La explicación kantiana sobre la experiencia ofrecida en la Crítica de la Razón Pura es quizá una de las más célebres versiones filosóficas acerca de la interdependencia entre sujeto y objeto o conocedor y conocido. En suma, la importancia del aporte kantiano está en destacar la relación de interdependencia entre la posibilidad de experiencia de objetos y la posibilidad de autoadscripción de experiencias por parte de un sujeto cualquiera. No obstante el anterior reconocimiento, es importante preguntarnos: ¿cuál es la concepción del sujeto que propone Kant? De manera más precisa, debemos indagar si la versión kantiana involucra, dentro de su descripción, un concepto de sujeto de experiencias con una “persistencia o continuidad material”, con una presencia ordinaria que refiera a una primera o tercera persona. La respuesta es negativa, por lo menos para John McDowell, cuya crítica es la que principalmente nos ocupa aquí; además de algunos elementos que introduciré de la lectura de Peter Strawson sobre el tema.
A continuación, para contextualizar, revisaré el planteamiento original kantiano que da lugar a las observaciones críticas de McDowell.
Kant
El análisis del problema en Kant debe ubicarse en la idea del “yo pienso”. La idea de que “el ‘yo pienso’ tiene que poder acompañar todas mis representaciones” (B131)[1]
La anterior afirmación puede interpretarse, en algún sentido de forma trivial, como una manera complicada de expresar la idea de que todos mis juicios son míos. De otro modo, algo menos trivial, puede interpretarse como que todo juicio debe poder atribuírsele a un sujeto. En otras palabras, esto quiere decir que si, para cualquier juicio ‘y’, debe ser posible adscribir ‘y’ a algún sujeto, entonces debe ser posible que éste formule una proposición verdadera como ‘yo pienso que y’.
La consecuencia de no aceptar el anterior principio, que Kant denomina el principio de la necesaria unidad de la apercepción, sería el sinsentido o, en palabras de Kant, “sería representado en mí algo que no podría ser pensado, lo que equivale a decir que la representación, o bien sería imposible, o bien no sería nada para mí”. (B131) El pensar tomado por sí solo es únicamente la función lógica, pura unidad que posibilita, en este sentido es trascendental, la combinación de lo múltiple de una intuición meramente posible. Con él no me represento a mí mismo ni como soy, ni tampoco determinado por alguna categoría, sino que me pienso sólo como un objeto cualquiera en general, de cuyo modo de intuición prescindo. Si me represento como sujeto de los pensamientos, este género de representación no significa la categoría de sustancia o la categoría de causa, pues estas son las funciones del pensar aplicadas a nuestra intuición sensible. Kant específicamente habla de la posibilidad de pensar al sujeto de experiencias como un objeto en general y, por tanto, sin pensarlo como algo dado en lo relativo a su modo de existencia o en alguna intuición sensible, lo que significa que no puede ser pensado en términos de los conceptos puros del entendimiento, conceptos aplicables precisamente a lo dado en alguna intuición sensible, y así sólo cabe la posibilidad de concebir la identidad del sujeto de experiencias como la identidad de un ser pensante.[2]De ahí la siguiente afirmación: “En la conciencia de mí mismo, en el caso del mero pensar, soy el ser mismo, pero, naturalmente, nada de él me es dado todavía al pensamiento”[3] (B 429)
En otro contexto, en los Prolegómenos, plantea el problema diciendo que: “la naturaleza específica de nuestro entendimiento consiste en pensarlo todo discursivamente, esto es, por conceptos, y en consecuencia, por meros predicados, para los cuales debe faltar siempre, por tanto, el sujeto absoluto”.[4] Con lo cual, Kant parece confirmar la imposibilidad del conocimiento de este sujeto. “La identidad de la conciencia de mí mismo en diferentes tiempos es…solamente una condición formal de mis pensamientos y su coherencia, y no provee la identidad numérica de mi sujeto…” (A 363)
McDowell
Para McDowell, el sujeto kantiano de la primera crítica es un sujeto ‘extraordinario’ (trascendental, dirá Kant) que no se alcanza a concretar en un concepto material de un sujeto: “La continuidad temporal subjetiva …se reduce a la continuidad de un mero punto de vista, y no, aparentemente, a una continuidad sustancial”[5] La importancia de la crítica del filósofo norteamericano radica en enfatizar que la inclusión del concepto de un sujeto con una “persistencia o continuidad material” permitirá a Kant liberar su teoría del marco distorsionante en el que pretende expresarla, así como lograr que su versión sobre la conexión entre autoconciencia y conocimiento del mundo tome una forma satisfactoria.[6]
La crítica de McDowell puede comprenderse a partir del interés del autor por reinterpretar el concepto aristotélico de segunda naturaleza. El propósito de McDowell es dar cuenta de cómo es posible y plausible hablar de nuestras capacidades conceptuales en un sentido natural -”Cómo puede la espontaneidad ser, en algún sentido, no natural y todavía estar inextricablemente implicada cuando nuestras capacidades sensoriales son activadas”-[7] En otras palabras, puede plantearse el cometido de McDowell como un intento por ofrecer una lectura naturalista de la versión kantiana sobre el proceso de construcción del conocimiento o de la experiencia.
