Cuerpo, placer y postporno: la táctica del offside

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Cuerpo, placer y postporno: la táctica del offside

Posporno

Introducción: performance postporno en la UBA[1]

El 30 de junio de 2015, en la Facultad de Ciencias Sociales de la Universidad de Buenos Aires (UBA), se desarrolló en el marco de “miércoles de placer” auspiciado por el Área de Comunicación, Género y Sexualidades de la carrera de Comunicación Social, una performance posporno, donde participó el grupo español PostOp y un grupo de artistas activistas, quienes luego de la actividad realizaron un debate sobre la misma. Esta actividad despertó o hizo manifiesto el conjunto de prejuicios y perspectivas morales de los diferentes medios de comunicación, organismos educativos, y el sentido común patriarcal y heterosexual del conjunto de la sociedad argentina. El porno resulto ser un invitado al cuestionamiento por la mirada normalizadora que no discute que existan programas en la televisión argentina que expresen una sexualidad heterosexual, falo-céntrica, otorgándole el lugar de mercancía-objeto de placer a las mujeres, respondiendo a la economía deseante heterosexual. Desde categorías como la de vergüenza, hasta una denuncia de que tal performance estaba orientada hacia un ataque a la Dirección del Centro de Estudiantes, el cual es dirigido por una confluencia de fuerzas políticas de izquierda, han estado al corriente en la agenda mediática nacional.

El presente ensayo desea poner en cuestionamiento la razón heterosexual de la pornografía y el sistema político heteronormativo en relación a la libidinización de los espacios públicos, en este caso la universidad, como posibilidad de re-pensar prácticas de fuga y resistencia en la conformación de cuerpos disidentes y sus expresiones estéticas-políticas-existenciarias. Se afirma el concepto de offside como estrategia política de intervenir performativamente para dejar expresado las actitudes, discursos y fundamentos éticos de los grupos políticos, mediáticos, gubernamentales, y del resto de la sociedad civil con respecto a la relación de sexualidad, género y política. Tal como en el futbol, la defensa frente a un tiro libre orientado hacia el arco se moviliza en línea para dejar a los atacantes fuera de juego, la política del offside tiene una función análoga, hacer expresa la cosmovisión hegemónica acerca de la sexualidad, y en este caso la pornografía, demostrando los prejuicios heteronormativos de partidos y organizaciones que son críticos del sistema económico social dominante.

Postporno

¿Qué es eso del posporno?

Esta misma pregunta que se ha expresado en el subtítulo se ha trasladado por las diferentes estructuras de la sociedad civil, ya sea por parte de los medios de comunicación, televisivos, radiales y digitales, como también por las expresiones políticas del movimiento estudiantil universitario, la familia, y cualquier agrupamiento contingencial de personas. Hay un debate que es necesario hacer expreso para poder aproximarse a una definición conceptual, y por tanto política, que hace a la unión del prefijo “pos” con el de “porno”. Este debate responde a las lógicas de construcción de sentido de la realidad entre la Modernidad y la Posmodernidad, entre estructuralismo y post-estructuralismo. Hay una razón sexual inserta en la Modernidad, una forma de racionalización de la sexualidad que pretendía, o pretende, re-organizar aquello que se llama sexualidad otorgando seguridad, confianza y certezas. Para comprender cómo pudo operar esa razón sexual, operando con tecnologías y poderes de producción de subjetividad, es necesario resumir en palabras de Elisa Cabral aquello que se entiende por Modernidad:

La unidad de las sociedades reposaba en actos de confianza y credibilidad, e incluso de fe, de confianza en el progreso, en la razón, en el conocimiento, en el control, la objetividad y la predicción (que creíamos, nos aportaba la ciencia y la técnica); de confianza en el dominio sobre la naturaleza, en principios éticos y morales para separar lo bueno y lo malo, en criterios de racionalidad científica para distinguir lo enfermo de lo sano, o en regulaciones normativas y leyes que distinguían lo normal y valores, costumbres, tradiciones que marcaban las diferencias, regulaban comportamientos y prácticas. Teníamos asideros ilusorios-precarios… pero a fin de cuenta asidero.[2]

