Deseo y latinofuturismo: rareza y tranquilidad latinoamericana

David Díaz Arcos, “Centro Histórico de Quito / Paro Nacional”, (2019)

 

Alexander Von Humboldt, investigador alemán, en 1802 en su visita a Ecuador describió a los ecuatorianos como “seres raros y únicos: duermen tranquilos en medio de crujientes volcanes, viven pobres en medio de incomparables riquezas y se alegran con música triste”.

 

Resumen

Latinoamérica en sus últimos tiempos, se encuentra interpelada por gobiernos que se visten de extremas derechas enmascaradas de religiones, desapariciones, desencantos y de una nostalgia prometida sobre un pasado y un futuro que nunca existirá. Bien lo dijo Humboldt, siendo ese hombre que con mirada blanqueada y desde su lugar falologocentrista “raros y extraños” a la idea del Antropoceno que el capital ofrece: blancos, heterosexuales, colonizados que miran a la otredad como una tierra de conquista y explotación, pero con esa distancia necesaria por la extrañeza de la lengua, las costumbres, las “rarezas” y las prácticas cotidianas con la enseñanza sobre “lo humano”.

Palabras clave: Latinoamérica, deseo, Guattari, latinofuturismo, Ecuador, cuerpo.

 

Abstract

Latin America in its last times, finds itself questioned by governments that dress up as extreme right-wing masks of religions, disappearances, disenchantments and a promised nostalgia for a past and a future that will never exist. Humboldt said it well, being that man who with a bleached look and from his phallologocentric place “rare and strange” to the idea of ​​the Anthropocene that capital offers: whites, heterosexuals, colonized who look at otherness as a land of conquest and exploitation, but with that necessary distance due to the strangeness of the language, the customs, the “oddities” and the daily practices with the teaching about “the human”.

Keywords: Latin America, desire, Guattari, Latinofuturism, Ecuador, body.

 

Ecuador 26 de junio del 2022; aparece un segundo movimiento. Un paro nacional donde la confederación de nacionalidades indígenas del Ecuador (Conaie) solicita al Gobierno Nacional del presidente Constitucional Guillermo Lasso, la reducción del precio de combustible, la garantía de los derechos laborales y un mayor presupuesto para la salud y la educación. La movilización junto con los colectivos feministas, colectivos de la comunidad LGBTTIQ+, movimientos de grupos obreros exigen al presidente Lasso su destitución y su falta de compromiso político frente a la bruma tóxica neoliberal, blanqueada, heteropatriarcal y colonizadora que en estos tiempos nos encontramos viviendo en Ecuador.

 

Es la segunda vez que sucede un fenómeno similar y no solamente en Ecuador, parecería que Latinoamérica desde la última década (2011/2021) da cuenta de movimientos y revueltas sociales que apuntan a una contra-revolución que se encuentra inmersa en colectivos, en agenciamiento y luchas donde el deseo latino-andino resiste, existe y reclama nuevas perspectivas sobre un futuro incierto que, en vez de respuestas totalitarias ofrecidas por el capitalismo, anhelamos finales apocalípticos sobre las vidas y el que-hacer en Latinoamérica.

 

Pero resulta inverosímil hablar de finales, si el inicio de nuestras historias parecería que eran finales. Zizek (2010) dirá que estamos más conscientes de un apocalipsis en términos de catástrofes, que del final del capitalismo. Como sociedades latinoamericanas nos cuesta creer que existiría una pandemia, una guerra mundial, un final de los días, pero no, que en algún momento el capital pueda tener un final, y que paradójicamente en su terminación existirían herramientas y técnicas para una producción. Se vende la muerte y se vende como una solución.

André Felipe (2021), en un texto que íntimamente ha compartido, en un certificado en performatividades y dramaturgias digitales, ha interrogado los finales de los tiempos y a su vez los inicios, desde su lugar, en la dramaturgia latinoamericana; tanto como migrante, realiza la crítica y clínica de los nuevos movimientos que entre varixs autores, pensadores, artistas, críticos de la escena: han planteado latinofuturismo.

 

El latinofuturismo, según la lectura y mirada de André Felipe (2021), sería la perspectiva epistemológica de proponer una orientación sobre las temporalidades hegemónicas que limitan las proyecciones del futuro latinoamericano en un presente que se encuentra lleno de crisis, preguntas e incertidumbres.

