Sobre los campos epistémicos y el orden de significaciones
El pensamiento es la libertad con respecto
a lo que se hace, el movimiento mediante
el cual nos desprendemos de ello,
lo constituimos como objeto
y lo reflejamos como problema.
Michel Foucault
La historia de una ciencia como la física se presenta actualmente como uno de los mejores ejemplos de cierta “ruptura” con una tradición científica conocida como física clásica; las dos grandes teorías de la llamada física moderna: la teoría de la relatividad y la mecánica cuántica, constituyen sendos portentosos de la investigación y la mente humana, por algo, independientemente de sus grandes aportaciones al conocimiento, uno de los principales problemas que ambas teorías generan tiene que ver con la o las posibles interpretaciones, tanto en el ámbito filosófico como científico.
En el contexto de la filosofía de la ciencia dichas teorías no han dejado de generar diversas problemáticas tanto epistemológicas como metodológicas, a la vez que ontológicas. En este último sentido es que quisiera desarrollar los componentes teóricos de un programa de investigación vinculado a la teoría de la relatividad, en relación con lo que aquí denominaremos: “el desplazamiento ontológico de la materia, el espacio y el tiempo”, esto es, la nueva forma de analizar y comprender la materia, el espacio y el tiempo operada durante los siglos XIX y XX en la física, con lo que podría decirse que el ser de la materia, el espacio y el tiempo cambió.i Dicho programa de investigación, al tener un aspecto histórico, permite la factibilidad de aplicar el método genealógico de Michel Foucaultii, el cual no tendrá como categoría principal al poder, sino que la categoría por la cual habrá de girar la investigación será la de problematización: conjunto de prácticas discursivas o no discursivas (prácticas institucionales y de conocimiento), por medio de las cuales algo emerge como objeto de conocimiento científico, reflexión moral o análisis político.
Lo que interesa en gran parte es identificar cómo ha operado dicho desplazamiento ontológico alrededor de la forma característica de problematizar en física, durante el periodo histórico mencionado, aclarando que si bien se podrán analizar las prácticas discursivas o no discursivas, nos habremos de remitir, en principio, a la procedencia y emergencia de objetos de conocimiento científico. Asimismo, desde el punto de vista metodológico, la genealogía puede ser aplicada, sin embargo, epistemológicamente surgen ciertas restricciones, dada la naturaleza del tipo de ciencia que es la física, a diferencia de las ciencias humanas, aunque finalmente: estos aspectos son tomados en cuenta en dicho programa de investigación.
Así, gran parte de la obra de Foucault puede caracterizarse como una historia crítica del pensamiento (Restrepo, 2008), procediendo de esta manera, se puede dar cuenta de los distintos regímenes de verdad para los cuales determinados problemas emergen como objetos de pensamiento científico, constituyendo a su vez un conjunto de programas de investigación. Cada programa de investigación implica diversas prácticas científicas, por lo que éstas pueden caracterizarse en dos grandes ámbitos:
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Prácticas científicas como modo de obrar
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Prácticas científicas como modo de pensar
Dichas prácticas proporcionan la clave para la inteligibilidad y constitución de distintos objetos científicos. Ahora bien, desde la óptica de Foucault, lo que importa es cómo se constituye un objeto de análisis científico en un momento determinado, de manera que, en atención a la categoría de problematización: un objeto de conocimiento científico se configura como problema en el proceso de problematización, puesto que existe una relación implícita entre el objeto que es problematizado y el proceso de problematización; pues las problematizaciones:
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van unidas a diversas prácticas
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van unidas a su vez a desarrollos sociales y,
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van unidas también a determinados procesos históricos y de conocimiento