¿Qué ha hecho la Modernidad del sexo? ¿Es posible hablar de una racionalidad de la sexualidad? La Modernidad no sólo es una estructuración de inter-subjetividades con base en cierto horizonte de sentido, es también una configuración, un ordenamiento de aquello que se llama sexo. Hoy podemos hablar de una crisis de la Modernidad, un terremoto epistémico ha ocurrido y nuestras categorías de certezas y progresos han sufrido los embates de la falta de seguridad. ¿Cómo poder razonar sobre nuestra realidad, cuando la caja de herramientas que utilizamos para descodificarla se corresponde con un paradigma de sentido que ha entrado en crisis? Problema central que impulsa un debate necesario sobre la urgencia para construir y de-construir una teoría social crítica, pero que no participe de los fetichismos de la Modernidad. No podemos seguir interrogando al sexo, a la sexualidad, desde una razón sexual moderna, anclada en categorías que se encuentran agonizando frente a una realidad que demuestra fugarse y esconderse, donde se han apagado los luceros que supuestamente guiaban al espíritu de la humanidad, espíritu que responde más a una imagen fantasmal que a una condición de universalidad.

¿Es la Posmodernidad un espacio-existenciario que permita una superación de la crisis de la Modernidad, o es un reflejo de las condiciones que han hecho posible esa crisis? La comprensión de la Posmodernidad que se atribuye en este ensayo no desea concebirla como una superación de la Modernidad, ni menos como un tránsito a una nueva lógica de sentido. Se entiende a la Posmodernidad como una profundización del sentido de autonomía, aunque acompañado con la noción de muerte del sujeto. Si la Modernidad, y especialmente la Ilustración, han conformado una voluntad del sujeto basado en el optimismo de la razón y el progreso, la Posmodernidad no rompe dicha voluntad, sino que la disuelve en la multiplicidad de identidades que fugan y resisten a la categoría de “nosotros”, a las identidades homogéneas e inconmovibles. En palabras de Rigoberto Lanz se aprecia que “la defunción posmoderna del sujeto anuncia el fin de los paraísos colectivos, disuelve la pretensión iluminista de trascendencia por posesión de la Razón y diluye también la quimera marxista de atribuir actores sociales de carne y hueso a la misión ideológica de la redención”.[3] Este pensador venezolano refleja una situación epocal donde entran en crisis las grandes representaciones y la dialéctica hegeliana de auto-superación, siendo estos actores de carne y hueso objetivaciones de esa lógica de auto-movimiento.

4.2

La Posmodernidad no ha asesinado las aspiraciones de autonomía, todo lo contrario, ha profundizado esta necesidad des-centrándola de las categorías de progreso y universalidad. Con ello surge una emergencia de nuevas representaciones sociales que ponen en entredicho las certezas epistémicas que nos hablaban de categorías como las de Sujeto, Proletario, Pueblo, etc., categorías que responden a una cosmovisión euro-céntrica, patriarcal y heterosexual. ¿Qué queda de los actores sociales que no responden a estas tres lógicas, de los disidentes del sistema político de la heterosexualidad, de las pieles negras y de demás matices, de las representaciones femeninas, de los actores provenientes de los márgenes de Occidente? Sólo el silencio y la oscuridad para aquellos cuerpos que no responden al pre-modelo de las categorías universales, que el hacerse como tales provoca la exclusión de aquello que no es idéntico a sí mismo. Es Foucault,[4] aunque no sólo él, quien impregna al debate sobre la sexualidad desde la crítica a la hipótesis represiva, concibiendo que el poder no reprime, sino que produce subjetividades, y al producirlas, establece una representación de lo normal y lo anormal, de lo aceptable y lo inaceptable.

De esta forma, la pornografía como parte del sistema cultural de la Modernidad/Posmodernidad, conforma una producción de cuerpos colectivos adaptados al deseo heterosexual. Para ello, es necesario comprender a la tecnología en sentido foucaulteano como opuesta a la reducción de la técnica como instrumentos y control de la reproducción sexual, ya que “para Foucault, una técnica es un dispositivo complejo de poder y de saber que integra los instrumentos y los textos los discursos y los regímenes del cuerpo, las leyes y las reglas para la maximización de la vida, los placeres del cuerpo y la regulación de los enunciados de verdad”.[5] Es por ello que podemos hablar de una tecnología de la pornografía, que más que representar audiovisualmente al acto sexual, lo que realiza es una producción de subjetividad con respecto al sexo, estableciendo marcos interpretativos y representacionales para los cuerpos asignados biopolíticamente hombres y mujeres. La pornografía deviene en una técnica de mercantilización del cuerpo femenino, en función del deseo heterosexual. Esa pornografía es criticada en nuestras sociedades desde categorías como expresividad o desnudez inapropiada, pero rara vez desde los roles que le otorga a los diferentes cuerpos.