 

Esta perspectiva epistemológica no solamente se puede gestar desde el teatro, sino en lo crucial de las crisis latinoamericanas y sus movimientos erráticos y turbios. El empuje de las comunidades exigiendo a los gobiernos no solamente es una condición caprichosa sobre lo que en ocasiones puede llamársele derechos, sino la mirada de la grieta sobre lo inoperante, las políticas enmarcadas de ineptitudes, discapacidades y muertes.

 

Es a partir de dicho texto que se intentará dar cuenta de una respuesta ficcional, y el recurso epistémico micropolítico del latinofuturismo, como un desplazamiento colectivo y rizomático, que abrirá otras conquistas que se contraponen con los macro discursos totalizantes y que sus luchas apuntarían a una verdad en tanto cuerpo latinoamericano, ya que el cuerpo es política, verdad y deseo.

 

Latinoamérica en sus últimos tiempos, se encuentra interpelada por gobiernos que se visten de extremas derechas enmascaradas de religiones, desapariciones, desencantos y de una nostalgia prometida sobre un pasado y un futuro que nunca existirá. Bien lo dijo Humboldt, siendo ese hombre que con mirada blanqueada y desde su lugar falologocentrista “raros y extraños” a la idea del Antropoceno que el capital ofrece: blancos, heterosexuales, colonizados que miran a la otredad como una tierra de conquista y explotación, pero con esa distancia necesaria por la extrañeza de la lengua, las costumbres, las “rarezas” y las prácticas cotidianas con la enseñanza sobre “lo humano”.

 

Deseo, lengua y revolución no son palabras que se encuentran desconectadas de la construcción de las subjetividades. La lengua no es solamente un artefacto, un dispositivo ingenuo que inocentemente sirve con el fin del mero acto de comunicar. La lengua es el lugar del alumbramiento. Kristeva (1999), dirá que la lengua es el acto donde se interpreta (interpela) la vida. La lengua es donde las realidades se emancipan, donde los mundos se construyen, se habitan, se afectan, se capturan y se tocan los cuerpos.

 

Guattari (2017), en la revolución molecular dirá que la lengua es el primer y gran motor para poder hacer repliegues de las relaciones de producción del capital sobre el campo social del deseo. Es bajo esta forma que la lengua es el principio activo y (de)formativo que funciona como un límite frente a los procesos de subjetivación mayor que se da en gran escala bajo el sistema capital. Rolnik (2005), bajo esta mirada dirá que lo que le interesa al capitalismo es una extracción de todos los recursos, inclusive el recurso subjetivo produciendo un sujeto colonial-capitalista.

 

Y en función de esto, la perspectiva actual de tiempos y espacios latinoamericanos, donde se encuentran formas de extrema dominación y guerras macrodiscursivas, tienen una meta que son los cuerpos con epistemes que se contraponen al modelo “de la norma”, y que por ende, la cacería de brujas, los cadáveres sobre las calles de Ecuador, las desapariciones en nombre de un Estado, el derramamiento de sangre injustificada, los exilios y migraciones, interroga en el pensamiento y apuntan a la imaginación colectiva para nuevas formas de resistir-existir.

 

De esta forma, Latinoamérica viene haciendo preguntas y también construyendo respuestas, sobre el deseo y el capital como un transformador de realidades que emerjan para una visión no totalizante del vivir y existir como sujeto latinoamericano. La pregunta sobre el deseo latino no es solamente un ejercicio para realizar una definición sobre el mismo, sino la necesaria resolución sobre el enigma del poder y el esfuerzo político de desear desde una completud y no desde una carencia.

 

Edipo es interrogado por el Oráculo, le es devuelto lo que lo habita como un horror, pero también como una imagen de su destino, el desear implica que pueda quedar capturado entre una falta, que es la que proclama el psicoanálisis como ese mito-castración que es sometido bajo el triángulo edípico con producción colectiva, o la otra cara que es la completud de algo que se ha venido tejiendo y que el destino tiene que aceptar como una inmanencia.

