Reflexiones sobre un cruce disciplinar
Introducción. Una propuesta de planeación a escala barrial con participación ciudadana.
El planteamiento de una acción como un proceso creativo colectivo que estudie e incida en la complejidad de un fenómeno urbano surge de la observación de la inoperancia de las políticas de desarrollo urbano a escala local.
En este sentido y en investigaciones previas he propuesto la adopción de una postura ideológica que asuma la necesidad de la construcción social del hábitat urbano en los procesos de planeación de la ciudad y que se lleve a cabo mediante instrumentos metodológicos que permitan establecer un lenguaje común para propiciar soluciones urbano-arquitectónicas para la regeneración de la estructura urbana y el fortalecimiento del tejido social a escala local.
Se parte así de la aceptación e identificación de la condición posmoderna de la construcción social del hábitat urbano. Se fundamenta en las teorías de la complejidad y de los sistemas complejos donde los distintos sujetos construyen su hábitat a partir de múltiples realidades y de manera participativa. Igualmente, se identifica a la arquitectura y al diseño urbano como parte de una plataforma a partir de la cual se entienden los fenómenos urbanos y arquitectónicos como productos de y para los seres humanos de un proceso social heterogéneo, plural, incluyente y con una participación ciudadana activa.
Esta realidad habrá que contextualizarla en medio de lo efímero, la fragmentación y el caos patente en la vida contemporánea donde deberemos buscar lenguajes y formas de representación que identifiquen las necesidades, aspiraciones e inquietudes de la sociedad en su conjunto y, de sus individuos en lo particular. Tal y como la cultura posmoderna aboga, es momento de construir para la gente y no para el hombre, reconociendo y valorando la heterogeneidad y la diferencia, proponiendo estrategias pluralistas y orgánicas, un desarrollo urbano como un collage de espacios y mixturas diferenciadas (Harvey, 2008) en oposición a discursos universales, a cualquier tipo de meta-relatos propios del Alto Modernismo.
De esta manera, se explora formas de implementación de una planeación donde, en el contexto incierto de la actualidad, es indispensable un consenso entre los distintos actores que conforman la realidad urbana y donde la participación ciudadana represente un enfoque incluyente y de validación ante las decisiones de gobierno, iniciativa privada y grupos de poder.
Se aspira lograr un proceso donde los distintos actores formen parte de la identificación de problemáticas y potencialidades, la elaboración de necesidades, la especificación de lineamientos generales y un seguimiento informado del proceso a lo largo de sus distintas etapas. Para tal efecto, considero se requiere de una plataforma de diálogo donde confluyan la diversidad de actores para informar(se) del proceso urbano, para exponer inquietudes y necesidades, para discutir y discernir opciones, para diseñar y construir consensos.
Así como se ha señalado, el proceso debe partir de la identificación del fenómeno urbano como proceso social donde encontramos etapas de gestión, organización, planeación, elaboración de lineamientos de diseño, construcción y proceso de apropiación de los equipamientos. La reflexión explora la participación ciudadana a través de una mirada coloquial mediante instrumentos de participación donde el proceso social sea el contenido, el arte urbano el medio y la arquitectura –efímera- el receptáculo.
El cruce disciplinar es parte esencial de esta reflexión. Así, se explora en conjunto con el artista Luis Serrano la incidencia, por un lado, de la práctica artística en los procesos sociales en la ciudad y la incidencia de la colectividad en los procesos de organización territorial buscando con este cruce posibilitar entornos urbanos que mejoren las relaciones, los vínculos y la calidad de vida de los habitantes.
Marco teórico
La aceptación de la fragmentación, el pluralismo y la otredad nos plantea el problema de la comunicación. Partiendo de las cualidades transitorias celebradas por la cultura posmoderna –la producción cultural de acontecimientos– se explora el arte urbano como happening, como acontecimiento que seduzca y capte la atención de los distintos actores en un espacio urbano plural para incentivar la participación de las distintas comunidades locales y de tránsito. Una inmediatez –a manera de un evento lúdico- que permita un acercamiento con la cultura popular y que, al contrario de lo que los detractores de la estridencia posmoderna pensamos, detone un impulso vanguardista, provocador y profundo como expresión de los procesos social y urbano. El consumo de un artefacto cultural que por sus propios medios combata la superficialidad, la vacuidad, la masificación, la alienación de nuestra cultura.