La pregunta por el posporno es la pregunta por una producción pornográfica que pueda escapar de la industrial heterosexual capitalista, de ese porno que para María Llopis aburre. La pensadora española manifiesta que “hay un enfoque, que se repite una y otra vez, que simplifica nuestra sexualidad al coito, ridiculiza las sexualidades alternativas y políticamente se sitúa dentro del sistema heterosexual capitalista. Esto es lo que aburre”.[6] La pornografía heterosexual expone una centralidad de la genitalidad, y una posesión del cuerpo femenino por parte del masculino, estando el placer de la mujer en función del placer masculino. En cambio, “El posporno es una plataforma artístico-política que permite experimentar, visibilizar y volver deseables diversidades de cuerpos y prácticas sexuales no convencionales. Plantea la ampliación de los imaginarios construidos sobre la sexualidad y una crítica a la heterosexualidad como sistema político”.[7] La crisis de la Modernidad, y por tanto del sujeto, permite esta re-emergencia de nuevas subjetividades que se construyen en sus prácticas sociales de intersubjetividad, explorando una sexualidad disidente desde la performance discordante con los estereotipos y representaciones heteronormativas,

4.3

Políticas del placer y libidinización del espacio público

¿Es acaso el posporno una forma no convencional de placer? ¿Existen placeres convencional y no convencionales? Un momento ¿Qué es el placer? Siguiendo la línea de la filosofía antigua occidental, específicamente el debate entre el epicureísmo y el platonismo acerca del placer, es decir, sobre la noción de bien, es donde se puede apreciar con mayor profundidad dónde es que el placer identificado con la idea de bien puede sostenerse, durar y persistir. Para el platonismo la idea de bien está estructurada en su filosofía metafísica, en el más allá, constituyendo a la vida cotidiana como una preparación para el otro mundo, un conjunto de prácticas ascéticas que purifiquen el alma. En cambio, para la mirada epicúrea, el placer como noción de bien está centrado en “la existencia misma, la vida misma y cuyo soporte esencial es la estructura corporal”.[8] Aunque Epicuro no sea un filósofo que manifieste el placer desproporcionado, su hedonismo, más cercano al ascetismo que al exceso, ha centrado el placer en la corporalidad como dimensión antropológica, como posibilidad de persistencia y duración. Son los cuerpos quienes sienten placer, quienes hacen posible los límites del mismo, como también las nuevas experimentaciones desde una economía placentera, que podría cumplir funciones análogas con la economía del deseo.

El placer expresado en la dimensión de la corporalidad hace posible que al reflexionar sobre él se deba también reflexionar y cuestionar al propio estatus del cuerpo, ya que una de las características del cuerpo es que no sólo se aprecia una posesión del mismo, sino también la posibilidad de distanciamiento. En esta doble característica fenomenológica es que el placer puede ser comprendido como algo sintiente, pero también desde afuera, desde la lejanía de la mirada teórica. Por ello, se rescata al cuerpo como una gran razón,[9] a diferencia del alma que es vista por el filosofo prusiano como una pequeña razón. Desde esta gran razón es que es posible pensar al cuerpo como un espacio político, una arquitectura que se diseña y se auto-diseña en el proceso estético de la existencia. Dentro de las tecnologías del yo, como la del cuidado de sí, se pueden explorar una diversidad de prácticas de libertad donde la noción de placer inmanente a la estructura del cuerpo se haga presente, rompiendo esquemas tradicionales de filosofía política centrada en la noción de sujeto. La performance posporno es también un ejercicio político que politiza el espacio donde se desarrolla, y no en vano fue la Universidad de Buenos Aires un espacio que expresó un flujo libidinizante.

