Mark Rothko, Untitled (Black on Grey), 1969/1970

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Mark Rothko, Untitled (Black on Grey), 1969/1970


Esto no es una pintura.

No representa nada.

Pero la Nada, ¿es un sí o un no? Es —sí— como ese  de Antoni Tàpies que no se dice porque está gestándose en el cuadro, entre dos guiones.

Lo que se afirma, sí, goza de presencia. ¿Qué es esto, entonces? El cuerpo presente de la Nada. ¿La ausencia de pintura? No: la ausencia de color. Negro sobre gris.

Esto, decía, no es una pintura.

No hay representación. En concreto, no hay nada.

No. Hay Nada: informe, incolora.


En el acrílico sobre tela de Rothko, el negro está sobre el gris. O viceversa. No hay título. O sí: un escueto Sin título (y entre paréntesis, Negro sobre gris).

El negro y el gris no tienen nombre.

¿Negro gris son nombres o palabras? El negro es la ausencia de color. El gris es la presencia latente de ninguno.

¿Son términos? El negro y el gris ocupan las márgenes del prisma que refracta la luz. Son los confines de la luz. Una luz terminal.

“Sus superficies fueron tan aterciopeladas como poemas de la noche”, escribió Dore Ashton a propósito de Rothko.

¿Qué es un “poema de la noche”?

Tal vez un poema escrito en una hoja negra con caracteres blancos.

Pero ése es un poema constelado. Un poema en el que las palabras brillan como estrellas en el cielo nocturno de la página. Y no.

Yo hablaba de un “poema de la noche”.

Un poema que confunde su propia oscuridad con la noche cerrada de la página.

Un poema cuya escritura, como la propia Nada, crea un mundo latente, contenido.

Un poema que arranca mucho antes de empezar. Un poema compuesto de lo que José Ángel Valente llamó “antepalabras”.

Un poema que habla porque sí.

(“El pájaro no canta por que tenga una respuesta —afirma un proverbio oriental—: canta porque tiene una canción.”)

En su oquedad, la Nada creó el mundo.

En su prisma de vacío, la Nada refracta la anteluz.

Todo el misterio de la creación —escribe Juan Eduardo Cirlot— reside en la luz oscura que uno siente temblar en su interior; luz que puede ennegrecerse o blanquearse según los instantes y las contemplaciones. La ‘nada’ era la oscuridad. La creación aceptó la nada, que se difundió en ella sin perder su propia actividad. Los seres humanos realizan la ‘luz oscura’ (el mal en el bien). Todo rechazo de la oscuridad es rechazo de lo humano, es rechazo del mundo. El que ama al ser humano, en tanto que tal, ve la tenebrosidad de ese ser en medio de su pura luminosidad.”

Rothko puso el negro sobre el gris. O uno entre otro.

En el último periodo de su obra, Rothko abandonó los colores cálidos y se volvió hacia los fríos.

Una delgada línea entre la luz y la oscuridad.

Su paleta se tornó cada vez más opaca y lóbrega.

Una franja sutil en medio de ninguna parte.

Sin título (Negro sobre gris) fue pintado entre 1969 y 1970.

¿Una franja de luz, de “luz oscura”, de anteluz?

Mark Rothko se quitó la vida en 1970, en Nueva York.

La lucidez. La frase terminal.

Esto no es una pintura.

Esto no es.

Esto no.

Esto.

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