En atención a la física de entre los siglos XIX y XX, periodo en el que tuvo sus antecedentes y se constituyó la teoría de la relatividad, cabe señalar que: histórica y epistemológicamente, los antecedentes de la teoría de la relatividad provienen de una incompatibilidad entre la mecánica newtoniana y la teoría electromagnética, en donde la primera, vista como un programa de investigación consistente, planteba que un cuerpo podía moverse a cualquier velocidad, no así en el electromagnetismo, donde el límite de movimiento está representado por la velocidad de la luz, lo que significa una contradicción entre las dos grandes teorías de la física del siglo XIX, lo cual fue uno de los problemas que identificó Einstein. De esta forma, surge una problemática que a su vez se problematiza. La respuesta de Einstein, basada en la teoría del electrón de Lorentz, proporcionó un conjunto de transformaciones espacio-temporales, y demostraba la no pertinencia de las transformaciones de Galileo para la simultaneidad de sucesos en sistemas de referencia inerciales, a la vez de “echar por la borda” las concepciones newtonianas de espacio y tiempo absolutos. Finalmente, la teoría de la relatividad especial, constituyó una herramienta fundamental que problematizó la física clásica y abrió un campo de problematización en lo concerniente a sistemas dinámicos de campos y partículas. Aunque cabe señalar que parte de la teoría siguió dando un estatus privilegiado a los sistemas de referencia inerciales, lo que en cierta medida la coloca en el paradigma de la física clásica. Aún así, Einstein no hubiera podido avanzar de no haberse desligado de una concepción clásica que incluso Lorentz y otros mantenían, la existencia del éter. Para Lorentz y la mayoría de los físicos de la época, el fracaso de los experimentos para detectar la existencia del éter, se debía al carácter de las ecuaciones de movimiento, con lo que mostró, al introducir un conjunto de transformaciones y generalizar los resultados, en su teoría del electrón, que en todos los sistemas de referencia inerciales se recuperan las ecuaciones de Maxwell, en ausencia de carga, concibiendo que el fracaso de los experimentos se debía deducir de las ecuaciones. Einstein problematizó el asunto de forma distinta, consideró que el fracaso de los experimentos constituía una prueba empírica de la validez del principio de relatividad (el hecho de que las leyes físicas en todos los sistemas de referencia inerciales sean las mismas) primer postulado, e introduciendo un segundo postulado: la constancia de la velocidad de la luz en cualquier sistema de referencia inercial. Así, al ser la problematización una respuesta, un tipo de creación que da cuenta de una relación entre pensamiento científico y realidad, la forma de proceder y pensar de Einstein constituye una nueva forma de entender y analizar el espacio y el tiempo, que posteriormente se complementaría con la equivalencia entre masa y energía, configurando una nueva concepción de la materia. Con lo que, llegados aquí, puede plantearse la siguiente cuestión: ¿Cómo y por qué se llegaron a agrupar cosas u objetos en el contexto científico, que coadyuvaron al desplazamiento ontológico de la materia, el espacio y el tiempo?
Cabe señalar que para que algo se problematice es indispensable que un cierto dominio de conocimiento comience a perder o haya perdido su familiaridad o entre en crisis, perdiendo a su vez cierto grado de certidumbre, con lo cual surgen dificultades asociadas a dicho dominio. En el caso de la física, las dificultades que intentó resolver la teoría de la relatividad tienen que ver con aspectos epistemológicos, a la vez que ontológicos, entre las dos teorías ampliamente aceptadas del siglo XIX: La mecánica newtoniana y el electromagnetismo. No es menester afirmar aquí que necesariamente dichas teorías hayan perdido su grado de certidumbre, simplemente se amplió el campo de acción de la física, lo que incide en aspectos metodológicos, de práctica científica. Así, la problematización que es el desplazamiento ontológico de la materia, el espacio y el tiempo comienza a agrupar un conjunto de proposiciones, discursos, prácticas, comunidades científicas, etc., que posibilitan la emergencia de diversos objetos y problemáticas, alrededor de regímenes de veridicción (juegos de verdad, tanto formales como experimentales) y regímenes de jurisdicción (aquello que dirige las investigaciones, lo que puede o no ser hecho). Tales regímenes constituyen lo que podríamos llamar aquí: un campo epistémico, por lo que resulta relevante mencionar que si bien, la ciencia busca la explicación y la verdad, al ser una práctica humana, también produce diversas formas de expresión y formas de contenido específicos, propios de una época determinada, que incluso se configuran al entrar en concordancia diversos ámbitos de conocimiento; en el caso de la física ésta entra en concordancia con dos ámbitos de conocimiento que fueron también reconfigurándose al mismo tiempo: las matemáticas y la técnica. Con lo anterior, un campo epistémico en física lo constituye lo que es actualmente conocido como física-matemática, para el cual la teoría de la relatividad constituye uno de sus tantos ejemplos notables. En la óptica de Foucault sería lo análogo a lo que él llamó: sistemas de pensamiento, formas en las que en una época determinada los saberes se singularizan, adquieren su equilibrio y entran en comunicación. Aunque un saber no es precisamente un conocimiento científico, puesto que los saberes son seleccionados y modificados por el conocimiento científico.