El espacio público es un espacio de disputa, muy ajeno a las interpretaciones liberales que lo conciben como un lugar de encuentro y diálogo con el otro. No es que no haya diálogo y encuentro con el otro en la disputa, sino que la disputa permite comprender que el espacio público está cruzado por relaciones de poder, por formas dominantes y hegemónicas de distinción de lo que es posible hacer y que no. Que la performance posporno haya ocurrido en la Facultad de Ciencias Sociales, y no encerrada en sus aulas, demuestra la libidinización y disputa política del espacio. La universidad no sólo es un lugar donde se deba estudiar y hacer política “correcta”. La performance produjo una interrupción de la cotidianeidad universidad, de ese micro-espacio social que reproduce la lógica de producción macro-social de la vida en comunidad en la sociedad hetero-capitalista. Mientras los medios de comunicación y la academia en su conjunto manifestaron que a la universidad se va a estudiar, la performance posporno introdujo el debate sobre que es posible, y necesario la confluencia de corporalidades disidentes en el ejercicio de una sexualidad alternativa al dispositivo heteronormativo. Ante tal situación, las palabras del profesor Rafael Blanco, miembro del área de Comunicación, Géneros y Sexualidades, sintetizan el debate de lo público y el posporno, ya que manifiesta que “la actividad de ayer puede ser una provocación en otro sentido: una invitación a repensar las regulaciones cotidianas de las expresiones e identidades de género en la vida universitaria, que hoy no son visibles, o dicho de otro modo: que permita redefinir las alcances de lo público de la universidad pública”.[10]

4.4

La cotidianeidad universitaria se vio interrumpida por la performance posporno, sometida al acontecimiento de una expresión de género e identidad no amolde al sistema político de la heteronormatividad. Ese fue el gran pecado cometido por los performers, quienes irrumpieron en un espacio público hegemonizado por las “buenas costumbres” de una sociedad que se siente coaccionada y convencida de que la sexualidad es propia del espacio privado, ajena a la mirada de aquellas corporalidades que no comparten esa relación íntima. La pornografía heterosexual comercial sí puede ser comprendida como una mercancía para el disfrute de ver la sexualidad en otros cuerpos, pero sin cuestionar los actos repetidos, la centralidad de la genitalidad, y la reproducción de roles de sometimiento y representaciones patriarcales y falo-céntricas. ¿Por qué no puede haber posporno en el espacio público como la universidad? ¿Por qué no responder a ese debate sin tener que banalizar la cuestión y someter a crítica la performance sobre la posibilidad de realzarla en una villa o en una cancha de futbol? No hay machos ni hembras, sino multiplicidad de identidades y géneros que confluyen en una dislocación de discursos y prácticas, por lo que tal performance será disruptiva en cualquier espacio público, pero no lo es la práctica heteronormativa de la sexualidad que permite el avasallamiento de miradas y palabras sobre el cuerpo de la mujer, sometiéndola como objeto de placer de los cuerpos biopolíticamente asignados hombres.

Esta expresión política del cuerpo expresa un uso de los placeres que se conforma en una estilización de la vida cotidiana, en una estética de la existencia, en una práctica de sí que responde a una tecnología del yo, una elección personal consciente de re-constituir una sexualidad disidente mediante una práctica social específica. He aquí el sentido político de exposición de expresiones alternativas al sistema político heteronormativo, prácticas de visualización de identidades de géneros discordantes, o en su mejor acepción, queers. En definitiva, María Llopis puede explicarnos en la diversidad de acepciones y prácticas, qué es el posporno, y su sentido político.

El postporno es la cristalización de las luchas gays y lesbianas de las últimas décadas, del movimiento queer, de la reivindicación de la prostitución dentro del feminismo, del postfeminismo y de todos los feminismos políticos transgresores, de la cultura punk anticapitalista y DIY (hazlo tu misma). Es la apropiación de un género, el de la representación explícita del sexo, que ha sido hasta ahora monopolizado por la industria. El postporno es una reflexión crítica sobre el discurso pornográfico.[11]

Sexo, identidades heterosexuales y la izquierda política

Junto a los medios de comunicación masivos y la academia, no dejaron de transcurrir comunicados y declaraciones de los representantes de las organizaciones de izquierda, principalmente trotskistas, quienes dirigen el Centro de Estudiantes de la Facultad de Ciencias Sociales (CECSo). Algunas de las declaraciones de los dirigentes apuntaron a que el grupo que realizó la performance pertenece al espacio Carta Abierta, un grupo de intelectuales ligados a la corriente política nacional kirchnerista. Estas declaraciones están en función de exponer que existe una intención de desprestigio y ataque a la coalición de izquierda que dirige el CECSo. Denuncian que se utilizaron las mesas donde se colocan el material de agitación, y que no se limpiaron las mismas luego de haber sido realizada la performance. La crítica por parte de la izquierda lleva en el fondo un rechazo al posporno, al cual lo observan desde una mirada heterosexual excluyente de otras formas alternativas de sexualidad, lo que les impide reconocer el trabajo simbólico de la actuación en un espacio donde transcurre una catexis consciente revolucionaria, pero que en su espacio molecular responde a una catexis inconsciente reaccionaria.

