Editorial 28

Hablar del ser humano no es cosa sencilla. Aún se presente, y sea pensado, como una unidad, las diferentes dimensiones en las cuales se va “fragmentando” toda su existencia nos hacen difícil pensar su identidad, considerando la ya aclarada imposibilidad de seguir hablando de una esencia de lo humano. Sin embargo, no pueden pararse los necesarios intentos de seguir pensando el hombre, manteniendo siempre bien firme el hecho de que el pensamiento, a pesar de su posibilidad de dirigirse hacia otras cosas, siempre tendrá que hacer referencia al sujeto que piensa. Aquel ser que se descubre, y sigue descubriéndose, en su relación y diferencia con el mundo; surgiendo de la diferencia, pensando a sí mismo como continua diferencia. Así, en este número dedicado a la antropología filosófica, al cual ha participado un conjunto de estudiosos de diferentes procedencia, hemos intentado describir el reto que todavía pone al pensamiento la “cuestión del hombre”, y analizar como la lucha “entre pensamiento y vida” se va encarnando en diferentes dimensiones y concepciones de la existencia. Si la antropología filosófica necesita, hoy en día, una revisión profunda de su estatuto, a la luz de las nuevas concepciones interculturales, de los nuevos aportes de la fenomenología, de los avances de la ciencia, y de posibles y fecundas comparaciones, todo esto implica, por un lado, la necesidad de superar los viejos paradigmas y, por otro, el deber de volver a pensar el estatuto del ser humano según perspectivas capaces de individuar presupuestos más fundamentales y explicativos. Los artículos que componen el dossier no tienen el intento de proponer una solución definitiva a estos problemas, pero si quieren encarnar una señal hacia las nuevas rutas que habrá que emprender.

Stefano Santasilia
Editor invitado

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