La modernidad reflexiva a que hace alusión François Ascher[1] propone una revisión crítica sobre los procesos sociales y urbanos, examinar lo que se hace y cómo se modifica de acuerdo a la constante evolución de una diversidad de circunstancias. Su teoría trata sobre la incertidumbre y las teorías del juego que implican una evaluación permanente de efectos y acciones mediante una evaluación sucesiva de hipótesis provisionales para actuar en contextos inciertos. Para actuar en este contexto, Ascher nos dice que se requiere de una plataforma de igualdad, de diálogo y de equidad; un enfoque participativo que se fundamente en una organización colectiva, una visión integral de los factores políticos, económicos, legales y socio-culturales, con una participación activa de los distintos actores.
Artefacto cultural
El acercamiento propuesto, por lo tanto, explora los recursos conceptuales y técnicos del arte para que sean empleados como herramientas de visualización y como medio de soluciones creativas asociadas a procesos sociales de la construcción colectiva del entorno urbano[2]. Ahora, ¿por qué incorporar el arte urbano como medio-acción para la provocación del proceso social? Desde los años 70, se esboza un planteamiento teórico donde el arte urbano se concibe como arte social que, en articulación con otras disciplinas artísticas, técnicas y de las ciencias sociales, puede incidir directamente en la compleja realidad social. Una lógica de arte acción -donde su campo de acción es justamente la realidad propia de la ciudad- que plantea la crítica y la incidencia en los procesos de transformación de las relaciones sociales, políticas, económicas, ambientales en la ciudad. La concordancia de esta perspectiva del arte urbano coincide con la visión del urbanismo de diferencia que cuestiona los principios del urbanismo racionalista, vertical o institucional en busca de alternativas de solución a los diversos problemas urbanos: incertidumbre, flexibilidad ideológica, pequeñas iniciativas, espontaneidad creativa, trabajo en equipo, compromiso social, etc.
Desde esta perspectiva, el instrumento –contenido, medio y receptáculo- se concibe como un canal alternativo a los procesos de organización comunitaria para articular nexos que potencien la resolución de problemas urbanos directamente conocidos y afrontados por quienes los padecen. El artefacto cultural se plantea como medio provocador que actúa transversalmente impactando sobre múltiples factores de la problemática urbana que además posibilitaría trasladar una serie de acciones del plano táctico al plano estratégico.
El artefacto necesita ser visible por todos los actores involucrados. De ahí que su emplazamiento sea estratégico, una referencia en la estructura urbana donde se pretenda intervenir. Así, este elemento puede entenderse como un espacio -real o abstracto- en el que confluyen parte de las conexiones de otros espacios reales o abstractos que comparten sus mismas características. El emplazamiento en lugares públicos permitirá la configuración de un lugar para la interacción de saberes distintos, la fusión de disciplinas y la estructuración de propuestas para abordar la complejidad del problema ambiental.
La arquitectura –el receptáculo- se concibe como un espacio de conexión dentro del cual se elabora una praxis (acción) en un lugar específico que se ejerce en acciones de lectura, proyección, revisión, construcción y reproducción de nuevas alternativas y se articula permanentemente a través de la acción concreta de habitar, es habitable, transitable y legible en varios planos simultáneos y que interacciona con las especificidades del sitio. En resumen, se visualiza un artefacto cultural como evento habitable para la reunión de personas y que brinde un soporte material para el intercambio de ideas, inquietudes y experiencias que permitan la elaboración de estrategias urbanas, arquitectónicas y sociales para un desarrollo dinámico y equitativo a escala barrial.
Bibliografía
François Ascher, Los nuevos principios del urbanismo, Editorial Alianza Ensayo, España, 2004.
David Harvey, La condición de la posmodernidad, investigación sobre los orígenes del cambio cultural, Editores Amorrortu, Buenos Aires, 1990.
Jordi Borja, La ciudad conquistada. de la urbanización a la ciudad, desafíos urbanos en el siglo XXI, Alianza Editorial, Madrid, 2003.
Javier Torres N., Niklas Luhmann, Introducción a la teoría de sistemas, Universidad Iberoamericana – Colección Teoría Social, Ciudad de México, 1996.
Citas
1Ascher, François, Los nuevos principios del urbanismo. Editorial Alianza Ensayo, España, 2004.
[2] Huerta Illescas, Pedro; Serrano, Red vial peatonal ciclista como conector de microproyectos urbanos. una propuesta para un impacto urbano a escala local. La Ciudad Viva.http://www.laciudadviva.org/blogs/?p=14227
Leave a Reply
You must be logged in to post a comment.