4.5

¿Cómo poder estudiar este problema de convivencia de dos catexis, una consciente y revolucionaria, y otra inconsciente y reaccionaria? ¿Es posible mediante el psicoanálisis? Se cree que esta disciplina psicológica no podría aportar aspectos positivos a la investigación, ya que tal como manifestaron Deleuze y Guattari, “el psicoanálisis es como la revolución rusa, nunca sabemos cuándo empezó a andar mal”.[12] Alejándose de las lecturas psicoanalíticas, como también de las interpretaciones sociológicas que se afincan en el aspecto sectario y oportunista de cierta izquierda argentina, se propone a la disciplina del esquizoanálisis como posibilidad de ruptura del inconsciente expresivo edípico, en función de aproximarse al inconsciente productivo inmediato. Se crítica la noción representativa y fundante en la familia del psicoanálisis edipidizante, y se toma partido por investigar el proceso productivo deseante, haciendo una lectura del deseo en clave de producción. Se podría sintetizarlo en la siguiente cita:

El esquizoanálisis no oculta que es un psicoanálisis político y social, un análisis militante: y ello no porque generalice Edipo en la cultura, en las condiciones ridículas mantenidas hasta ahora. Si no, por el contrario, porque se propone mostrar la existencia de una catexis libidinal inconsciente de la producción social histórica, distinta de las catexis conscientes que coexisten con ella.[13]

Hay un problema de convivencia entre una catexis consciente revolucionaria y una catexis inconsciente fascista, un deseo de revolución, pero un deseo también de represión. Desde los flujos deseantes puede analizarse este proceder de una izquierda que abraza la idea de revolución social y transformación del orden, pero en cuanto se trata a temáticas como de alternativas sexuales al dispositivo político de la heteronormatividad, se expresan represiones y rechazos, tales como los correspondientes a la performance posporno en la UBA. Hay un problema de síntesis conjuntiva segregativa, pero también un problema político que se desprende de la crisis terminal del sujeto universal. Este sujeto teorizado por el marxismo realmente existente reconoce en él una forma simbólica de identificación con los cánones blancos, eurocéntricos y patriarcales. Las maricas, bolleras, trans, y demás identidades nómades están más allá del margen de los límites epistémicos, aunque ellos mismos deban vender su fuerza de trabajo para recibir un salario que les permita reproducir su vida y la de su entorno, con la finalidad de regresar al mundo del trabajo. Es aquí donde las relaciones de poder en el aspecto del género son inmanentes a las relaciones sociales de producción, ya que el capital más allá que sea por esencia una relación de desterritorialización y descodificación, necesita volver a codificar y reterritorializar los flujos deseantes. Lo que el capital descodifica, las estructuras de la sociedad capitalista vuelven a controlar, normativizando identidades.

Es por ello que la performance posporno funcionó como táctica de offside, tomando de improvisto el sentido común general de la sociedad argentina, para dejar en posición adelantada a los dueños del discurso, en todas sus variantes, haciendo presente sus represiones y catexis libidinales inconscientes fascistas. Desde las autoridades de la Universidad de Buenos Aires que manifestaron que se debía investigar el estatus científico de la puesta en escena, demostrando sin ser preguntados, en posición adelantada, la visión de ciencia que posee la dirección de la universidad. También los medios de comunicación, haciendo alarde de las “buenas costumbres” y de la unidimensionalidad de la universidad como espacio donde se debe ir a estudiar, en función de formar y especializar a los futuros obreros y obreras. De igual forma al conjunto de estudiantes que utilizaron la palabra vergüenza,[14] como un descalificativo de la performance. Y para cerrar el coro crítico se suma la izquierda del CECSo, desconociendo la pluralidad de identidades de género y sexualidad alternativas al heterocapitalismo.

