La filosofía nunca es súplica, pero sin súplica no existe una respuesta concebible: ninguna respuesta precederá nunca la pregunta, ¿y qué significa la pregunta sin angustia, sin suplicio? En el momento de volverse loco, surge la respuesta: ¿cómo la escucharíamos de otro modo?
Georges Bataille[1]
Resumen
A partir de la deconstrucción como acontecimiento y de la obra Espectros de Marx en diálogo con el pensamiento de Cesáreo Morales se busca señalar cómo la deconstrucción responde a las emergencias actuales. La propuesta es el sujeto borderline como figura-vehículo del acontecer deconstructivo, una especie de recipiente de los espectros que la deconstrucción conjura para abrir posibilidad, de las vías delirantes de lectura-otra que la deconstrucción ha mostrado como vía de dislocación y quiebre de los discursos hegemónicos. Esta figura da una respuesta al porvenir de la deconstrucción como concepto filosófico o método. El borderline, al representar un entre de la locura, apunta a la deconstrucción como la pensó Derrida o su espectro: siendo un acontecer, es posibilidad y una vía de pensar en un porvenir, en lo por-venir.
Palabras clave: Acontecimiento, espectralidad, sujeto borderline, locura, resistencia.
Abstract
Starting with deconstruction as an event and taking the work Specters of Marx in dialogue with the thought of Cesáreo Morales, we try to show how deconstruction answers to contemporary emergencies. The proposal is the borderline individual as a figure or vehicle of the deconstructive event, or as some kind of container of the specters that deconstruction conjures to open the possibilities of the borderline as a vehicle of the delirious ways of different reading that make possible the breaking and dislocation of the hegemonic discourse. This figure gives an answer not to the future of deconstruction as a philosophic concept or method, rather the borderline individual represents an in between of madness, that points to deconstruction as Derrida or his specter thought it. Being an event, it is possibility and a way to think a future and about the future.
Key words: Event, spectrality, borderline individual, madness, resistance.
En el contexto sociopolítico actual parece pertinente preguntarse sobre el porvenir de la deconstrucción. “Esta figura del pensamiento indudablemente contiene una dimensión política, es la lucha contra todas las instancias que centralizan el poder y excluyen la contradicción”.[2] Para comprender mejor tal dimensión política y sus posibilidades de resistencia hay que insistir en que la deconstrucción no es análisis ni crítica, mucho menos un método. “La deconstrucción es un acontecimiento que no espera la deliberación, la conciencia o la organización del sujeto”.[3] Pensemos a la deconstrucción como una andadura,[4] que en todo caso apunta a la transgresión.
El pensar el por-venir, eso que viene y no se ve, arranca desde la imposibilidad, desde su no-lugar: el quizá. Lo que viene y no se ve no se vislumbra, es el acontecimiento de lo incontrolable. Se puede pensar al por-venir como un devenir espectral, dicha condición le vuelve posibilidad, es algo otro. El acontecimiento, la posibilidad de este, es la única salida a la ruptura, a la disyunción que ha ocurrido en esta no-época,[5] que se caracteriza por el desorden y que aspira a vivir en el ordenamiento del caos. Un acontecimiento debe darse desde el por-venir. El acontecimiento, la posibilidad de su llegada arriba como lo imposible mismo y como la improbable posibilidad de lo imposible, es el porvenir mismo. “El porvenir sólo puede anticiparse bajo la forma del peligro absoluto. Rompe con la normalidad constituida y, por lo tanto, no puede anunciarse, presentarse, sino bajo el aspecto de monstruosidad”.[6] El único acontecimiento posible es el acontecimiento imposible. Emergido en las conjuraciones, en los no-cuerpos espectrales de los espíritus, en la conjugación de transgresión-acción y transgresión-pensar, en nuevos ordenamientos, en los intersticios, en lo erótico, en lo inefable. Sólo el acontecer y su asedio, su inminencia, harán un por-venir y superarán la aporía del vivir-juntos. El acontecer debe amenazar lo que nos amenaza y, a su vez, debe ser indecible como el por-venir mismo.
