El uso de las nuevas tecnologías y el capitalismo del siglo XIX en la obra Silicolinización: la subjetividad arrebatada. Unos ensayos para cuestionar nuestro papel en el mundo digital

 

Constante Alberto (Coord.), Silicolonización: la subjetividad arrebatada, Viceversa, México, 2022. 

 

La obra Silicolinización: la subjetividad arrebatada es una antología de ensayos de carácter filosóficos publicados por la Facultad de Filosofía y Letras de la UNAM, bajo la coordinación de Alberto Constante quien es licenciado, maestro y doctor en Filosofía por la Facultad de Filosofía y Letras de la UNAM. Es profesor titular C de tiempo completo adscrito al Colegio de Filosofía de la Facultad de Filosofía y Letras de la UNAM y miembro del Sistema Nacional de Investigadores Nivel II. Sus principales líneas de investigación son Filosofía de la cultura, Filosofía de la religión, Metafísica y ontología, la filosofía griega antigua y la filosofía alemana y francesa contemporáneas. Ha publicado una veintena de libros, además de múltiples artículos publicados en revistas especializadas y capítulos en libros colectivos.

 

Esta publicación del año 2022 nos deja al alcance un estudio profundo acerca de cómo las nuevas tecnologías se encuentran en nuestra sociedad, insertas tanto en el sistema capitalista, así como también nos permite aterrizar en el contexto histórico en el que vivimos actualmente con el gran desarrollo de las tecnologías. A partir de la visión de diferentes autores, esta obra nos permite apreciar argumentaciones filosóficas que nos hacen cuestionar la manera en la que el ser humano se relaciona a partir del gran incremento de la tecnología, así como los fines de los mismos desarrollos tecnológicos.

 

Por mencionar un poco, en el ensayo de “El centinela: entre la tendencia tecnototalitanista y la urgencia de agenciarse la vida” de los autores Victor Manuel Alvarado García y de Mayra Eréndira Nava Becerra nos explica como este sistema de tecnología creó una inteligencia artificial que más allá de las funciones específicas para las que fue creado, en términos generales e ha vuelto una herramienta para dirigir una guerra unilateral para vigilar y cazar a la población, pues sirve para detectar líneas de fuga o prácticas de libertad.[1]

 

Esto es algo que considero importante destacar, ya que hace poco tiempo este sistema se usó para controlar la pandemia de COVID-19: Se creó un sistema de vigilancia para tener una noción del avance del virus, sin embargo, este sistema más allá de controlar únicamente una pandemia, permitió recabar una enorme cantidad de información que bien podría ser ocupada con múltiples fines, tal como lo dijeron los autores de este artículo, este modelo permite identificar fisuras en la sociedad, para que puedan ser reparadas en el futuro.

 

Por mencionar otros ensayos filosóficos de la obra coordinada por Alberto Constante, también llama la atención el escrito de Ramón Chaverry Soto, titulado “Devenir Totémico de la tecnología digital”, en el cual se cuestiona la versión científica/técnica donde se dice que el ser humano logró adelantarse a los demás animales gracias a su dedo pulgar y a su buena técnica para crear cosas, pues el autor nos menciona que lo que hizo diferente al ser humano, más bien fue su capacidad para moderar sus emociones y la limitación de su actividad sexual.[2]

 

Este argumento marca un parteaguas pues nos permite entender el desarrollo de la tecnología desde un enfoque más humanista y no como algo ajeno a los sentimientos y emociones del ser humano, muchas veces al estudiar las revoluciones industriales, por ejemplo, nos centramos en estudios de las fuentes de energía y los inventos humanos, pero perdemos por completo la idea de que todo desarrollo tecnológico fue creado por seres humanos subjetivos con sentimientos y emociones. Y estas características humanas son de gran importancia, pues, nos dice Rubén Chaverry que, hoy en día las nuevas tecnologías ya cuentan con la capacidad de detectar ciertas emociones que antes solo eran humanas, superando incluso al ser humano en su propio juego de fuerza.[3]

 

Dicho ensayo de Chaverry nos permite apreciar como el ser humano empezó su desarrollo de técnica y tecnología gracias a la moderación de sus emociones, llegando hoy en día a un momento histórico en el que incluso a dotado de su propia subjetividad a la tecnología que está creando, en este sentido, valdría preguntarnos si este es el fin último del desarrollo tecnológico, o el ser humano aun busca nuevas cosas con la inteligencia artificial.