Sin intentar ser exhaustivo en la formulación original, la noción aristotélica de segunda naturaleza tiene como su paradigma a las virtudes intelectuales que corresponden a la partecalculativa[8] del alma racional. El paradigma de virtud de esta parte calculativa es la phrónesis: “(la prudencia) tiene que ser, por tanto, una disposición racional verdadera ypráctica respecto de lo que es bueno y malo para el hombre.” [9] Es, pues, una sabiduría práctica, cuyo papel, en el concepto que le interesa a McDowell defender, es el de intervenir en el proceso de maduración de los sujetos, como una forma de iniciar las capacidades conceptuales. La idea general que tiene el autor es que cualquier sujeto no puede participar en el espacio de las razones a menos de que adquiera una segunda naturaleza.[10]
La crítica de McDowell sí es capaz de encontrar en Kant el concepto de naturaleza sólo que al interior de la idea más general del reino de la ley, esto es, el concepto de naturaleza que fue acuñado en paralelo con el nacimiento de la ciencia moderna.
La evaluación de McDowell tiene que concluir afirmando que el concepto de la ‘unidad trascendental de la apercepción’ es un concepto que un sujeto tendría que poder emplear para concebirse a sí mismo como un ser vivo. De alguna manera, en una formulación que contradice a Strawson en su análisis sobre el alma en el capítulo 6 de Los Límites del Sentido, la idea de McDowell es que si el concepto en cuestión no puede ser utilizado en una posible biografía o autobiografía de un sujeto empírico, entonces tal concepto es inútil.
La consecuencia más desastrosa para los propósitos de la primera crítica kantiana es, sin embargo, que es imposible sostener que en el mundo empírico, un mundo espacio/temporal y causalmente articulado, el sujeto que piensa es el mismo que el sujeto que camina.
Strawson
La lectura más influyente, desde la tradición analítica, de la Crítica de la Razón Pura es sin disputa la realizada por Peter Strawson en Los Límites del Sentido. En su interpretación del problema en cuestión, Strawson se percata que el concepto de la ‘unidad trascendental de la apercepción’ no es capaz de suministrar la totalidad de condiciones de uso de un concepto de sujeto empírico. Es decir, cualquier uso del concepto de sujeto empírico requiere de criterios de identidad o individuación que sean empíricamente aplicables.
Si bien Strawson observa con acierto que Kant apenas hace alusión a un concepto de sujeto empírico, y al hecho de que el concepto de identidad personal lleva consigo criterios empíricamente aplicables a un sujeto de experiencias; no obstante, Strawson, intenta explotar sobremanera esta alusión, ubicándola en la siguiente cita de Kant: “Su permanencia (la del alma) durante la vida es, por supuesto, evidente, dado que el ser pensante (como hombre) es también objeto de los sentidos externos”. (B415) Lo que sugiere Strawson es que, después de todo, hay un concepto de un sujeto de experiencias:
Este concepto suministra una base absolutamente firme para el usogenuinamente referido a un objeto, de los nombres y pronombres personales en oraciones en las que los estados de conciencia, las experiencias internas, se adscriben a los sujetos que se refieren pormedio de los nombres o los pronombres…[11]
La idea que Strawson sostiene es que en la autoadscripción de experiencias no se involucran, o quizá no es necesario explicitarlos, criterios de individuación: “Cuando un hombre (un sujeto de experiencias) se adscribe a sí mismo un estado de conciencia en curso o directamente recordado, no se requiere en absoluto el uso de ningún criterio de identidad personal para justificar el uso que hace del pronombre ‘yo’ para expresar algo del sujeto de esa experiencia”[12]. Es decir, cuando me adscribo una experiencia no realizo individuación alguna de un sujeto. Según Strawson, el pronombre ‘yo’ puede usarse sin criterios de individuación y, sin embargo, referir a un sujeto porque…”incluso en tal uso, no se anulan en la práctica los lazos con esos criterios”[13] La posibilidad de hacer adscripciones de predicados mentales en primera persona sin criterios de individuación, y en tercera persona con criterios de individuación no están truncadas en la práctica, y no lo están porque tanto las adscripciones en primera como en tercera persona se hacen a propósito de la misma clase de individuos, o personas, que para los intereses del mismo Strawson son términos equivalentes. [14]
La evaluación de la lectura strawsoniana sobre Kant nos conduce a concluir que ésta no logra liberar al concepto de la ‘unidad trascendental de la apercepción’ de su carácter formal. No lo logra porque, siguiendo a Kant, no es posible derivar ningún contenido epistémico de tal concepto, ya que la ‘unidad trascendental de la apercepción’ no brinda, de hecho, conocimiento de nada.