La deconstrucción es radicalmente política; como estrategia transgrede los órdenes hegemónicos para mostrar que lo dominado, excede y constituye a lo que domina. La deconstrucción opera en y con el entre, de lo mismo y lo otro, del centro y la periferia, de lo interior y lo exterior. Esta andadura (como la denominamos antes) permite que se vea lo que trastorna y disloca, tarea para la que Derrida se vale de los indecidibles.[7] Los indecidibles “son una amenaza: aguijonenan la comodidad de creer que habitamos un mundo gobernado por categorías decidibles. […] [C]onstituyen el contramovimiento del dominio filosófico del sentido”.[8]
Dentro de estas amenazas (indecidibles) encontramos la idea de différance que busca expresar las condiciones de posibilidad e imposibilidad que poseen todas las palabras y conceptos. La différance es apertura y también es subversión; insinúa y señala experiencias-otras del asedio. “Da lugar a una fantasmalogía del ‘yo’ estresado, violento y fuera de sí junto con una espectrología del ‘vivir juntos’”.[9] Se le puede pensar como una “política de lo posible asediada por lo imposible”.[10] La différance es otro orden que injerta una disyunción, que arrastra al pensamiento y a la política al extremo, a trastornarse y tornarse en un no-pensar y una no-política no determinada y que se refuta constantemente. También es la estrategia de lo abierto, del entre, del juego. Es acontecimiento y exceso. Es “diferanciamiento de la diferencia, dar otro tiempo y otro espacio al otro, destemporalización y desespaciación. […] [B]atallar en la diferancia del otro y del ‘vivir juntos’, disyunción y sistema de disyunciones ‘juego de fuerzas’ de sociedad y poder”.[11]
El acto performativo que representa el acontecer deconstructivo y sus implicaciones de re-lectura y re-pensar no deliberados, ni planeados como resistencia son, no obstante, revolucionarios, resisten. En este marco surge una propuesta: la figura del sujeto borderline como vehículo del acontecer deconstructivo, una especie de recipiente de los espectros que la deconstrucción conjura para abrir posibilidad de las vías delirantes de lectura-otra que la deconstrucción ha mostrado como vía de dislocación y quiebre de los discursos hegemónicos. El sujeto borderline como encarnación espectral de la différance, como un singular en su radical diferencia, diferencia, como posibilidad ante el no-paso y sobre todo, figura (mesiánica tal vez) que lleva en su devenir la posibilidad imposible, del (los) acontecer(es), de resistencia y creación. Pero ¿quién es el borderline?
El sujeto borderline aparece cuando la psiquiatría se halló ante una imposibilidad. No encontraba lugar para la excesiva singularidad de éste en las categorías usuales de psicosis o neurosis, necesitaron construir un loco[12] más, necesitaban tratar de imponer una categoría al entre que por sí solo representa. Tal elemento atribuible a la locura se constata en la definición de la patología o trastorno de la personalidad, que se le ha atribuido al borderline:
“Borderline personality disorder is a chronic psychiatric disorder characterized by marked impulsivity, instability of mood and interpersonal relationships, and suicidal behaviour that can complicate medical care”.[13] “[C]onsistent pattern of functioning and behaviour characterised by instability and reflecting a disturbed psychological self-organisation”.[14] “Borderline personality disorder is characterised by a pervasive pattern of instability in affect regulation, impulse control, interpersonal relationships, and self-image. Clinical signs of the disorder include emotional dysregulation, impulsive aggression, repeated self-injury, and chronic suicidal tendencies, which make these patients frequent users of mental-health resources”.[15]
Hay que hacer una reivindicación. El borderline, este singular que reside en las orillas marginales, en el confinamiento del hospital psiquiátrico y de las terapias farmacológicas, es el flujo de un pensamiento de resistencia. “Pensar es transgredir”,[16] y en ese sentido, este sujeto es la culminación de la transgresión-pensar y de la transgresión-acción, pero también de la différance, es un indecidible, un entre diferante que abre posibilidad. El sujeto borderline es un intersticio. Tal vez este loco fue construido por el mismo orden totalizador, pero como marginado constituye y desborda lo que lo margina; esto le proporciona pensarlo como vehículo de la estrategia deconstructiva.