El saber no es ese almacén de materiales epistemológicos que desaparecería en la ciencia que lo consumara. La ciencia (o lo que se da por tal) se localiza en un campo de saber y desempeña en él un papel. Papel que varía según las diferentes formaciones discursivas y que se modifica con sus mutaciones. (Foucault, 2007a: 310)
Ahora bien, en atención a lo dicho sobre los campos epistémicos, como dato histórico de la teoría de la relatividad, durante la segunda década del siglo XX, Einstein no hallaba cómo extender su teoría de la relatividad al caso gravitacional, necesitaba una “herramienta matemática” que aún no conocía, ya para 1912 su amigo Grossmann le habla de la geometría de Riemann y de la teoría de tensores de Ricci y Levi-Civita, desarrollada en 1901, con lo cual Einstein tuvo ya la matemática que necesitaba, posteriormente fueron incorporándose en sus investigaciones otro tipo de matemáticas como la topología o la teoría de grupos. De esto último, en el caso de la física, y atendiendo a cómo se problematiza en ella, los conocimientos de dos grandes ramas se singularizan y entran en concordancia, caso específico el de la teoría de la relatividad general, que adquiere parte de su posibilidad de desarrollo a partir de la existencia de ramas específicas de las matemáticas. Así, se observa que la práctica de la física, a pesar de su necesidad de verificación experimental, se atiene, metodológicamente como es ya conocido desde hace mucho, al carácter teórico, el cual hace que emerjan nuevos problemas como objeto de reflexión científica, a partir de la incorporación de teorías y/o conceptos de las matemáticas; es decir, nuevos objetos o entidades teóricas se incorporan en el quehacer de la física. Pero asimismo, al entrar en comunicación estrecha la física y las matemáticas en una época determinada, surgen nuevas problematizaciones; las matemáticas le proporcionan a la física no sólo la herramienta teórica para desarrollarse, también hacen que surjan nuevos problemas, nuevas problematizaciones, esto último en el sentido de cómo se conducen los hombres de ciencia, tanto en su práctica como en su pensar. Pero cabe señalar que las teorías físicas también han inspirado desarrollos en matemáticas, planteando la posibilidad de concebir que existe una mutua implicación entre ambas ciencias. Lo que finalmente constituye un campo epistémico en física. Planteando a su vez la existencia de lo que aquí podría denominarse: un orden de significaciones, aquello que orienta, acota y legisla las investigaciones, ya que un orden de significaciones constituye un determinado ámbito de acción y enunciación en ciencia, y posee un lenguaje, un simbolismo, un discurso y una practicidad propios.
Para concluir, la ciencia sólo tiene como invariantes históricos los modelos formales, pero las prácticas científicas, en cierto sentido, no lo son. Así, la ciencia, al problematizar de una forma o de otra, instaura un juego de lo verdadero y de lo falso, independientemente muchas veces de las concepciones aceptadas y de lo ya demostrado y verificado; las problematizaciones constituyen una apertura hacia nuevas formas de pensar, hacia nuevas prácticas científicas; problematizar implica la emergencia de dificultades precisas en una época histórica. La teoría de la relatividad constituye una forma de expresión y una forma de contenido en física; ésta constituye también una forma característica de problematizar lo concerniente al desplazamiento ontológico de la materia, el espacio y el tiempo. Por tanto, de una u otra forma: una problematización puede corresponder a algo que posee un estatuto ontológico de objetos de conocimiento y de ciertos temas y problemáticas.
En términos generales, una de las preguntas fundamentales del programa de investigación se formula en términos de: ¿el conocimiento de la realidad, del cual la física puede dar cuenta, sólo es un conocimiento si bien sumamente trascendente en cierta forma parcial, configurado a través de estructuras de carácter matemático, cada vez estas últimas más formales y técnicas, y que dan cuenta de un cierto campo epistémico propio, que implica cierta sinergia entre diversas ramas específicas de conocimiento, como son la física, las matemáticas y la técnica, y donde la teoría de la relatividad constituye un ejemplo notable?
