La hija re-vivida

Ayer en el hospital tomé unas fotos buenísimas. Quise captar una vez más en mis imágenes el horror de la locura y “Rehabilitación”. No me pareció ya tan espantoso porque a través de su ignorancia sostiene lo insostenible, de manera muy torpe, sí pero como me invadió la sensación de “nada se puede hacer”, me sentí flotar en la locura de todos que se mezclaba ahí para finalmente componer una melodía, una especie de himno a la verdad oculta en los rostros desquiciados de los condenados, que no eran ajenos a los terapistas, psicólogos y enfermeros congregados allí, pues cantaban también ese himno sin saberlo. . .

Es mi segunda casa dijo Mary, la rehabilitadora cortadora de pelo, paso más tiempo aquí que en cualquier parte. Y me contó que le pegó un paciente hace unos días, ¡no podía creerlo! ¿Jorge? le
pregunté, sí me descontó, y eso que le esquivé el golpe si no me hubiera noqueado. ¿Quién será Mary para Jorge? ¡Ha convivido al margen de ella tantos años! Muchos pacientes se enamoran de ella, es una mujer bonita que circula por ese gran salón sin saber lo que piensan los que cree que no piensan, los clientes de su peluquería, los locos.

Ese día había fiesta en Rehabilitación y saqué mi cámara, muchos pacientes querían que los retratara ¿Querrían con esto salir de ahí? No me detuve a preguntárselos pero yo creo que sí porque no me pedían la foto, querían irse en mi cámara.

Lala me pidió un cigarro con desesperación. Ya no traigo cigarros le dije y le expliqué que Don Pedro ahora era el encargado de repartirlos. Poco a poco se fue calmando y como si retomase el hilo de nuestra amistad su locura furiosa centrada en su no-lugar, la exclusión familiar y su hija muerta se disolvió en palabras. Me sonrió y su rostro se tornó dulce, se sentó conmigo y le pedí que nos
tomáramos una foto. Sí, me dijo, pero mejor con mi hija Perla . . . Ah, qué bueno que adoptó a Perla Lala.

“No, no la adopté, la encontré, Perla es mi hija verdadera” y su rostro se llenó de júbilo. Perla es mi hija de verdad. La verdad inundó la foto de la madre y la hija y yo me puse detrás. Detrás de ese
saber que construía su verdad para vivir.

 

Carmen Tinajero