Resumen
El presente texto pretende dos objetivos, por un lado, reseñar el libro más reciente de la filósofa mexicana Sonia Rangel titulado La imagen extática, publicado en 2022, pero, por otro lado, también se intentará indagar en la profundidad de la mirada de la autora sobre las artes y el cine, reconstruyendo el pensamiento que propone en diálogo con George Bataille, y los cineastas con los que establece una interlocución. Su texto no solo otorga herramientas conceptuales para comprender el pensamiento en imágenes de los artistas que analiza, sino que permite al lector acercarse a estos cineastas desde la lógica de la sensación.
Palabras clave: imagen extática, pensamiento en imágenes, experiencia interior, erotismo, transgresión, cine
Abstract
This text has two objectives, on the one hand, to review the most recent book by the Mexican philosopher Sonia Rangel entitled La imagen extática, published in 2022 but, on the other hand, it will also try to investigate the depth of the author’s gaze on the arts and cinema, reconstructing the thought that she proposes in dialogue with George Bataille, and the filmmakers with whom she establishes an interlocution. Her text not only provides conceptual tools to understand the thought in images of the artists she analyzes, but also allows the reader to approach these filmmakers from the logic of sensation.
Keywords: ecstatic image, thought in images, interior experience, eroticism, transgression, cinema
A manera de Introducción
La relación actual entre la filosofía y el arte suele ser complicada, ya que se corren dos riesgos: o se pierde la reflexión en ideas lejanas y categorías teóricas, o se naufraga en la perspectiva radicalmente tecnificada del arte. Pareciera que esto sucede porque se presupone el arte y la filosofía como dos disciplinas separadas, no obstante, la particularidad del libro de Sonia Rangel titulado La imagen extática, publicado en 2022 por la Escuela Nacional de Artes Cinematográficas de la UNAM, es que abre un espacio de reflexión singular en el que indaga sobre el arte, y el cine, en lo particular como una forma de pensamiento.
Su texto no solo otorga herramientas conceptuales, aunque no pierde de vista que en su libro anterior, Ensayos imaginarios, la filósofa mexicana entiende el concepto en sentido deleuziano, donde el concepto guarda una relación íntima con la sensibilidad, y no se queda solo en un frío ejercicio intelectual. A propósito de la propuesta conceptual de Ensayos imaginarios, la autora señala: “Los ensayos aquí reunidos son producto de un largo proceso de pensar las imágenes y generar conceptos que sirvan como “herramientas” o hilos conductores para transitar por ellas. Proceso experimental y experiencial entre las imágenes y los conceptos, intersticio del que brota el pensamiento.”[1]
Esta manera de entender el concepto sigue presente en su Imagen extática, sin embargo, puede verse que hace algo más; los conceptos, además de ser coordenadas que permiten articular los perceptos y afectos de las obras analizadas, son resultado de la lógica de la sensación, son punto de llegada de una experiencia sensible puesta en conceptos, completando así el recorrido filosófico que la autora comenzó en su libro anterior.
El texto de Sonia Rangel recorre el pensamiento cinematográfico de Werner Herzog, Andrzej Zulawski, Marguerite Duras, Philippe Grandrieux y Lois Patiño. Por supuesto, no es la finalidad de este pequeño trabajo pormenorizar en el abordaje que desarrolla en sus páginas, pero sí elaborar una aproximación al pensamiento que se va configurando a través de las imágenes de algunos de estos cineastas desde la mirada de la autora.
Entrar en la caverna
De los muchos elementos sugerentes del texto de Rangel destaca el hecho de que no pretende “explicar” a los cineastas y sus obras, tal vez más preciso sería decir que, como en la película La cueva de los sueños olvidados de Werner Herzog, nos da una antorcha que permite entrar en la caverna a contemplar las imágenes del mundo, ya que ella ve: “[***] al cine como una forma de pensamiento, gesto que a la vez se traduce en un ejercicio de pensar el cine desde el cine, acercamiento que nos permite penetrar en la imaginación, esa forma de pensamiento originario de la que surgen las imágenes del arte.”[2]
Entre las imágenes más poderosas que la filósofa propone a través de su análisis del cine de Herzog se encuentra la experiencia originaria de las cuevas de Chauvet y Lascaux, como una forma de protocine, en donde se deja huella de la experiencia extática, vivida por una subjetividad larvaria que aún se encuentra en la inmanencia, fascinada por la naturaleza. El arte, y el cine en lo particular nos sumergen en la caverna, en las entrañas de Gea, y develan las imágenes de la memoria del mundo, mostrando al viviente humano como parte de un juego de fuerzas que le rebasa. Esta manera de entender la experiencia extática desplaza al viviente humano de la arrogancia de su supuesta centralidad.