 

Otro postulado bastante interesante de la obra coordinada por Alberto Constante lo encontramos en el ensayo de Arturo Romero Contreras titulado: “La seda de Aracne: lenguaje, dinero y cibernética”, en donde el autor nos dice, cito:

 

Pero este acontecimiento de producir una máquina fuera de nosotros, de darle energía a un “inconsciente” es un acto inédito. Si entendiéramos cómo es que el capitalismo contemporáneo se realiza a través de la virtualidad informática comenzaríamos a contemplar la posibilidad de que ahora sean los algoritmos y no la ambición subjetiva lo que producirá las nuevas burbujas inmobiliarias. O al menos entenderíamos que mientras más extendemos el mundo hacia regiones virtuales, el capitallo sigue para crear ahí nuevos nichos de mercado. Y viceversa, la expansión virtual del dinero exige la creación de nuevos programas, algoritmos, portales de inversión y de consumo.[4]

 

Esta cita me parece importante destacar ya que nos permite apreciar como hoy en día las nuevas máquinas dotadas de cualidades cada vez más humanas funcionan no por la subjetividad humana, sino por el funcionamiento del algoritmo, a su vez estas máquinas han marcado la pauta para ampliar horizontes en un capitalismo volcado cada vez más en nichos virtuales. Aquí vemos justamente el trabajo pretérito sobre el que Marx nos dice que se crean nuevas necesidades, nos damos cuenta también de como en términos marxistas, son las condiciones materiales las que permiten la creación de nuevas ideas dentro del capitalismo. Vemos un modelo capitalista que se ha adaptado al mundo virtual para lograr subsistir a las crisis generalizadas que le aquejan desde hace varias décadas.

 

Ahora bien esta manera de generar nuevos ingresos económicos, a partir de este mundo virtual, nos hace repensar acerca de cómo la tecnología ha exponenciado la producción material desde las revoluciones industriales, van cambiando las maneras en que hacemos las cosas, haciéndolo cada vez más eficiente y rápido. Las nuevas tecnologías nos dejan ver esto, por ejemplo, a través de las redes sociales, tal como lo menciona el mismo Alberto Constante:

El autor reflexiona acerca de cómo las redes sociales se han vuelto un medio eficiente para “escuchar” las necesidades de las personas, su algoritmo permite que nos terminen ofreciendo los productos que creemos necesitar, nos menciona como se busca empujar las conductas humanas hacia los resultados más rentables.[5] Básicamente las redes sociales han permitido moldear a las sociedades a los resultados que se busca en las grandes empresas, han hecho más eficiente la publicidad para que los productos sean consumidas. Se trata de publicidades personalizadas acorde a las necesidades de cada perfil dentro de las redes sociales. En este sentido se ha hecho mucho más eficiente el consumo, gracias al desarrollo de tecnología que permite predecir a través de su algoritmo.

 

A modo de conclusión puedo decir que los ensayos de esta colección nos permiten entender en términos generales, la manera en la que el algoritmo permite predecir necesidades de los usuarios, esto mediante un sistema de vigilancia constante que permite detectar necesidades y problemáticas muy puntuales dentro de una sociedad de consumidores tan grande y variada. La tecnología hoy en día ha sido dotada de grandes características humanas que permiten el desarrollo de un capitalismo volcado al mundo virtual para crear nuevos espacios de consumo y de comercialización por vías cada vez más cómodas y redituables.

 

Notas
[1] Constante, Alberto, coord., Silicolonización: la subjetividad arrebatada, UNAM, Ciudad de México, 2022, pp. 148-153.
[2] Ibidem, pp. 76-78.
[3] Ibidem, pp. 90-91.
[4] Ibidem, p. 211.
[5] Ibidem, pp. 60-67.

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