 

Conclusión: táctica del offside

No se descarta en el sentido posmoderno reaccionario las luchas y resistencias dentro del marco de la principal contradicción de la sociedad capitalista, la relación capital-trabajo, sino que las mismas deben abrirse a explorar nuevas luchas y resistencias que se expresan en políticas del placer y del deseo, afincándose en el espacio del cuerpo, politizando la corporalidad disidente. Esto marca la necesidad y emergencia de una izquierda libertaria dionisíaca que pueda empalmar el flujo de las luchas obreras y populares con experiencias de des-identificación universalista de la cuestión de género, haciéndose presente una política corporal, una nueva arquitectura del cuerpo que pone en entredicho los discursos médicos, sociales y mediáticos de lo que debe ser la corporalidad en la cotidianeidad capitalista. Es por ello que se rescata lo siguiente:

Las resistencias de los obreros de Lear, Zanón, Donelley, y demás empresas capitalistas donde los trabajadores asumen con radicalidad su proceso de emancipación, donde el ejercicio político se hace contingente, manifiesta el germen de cultivo para una praxis política llevada adelante por cuerpos dionisíacos que destruyen las formas apolíneas burguesas de hacer la producción y su distribución, agolpándose los cuerpos en las vías tradicionales impidiendo el tránsito vehicular, que en el fondo es el tránsito libre de mercancías, y enfrentando a los cuerpos represivos del Estado burgués. Las marchas y cortes de rutas, piquetes, y demás expresiones de las clases subalternas son ejemplos de rituales orgiásticos que expresan la resistencia frente al mundo de la vida organizado jerárquicamente por la principal contradicción, la relación capital-trabajo. Las marchas masivas de cuerpos rebeldes en México que luchan por la aparición con vida de los cuerpos de los 43 estudiantes, denunciando la masacre realizada desde el Estado y el Para-Estado mexicano, las luchas de los estudiantes chilenos, de la clase obrera boliviana y brasileña, son ejemplos de que la izquierda libertaria, esa izquierda dionisíaca, exige como principal respuesta la radicalidad en su nomadismo, en exaltar y fortalecer las prácticas orgiásticas que generan nuevas socialidades, construyendo la utopía en el presente, y por ende, rompiendo con el Dios-progreso.[15]

Hay nuevas representaciones políticas que no se amoldan al modelo universalista que la izquierda marxista todavía mantiene vigente, pero que tampoco implica un desconocimiento de la relación capital-trabajo. La táctica del offside no funciona como movilizador de una marcha obrera y popular, sino como irrupción de la cotidianeidad y del espacio público con la finalidad de visualizar problemáticas que son escondidas por las estructuras molares de la sociedad. Se visualizan estas identidades transgresoras, pero también son visualizados los discursos, los rechazos, las pre-concepciones, los discursos de verdad, etc. Se trata de confrontar al propio movimiento feminista y socialista que manifiesta ser vanguardia en cuestiones de género e identidades. Sumando al debate, Vanina Escales se pregunta lo siguiente: “¿Por qué las expresiones políticas de izquierda –con sus excepciones– a derecha repudiaron la performance? ¿Cuál es el tejido de fondo que las unió en el mismo ademán? Una hipótesis es que su tolerancia al feminismo es en tanto éste sea ciudadanista y ordenado; si es radical, disruptivo y revolucionario se constituye como amenaza”.[16] A pocas semanas de una marcha apoyada desde diferentes ángulos de la sociedad argentina, denominada “ni una menos”, se paso a un rechazo de estas prácticas disruptivas y radicales de un feminismo alejado de esa proyección ordenada y ciudadanista.

Este ensayo se trató de esto, de explorar las posibilidades políticas de la performance posporno interpretada como una táctica aproximada al offiside en el mundo deportivo. Se trató de hacer conjunciones contingenciales de diferentes sectores de nuestra cotidianeidad, con la finalidad de confrontar a esa misma cotidianeidad y sus políticas de control y de identificación forzada. La pornografía comercial, mainstream, o como se la quiera llamar fue cuestionada desde la producción de hombres y mujeres con roles definidos de sujeción de las segundas con respecto a los primeros, haciendo eco del dispositivo de la heteronormatividad. El posporno es una alternativa, una política sexual disruptiva, de conexión de flujos deseantes, de prácticas de placer estructuradas en la corporalidad como posibilidad y límite, como reinvención. La performance dejó en posición adelantada a la sociedad argentina, pero puso el debate sobre la pornografía en la mesa mediática, en la necesidad y emergencia de re-hacer una pornografía ajena a los valores y representaciones heteronormativos, una sexualidad abierta a la pluralidad de expresiones de identidad de género discordantes con el dispositivo normativo y político de la sexualidad dominante. Se trata de gozar en el re-hacerse.