Llama la atención el contraste con la figura de la caverna platónica en donde lo ideal es salir de la caverna, sin embargo, y contrario a esto, Rangel nos sumerge en ella para mostrar las imágenes del mundo, permitiéndonos comprender el cine de estos artistas como una experiencia del afuera en la medida que trastoca la percepción sensible del cuerpo-en-el-mundo.
Para la autora, el cine de Herzog es un cine de lo imposible que nos aproxima a una experiencia de lo sagrado en el sentido del pensamiento de George Bataille, ya que las imágenes del cineasta alemán, conllevan la intención trágica de indicar, insinuar un estar-en-el-mundo que es inaprensible por su naturaleza. Pero es precisamente en esta realidad paradójica, en donde el cineasta patentiza la potencia de lo falso, puesto que, contrario a la lógica de la representación de la sociedad del espectáculo en donde la sensibilidad se encuentra capturada por la codificación dominante, para la autora, el cine de Herzog arroja al espectador a la experiencia del no-saber que disloca la imagen unitaria e instrumental que el sujeto tiene de sí mismo y del mundo. En palabras de Sonia Rangel: “Verdad extática, forma de no-saber. Quizá de ahí que los personajes de Herzog tengan problemas de comunicación. ¿Cómo expresar una experiencia que se deja sin palabras? ¿Cómo hablar del misterio, de lo sagrado? ¿Cómo hablar del horror o lo terrible? Ausencia de comunicación no solo como falta del lenguaje, sino como el silencio ante lo indecible, pero también como ausencia de comunidad.”[3]
La imagen extática propuesta por la filósofa mexicana opera como hilo de Ariadna que nos conduce dentro de la cueva por las imágenes con las que la autora conversa, y nos permite conversar como lectores. No obstante, hay que decir que Rangel no se anula en la mirada que propone para acercarnos a los cineastas, sino que muestra la manera en que dialoga con ellos en un juego permanente entre sensación-concepto, en donde profundiza un diálogo con George Bataille en el que aparece constantemente la experiencia interior.
Pensar en imágenes
El pensamiento cinematográfico que articula Rangel a lo largo de las páginas de su libro, se inserta en una problemática que aparece en diversos momentos de la modernidad a propósito de la técnica. Más allá de las dicotomías simplificadoras que afirman o niegan la tecnología, el texto abre una interlocución implícita con Guy Debord acerca de La sociedad del espectáculo, en donde el pensamiento en imágenes de los cineastas que recorre la filósofa, patentiza la potencia de la técnica cinematográfica como una poética que reterritorializa la sensibilidad de cara a mostrar otra posibilidad de habitar el mundo. Lo nocturno, la oscuridad de la sala de cine que lleva a una experiencia primigenia y abre una fisura, genera una línea de fuga, ante la sociedad del espectáculo que opera como captura de la multiplicidad de lo sensible.
La imagen extática, de la que Sonia Rangel da cuenta, se encuentra a la base de la experiencia sensible del cine y se mueve en el territorio de la heterología como un saber de lo completamente otro que trastoca el mundo constituido. De esta manera, aparece el matiz político del pensamiento extático que corre en las páginas del libro de la filósofa, pues la experiencia interior que acontece en esta relación sensible con los cineastas, pone en cuestión la modernidad tradicional, el modo de vida capitalista y sus efectos en la relación que el animal-humano tiene con la naturaleza. La experiencia interior, en el pensamiento de Bataille, no revela nada y no funda ninguna creencia a partir de ella, sino que es la puesta en cuestión del mundo ordinario, que en la fiebre de la angustia se desgarra mostrando una realidad heterogénea e irreductible al intelecto. Es así que la experiencia interior es donde el yo, en su situación cotidiana ante el mundo, se desgarra y abre a un sentimiento de profunda continuidad.
El modo de vida capitalista opera en un conjunto de dispositivos que capturan la sensibilidad, reduciendo el mundo a la lógica de lo útil, la producción y el trabajo. La sociedad del espectáculo instala el reino de lo homogéneo en la sensibilidad a través de las formas de representación que cierran las posibilidades y complejidad de la sensación:
Imagen-extática es un concepto operatorio, múltiple y diferencial a través del cual hemos tejido un hilo invisible (imaginario) entre la obra de Herzog, Zulawski, Duras, Grandrieux y Patiño. Imagen-extática es él afuera de la representación, un juego entre lo visible y lo invisible, entre lo audible y lo inaudible, entre lo sensible y lo insensible, entre el desastre y la dulzura, el espacio-tiempo entre, heterotópico de lo imaginario, el deseo, la sensación y la ensoñación, que se hace sensible en las imágenes cinematográficas.[4]
En el cine que piensa Rangel, ―que sobra decir que no es cualquier tipo de cine―, acontece una desgarradura profunda en la sensibilidad y el mundo homogéneo, para dar paso a lo radicalmente otro, que muestra el juego de fuerzas de la sensación, el delirio de la carne desmesurada y la locura. En su gasto improductivo y su alarde de gratuidad muestra que lo viviente pulsa con anterioridad no humana, y permite dislocar la metafísica del antropocentrismo y la racionalidad instrumental. La imagen extática es la huella de la experiencia interior que disloca la manera en que el sujeto moderno entiende el mundo de las imágenes y sus relaciones con la alteridad, pensar en imágenes implica, para Rangel, la irrupción de lo heterogéneo en donde la dimensión onírica hace parte de una realidad colectiva que permite una comunicación que deja entrever otra manera de habitar el mundo.