A pesar de que podría esto interpretarse como una postura no realista, propia del ámbito científico, en muchos aspectos es meramente realista, no sólo nos interesará lo racional de la empresa científica, sino más bien sus prácticas, tanto de conocimiento como empíricas. A su vez, la problematización que constituye el desplazamiento ontológico de la materia, el espacio y el tiempo, vinculada a la teoría de la relatividad, permite plantear las siguientes cuestiones de carácter epistemológico:
– ¿En qué condiciones ha llegado a ser algo un objeto de conocimiento dentro de la teoría de la relatividad?
– ¿Cómo es problematizado dicho objeto?
– ¿Cómo se ha procedido en el proceso de problematización de dicho objeto?
– ¿Qué parte del objeto ha llegado a ser pertinente y qué parte no?
Además, el programa de investigación se inserta en distintos ámbitos de análisis (aplicación del método genealógicoiii), ya que desde la metodología foucaultiana, es posible identificar cierto conjunto de factores, hechos, instrumentos, actores, discursos, etc., que contribuyeron a que en la física emergiera el desplazamiento ontológico de la materia, el espacio y el tiempo, así como, a su vez, la manera que que se procedió en dicho desplazamiento ontológico, todo esto alrededor de las problematizaciones en física, generadas por la teoría de la relatividad; tales ámbitos de análisis son, a saber:
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El discurso científico, tanto en su carácter semántico como lógico-formal, y que permite la emergencia de ciertos objetos de conocimiento, a partir de la problematización característica de la física moderna.
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Las prácticas científicas, en tanto modos de pensar y modos de obrar, las cuales tanto posibilitan como condicionan la emergencia de objetos de investigación.
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Las comunidades científicas, tanto en el sentido de grupos de investigación como en el de las instituciones, que permiten, coaccionan o cortan las nuevas especulaciones, teorías e ideas.
Como bien lo señaló Foucault: “El estudio de los modos de problematización, de las problematizaciones (es decir, de lo que no es una constante antropológica, ni variación cronológica), es, pues, la manera de analizar, en su forma históricamente singular, cuestiones de alcance general.” (Foucault, 1999: 351) En esta vertiente es que puede justificarse la aplicación del método genealógico. Cabe señalar que toda problematización constituye una respuesta a una situación concreta. Lo acontecido con la física, en atención a la teoría de la relatividad, en el periodo histórico a analizar, constituye un ejemplo de una problematización que hemos denominado: el desplazamiento ontológico de la materia, el espacio y el tiempo, la cual puede analizarse a partir de cómo los hombres de ciencia han pensado y se han conducido en una época determinada. Así, todo lo relacionado con la teoría de la relatividad ofrece un terreno de análisis fértil para estas premisas.
Finalmente, en el programa de investigación consideramos, como Ian Hacking (Hacking, 1996), que gran parte de los estudios en filosofía de la ciencia se han centrado sólo alrededor de la racionalidad científica, dejando a un lado los aspectos de la práctica científica, por lo que en nuestro programa de investigación puede hacerse extensivo que se desea saber “qué es realmente real y qué es realmente racional” en física, visto desde las prácticas científicas, y atendiendo a un carácter histórico. “El único aspecto permanente en la ciencia es la investigación.”
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ii De una u otra forma, puede considerarse que Foucault pertenece a una tradición filosófica, vinculada a la filosofía de la ciencia, en la que se llevan a cabo análisis históricos de la práctica científica, que permiten dilucidar cómo la ciencia cambia y se desarrolla. Los antecedentes de esta tradición se remontan a Alexandre Koyré, Gaston Bachelard y Georges Canguilhem, en el ámbito fracés; a su vez, la obra de Foucault en relación con las ciencias marca diversos paralelismos con algunos de sus contemporáneos como Paul K. Feyerabend, Imre Lakatos o Thomas Kuhn, principalmente con este último.
iii Cfr. “La genealogía no se opone a la historia como la visión de ágila y profunda del filósofo en relación a la mirada escrutadora del sabio; se opone por el contrario al despliegue metahistórico de las significaciones ideales y de los indefinidos teleológicos. Se opone a la búsqueda del origen.” (Foucault, 1992: 8) Así, se analizarán la procedencia y la emergencia del desplazamiento ontológico de la materia, el espacio y el tiempo, operado en la física, entre los siglos XIX y XX.