Tres poemas inhumanos

Tres poemas inhumanos

e1.0

Al pie de lo oscuro

 

El sol del sueño se agita
su negruzca espuma sangra desde el cielo
y teje en mí largas piernas
para socavar el viento

Migajas de luz caen sobre la piel
que se despide del reloj y los almendros
¿Duermo?
Las estrellas silban, brillan en mi oído
Voy delante de las horas, delante de mi sombra
Revolotean los ojos, gaviotas que recorren las lejanías
La noche en llamas se precipita en mis tobillos
Así voy, rima de las aves
mientras la palabra salta como reflejo del aliento
allá lejos, disminuida
Abajo el tiempo, la ciudad anegada por la lluvia
¿Duermo?

La luna, la piedra a la que seguí
Palpita al lado de mi corazón
Ligera, desnuda
Y yo como un martillo blandido en el silencio
Su ojo y mi ojo proveen el sueño
Duermo

 

***

e1.1

Casi muerte

 

El mundo no existe después de esa puerta
supe que se decidió por otros rumbos
y el día que me queda resplandece
Como si no fuera cuestión de tiempo
le rebotan los minutos
mueve los pies apenas y arquea una ceja:
el mundo no existe después de esa puerta

Escucho la madera crujir
El oleaje de preguntas minúsculas
Mis ojos suplican tras esta puerta
quizás esperan dislocarse en el sinónimo de otro día
Como tormenta pesada o sueño que tarda en disiparse
espero abrir esta puerta
con la saliva de lo que va del año

La puerta unta sus manos en lo que será siempre
Un aguijón que se suspende
en la posibilidad de un yo
—o en sus albores.

 

***

e1.2

Sumisión

 

Quiero comenzar
por negar este día
por negar este cielo
severo como el rostro de los muertos
Quiero decir que no
a los órganos fieros
de la primavera y el otoño
al fulgor de los astros
al rocío y a la tibieza del hogar
Quiero renunciar a las horas solitarias
y decir que no a esos que desde la oscura planicie
me observan
me siguen con la nitidez de sus redondas pupilas
Quiero decir que no
que nunca más
a los vientos que lloran
a las flores podridas a la medida de los cerros
y a la sombra remota de los moscos
a la risa de lo alegre
Quiero decir que no
que nunca más
pero mi lengua se sumerge en una caja de música
y acaricia un preguntar penoso
Maldita sea
esa laguna salada del dolor

 

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