 

Deseo deriva del latín desidium que representa el deseo erótico, el deseo de la vida. A su vez, este verbo declina en desidia que es libertinaje, voluptuosidad. Aunque dentro de las múltiples definiciones también se encuentra que la expresión deseo proviene de las dos voces latinas De/Sidus que significa anhelar, apetecer, lamentar la perdida de algo o la ausencia.

 

Desiderium sería entonces el deseo, como una añoranza. Pero el problema del mismo significante es que Deseo en su misma estructura y evolución etimológica no quedaría clara, ya que también dentro de la misma palabra Desiderium, se encuentra el vocablo Sidus que es la estrella, constelación, que solo en el momento que aparece se puede creer en ella. Desear entonces no sería un concepto que se piense en trascendentalidades sino en inmanencias de creación, de prácticas discursivas de reivindicación y por lo tanto de prácticas que desacrediten la macroestructura del capital.

 

Por consiguiente, esta perspectiva da paso a entender cómo el malestar y las batallas sociales se van aperturando sobre lo claro-oscuro del inconsciente, y que es preciso saber el alcance de rupturas para el desarrollo de una resistencia a nivel micropolítica, de invenciones, de respuestas y creación para un devenir des-colonizado de las subjetividades. Devenir en una transformación política, es devenir en la cartografía guattariana que sacuda las tradiciones y que, por lo tanto, las falsas añoranzas de un futuro mejor queden obsoletas, sino en la acción reflexiva sobre los tiempos presentes que cada vez parecerían que se fraccionan más.

 

El deseo, esa estrella que bajo el Zenit del tecnocapitalismo emerge entre las masas y que tendría ese nivel problemático de utilización, más no de definición, atraviesa el asunto de las políticas del deseo, como una lucha constante llena de ruidos y furias donde la transformación no solamente estaría en la gestión colectiva de la gubernamentalidad sino en algo más profundo que es la escena crítica y el trabajo micropolítico de la vida privada en la esfera pública.

 

Suely Rolnik (2005), diría que la relación que existe entre lo privado y lo público no tendría una transformación de las estructuras de gobierno sin la modificación de los dispositivos micropolíticos de producción de subjetividad. Y por micropolítica se entiende que son los pequeños actos de resistencia al poder, ya que desde lo micro es visible el fascismo y las máscaras del capitalismo militante de los grandes grupos sociales que en la última década se encuentran en una operación de Proxenetización de la vida bajo ideales neoliberales: la defensa de una vida sobre “todas las cosas”, la defensa de “la familia tradicional” e inclusive la defensa sobre el concepto de Estado Nación.

 

Pensaría que Rolnik al tener el contacto directo con Guattari en Brasil y sus intercambios sobre “las cartografías latinoamericanas” dan cuenta de esta problemática, que hay que producirla transversalmente y no como una suerte de “receta”, sino como el análisis epistémico de las producciones semióticas que terminan siendo producciones políticas, orientándose hacia la construcción de nuevos territorios.

 

Uno de los territorios que enhorabuena funcionan para combates y resistencias, serían las prácticas artísticas, y que la experimentación quede bajo la piel, bajo los escombros, en las latitudes, lleno de pulsiones, rizomas dando paso a una revolución molecular. Por consiguiente, Guattari junto con Deleuze construyen el concepto de Máquinas deseantes: como esa idea de que el deseo corresponde a un cierto tipo de producción, que el deseo no es una pulsión de la organicidad, ni algo que al ser trabajado decante como pulsión de muerte, de hecho, que el deseo tiene infinitas posibilidades de montaje. El deseo sería en palabras de Guattari (2020) como el buen salvaje de Rousseau, la contracara de Emilio, pero así mismo como buena máquina puede paralizarse, bloquearse y hasta entrar en implosiones.

 

¿Cuál entonces sería la mirada de Guattari para pensar en estos días llenos de muchos interrogantes sobre los países latinoamericanos y los futuros posibles e imposibles que se están tejiendo?

 

Silva citada por Felipe (2021) en un texto que es propuesto en febrero 2020, antes de la pandemia por COVID-19, produce una articulación micropolítica para poder combatir y preservar la tranquilidad y rareza del deseo latinoamericano. Silva señala que las cuestiones identitarias y decoloniales con las perspectivas feministas, ecologistas, cuir, negras, amerindias, ciborgs y demás, son propuestas híbridas y transdisciplinares que abordan la materialidad de las macro discursividades como dimensiones de combate político.