El borderline posee una sensibilidad distinta y se mueve en el exceso, en el impulso y en el salto. Las afirmaciones respecto a su pathos que señalan su incapacidad para controlar sus impulsos, su inestabilidad emocional y su tendencia a la búsqueda del dar(se) la muerte, no son sino lo que lo constituye como vía (agente) de la deconstrucción. La muerte es el único límite que conoce y del que tiene una radical aceptación. La muerte representa el límite hacia el que su salto siempre intenta llevarlo y por esa misma condición, su creatividad y potencia (de dislocación, desviación, apertura) es ilimitada. Representa el “pensamiento imposible, [la] vida-exceso, [es el] singular que ‘se da miedo a sí mismo’, [que asume la totalidad] de la violencia, el dolor, lo sagrado y la muerte”.[17] Se ha autoinmunizado, no es amenazado. En un ejercicio de poiesis y auto-poiesis ha logrado re-crearse abrazando el dar la muerte y sin temor lo ha tornado en un dar(se) la muerte. Asume “su propia muerte,a saber, la única cosa del mundo que nadie puede dar ni quitar”[18] y entonces, la amenaza para él sólo representa el motor de la creación, de la transgresión, de pensar y re-pensar, de re-lectura; es el motor que le abre la posibilidad, al haberse auto-inmunizado a través del riesgo auto-infligido, del acontecimiento; y es su capacidad de echarse sobre el enemigo primero (la amenaza contra la vida)lo que le coloca en el devenir espectral como la línea de fuga que lleva sobre sí la posibilidad, un por-venir, quizá por ello es la figura vehículo de la deconstrucción. A partir de esta estrategia necesitamos generar un pensamiento de la (no)política, que inevitablemente sería uno de la inseparabilidad en el vivir-juntos de la vida y la muerte. El sujeto borderline al siempre estar en esa zona inseparable de ambas, representa el intersticio de posibilidad, de una otra-(no) política.
Borderline como singular diferante, como différance estructural de la subjetividad y del poder, logra expresar el yo como otro, que abre un otro-vivir juntos.
“Anormales, locos, mudos y sordos, tartamudos y balbuceantes, lejanos, no sólo son incapaces de sostener el “horizonte de humanidad” sino que lo alteran, desordenan y abisman. […] [A]rruina[n] el “poder-de-expresarse” y la lógica general del “nosotros” del poder. En la fiesta de la humanidad irrumpe la potencia no humana de la vida. El lenguaje abandona su transparencia y pende de sus desfiguraciones, no dice ni muestra, lenguaje loco, enmudecimientos, indiferencia del sordo a la interpelación. […] El pensamiento piensa de otra manera, desde el cuerpo aguijoneado, desde la memoria de lo inmemorial y del sin-mañana, desde lo que excede”.[19]
Representa un desgarramiento en sus máximas consecuencias, différance del resistir. El sujeto borderline se irrelaciona, es vía de exceso, de acontecimiento sin más y se encuentra desacomodado, disyunto. El sujeto borderline está out of joint, por ello su irrelación con vida, muerte, cuerpo e intersubjetividad. Esta figura (se) deconstruye, juega con ¿el lenguaje, el pensar, el vivir? El cambio (desfiguración) que en este sujeto es representado por su hipersensibilidad y ausencia de límites, es análogo al cambio de la e por la a en différance.
En los márgenes, o más bien en los intersticios, los borderline:
“[V]iven la calma del sin-poder, su existencia es carne y sangre del día soleado y de la noche de luna llena, señalan el abismo pero no se proclaman “los frágiles como frágiles”, “los frágiles en cuanto tales” como lo hacen “los hombres en cuanto hombres” que los excluyen. No se sienten frágiles sino todopoderosos en la corriente de la fragilidad. […] No hacen de la fragilidad poder. A través de su potencia ya han ganado múltiples batallas, lo siguen haciendo, y sin palabras de su cuerpo exultante anuncia lo que viene”.[20]
La inseparabilidad vida-muerte que ha sido abrazada en su totalidad por el borderline en su ir más allá, en su capacidad de imponerse frente al no-paso por la vía intersticial, es lo que le otorga su potencia (deconstructiva) necesaria para enfrentar las aporías del no-ordenamiento actual, el no-paso; y es que sólo “[d]os cosas son inevitables: no podemos evitar morir, y no podemos evitar tampoco ‘salir de los límites’. Morir y salir de los límites son por lo demás una única cosa”.[21] Entonces es en ese regusto de muerte, de necesidad de salir del límite, de deconstruir (se) [y] a los ordenamientos hegemónicos, que coloca en la “espalda” de este singular-exceso la posibilidad del por-venir y de aquel acontecer o de su simple posibilidad. “Más allá de la muerte, en efecto, comienza lo inconcebible”,[22] lo indecible, el por-venir, eso que viene y no se ve.