El referente en las proposiciones expresadas en primera persona o tercera persona, como las que refieren a estados subjetivos, es indudable para Strawson pero debemos decir que con ello no ha resuelto el desafío inicial de McDowell. Y no lo ha resuelto, porque si el desafío de McDowell es real, la verdad que expresan proposiciones en primera persona como ‘yo tengo dolor de cabeza’ o ‘yo escribo un ensayo filosófico’ exige que haya un sujeto empírico consistente que, como diría Wittgenstein, muestre manifestaciones naturales (conducta) al expresar proposiciones como las anteriores y que este tipo de manifestaciones son pertinentes para determinar la verdad que expresan estas proposiciones.
En otro contexto, en ReferingtoOneself, el propio McDowell tiene una crítica a esta lectura strawsoniana sobre el problema en cuestión. Según McDowell, los propósitos de Kant al expresar el pronombre ‘yo’, dentro de la idea acerca del “’yo pienso’ que debe acompañar todas mis representaciones”, no sustenta la afirmación de una intuición de un sujeto como objeto. El ‘yo’ que expresa la unidad de la conciencia no refiere. El uso empírico del ‘yo’, en contraste con el uso trascendental, figura en la sección sobre los paralogismos solamente para acentuar que ese uso está fuera de los límites del psicólogo racional. “…el ser pensante (como hombre)…” no es introducido por Kant como un referente de sus propios usos empíricos del ‘yo’. [15]
Conclusiones
Parece claro que no es posible encontrar en el contexto de la primera crítica el concepto de segunda naturaleza o de un individuo empírico con una continuidad material que pide McDowell. La crítica de este autor al respecto es puntual. Los intereses kantianos, sin embargo, son claros, ante la pregunta sobre el tipo de sujeto que es el sujeto pensante no tendríamos nada que decir. Por otro lado, ante la pregunta sobre la clase de conocimiento que podemos tener acerca de nosotros mismos (como sujetos con estados y contenidos (mentales), Kant dirá, en el contexto del cuarto paralogismo, que el conocimiento de nosotros mismos y el conocimiento de los objetos del sentido externo, están sujetos a los mismos criterios, con la diferencia de que en el caso de mí mismo no puedo conocerme sino como objeto del sentido interno, a diferencia de los objetos o entes distintos, a los cuales puedo conocer también como objetos del sentido externo.
Es importante no dejar de observar que cualquier lectura o evaluación del intento kantiano con respecto al tema del ‘yo’ deberá considerar su deflacionismo con respecto al ‘yo epistémico’ y su no deflacionismo con respecto, por ejemplo, al ‘yo moral’. En otras palabras, el sujeto moral es un sujeto ‘cargado’ de contenidos, opuesto, o, quizá será mejor decir, distinto al formalismo de un sujeto trascendental.
Finalmente diré algo sobre la crítica de McDowell y la importancia del concepto aristotélico de segunda naturaleza. La articulación de un concepto como éste para una figura filosófica como el ‘yo’, por lo menos dentro del contexto kantiano de la primera crítica, permitiría definir al sujeto que piensa no sólo en su función cognoscitiva sino en una dimensión práctica efectiva, y sus consecuencias respecto a la intervención del sujeto en la construcción de la experiencia. El interés de McDowell, si bien crítico, es el de ofrecer una lectura propositiva de la versión kantiana sobre la experiencia no sólo en términos de poder colocarnos en la posición de responder afirmativamente a la pregunta sobre la clase de cosas que pienso, mis contenidos y mis estados mentales, sino también de responder a la pregunta sobre la clase de cosa que soy.
Bibliografía
Aristóteles, Ética Nicomáquea, trad. Julio Pallí Bonet, Gredos, Madrid, 1985.
Kant; Crítica de la Razón Pura, trad. P. Ribas, Alfaguara, 1998.
——– Prolegómenos a toda metafísica futura que haya de poder presentarse como ciencia, Trad. Mario Caimi, Itsmo, Madrid, 1999.
McDowell, John,Mind and World, Harvard, 1994.
———————–,Referring to Oneself, en The Philosophy of Peter Strawson, L.E. Hahn (ed.), Open Court, Illinois, 1998.
