Platón y la melancolía

 

Santos Saraí, Platón y la melancolía, Viceversa, Ciudad de México, 2022.

 

Este año, la licenciada en filosofía, Saraí Santos, de la mano de Editores y Viceversa, publicó su obra Platón y la melancolía; un ensayo filosófico que trata sobre, según la misma: “La relación entre filosofía y melancolía en el pensamiento de Platón a través de la fenomenología de la bilis negra”.

 

Partiré de las preguntas que la autora plantea y con las que, considero, da rumbo a su investigación: “¿Será posible imaginar la filosofía sin eros? ¿Qué será de la filosofía sin la locura y sin la pasión del que ama?”; preguntas que mueven la investigación de este texto sagaz que apela a Ficino y profundiza en el Problema XXX de la Ética a Nicómaco de Aristóteles, y el Corpus Hippocratium de Hipócrates para desarrollar una fenomenología de la nostalgia en Platón.

 

La atra bilis, sustancia de color negro que está relacionada con los humores del cuerpo, no fue estudiada de manera médica hasta Hipócrates, que se dedicó a patologizar los padecimientos de la bilis negra. Antes de él, era designada como un estado demencial del que, como demostrará la autora, los filósofos eran víctimas comunes en la antigüedad.

 

Los cambios en la conducta provocados por la bilis negra, ocurren cuando hay una mezcla demasiado caliente y abundante, las personas tienden a la locura, son propensas al amor, impulsivos y presas del deseo; mientras que las que posee una mezcla abundante y fría, tienden a actuar torpemente y con estupidez. Sin embargo, aquel que lleve una medida equilibrada de las sustancias frías y calientes, entonces encontrará la nostalgia, un estado prolongado que tiende a la atopía, es decir, transporta a la presa de este estado a un sitio fuera de lugar que evoca al alma la idea de belleza.

 

Volviendo más atrás, a los tiempos mitológicos, cuando Homero escribió la Ilíada, encontramos las primeras visualizaciones de la melancolía como una enfermedad enviada por los dioses con efectos punitivos. Santos la describirá como una pena que se encuentra más allá de la dolencia física. Hunde al sujeto en la más profunda soledad que desencaja con el ajetreo y cotidianidad del mundo. Es un estado atópico.

 

A partir de Aristóteles, como lo coloca la autora, se encuentra la magnificencia del filósofo, pues se cree que, entre la creatividad y la nostalgia, existe una relación intrínseca que tiene que ver con el estado de ánimo y anímico de las personas extraordinarias, cuya característica es la exaltación de los impulsos y el deseo, algo que, como se verá a lo largo del texto, tiene relación con el eros platónico que describe en el Banquete.

 

También tiene presencia en el diálogo con Fedro, cuando Sócrates se refiere a sí mismo como una persona atópica, pero esta vez, dirigido a conocerse a sí mismo, más que a los otros. Esto y la formulación de la bilis negra en la medida correcta y el momento correcto, dará como resultado un hombre de excepción

 

Veremos que el diálogo de Platón sirve para mostrar las diferencias, facetas, y características que hay en el amante y en el amado. Precisamente el punto de mayor éxtasis es cuando habla Alcibíades, pues es el claro ejemplo de la relación entre eros y la embriagues que existe en este diálogo y desata lo dionisiaco que, no solo representa las formas del amor en sí, sino del amor a la sabiduría y que profesa a Sócrates mismo.

 

Así, la embriagues de Alcibíades, saca a la luz una forma del estado puro melancólico que la autora desmenuza con avidez: el dolor de éste por no ser correspondido, la frustración y el rechazo lo vuelven casi una persona elocuente, pues de eros y pasión se trata. Digamos que, su sentir en carne viva, le da credibilidad y autoridad de lo que dice para quienes se encuentran compartiendo en la mesa, pues habla con la verdad.

 

Platón y la melancolía es una obra que da saltos de la antigüedad al renacimiento y los clásicos para llegar a la actualidad sin olvidar sus objetivos: demostrar que la melancolía es un atributo digno de aquel que desea conocer y está en la eterna búsqueda de la sabiduría. Es el camino del andar del borracho, del “raro” y el extraño, del incomprendido y del petulante Sócrates, pero ¿En qué medida? ¿Sería correcto adelantar que, con todo esto, el filósofo es un genio por todos estos atributos melancólicos que se fusionan para detonar en una pasión y, por lo tanto, entrega al conocimiento?

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