4.6

* Universidad Católica Cecilio Acosta

BIBLIOGRAFÍA

  1. Blanco, R. (2015). Academia, libido y vergüenza, Revista Anfibia, Argentina. Recuperado de http://www.revistaanfibia.com/ensayo/academia-libido-y-verguenza/ Consultado el día 2 de noviembre de 2015.
  2. Cabral, E. Sexo, poder y género, Tomo I., Ed. El Perro y la Rana. Caracas, 2009
  3. Deleuze, G. y Guattari, F., El Anti-Edipo. Capitalismo y esquizofrenia, Ed. Paidós, Barcelona, 1998.
  4. Escales, V., (2015). ¡Feminismo! (pero prolijo y ordenado), Revista Anfibia, Argentina, Recuperado de http://www.revistaanfibia.com/cronica/feminismo-pero-prolijo-y-ordenado/ Consultado el día 2 de noviembre de 2015.
  5. Foucault, M. Historia de la sexualidad. La voluntad de saber, Ed. Siglo Veintiuno, España, 1998.
  6. Lanz, R., La Deriva Posmoderna del Sujeto. Para una Semiótica del Poder, Caracas, Consejo de Desarrollo Científico y Humanístico, Universidad Central de Venezuela, 1998
  7. Lledó, E. El epicureísmo. Una sabiduría del cuerpo, del gozo y de la amistad, Ed. Taurus, Buenos Aires, 2003.
  8. Llopis, M. El postporno era eso, Ed. Melusina, España, 2010.
  9. Milano, L., (2015). Celebramos, Revista Anfibia, Argentina, Recuperado de http://www.revistaanfibia.com/cronica/celebramos/ Consultado el día 2 de noviembre de 2015.
  10. Nietzsche, F., Así hablaba Zaratustra, Ed. Edaf, Madrid, 2003.
  11. Preciado, P., Manifiesto contra-sexual, Ed. Opera Prima, Madrid, 2002.
  12. Sicerone, D. “Posibilidades y emergencia de una izquierda libertaria dionisíaca en América Latina” en Revista « Reflexiones Marginales », Año 5, número 27, junio-julio 2015.

Notas

[1] Universidad de Buenos Aires
[2] E. Cabral, Sexo, poder y género. Tomo I., Ed. El Perro y la Rana, Caracas, 2009, pág. 55
[3] R. Lanz, La Deriva Posmoderna del Sujeto. Para una Semiótica del Poder, Caracas, Consejo de Desarrollo Científico y Humanístico, Universidad Central de Venezuela, 1998, pág. 30
[4] M. Foucault, Historia de la sexualidad. La voluntad de saber, Ed. Siglo Veintiuno, España, 1998.
[5] P. Preciado, Manifiesto contra-sexual, Ed. Opera Prima, Madrid, 2002, pág. 124
[6] M. Llopis, El postporno era eso, Ed. Melusina, España, 2010, pág. 14
[7] L. Milano, Celebramos, Revista Anfibia, Argentina, Recuperado de http://www.revistaanfibia.com/cronica/celebramos/ Consultado el día 2 de noviembre de 2015.
[8] E. Lledó, El epicureísmo. Una sabiduría del cuerpo, del gozo y de la amistad, Ed. Taurus, Buenos Aires, 2003, pág. 111
[9] F. Nietzsche, Así hablaba Zaratustra, Ed. Edaf, Madrid, 2003.
[10] R. Blanco, 2015, Academia, libido y vergüenza, Revista Anfibia, Argentina. Recuperado de http://www.revistaanfibia.com/ensayo/academia-libido-y-verguenza/ Consultado el día 2 de noviembre de 2015.
[11] M. Llopis, op. cit., pág. 38
[12] G. Deleuze y F. Guattari, El Anti-Edipo. Capitalismo y esquizofrenia, Ed. Paidós, Barcelona, 1998, pág. 61
[13] G. Deleuze y F. Guattari,, ed. Cit., pág. 104
[14] R. Blanco, Academia, libido y vergüenza, op. cit.
[15] D. Sicerone, “Posibilidades y emergencia de una izquierda libertaria dionisíaca en América Latina” en Revista « Reflexiones Marginales », Año 5, número 27, junio-julio 2015.
[16] V., Escales, ¡Feminismo! (pero prolijo y ordenado), Revista Anfibia, Argentina, Recuperado de
http://www.revistaanfibia.com/cronica/feminismo-pero-prolijo-y-ordenado/ Consultado el día 2 de noviembre de 2015.

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