Vidal, Javier, Sobre el tercer paralogismo: “Yo pienso” y el observador externo, LOGOS. Anales del Seminario de Metafísica Vol. 37, 2004
Strawson, P.F, Individuals, London: Methuen, 1959.
————,Los Límites del Sentido, trad. Carlos Thiebaut, Revista de Occidente, Madrid, 1975
Notas
[1] La citación entre paréntesis corresponde a la Crítica de la Razón Pura, trad. P. Ribas, Alfaguara, 1998.
[2]Cfr. Javier Vidal, Sobre el tercer paralogismo: “Yo pienso” y el observador externo, LOGOS. Anales del Seminario de Metafísica Vol. 37, 2004 p. 149
[3]Es éste el germen de la crítica al psicólogo racional, al filósofo cartesiano, quien pretende que las proposiciones de la psicología racional acerca del alma constituyan juicios sintéticos con valor objetivo y que expresen un conocimiento de la naturaleza del yo. La idea general de la crítica de Kant al filósofo cartesiano es rechazar la posibilidad de conocimiento, por aplicación de conceptos, del tipo de sujeto que es el sujeto pensante. No es incluso equivocado afirmar que el núcleo de la crítica kantiana a la psicología racional está en el concepto de la introspección, la mirada interna que nos permitiría conocer nuestros contenidos mentales (yo empírico o autoconciencia empírica), pero que en el análisis de la psicología racional nos permitiría de hecho conocer un ego o un ‘yo’ poseedor de esos estados.
[4] Kant, Prolegómenos a toda metafísica futura que haya de poder presentarse como ciencia, Trad. Mario Caimi, Itsmo, Madrid, 1999.
[5] John Mcdowell, Mind and World, Harvard, 1994. “The subjective temporal continuity…shrinks to the continuity of a mere point of view, not, apparently, a substantial continuant” p.100.
[6] .”…that not would only free his insight about experience from the distorting effect of the framework he tries to express it in; it would also allow the connection between self-consciousness and consciousness of the world, which figures in an equivocal way in his thinking, to take a satisfactory shape” Ibid. p.99.
Es importante mencionar a qué se refiere McDowell con “thedistortingeffect”. Me parece, en primer lugar, que la idea de McDowell se refiere a la interpretación que se ha realizado, amén del vacío de la teoría kantiana sobre un sujeto con persistencia material, y que leen a Kant como una teoría sobre la experiencia en donde el sujeto es un ‘constructor pasivo’ del conocimiento. De alguna manera, la interpretación concluye que la Crítica de la Razón Pura sostiene un modelo de la mente que es pasiva con respecto a loselementos que recibe de la realidad y que sólo tiene la función de aplicar la estructura trascendental del conocimiento. En segundo lugar, la lectura de McDowell puede proponerse indagar sobre el lugar que la unidad trascendental de la apercepción encuentra cuando se intenta llevar al concepto más allá de su condición analítica.
[7] McDowell, Op. Cit. -“How can spontanity be non-natural, in any sense, and yet be inextricably implicated when our sensory capacities are activated?”- p. 87
[8] En el mismo libro VI de la Ética Nicomáquea, Aristóteles distingue entre dos partes constitutivas del alma racional. Una que ‘contempla’ aquellos entes que no pueden ser de otra manera, que Aristóteles denomina científica; y aquella que ‘contempla’ a los entes que pueden ser de otra manera, que denomina calculativa. Ver 1139a
[9]Aristóteles,Ibid. 1140b.
[10]Mcdowell, Op, Cit. ”Given the notion of second nature, we can say that the way ourlives are shaped by reasons is natural, even while we deny that the structure of the space of reasons can be integrated into the layout of the realm of law. This is the partial re-enchantment of nature that I spoke of…”., p.88.
[11].P.F. Strawson, Los Límites del Sentido, trad. Carlos Thiebaut, Revista de Occidente, Madrid, 1975. p.147
[12]Ibid. p. 147.
[13]Ibid. p. 148.
[14] La idea general de Strawson debe ubicarse en sus compromisos con respecto al concepto de persona.
Para Strawson, la persistencia del referente en las autoadscripciones de estados mentales debe encon-trarse en la idea de que la autoadscripción, así como la adscripción de estados a terceras personas, se hacen a la misma ‘cosa’ a la cual le adscribimos características corpóreas, y el único concepto que cumple estas exigencias para Strawson es el concepto primitivo de persona. El carácter primitivo de persona es anterior a cualquier concepto secundario de ego o sujeto. Ver, P.F. Strawson, Individuals, London: Methuen, 1959.
[15]Véase: John Mcdowell, Referring to Oneself, en The Philosophy of Peter Strawson, L.E. Hahn (ed.), Open Court, Illinois, 1998.