que tengo una crisis.
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