El no-paso y la no-inmunidad parecen un obstáculo para el por-venir, representan un impasse en el que lo único que se ve venir es muerte (sin su condición de posibilidad- deconstructiva) y amenaza (que provoca quietismo en lugar de ser motor transgresivo). Hay que enfrentar esta condición, hay que “[g]olpear con la cabeza, manos y pies, con todo el cuerpo, el muro aporético, pues de esta otra política la única condición es ésa, el no-paso”.[23]
Si el vivir juntos se tensa en la búsqueda de posibilidad (inseparable de la imposibilidad), si es en este movimiento donde se encuentran la posible (no) política, entonces tomemos la desviación que representa el sujeto borderline y conjuremos. Conjurar implica una alianza, conspiración, neutralizar una hegemonía, derrocar un poder. El conjurar-prestar juramento- asumir responsabilidad es un compromiso performativo, de acción. En la conjuración se da la promesa de justicia, de trabajo, espectralmente se re-interpreta a partir de todos los sentidos de conjuración, se re-lee, re-piensa y re-crea. Hay que conjurar a los espectros, re-pensarlos. Conjuremos a Marx y a toda la crítica espectral, a los locos que en su devenir espectral llevamos detrás, para generar una nueva política, una NO-POLÍTICA, una de la promesa y la posibilidad, que surja de “la irrupción de lo viviente y de los excluidos”,[24] de los marginales y del loco, cuyo movimiento espectral (vaivén del que es y no es) engendra el imposible y lo posibilita.
The time is out of joint, lo advierte Hamlet, Derrida y Morales. La desarticulación, la disyunción en la que la vida trata de resistir, la han advertido muchos, los locos a los que el encierro les ha arrancado la voz, el sujeto borderline cuya reivindicación hemos emprendido. “[A]l indicar la oscilación entre no-paso y acontecimiento, estos fantasmas lanzan voces de advertencia desde el interior y en el afuera del torbellino vida/muerte”.[25] Se requiere de la sensibilidad del singular-exceso para no negar y aceptar en su radicalidad el vínculo innegable entre vida y muerte como la única forma de no padecer la no-inmunidad. El borderline que en este acto conducido por la andadura deconstructiva y espectral retomamos como figura de la resistencia en los intersticios, ha sufrido una reducción de su principal cualidad, la autoinmunización en la auto-exposición a la muerte, de parte de la psiquiatría, a una actitud suicida irracional y discapacitante; ocultando así su cualidad diferante.
Es necesario señalar el porqué del énfasis en el carácter intersticial de todo lo mencionado: “la política deconstructiva no se deja asimilar al pensamiento revolucionario (que piensa en sentido teleológico, que parte de un origen y hacia un fin), la deconstrucción busca dislocar, desplazar, diferir, acontecer”.[26] Por ello es que en este desarrollo el vehículo de resistencia que puede ser el borderline desde un acontecer deconstructivo, es pensable en términos de resistencia intersticial.[27] Pero el borderline no puede posibilitar la posibilidad por sí solo. Necesita el devenir espectral. Requiere re-leer, re-pensar, re-crear y no lo hace solo, necesita “[h]ablar del espectro, con el espectro, ‘devolverle la palabra, aunque sea en sí, en el otro, al otro en sí’”.[28] Ambos “[u]rgidos por disyunción, violencia, crisis, caos, sin tiempo, no-hoy, no-hoy, ‘por favor’”,[29] se comunican, se han llamado en la forma de lo imposible y conjurado en la inminencia, lo que viene, por-venir, la desmesura, lo invisible, ¿lo imposible?, el desquiciamiento out of joint. Necesitamos la acontecibilidad del acontecimiento para un por-venir. La posibilidad de este es lo que proviene de él y va hacia él: inyunción. Lo que abre el movimiento hacia y del por-venir es la inadecuación (por ello la irrupción del loco), el caos de este tiempo que se encuentra dislocado.
