Aproximación a un motivo hegeliano en torno a América

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Aproximación a un motivo hegeliano en torno a América

El veredicto de Hegel sobre América formulado en las Lecciones de filosofía de la historia universal de 1830 dio pie a una serie de respuestas elaboradas por filósofos latinoamericanos a lo largo del siglo XX. Se trata de un fenómeno peculiar si consideramos que transcurrió más de un siglo para que el debate en torno a las afirmaciones de Hegel adquiriera fuerza en el marco de la filosofía latinoamericana contemporánea, aunque quizá es necesario precisar que solamente a partir del horizonte abierto por la puesta en cuestión de las perspectivas eurocéntricas fueron posibles las reacciones a la filosofía hegeliana de la historia explicitadas desde América Latina.i De esta forma, filósofos como el mexicano Leopoldo Zea y los argentinos Arturo Andrés Roig y Enrique Dussel buscaron responder al juicio de Hegel sobre América, pero realizaron esta tarea desde supuestos y perspectivas diferentes. En lo que sigue, abordaremos el diálogo con Hegel que desde la década de 1970 inició el filósofo argentino Roig y para ello acotaremos un motivo muy concreto del veredicto hegeliano sobre América. Se trata de la aseveración, incluida en las Lecciones de filosofía de la historia universal, sobre la pertenencia de América al futuro. Desde este punto de partida, Hegel busca mostrar paralelamente que el “Nuevo Mundo” no podía ser objeto de consideración filosófica.

En el pasaje de las Lecciones de filosofía de la historia universal que comenta Roig, Hegel cierra el apartado sobre el “Nuevo Mundo” con algunas afirmaciones contundentes sobre América:

Por lo dicho, América es el país del futuro en el que, en los tiempos que van a venir—acaso en la contienda entre América del Norte y la del Sur—debe revelarse la trascendencia de la historia universal; es un país de ilusiones para todos aquellos a quienes hastía el arsenal histórico encerrado en la vieja Europa […] América cae fuera del terreno donde, hasta ahora, ha tenido lugar la historia universal. Todo cuanto viene ocurriendo en ella no es más que un eco del Viejo Mundo y la expresión de una vitalidad ajena. En cuanto país del futuro, aquí no nos interesa; pues, en el aspecto histórico, el objeto de nuestra atención nos viene dado por lo que ha sido y por lo que es. En filosofía, en cambio, no nos ocupamos de lo que ha sido ni tampoco de lo que será, sino de lo que es y es eternamente; nos ocupamos de la razón, y con esto tenemos ya bastante que hacer.ii

Roig cuestiona una distinción subyacente a la filosofía de la historia de Hegel, a partir de la cual se divide a los pueblos entre aquellos que han ingresado a la historia mundial y otros que no han alcanzado una conciencia histórica. Para Roig, este presupuesto hegeliano tendrá un conjunto de consecuencias bastante cuestionables, ya que a partir de él se le negará historicidad a América y, por lo tanto, ésta aparecerá conceptualizada como el “país del futuro”. Para Roig, los seres humanos son entes históricos y es necesario “reconocer modos culturales diferenciables en el ejercicio de la historicidad, así como en sus manifestaciones.”iii Pero la tesis central que está poniendo en entredicho Roig consiste en la pretensión de que ciertas naciones tendrían la misión de hacer que otras ingresen a la historia mundial, como se puede desprender de la concepción hegeliana del lugar de América en la historia.

Para comprender la ubicación de América como “país del futuro” en la filosofía de la historia de Hegel, es necesario tener en cuenta otro pasaje de las Lecciones de filosofía de la historia universal, en el que el juicio recae sobre las culturas amerindias de Perú y México:

De América y su cultura, especialmente por lo que se refiere a México y Perú, es cierto que poseemos noticias, pero nos dicen precisamente que esa cultura tenía un carácter del todo natural, destinado a extinguirse tan pronto como el espíritu se le aproximara.iv

Al colocar a las culturas amerindias fuera de la historia mundial, Hegel despejaba el camino para concebir a América como una materia maleable por Europa. Como habíamos visto, Roig se centra en su crítica a Hegel en el cuestionamiento de que haya “pueblos sin historia”. Para Roig, la conciencia de la historicidad puede adquirir formas culturales muy diversas y por ello pretender que solamente ciertos pueblos logran adquirir una genuina historicidad desemboca en una falsa e ideológica apreciación de la realidad histórica.