 

Silva (2020) aborda tres dimensiones del latinofuturismo como una respuesta contestataria sobre la maquinaría capitalística de producción de subjetividades.

 

  1. Especulativa: La fabricación de narrativas futuras que incluyan la existencia de subjetividades Latinoamericanas, como a su vez, las narrativas que provengan por y para Latinoamérica.
  1. Borgeano: Una exploración sobre las temporalidades múltiples: los diferentes tiempos que existen en el territorio latinoamericano e inclusive la lectura sobre la grieta donde la colonia no pudo conquistar.
  2. Apocalíptico: una mirada sobre la destrucción y el fin del mundo como lo conocemos que al final termina siendo una mirada poética sobre el caos.

 

En efecto lo que se intentar ubicar en estas tres dimensiones es que dentro de las tres posturas pueda existir combinaciones y encontrar puntos intermedios de convergencia e inflexiones y que la conquista del deseo sea la conquista de los cuerpos, ya que, si existe una captura del cuerpo como agente político del deseo, es el desplazamiento del espacio político: el deber ser se transforma en poder ser.

 

La micropolítica en tiempos de Paro Nacionales sería un devenir tan profundo donde el páramo, la selva, las playas, los monos, el jaguar, la tortuga, las ciudades atravesadas por los ríos, montañas y pueblos originarios, nos convirtamos en la rareza de esa potencia que no desaparece.

 

Como conclusión, esa rareza del deseo que hablaría Humboldt en un 2022 en medio de un Paro Nacional Indígena, da cuenta de que la palabra convertida en un reclamo al gobierno es el único espacio donde las narrativas dominantes producen tensión sobre esos grupos dominados. Fielmente Deleuze diría las literaturas menores, el devenir menor como un agenciamiento colectivo de transformación.

 

Rivera Cusicanqui (2018), filosofa boliviana propone sobre la multiplicidad del deseo andino y enmarca la noción del significante aymara ch’xi como algo manchado, pintado, en el que se convive lo diferente, puede confundirse, pero no mezclarse. El mismo significante en lengua aymara seria gris manchado: no se desaparece, no se borra, coexiste con contradicciones que es una propuesta que se contrapone contra la idea de globalidades y globalizaciones en términos de producción de subjetividad.

 

La concepción que propone Rivera, es una concepción que no hablaría de una mirada sobre el futuro “prometedor” que los gobiernos intentan de una u otra hacernos creer que existiría una solución totalitaria. Es más, esos tipos de soluciones podrían traernos muchas dificultades a la hora de representarnos, sino que la concepción es “Mirar el pasado para caminar por el presente y el futuro”. Es decir que el pasado de nuestros pueblos pueda ubicarse delante de las enunciaciones del presente.

 

El ejercicio poético-político seria proyectar y luchar sin renunciar a la memoria y la diversidad con esa cuota de rechazos sobre políticas que homogeneizan vidas y producen olvido de los cuerpos.

 

Al final Guattari, con su voz que surgía con unas entrañas que parecían que estaban más afuera que adentro nos recuerda que el devenir político es “saber qué se quiere hacer” y no es hacer un cambio que se piense en globalidades, sino en cambios a nivel de sectores, donde las prácticas y la restauración de la vida interior no quede colonizada, utilizada y olvidada.

 

Bibliografía

  1. Cusicanqui, Silvia, Un mundo ch’xi es posible, Tinta Limón, Buenos Aires, 2018.
  2. Felipe, André., antes que el cielo vuelva a caer: ¿qué futuros el teatro latinoamericano puede imaginar hoy., Sao Paolo, Brasil, 2021.
  3. Guattari, Félix, La Revolución Molecula, Errata Naturae,
  4. __________, Luchas del deseo, Polvora Editorial, Santiago de Chile, 2020.
  5. Kristeva, Julia, El lenguaje, ese desconocido, Editorial Fundamentos, Madrid,
  6. Rolnik, Suely, Cartografías del deseo, Tinta Limón, Buenos Aires, 2005.
  7. Zizek, Slavoj., Viviendo en el final de los tiempos, AKAL, Madrid, 2010.

Leave a Reply