La vida y la muerte se explican en función al otro, a la inyunción que requiere también de este reconocimiento del otro, pero ésta y el espectro se dan en un ser que no es. Por su relación con la no-temporalidad, no hay un presente o pasado, mucho menos futuro, hay una inyunción en la disyunción temporal. El espectro se da en la anacronía. “Enter the ghost, exit the ghost, re-enter the ghost”.[30] El espectro posibilita el acontecimiento, pero la posibilidad de ese acontecer inicia con la inminencia de este, la re-aparición (de la cual no se sabe si en realidad posee ese [re]) abre la línea de la posibilidad, lo inminente del acontecer es espectral, una inyunción, es en ella donde el borderline puede involucrarse en el devenir espectral.
El sujeto borderline y todos los espectros que su figura conjura acontecen deconstruyendo; la simple inminencia de su posible aparición-(re)aparición de algo inclasificable en la locura estándar- inminencia del entre, posibilita. El vivir normalizado al que el borderline se afrenta en el juego es la re-lectura, una lectura-otra delirante. La différance del borderline siempre asedia, amenaza con su extremo otro- al otro, es un delirio de otredad diferante.
El por-venir emerge en una inyunción y ésta difiere para afirmar, pero sólo lo hace para mantener en la posibilidad de ser y no, la venida del acontecimiento-por-venir. La inyunción, busca a través de la posibilidad y en como lo hemos pensado con la transgresión del borderline, transformarse en vehículo de la posibilidad imposible, para rearticular y superar las aporías. La dislocación temporal debe resultar inarticulable. Ésta sostiene también la posibilidad de que cualquier determinación, incluso temporal, nos arrastraría al totalitarismo. Hay que navegar en la espectralidad, en la promesa, en la llamada imposible del acontecer.
En el por-venir, en la apertura a posibilidad, debe poder erigirse una nueva NO-política, lo que puede ser es la esencia de la política misma. Las posibilidades de la diferencia, de la multiplicidad, deben abrir la vía de transformación de la experiencia de lo político, liga de posibilidad e imposibilidad. El sujeto borderline puede ser un vehículo espectral (mesiánico) para esto. En la propuesta mesiánica de Derrida, el mesías es y no es, es el espectro y la promesa de su asedio lo que se considera como el mesías. Es el acto performativo, es decir, la interpretación-transformación, la transgresión-pensar-acción. Este acto performativo constituye entonces la fuerza mesiánica que reivindica la posibilidad del por-venir. Consideramos al sujeto borderline como una figura del mesianismo derrideano, ya que también se encuentra en un entre, es y no es, está (si es que está) en un devenir deconstructivo permanente. Es como lo piensa Derrida, la posibilidad misma,nada lo limita.
Tal vez el no-paso, las aporías, el caos, nos permitan a través de las lecturas-otras asumir la sinrazón, esa razón-otra, como nueva forma de pensar, como ímpetu creativo. Por eso todo este pronunciamiento en torno a la posibilidad de un por-venir, del acontecimiento, de lo que viene y no se ve, ha tenido una inclinación de transgresión, de resistencia. Para esto se necesita a las diferencias, a los singulares de la radicalidad, al singular-exceso, al sujeto borderline, que en su potencialidad creativa-deconstructiva, re-crea y re-configura pensamiento. Se necesita ese loco que se ha des-subjetivado y deconstruye en un movimiento permanente su no-subjetividad, desde una différance, desde el exceso y lo imposible.
El por-venir está en y es lo imposible. Allí en los rincones del caos del pensar de algún filósofo, hay otro pensamiento de resistencia. En las habitaciones de los hospitales, bajo el adormecimiento y el encierro, está el loco, el borderline, culpado por su singularidad-exceso, conteniendo su transgresión. Habría entonces que liberarlos, que devenir en singulares de la transgresión, apelar al devenir-borderline. Re- pensar a la propia deconstrucción, conjurar sus espectros, a alguno de los espectros del propio Derrida. Re-pensarla como ese acontecer irreductible de différance incontrolable que arrasa. Reivindicar todo lo que posee un movimiento-otro, a lo que se arrastra en el intersticio. Arrojarnos a lo abierto, al juego. Pensar que el indigente, el esquizo, borderline, son agentes creadores, son singulares que radicalizaron su diferencia y resisten, que son manifestaciones de distintos órdenes de la subversión. Al final y en la mitad de esta no-época y no-orden y todo eso indefinido precedido por el “no-” que abre posibilidad, sólo tiene algo posible como bien apuntaba Bataille: “Nous n’avons d’autre possibilité que l’impossible”.