Aquí es preciso examinar el juicio de Hegel sobre la América indígena con más detalle. En el pasaje citado, se sitúa a los mundos históricos amerindios como culturas “naturales”, que sufren el impacto del espíritu europeo y por ello desfallecen. De esta forma, Hegel supone que las “culturas naturales” de América no pertenecen propiamente a la historia mundial, de tal modo que sólo por medio de la actividad europea ingresa este continente al campo histórico. En realidad, el veredicto de Hegel sobre los pueblos amerindios tiene que desembocar en la apreciación que examinamos sobre la relación entre América y el futuro del espíritu, ya que el juicio hegeliano supone que no había un pasado propiamente histórico en este continente antes de la colonización y conquista europeas. Lo que está en juego en estas afirmaciones de Hegel conduce a la legitimidad de la categoría de “cultura natural”, con la que se establece una demarcación entre pueblos propiamente históricos y otros que no podrían ingresar a la historia mundial si no es a través de la conquista y la dominación. En esta tónica, Roig intenta mostrar que el pretendido futuro reservado a América por Hegel no le pertenece propiamente, es una futuridad europea en América. Europa, el continente del Espíritu, sería “capaz de introducirle forma a una materia.”v:

Europa, como el ‘viejo mundo’, mira a América como el ‘mundo nuevo’ y, en tal sentido, pereciera abrirse a un reconocimiento de su historicidad. Mas, no es así, en cuanto que la ‘novedad’ de América se da en el plano primitivo de lo físico y no en el de lo histórico […] Posee ‘novedad’ al modo como es novedosa para un artesano una materia hasta entonces desconocida, a la cual puede darle forma según su voluntad, en cuanto inerte o pasiva. vi(131)

A partir de esta lectura crítica de un motivo hegeliano en torno a América, Roig irá precisando el lugar que le corresponde a la dimensión futura de la temporalidad en un filosofar latinoamericano. Sin cerrar el diálogo con la filosofía de Hegel, Roig se detiene a considerar la temática de la articulación entre pasado, presente y futuro. En este análisis se busca argumentar a favor de un filosofar matinal, que no cumpla la función de justificar el pasado, sino que busque realizar la tarea de denunciar el presente y anunciar el futuro, un futuro pensado como advenimiento de lo alterativo y no según el modelo de la reiteración de lo mismo.vii

Bibliografía

Cerutti Guldberg, Horacio, Filosofando y con el mazo dando, Biblioteca Nueva/Universidad Autónoma de la Ciudad de México, Madrid/México, 2009.

Gerbi, Antonello, La disputa del Nuevo Mundo. Historia de una polémica 1750-1900, Fondo de Cultura Económica, México, 1982.

Hegel, G.W.F., Lecciones de filosofía de la historia universal, Ediciones Zeus, Barcelona, 1970, trad. José María Quintana.

Roig, Arturo Andrés, Teoría y crítica del pensamiento latinoamericano, Fondo de Cultura Económica, México, 1981.

Notas

iCabe precisar que fue el italiano Antonello Gerbi quien, a partir de su residencia en Perú, preparó el terreno para una lectura de Hegel desde América Latina. Antonello Gerbi, La disputa del nuevo mundo. Historia de una polémica 1750-1900, pp. 410-558.

iiG. F. W. Hegel, Lecciones de filosofía de la historia universal, p. 110.

iiiArturo Andrés Roig, Teoría y crítica del pensamiento latinoamericano, p. 123.

ivG. F. W. Hegel, op. cit., p. 105.

vArturo Andrés Roig, op. cit., p. 126.

viIbid, p. 131.

viiSobre el modelo de filosofar matinal propuesto por Roig, se puede consultar un estudio de su filosofía recientemente publicado. Horacio Cerutti Guldberg, Filosofando y con el mazo dando, especialmente pp. 77-80.

 

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