En el cine de Zulawski que, en palabras de la filósofa mexicana, aparece como cineasta maldito, las imágenes se mueven en lo que Bataille llama la parte maldita, que hay que entender como la otra cara del mundo en donde aparece el excedente, lo sobrehumano, y da lugar a lo sacrificial. Zulawski devela, la manera en la que aparece lo sagrado en el mundo contemporáneo y reconoce el cine como la potencia que permite esa irrupción extática:
La cara homogénea del mundo está constituida sobre la expulsión de la violencia ―esto es, el régimen del orden del tiempo y de los interdictos―, cuya base es el trabajo, la producción, la ciencia y la técnica, erigiendo así una sociedad de lo útil, dentro de la cual cada individuo vale por lo que produce renunciando a la soberanía. [***] Lo heterogéneo es el mundo sagrado, en donde el gasto improductivo, el derroche y el don encuentran su expresión en la fiesta, el juego, el arte, el erotismo o el sacrificio, pero también en todo lo que la sociedad homogénea expulsa como desperdicio y excrecencia.[5]
Para George Bataille la experiencia interior es lo que, habitualmente, se conoce como experiencia mística, pero arrebatándola de la estructura teológica y la experiencia confesional. Esta experiencia tiene consecuencias más completas y complejas sin las creencias religiosas, ya que, para el autor de El erotismo, los dogmas ponen límites indebidos a la experiencia, lo cual impide que llegue hasta donde ella misma puede. Su región es él no-saber, pues acontece en los márgenes del lenguaje y de la subjetividad constituida, en este sentido, las imágenes de Zulawski son la irrupción de lo imposible para la subjetividad constituida o el yo, el cual entra en crisis mediante la irrupción transgresora de las imágenes que circulan en la obra del cineasta polaco, dando lugar a lo heterogéneo en toda su conflictividad. Sonia Rangel hace el trabajo de guía que nos sumerge en el laberinto del no-saber, en el caos de la sensación que aparece en el cine de Zulawski y nos ofrece elementos, no para encontrar una manera de “explicarnos” las imágenes, sino para sumergirnos en ellas con la conciencia trágica de que la conflictividad experienciada por el espectador es constituyente, y base necesaria del pensar extático del propio Zulawski.
Reflexiones finales
Sin duda, hay que apostar por la experiencia estética inmediata, y los cineastas que son visitados por la filósofa mexicana ya interpelan profundamente la sensibilidad y reterritorializan la percepción por sí mismos, pero con el texto de Rangel, además, es posible iluminar el vigoroso caos de la sensación para sumergirse en él abrazando su realidad incapturable: “Desde mis primeros ensayos sobre cine, la escritura ha sido motivada por la experiencia de los filmes, atravesamiento sensible que como un rayo ilumina un espacio de pensamiento con y entre las imágenes.”[6]
Tal como lo dice Sonia Rangel, el cine da lugar a otro orden estético, ya que hace ver, pensar, sentir y habitar el mundo de manera distinta y más intensa. Los libros de Sonia Rangel, tanto Ensayos Imaginarios, como el recién publicado La imagen extática, junto con sus múltiples artículos, se mueven en el impulso de indagar en la experiencia sensible del cine, que al mismo tiempo es una forma de pensamiento originario. Y es precisamente por el entramado que teje su textualidad que es posible entrever el pensamiento de Sonia Rangel como filósofa del cine.
El lector entusiasta del cine encontrará, en las palabras de Rangel, algunos elementos que le permitirán regresar a estos cineastas con otra mirada y sumergirse en la multiplicidad de la sensación, pero también es muy importante decir que la generosa escritura de la autora, le permite al lector no especializado, aproximarse a estos artistas sin el temor a la complejidad que a veces nos aleja del arte contemporáneo.
Bibliografía
- Bataille, George, El Erotismo, Tusquets, México, 2008
- Bataille, George, La Experiencia Interior, Taurus, Madrid, 1986
- Bataille, George, Teoría de la religión, Taurus, Madrid, 2018
- De la Serna, Ignacio, Del desorden de Dios, Taurus, México, 1997
- Rangel, Sonia, Ensayos imaginarios, Editorial Ítaca, México, 2015
- Rangel, Sonia, La imagen extática, Escuela Nacional de Artes Cinematográficas, UNAM, México 2022
Notas