Bibliografía
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- ______________, Tras la huella. Hacia la hiperpolítica.
- Yébenes, Zenia, Breve introducción al pensamiento de Derrida, UAM, México, 2008.
Notas
[1] Bataille, La experiencia interior, ed.cit., p. 58.
[2] Peter Krieger, La deconstrucción de Jacques Derrida (1930-2004), ed.cit., p. 180.
[3] J. Derrida, El tiempo de una tesis, ed.cit., pp. 25-26.
[4] J.Derrida, La dissèmination , ed.cit., p. 301.
[5] C. Morales, ¿Hacia dónde vamos?, ed.cit.
[6] J. Derrida, De la gramatología, ed.cit., p. 27.
[7] Z. Yébenes, Breve introducción al pensamiento de Derrida, ed.cit., p. 33.
[8] Idem.
[9] C. Morales, Ir. Variaciones sobre Jacques Derrida, ed.cit., p. 67.
[10] Idem.
[11] J. Derrida, La différance, ed.cit., p. 7.
[12] “[L]o que caracteriza al loco, el elemento por el cual se le atribuye la locura […] es la insurrección de la fuerza, el hecho de que en él se desencadena cierta fuerza, no dominada y quizás indominable.” en C. Morales, Tras la huella. Hacia la hiperpolítica, ed.cit., p. 17.
[13] v. Joel Paris, “Borderline personality disorder”, en Canadian Medical Association Journal, 7 junio 2005, vol. 172, no. 12, (http://www.cmaj.ca/content/172/12/1579.full) consultado el 6 de abril de 2017.
[14] v. National Collaborating Centre for Mental Health (UK), Borderline Personality Disorder: Treatment and Management, British Psychological Society, Leicester, 2009, (http://www.ncbi.nlm.nih.gov/books/NBK55415/) consultado el 6 de abril de 2017.
[15] v. Klaus Lieb, et al., “Borderline personality disorder”, en The Lancet, vol. 364, 2004, (http://www.sciencedirect.com/science/article/pii/S0140673604167706) consultado el 6 de abril de 2017
[16] Morales, Fractales. Pensadores del acontecimiento, ed.cit., p. 94.
[17] Ibídem, nota 1, p. 10.
[18] Derrida, Dar la muerte, ed.cit., p. 49.
[19] Morales, Ir. Variaciones sobre Jacques Derrida, op.cit., p. 112.
[20] Ibídem, p. 113.
[21] Bataille, El erotismo, ed.cit., p. 146.
[22] Ibídem, p. 147.
[23] Morales, ¿Hacia dónde vamos?, op.cit., p. 38.
[24] Ibídem, p. 39.
[25] C. Morales, Fractales. Pensadores del acontecimiento, op.cit., p. 44.
[26] Z. Yébenes, Breve introducción al pensamiento de Derrida, op.cit., p. 121.
[27] v. Pablo Lazo Briones, Crítica del multiculturalismo, resemantización de la multiculturalidad. Argumentación imaginaria sobre la diversidad cultural. A lo que hacemos referencia con resistencia intersticial, es al concepto propuesto por Pablo Lazo a partir de la política intersticial de Simon Critchley. Lazo dice sobre la resistencia intersticial: “no defiende cíclicamente o real en un lugar simbólico o real […] no es cíclica ni ostensible en su estrategia de oposición, sino influyente y sutil: con tácticas casi invisibles para un dispositivo panóptico de poder, sabe fluir y colarse por entre las contenciones y enmurallamientos de su armadura, no se propone como “anti”- (anti-institucional, anti-democrática, anti-fascista, etc.), como elemento de oposición frontal, sino, diremos aquí siguiendo una insinuación derrideana, se propone como estrategia deconstructiva de “dislocamiento” del sistema desde su interior. Es por esto que es inventiva, creadora de recursos de desviación o redireccionamiento de los discursos y disposiciones verticalistas del poder. […] La resistencia intersticial con sus permanentes tácticas de reinvención de los sentidos, de los discursos, las disposiciones políticas y normatividades […]”.
[28] Derrida, Espectros de Marx, ed.cit., p. 196.
[29] Morales, Ir. Variaciones sobre Jacques Derrida, op.cit., p. 177.
[30] Derrida, Espectros de Marx, op.cit., p. 25.
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